El ecumenismo depende de la otra parte, y no de nosotros

Tiflis,.30.octubre.2023
Arzob.
.Giuseppe.Pasotto,.primado.de.Georgia

          Queridos hermanos, cuando llegué aquí en 1993 Georgia acababa de obtener su independencia, y Rusia había roto todos los vínculos con ella, incluso los económicos. En ese momento teníamos tan sólo dos horas de electricidad al día, agua cada dos días, el gas estaba completamente cortado y había muy poca mercancía. Pero dejadme que os ponga un ejemplo.

          Un día fui al mercado porque necesitaba un limón, y tras mucha búsqueda encontré una mujer que tenía dos. Estos eran los últimos dos limones que tenía para vender, y yo decidí comprar ambos. Pero la vendedora me dijo: "Te vendo uno, porque puede que alguien más necesite el otro". Me quedé sorprendido y lleno de admiración.

          Vine aquí junto con otro sacerdote de mi pequeña comunidad de Verona, y aunque en aquella época teníamos las mismas dificultades que los habitantes locales (frío y pobreza, principalmente), esto nos ayudó a amar aún más a estas personas. Las conversaciones con los jóvenes nos enseñaron lo importante que es sufrir en defensa de los valores básicos (sobre todo de la libertad) y mantener la esperanza, y yo diría que aquella penuria fue providencial.

          Tras la era del comunismo, de la Iglesia Católica sólo quedó en pie un lugar de culto abierto (la Iglesia de San Pedro y San Pablo, en Tiflis). Todas las comunidades que estaban esparcidas por las zonas rurales quedaron abandonadas, y lo primero que hicimos fue reconectarnos y buscar sacerdotes adicionales de otros países e iglesias locales, que pudieran ayudarnos. Y así, poco a poco, comenzamos a reconstruir las estructuras más básicas.

          La fe católica sobrevivió en esta zona por la devoción al Rosario, y no sólo en Georgia sino en todos los países comunistas. Durante la persecución comunista, la gente se reunía en sus casas a orar, y las abuelas eran quienes se encargaban de dirigir el Rosario. No había necesidad de un sacerdote ni de un rosario físico, pues se podía contar el Ave María con los dedos.

          La primera tarea que asumimos fue la de formar catequistas. En nuestro primer campamento de formación de verano reunimos a 30 adolescentes, y durante 10 días muy intensos realizamos actividades educativas para ellos, para que ellos pudieran empezar a trabajar con niños. Lo primero que imprimimos fue el Catecismo de la Iglesia Católica, y luego fuimos pasando a otras cosas, una tras otra.

          El pánico se fue yendo poco a poco de la gente, y a los refugiados de Gori les dimos refugio en nuestra casa, y nos ocupamos de ellos durante un año entero. Desde Cáritas también ayudamos a los desplazados, proporcionándoles camiones de comida junto al obispo ortodoxo.

          Pero eso fue ayer, porque hoy en día también tenemos nuestros desafíos, sobre todo el ecumenismo. Ésta es nuestra principal tarea aquí, y es una tarea bastante complicada. La Iglesia Ortodoxa, debido a su pasado legado, todavía encuentra dificultades para abrirse al diálogo ecuménico, y hace todo lo que sea para que los católicos sigamos siendo una minoría. Los católicos somos conscientes de ello, y a menudo tenemos que sufrir la confiscación de iglesias (nunca devueltas) o a la prohibición de matrimonios interreligiosos.

          El camino ecuménico requiere, por tanto, gran paciencia, y una búsqueda atenta de oportunidades potenciales, sobre todo a la hora de establecer relaciones que puedan ser puentes y no acantilados. Nuestra universidad juega aquí un papel importante, y en ella hay muchos estudiantes católicos.

          La segunda tarea que tenemos hoy día en Georgia es la formación de nuestros fieles, para que su fe sea más fuerte y segura. Ésta es la principal preocupación de los sacerdotes y monjes en sus parroquias. La tercera tarea sería la de mostrar el rostro misericordioso y amoroso de Dios, especialmente hacia aquellos que atraviesan las graves dificultades actuales.

          En el Cáucaso somos muy pocos católicos en comparación con el resto, pero nuestras tareas se expanden cada vez más, y se diversifican de forma constante en medio de este mundo cada vez más complejo. Afortunadamente, contamos con jóvenes que se están preparando para el sacerdocio y para la vida consagrada, a lo largo de una formación larga y concienzuda.

          Respecto a la vida diocesana, vamos abriendo nuevos centros de evangelización y formación, y los campamentos de verano con niños y jóvenes van cogiendo mucho prestigio. En estas y otras ocupaciones, todos tenemos siempre presente un mismo espíritu: el amor a Jesucristo y nuestra llamada a predicar el evangelio, cada uno a su manera.

          Aquí en Georgia aprendí el gran valor y dignidad de la palabra católico, porque "donde dos o tres estén reunidos en su nombre" podrá mostrarse lo maravilloso que es tener un corazón que no conoce fronteras, que no se confabula con nadie, que siempre mira más allá de sus propios intereses.

          Es hermoso dar testimonio de Dios, y vivir con un corazón de amplios horizontes. Éste fue el legado que nos dejó Jesucristo, junto al testamente de su amor. Y esto es lo que nosotros debemos testificar y enseñar. Ésta es la buena noticia del evangelio en Georgia, y para mí es el color que tiene el catolicismo.

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  Act: 06/11/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A