Aprender de Pedro y Pablo a construir la Iglesia

Bakú,.6.noviembre.2023
Arzob.
.Vladimir.Fekete,.primado.de.Azerbaiyán

          Queridos hermanos y hermanas, los santos apóstoles Pedro y Pablo eran muy diferentes entre sí, pero a pesar de sus personalidades y caracteres bien diferenciados supieron forjar una unión incomparablemente más fuerte que todas sus diferencias, en torno al amor a Cristo. Y eso que ese amor a Cristo, e incluso el propio Jesucristo, les fue revelado a ambos por caminos completamente diferentes.

          Y es que la atracción hacia el Hijo de Dios fue tan grande en ambos que Pedro, un simple pescador de familia, acostumbrado al duro trabajo diario, no dudó en dejarlo todo por Cristo. Al igual que hizo Pablo, un fariseo brillantemente educado que, a pesar de haber perseguido a la Iglesia, no dudó en cambiar radicalmente de postura en cuanto reconoció al Hijo de Dios.

          La respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús ("¿quién decís que soy yo?") fue "tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". Y ése fue el momento clave y fundamento de su nueva vida, que continua y sinceramente siguió haciéndose a sí mismo en adelante: ¿Quién es Jesucristo para mí?

          San Pablo, en la 2ª lectura, supo mirar retrospectivamente sobre su vida, y anticipando su inminente fin nos dejó unas palabras maravillosas y conmovedoras: "Luché en la batalla, terminé la carrera, conservé la fe". Los apóstoles no eran sobrehumanos, ni estaban libres de pecado, pero sí supieron perseverar en el camino de la fe a través de sus muchas caídas, saliendo de todas ellas gracias a la fuerza de Cristo.

          En el comienzo de nuestro camino cristiano, cuando todo era nuevo para nosotros, teníamos más confianza en quién era Cristo para nosotros, y nuestro corazón ardía al comprender que habíamos encontrado al Hijo de Dios. Pero el calor del primer amor se fue apagando poco a poco, y hasta puede que alguno de nosotros se haya vuelto ceniza demásiado rápido.

          Lo que importa no es qué o cuánto sentimos, porque no podemos estar ardiendo permanentemente en un sentimiento. Lo que sí es importante es que nuestra mente nos dé constantemente la respuesta correcta, y que nosotros no paremos de hacernos la pregunta trascendental: "¿Quién es Jesús para mí?". Jesús es el Cristo, el Hijo ¡vivo! de Dios, nos recuerda Pedro. Y no hay nada más importante que esta verdad en mi vida, pues como también recuerda Pablo, "no soy yo quien ya vive, sino Cristo en mí".

          Cristo eligió a ambos para llevar la luz del evangelio a ese mundo oscuro, cruel y pagano en que vivían. Y tanto Pedro como Pablo tuvieron que sufrir mucho, sobre todo a causa de esas personas que preferían las tinieblas a la luz. Ambos fueron mártires, pero por ese amor a Cristo lograron cambiar su mundo, y convertirlo en un lugar donde habitara la luz, el amor y la moral.

          Hoy podemos decir: Sí, pero ellos eran especiales, porque eran apóstoles elegidos por Cristo. ¿Pero no somos también nosotros elegidos por Cristo? Habiendo conocido a Cristo, y habiendo sido revestidos por él con el santo manto del bautismo, también nosotros somos sus apóstoles, y también por él hemos sido llamados para llevar su luz a este mundo, donde todavía reinan los falsos dioses del dinero, del poder y de la lujuria. No es facil, pero tampoco fue fácil para los apóstoles.

          Mantener la fe en Cristo es nuestra tarea principal, y todo lo que hagamos en nuestra vida espiritual ha de ir dirigido hacia ese objetivo: propagar la fe en Cristo, el Hijo vivo de Dios. Pidamos hoy a Dios, especialmente después de la sagrada comunión, que nos conceda esta fe apostólica, y nos ayude a conservarla como la perla más preciosa. Amén.

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  Act: 13/11/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A