Todos somos compañeros de Viaje

Tallin,.18.diciembre.2023
Arzob.
.Philippe.Jourdan,.primado.de.Estonia

          Queridos hermanos, nos dice hoy San Pablo que "Dios nos escogió desde antes de la fundación del mundo para que seamos santos e irreprensibles ante él por el amor" (Ef 1, 4). Por su parte, el Catecismo también nos dice que "él ha estado con nosotros desde el primer momento de nuestra existencia a la vida".

          Así, la primera compañera del camino de nuestra vida es la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos ha llamado a la vida y que nos acompaña en nuestro camino desde el tiempo hasta la eternidad. Cuando se cumplió el tiempo, "el Hijo de Dios se hizo carne y vivió entre nosotros" (Jn 1, 14).

          Jesucristo nos ha llamado a seguirle y a ser sus compañeros. Y para eso nos ha puesto en manos del Espíritu Santo, esa persona divina "que está llamada a acompañarnos y ayudarnos". Así, el Espíritu Santo es quien nos dirige, guía, consuela y corrige en nuestro camino, y también en el camino del Sínodo que estamos recorriendo en estos momentos.

          La Iglesia es un solo cuerpo, que está vivo y en movimiento. Así, unidos a Cristo, y a través de su Espíritu, experimentamos el apoyo del resto de miembros de la Iglesia, dentro del papel que cada uno tiene asignado.

          En comunión con el papa y con el obispo local, los cristianos viajamos juntos hacia la Jerusalén celestial, ayudándonos mutuamente a crecer en santidad y a fortalecer nuestra fe. Estamos llamados a crecer juntos a través de la escucha de la palabra de Dios, la recepción de los sacramentos y las relaciones humanas, acompañando a los demás en sus ocupaciones y sufrimientos.

          Mientras la Iglesia esté en camino, hacia el reino prometido del Padre, y todavía no haya llegado al final de la travesía, la Iglesia ha de invitar a todas las personas a unirse a este viaje. En Estonia, donde el luteranismo y la ortodoxia son las denominaciones cristianas más comunes, la Iglesia Católica está obligada a hacerlo de manera epecial, aunque sean cada vez más los creyentes estonios que se bautizan en la Iglesia Católica de niños o en la edad adulta.

          La participación activa en la vida de la Iglesia, si es posible desde una edad temprana, promueve crecer juntos y caminar juntos por el camino de la fe. El apoyo a las familias juega en esto un papel importante, así como la promoción de la escuela dominical.

          Sin embargo, quienes vienen a la Iglesia en la edad adulta encuentran muchas veces dificultades para integrarse en la comunidad, y permanecer firmes en la fe. Por ello, es importante fortalecer en ellos el sentido de fraternidad, para que no se sientan solos en el recorrido de la fe, desde su misma etapa de catecumenado.

          Muchos grupos étnicos pertenecen a nuestra iglesia local, y para nosotros es un desafío mantener la unidad y la cooperación en esta torre de Babel de los diferentes idiomas y culturas. También se nota una fragmentación eclesial, según las diferentes espiritualidades.

          Por eso hay que saber que, a pesar de las diferencias culturales y espirituales, estamos unidos por la Santa Misa, y que la celebración de una misma liturgia irá eliminando las diferencias. También puede ayudar a la integración cultural la realización de actividades complementarias conjuntas, como las peregrinaciones, campañas caritativas o celebraciones festivas comunes.

          Por supuesto, entre los compañeros de viaje hay que integrar también a aquellas personas que se han mantenido alejadas de la vida y sacramentos de la Iglesia, o que se sienten excluidas por estar divorciados, ser convivientes u homosexuales.

          Tampoco podemos olvidar a aquellos que han sido heridos por compañeros creyentes, y abandonaron la Iglesia por las heridas no tratadas. Como decía San Pablo, "si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él" (1Cor 12, 26), por lo que la tarea de toda iglesia local ha de ser la de encontrar maneras de acercar a la "fuente de la salvación", redescubriendo el amor de Dios y de la Iglesia, como buena madre.

          Compañeros de viaje pueden ser también, si ellos quieren, todas aquellas personas de otras confesiones que, aun sin pertenecer a la Iglesia, estén abiertos a Dios, y sientan que la Iglesia es también su hogar, como casa del Padre que es.

          En la Escritura podemos leer cómo Dios habla al hombre de diferentes maneras: en voz audible (Ex 6,2; 1Sam 3,10), en una visión sobrenatural (Tn 2, 19, Mt 2,13), a través de luz cegadora o relámpago (Ex 19,19, Hch 9,3-5), etc. Dios ha hecho saber siempre su voluntad a la humanidad, y lo que espera de cada persona a nivel individual.

          Pues bien, Dios nos habla a cada uno de nosotros a través de su Hijo Jesucristo, de la creación y de las diferentes situaciones de la vida. Y por supuesto, de su Espíritu Santo, a través de la oración. Sigamos escuchando a Dios a través de estos canales, querida Iglesia Católica de Estonia. Escuchar con el corazón significa darse cuenta. Darse cuenta de lo que Dios nos pide, y darse cuenta de las necesidades de los padres y vulnerables, de los vecinos y los jóvenes, de los artistas y los niños.

          Todos estamos llamados a dar testimonio de Jesucristo, en amor y verdad. Sin embargo, muchas veces esto no es fácil en nuestra sociedad actual. Nuestro ejemplo es Jesús, a quien tampoco le resultó fácil predicar el reino de Dios durante su vida. Sin embargo, junto a él podemos hablar con confianza, y valentía, de nuestra fe en Dios.

          Pero para hablar con valentía de Dios, y acercar a la gente a Dios, se necesitan ciertas habilidades. Para ello es muy importante la comunicación cristiana y la elección de los medios adecuados para transmitir la fe. La Biblia y la catequesis son herramientas útiles para la formación y el adiestramiento, y la cultura y los medios de comunicación canales útiles para la expansión de este mensaje. No obstante, el objetivo de todo ello debe ser hablar y acercar a Jesucristo, con convencimiento y osadía.

          Un camino común sólo es posible si se basa, como decíamos al principio, en la escucha conjunta de la palabra de Dios y de la consagración eucarística. La oración y la participación en los sacramentos han de ser nuestra mejor forma de unir fraternalmente a la Iglesia y santificar personalmente nuestras vidas. La palabra del Señor nos guiará en la vida diaria, y cambiará nuestra forma de pensar y de vivir. Y la eucaristía nos estrechará más directamente con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, que es donde nace, se forma, y se fortalece nuestra santidad.

          A menudo, nuestro exiguo clero viaja largos kilómetros para que la gente pueda vivir la misa en todos los lugares de Estonia. Pero eso es lo que crea fraternidad, y atrae las bendiciones de Dios y el seguimiento de las personas que nos observan. Recientemente hemos sido testigos de varias ordenaciones de diáconos y sacerdotes estonios. ¡Bienvenidos a la Iglesia y al sacerdocio, jóvenes estonios!

          Oremos constantemente a Dios por todo esto y por el Sínodo, así como por el Santo Padre, nuestros obispos, sacerdotes y seglares comprometidos. Y sepamos que todos formamos parte de una comunidad con una gran vocación y misión. Todos formamos parte de este viaje, y por ello estamos infinitamente agradecidos al buen Padre Dios.

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  Act: 18/12/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A