Anunciar con fuerza la resurrección de Cristo

Nassau,.1.abril.2024
Arzob.
.Patrick.Pinder,.primado.de.Bahamas

         Queridos hermanos, la Pascua es el centro de nuestra fe y adoración. La celebración de la Pascua nos devuelve al fundamento de nuestra fe, y nos retrotrae a cómo empezó todo. Es esencial que regresemos a esta fiesta para recordar qué es lo que creemos y por qué lo creemos. Entonces regresamos a la fuente misma de la fuerza, la esperanza, el propósito y el significado que hay dentro de nosotros. ¡Necesitamos eso!

         Los desafíos actuales parecen incesantes. Hay guerras brutales en tierras lejanas, hay una profunda agitación social, y un malestar general causa un enorme sufrimiento en países muy cercanos a nosotros. En nuestra patria también tenemos nuestra propia cuota de desafíos, desde el crimen hasta el cáncer. Necesitamos encontrar un nuevo rumbo a todo esto, pero siempre anclados en lo que da propósito a nuestras vidas.

         En este Domingo de Pascua hemos escuchado cómo Pedro dice que Jesús "anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él". Lo mataron colgándolo de un árbol. Sin embargo, "Dios le resucitó al tercer día" (Hch 10, 37).

         En Pascua celebramos lo que Pedro recuerda: que "Dios le resucitó al tercer día". Celebramos la resurrección de Jesús de entre los muertos, y compartimos esta resurrección a través de nuestro bautismo. Como dice San Pablo, "¿no sabéis que los bautizados en Cristo fuimos bautizados en su muerte? Fuimos sepultados con él en su muerte, y así como Cristo resucitó de entre los muertos, por la gloria del Padre, así también nosotros viviremos en la novedad de vida" (Rm 6, 3-4).

         Continuando con este pensamiento, la segunda lectura de este Domingo de Pascua nos recuerda una cosa: "Si habéis resucitado con Cristo, buscad lo que está arriba, donde Cristo está sentado a la diestra del Dios" (Col 3, 1). Vivir la novedad de la vida, y buscar lo de arriba, indica vivir a la luz de la resurrección. Recordemos que al inicio de la cuaresma, como preparación a la Pascua, fuimos invitados a emprender un camino de conversión, como bien nos recordaban las palabras del profeta Joel del Miércoles de Ceniza, de forma llamativa e instructiva:

"Volved a mí con todo el corazón. Rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y volveos a mí. Porque yo soy misericordioso, lento para la ira, rico en bondad y dócil en el castigo. Entonces cederé, y dejaré tras de mí una bendición" (Joel 2, 12-14).

         La llamada a la conversión de cuaresma, y la llamada a vivir en la novedad de vida de Pascua, nos recuerdan quiénes somos y qué debemos hacer. Pablo nos recuerda que debemos "estar muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Rm 6, 11). Llevar a cabo la conversión es el primer paso para vivir la "novedad de vida" de la que nos habla San Pablo en su Carta a los Romanos. Así que debemos continuar ejercitando la conversión, a pesar de las tentaciones que nos seducen aquí y ahora, en el sentido contrario.

         Llevar una nueva vida significa cambiar nuestro hábito regular de ocio, y adoptar el hábito del ahorro. Significa no permitir que la cultura consumista nos gobierne, e incluso arruine en la posesión de más y más cosas. Significa sopesar lo que está por encima de la atracción pasajera, que nunca nos satisfacerá, y buscar los anhelos más profundos. Esta es la invitación pascual a vivir en la novedad de una nueva vida.

         Nuestra tarea es anunciar con fuerza la resurrección de Jesucristo, y la novedad de vida a la que él nos llama. De esa manera no sólo construiremos nuestra comunidad eclesial, sino también una verdadera civilización social, sobre la base de nuestros valores. La Pascua nos interpela a despertar del letargo, y a sacar de nosotros lo mejor de nuestra naturaleza. El anuncio pascual declara "¡Jesucristo ha resucitado!". Esa es nuestra esperanza, la única que podrá ayudarnos a superar todas las distracciones y decepciones de la vida diaria.

         El tiempo pascual dura 50 días, hasta la fiesta de Pentecostés. Vivamos esta estación con alegría, y comprenderemos un poco mejor a qué es lo que se refiere el evangelio, cuando dice que Cristo (nuestra vida, nuestra luz, nuestra esperanza) resucitó de entre los muertos. Que la novedad de vida que anuncia la Pascua habite en nuestros corazones, y desde allí influya en vuestras vidas, nuestra comunidad y este mundo. ¡Felices Pascuas!

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  Act: 01/04/24         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A