Favorecer la paternidad, del sacerdote con sus feligreses
Queridos hermanos, en el pasaje de Mateo 19, 16-23 se nos dice que un joven quería seguir a Jesús, y que ya junto a él le pregunta: "Señor, ¿qué necesito para entrar en el reino de los cielos?". Jesús le presenta los mandamientos de la ley de Dios, como el camino correcto para alcanzar la vida eterna. Pero el joven le dice que todo eso lo hace ya desde su juventud, y le pregunta si le falta algo. Jesús, mirándole con cariño, le dice: "Sí, te falta algo. Ve a tu casa, vende todos los bienes que tienes, da el dinero a los pobres, luego ven y sígueme". Aquellos 5 imperativos debieron crear una gran dificultad a aquel joven, pues nos dice el evangelio que de inmediato se fue triste, sin hacer más preguntas ni dar las gracias. ¿Y por qué? Porque quizás lo que ocupaba su corazón eran las riquezas, y no era Dios sino eso su lugar primordial. Dijo el papa Francisco I, en su homilía de Santa Marta del 26 junio 2013, que "Dios quiere que los sacerdotes vivan plenamente, y de forma especial, la gracia de la paternidad espiritual y pastoral, en relación con las personas que tienen encomendadas. ¿Cómo vivimos nosotros esta paternidad? ¿O es que no estamos plenamente configurados con Cristo Buen Pastor? No siempre se comprende bien la figura del Buen Pastor. ¿Cómo es la paternidad para ti? ¿Cómo vives esta experiencia? Porque esta experiencia debe ser siempre conforme a las exigencias del evangelio. ¿Estás dispuesto a abrir tu corazón a cualquiera que encuentres al paso, para que la palabra de Dios pueda llegar a él? Por otro lado, esta disponibilidad exterior debe ser fruto de una íntima y personal unión con el Señor. Por eso, vuestra oración y meditación, o programa de actividades, todo debe converger siempre hacia esta mayor unión con Dios. Sé que ser padre espiritual no es cosa fácil, porque no todos entenderán de la misma manera lo que se dice o hace por ellos. Pero lo importante es mantener la serenidad, la calma necesaria y llamar las cosas por su nombre. Sed coherentes, estad atentos, estad disponibles, sed transparentes. No discriminéis a nadie, no rechacéis vuestro amor a nadie. Cada hermano merece mi respeto, mi aceptación y mi ayuda, para caminar de la mejor manera posible. Todos los hombres, creyentes o no, han de encontrar en el sacerdote una persona abierta, sincera, que ama la verdad, que comprende y se compromete. Ésa es la verdadera paternidad eclesial, en el ofrecimiento diario de mi persona y en el contexto de la comprensión, el perdón, la paciencia y la servicialidad. Ése será el verdadero vínculo que os unirá a las personas, y en particular a aquellos no tienen lugar ni voz. Ése será el medio por el que santificaréis vuestra consagración y entrega al Señor. Hace unos días tuvimos la ordenación de 3 sacerdotes más, y damos gracias a Dios por ello. Con ellos tenemos ya 38 sacerdotes, y el año que viene, si todo va bien, tendremos 5 seminaristas más. Esto es motivo de gran alegría para nosotros, y por eso damos gracias a Dios y también a los padres. Damos gracias a los propios jóvenes que, ante la llamada de Jesús, no cierran los oídos, sino que abren el corazón para acoger el mensaje de Jesús, que los llama a ser sus colaboradores. ¿Y cómo hemos de alimentar nuestra vocación, tanto a nivel espiritual como humano? Os invito al encuentro mensual de sacerdotes, y a pasar un día todos juntos, orando y meditando juntos, comiendo juntos y aconsejándonos unos a otros. Espiritualmente, eso es todo. Se trata de un día de retiro y formación permanente, ambas combinadas. Os invito también al retiro de final de año, al que también asisto yo. Y también a las dos semanas anules de formación permanente que tenemos en Guiua, en la diócesis de Inhembane, donde se reúne toda la provincia eclesiástica del Sur. En la última estuvieron presentes unos 50 sacerdotes, que regresaron a sus parroquias muy entusiasmados, muy fortalecidos, y con la fuerza para seguir realmente testimoniando a Jesús con mucha energía. .
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