Amar con locura a los demás

Quito,.11.abril.2022
Arzob.
.Alfredo.Espinosa,.primado.de.Ecuador

          ¿Es fácil el camino? ¿Es fácil la respuesta a un Dios que llama? ¿Es fácil dar la vida? ¿Cuántas dudas surgen en la respuesta que uno da a Dios? ¿Cuántas dudas y miedos han ido teniendo en estos largos años de formación? ¿Tenéis dudas hoy, queridos diáconos Carlos y Esteban?

          Son muchas preguntas, lo sé. Y las hago porque quiero provocar que vosotros os las cuestionéis, precisamente en el día en que vais a ser ordenados sacerdotes. Para que salgáis de aquí con una decisión grande, fuerte y comprometida. Para que salgáis y empecéis a vivir la locura del amor, que hoy nos propone Jesús.

          Hoy hablo de la locura de amor, a la que a todos Dios nos llama, y a la que hoy os llama a vosotros de forma particular. Porque toda llamada a dar la vida es, sin duda, una locura, y sobre todo en medio de un mundo que ve la vida de manera diferente. Dios llama desde el vientre de la madre, y eso también es una locura: "Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado".

          Dios os ha apartado a vosotros, queridos Carlos y Esteban. Y no para que os apartéis del mundo, sino para que estéis en el mundo, para que os comprometáis con el mundo, para que deis vuestras vidas en el mundo. Lo cual tendréis que hacer curando, escuchando y proclamando la cercanía del corazón misericordioso de Dios.

          Sí, queridos Carlos y Esteban, tenéis que hablar, y no decir "Ah, Señor, soy muy joven, y no sé hablar". No tengáis miedo a salir y anunciar, a salir y proclamar a todos la locura del amor de Dios. Recordad que vais a ir "adonde quiera que yo te envíe", y vais a decir "todo lo que yo te ordene". Y lo deberéis hacer no por vuestras propias fuerzas, sino convencidos de que Dios está con vosotros, y de que él pondrá sus palabras en vuestra boca.

          ¿Y qué vais a proclamar? ¿Qué vais a anunciar? ¿Qué misión tendréis que realizar? San Pablo os los recuerda: la locura de la predicación, para que el mundo crea.

          Deberéis poneros frente a los que piden muchos signos, frente a los que no creen, frente al escepticismo de tantos. Y a todos ellos predicar "a Cristo crucificado". Ésa fue la predicación de los apóstoles, ésa fue la predicación de la Iglesia a lo largo de toda su historia, y ésa debe ser la predicación de hoy en día. Sí, queridos Carlos y Esteban, predicad a Cristo crucificado, y no a un Cristo ligero y superficial, que se va acomodando a los tiempos. Predicad a Cristo crucificado, y nunca separéis a Cristo de su cruz. La cruz no es algo, sino que es alguien: Cristo. Un Cristo al que tendréis que anunciar con vuestras propias vidas de sacerdotes.

          Y deberéis hacerlo recordando que "la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana". Como nos dice el papa Francisco I, "la debilidad de Dios es su amor". Dios nos ama y nos llama a anunciar su amor. Y os llama a vosotros a ser sacerdotes movidos por la "locura de su amor". Un amor que es auténtico y que da la vida, y no un amor acoplado a los intereses de este mundo.

          Dios os ha llamado a eso, y por eso hago mías las palabras de San Pablo: "Considerad vuestro propio llamamiento. Porque no hay muchos de entre vosotros que sean sabios según los criterios humanos, ni muchos que sean poderosos o de noble cuna". Dios os ha escogido a vosotros, ha visto vuestro corazón y os llama a arriesgaros a amar con todo vuestro ser.

          Arriesgaos a amar, y recordad las palabras del Señor: "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". Como nos dice el papa Francisco, "estas palabras resumen todo el mensaje de Jesús, y es el mejor resumen de todo lo que él ha hecho: dar la vida por sus amigos. Amigos que no le habían comprendido, y que en el momento crucial lo habían negado, abandonado y traicionado. ¡Así nos ama Jesús!".

          Vosotros, queridos Carlos y Esteban, haced al igual que Jesús: amad. Él nos muestra el camino para seguirlo, y este camino no es un simple precepto, sino que es una persona viva: Jesús. Todos debemos caminar por este camino, "que nos conduce a salir de nosotros mismos para ir hacia los demás", como recuerda el papa Francisco. Jesús nos ha mostrado que el amor a Dios se realiza en el amor al prójimo, y que ambos van juntos. Las páginas del evangelio están llenas de este amor, a adultos y niños, a cultos e ignorantes, a ricos y pobres, a justos y pecadores, y "a todos los que han tenido acogida en el corazón de Cristo". Que sea éste el camino de vuestras vidas sacerdotales. 

          Todos deberán tener cabida en vuestros corazones sacerdotales. No excluyáis a nadie, ni os cerréis a nadie, por amor a Dios. Amad de una manera diferente, de una manera total, y vivid la locura de vuestro sacerdocio sin dejar nunca de amar, sin dejar de dar vuestra vida cada día. Vivid la locura del amor "en gestos pequeños hacia un niño, en gestos de cercanía a un anciano, en una persona que está sola o con dificultades, que se ha quedado sin casa o sin trabajo, que está inmigrada o es refugiada" (Francisco I).

          Vivid esta locura del amor gracias a la fuerza de esta palabra de Cristo, en gestos de cercanía y de proximidad, tal como Cristo nos ha enseñado. No seáis sacerdotes lejanos, no estéis de vuelta del mundo, no os separéis de los demás porque sepan o conozcan mucho, ni os creáis superiores a los que no sepan o tengan.

          Sed profetas cuando celebréis la eucaristía, cuando confeséis, cuando vayáis por los caminos de Quito. Sed profetas a la hora de escuchar, a la hora de conversar, a la hora de aconsejar o predicar.

          Sed sacerdotes alegres y decididos, entregados y consagrados a la misión. Sed sacerdotes en todo tiempo y en todo lugar. No descuidéis vuestra familia y amigos, pero no dejéis nunca de buscar y de llegar al hombre de hoy, al joven de hoy, al que está lleno de inquietudes y al que os pide una respuesta o un signo, tal vez porque se acerca a un Dios que quiere conocer.

          Sed profetas de la fraternidad, de esa fraternidad que tanta falta nos hace. En la locura del amor, no os canséis de gritar a la gente, pues como dice la canción: "el amor de Dios no acaba, ni la voz de Dios se pierde".

          Recordad, queridos Carlos y Esteban, que "el mandamiento del amor no es una simple provocación, sino que es el espíritu del evangelio". Y que "si la meta fuera imposible, el Señor no nos hubiera pedido que la buscáramos" (Francisco I).

          Hacer esto por nosotros mismos es algo imposible, y por eso pido al Señor que os dé la gracia de su sacerdocio, y a nuestra Madre santísima que os ayude en la vida cotidiana de ese sacerdocio. Así sea.

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  Act: 11/04/22         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A