Escuchar y conversar con el Espíritu Santo

Estocolmo,.3.julio.2023
Arzob.
.Anders.Arborelius,.primado.de.Suecia

          Queridos hermanos, el pueblo de Dios que camina en Suecia se puso en camino tras la llamada a Sínodo que hizo el papa Francisco I el 10 octubre 2021, a partir de las dos preguntas básicas que nos formulaba: ¿Cómo realizar hoy, a todos los niveles, ese "caminar juntos" que permite a la Iglesia anunciar el evangelio, de acuerdo con la misión que le fue confiada? ¿Y qué pasos son los que el Espíritu nos invita a dar, en ese sentido?

          El camino recorrido hasta ahora ha permitido a nuestra diócesis identificar las peculiaridades que vive la Iglesia en las diferentes regiones del mundo: las excesivas guerras que tiñen de sangre nuestro planeta, la amenaza que representa el cambio climático, el sistema económico que produce desigualdad y descarte, la presión uniformadora de un colonialismo cultural que aplasta a los demás, la emigración que vacía o superpuebla territorios, la experiencia de sufrir persecución religiosa hasta el martirio y la experiencia de comunidades cristianas dispersas que sufren la secularización mayoritaria de su país.

          La primera fase de este proceso sinodal ha renovado nuestra conciencia de llegar a ser una Iglesia con identidad y vocación. Así como nos ha hecho ver la necesidad de caminar juntos, como modo más apropiado para ser verdaderamente discípulos de aquel Maestro y Señor que dijo de sí mismo: "Yo soy el camino" (Jn 14, 6). Éste ha sido el mayor don que hemos recibido: experimentar todo esto con profundidad, como un don que queremos seguir transmitiendo hasta que este camino culmine en el último día, como describe el libro del Apocalipsis:

"Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" (Ap 7, 9-10).

          Este texto nos ofrece la imagen de una Iglesia en la que reina una comunión perfecta entre todas las diferencias que la componen, que se mantienen y se unen en la única misión que quedará por cumplir: participar en la liturgia de alabanza que todas las criaturas elevan al Padre, por medio de Jesucristo en la unidad del Espíritu Santo.

          Las preguntas que plantearemos al Sínodo son expresión de la riqueza del proceso del que han surgido. Están cargadas con los nombres y rostros de los que han participado, testimonian la experiencia de fe del pueblo sueco, y rezuman la impronta de un significado trascendente.

          De la primera fase ha surgido en nosotros la conciencia de tomar a la Iglesia local como punto de referencia privilegiado, como lugar teológico donde los bautizados experimentan concretamente su propio camino, compartiendo el mismo camino de los demás. Lo cual no significa que nos repleguemos en nosotros mismos, pues ninguna Iglesia local puede vivir al margen del resto de iglesias locales, sobre todo con la Iglesia de Roma (a la que se confía el servicio de la unidad, a través del ministerio petrino).

          Un rasgo une los relatos de las etapas de la primera fase: la sorpresa de los participantes, que se encontraron ante algo inesperado, y experimentaron algo más grande de lo previsto. Para los participantes, el proceso sinodal les ofreció una oportunidad para hacer crecer sus vínculos con el Señor, para conocer a los hermanos y para aumentar su amor a la Iglesia, con deseos de implicarse más en ella.

          Hemos visto clara la presencia y la acción del Espíritu Santo en nosotros, como ese Guía que en la historia lleva a la Iglesia por sus caminos, hacia el Reino. Como ya recordaba el Concilio Vaticano II, "el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo" (LG, 5).

          De este modo, cuanto más intensamente se ha acogido la invitación a caminar juntos, tanto más el Sínodo se ha convertido en el camino por el que el pueblo de Dios ha avanzado con entusiasmo. No obstante, no se han ocultado los problemas, las resistencias, las dificultades y las tensiones. Y se han identificado y llamado por su nombre, gracias a un diálogo libre y sincero.

          Pero detengámonos en el método que hemos ido aplicando, el llamado método de "conversación en el Espíritu". En su sentido etimológico, el término conversación no indica un intercambio genérico de ideas, sino una dinámica familiar, que ha permitido a los participantes intimar entre sí.

          La especificación "en el Espíritu" identifica al auténtico protagonista de esta gracia que hemos recibido de Dios: el Espíritu Santo, al que todos hemos orado intensamente y hemos escudriñado con el estudio, con el fin de intimar con él. Y hemos experimentado que él es como ese "viento que sopla donde quiere" (Jn 3, 8). Poco a poco, la conversación entre hermanos y hermanas se ha abierto a la fe, en un espacio de consentimiento. Y juntos hemos escuchado, a la vez, la voz del Espíritu. No de forma inesperada, sino a la hora de ir todos en una dirección precisa, o a la hora de elaborar acciones concretas.

          A la intercesión de nuestros hermanos que ya viven la plena comunión de los santos (LG, 50), y especialmente a la de Aquella que es primicia de ellos (LG, 63), María madre de la Iglesia, confiamos los trabajos de nuestra asamblea sinodal. Y a ella le pedimos que dicho Sínodo sea para el resto de la Iglesia un momento de efusión del Espíritu Santo, de una gracia de Dios que nos acompañe cuando llegue el momento de la verdad. Así sea.

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  Act: 03/07/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A