Planificar una evangelización para el norte de África

Bengasi,.10.abril.2023
Arzob.
.Sandro.Rigillo,.primado.de.Libia

          Queridos hermanos, vivimos en un mundo de profundas e interminables contradicciones, en el que la gente encuentra tantos motivos para la desesperación como para la esperanza. En un mundo herido por el relativismo religioso y cultural, y que por otro lado no deja de afirmar la existencia de los derechos humanos universales.

          Vivimos en un mundo animado por un hedonismo implacable, que sin embargo se entrega voluntariamente al bien mayor de los seres humanos que sufren, y a la integridad de nuestra casa común que es la creación. En un mundo gobernado por sistemas filosóficos y económicos fundados en el materialismo ateo, que por otro lado está lleno de buscadores espirituales con hambre y sed por la experiencia de lo trascendente.

          Vivimos en un mundo que, en nombre de la libertad, ha abrazado numerosas ideologías contrarias a Dios y al hombre (en una cultura de la muerte, como la denominó Juan Pablo II), pero que también tiene el deseo de corazones humanos verdaderos.

          A la luz de todo esto, que compartimos y vivimos en este mundo, quiero pedir hoy a nuestros hermanos cristianos, y todas las entidades eclesiales que trabajan en esta zona norte-africana, a que se comprometan a:

Redescubrir el lugar privilegiado de la oración en nuestra vida cotidiana, y cuán unida está a nuestra vida de servicio activo, pues estamos llamados a ser contemplativos en la acción;

Recuperar la importancia de la itinerancia, tanto en la mentalidad como en el estilo de vida, para que podamos responder más fácilmente a los desafíos de nuestro tiempo (como ha pedido el papa Francisco I);

Insistir en que es nuestro carisma cristiano es vivir el evangelio, con un estilo de vida personal acorde;

Encontrar a los jóvenes allá donde ellos estén, para acompañarlos mientras enfrentan los desafíos de hoy;

Intensificar nuestra solidaridad con los proyectos internacionales e interculturales de nuestros respectivos países y provincias;

Darnos cuenta con los hechos, y no sólo con las palabras, que nuestra comunión fraterna es nuestro primer y principal medio de evangelización;

Compartir la misión sacerdotal con los laicos;

Diversificar los compromisos ministeriales, para no limitarnos a nuestras propias entidades y poder así llegar a otras parcelas del pueblo de Dios;

9º Hacer que nuestra presencia en el mundo, y en cada comunidad local, sea un signo sustantivo y profético del reino de Dios, vivo y obrante en este momento;

10º Promover nuevas formas de vida misionera, especialmente las insertadas entre los pobres;

11º Ser conscientes de que la misión actual en esta zona ha de adaptarse a las circunstancias: ecuménica, interreligiosa e intercultural;

12º Promover la vocación misionera en la Iglesia norte-africana, a través de algún mes anual misionero extraordinario.

          Los signos de nuestro tiempo nos llaman a volver urgentemente a la gracia de nuestros orígenes, y a poner en práctica las experiencias de los primeros cristianos de estas antiquísimas tierras de África del Norte. Por tanto, pido a todas las entidades de la Iglesia que identifiquen aquellas áreas eclesiales más debilitadas, y en ellas desarrollen planes para atender sus necesidades, a través de sus respectivas secretarías de misiones o a través de la Secretaría General de Misiones.

          Sólo un corazón fraternal puede transmitir la fuerza y la belleza del evangelio a todos los hombres, en todas las formas de servicio que nos confía la Iglesia. En este sentido debemos preguntarnos, fielmente y sin miedo, si tal libertad caracteriza verdaderamente nuestra vida y servicio al evangelio. Este es especialmente el caso del mundo de los jóvenes, que buscan el verdadero sentido de la vida y una auténtica comunión que les haga experimentar la verdadera belleza de su diversidad.

          Que respondamos a esta llamada con todo nuestro corazón, y así permitamos que el Espíritu del Señor nos convierta en lenguas vivas capaces de anunciar la alegría y la esperanza del evangelio, a todas las personas de nuestro tiempo que nos ven y nos escuchan. Fraternalmente, Alessandro.

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  Act: 10/04/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A