Formarse bien en la fe, y vivirla, antes de catequizar
Queridos hermanos, al inicio de este nuevo año catequético quisiera expresar mi agradecimiento, y el de todo el vicariato apostólico, por vuestro compromiso y disponibilidad para ser catequistas de esta parroquia de San José. Vuestra presencia no es accidental ni secundaria, y vosotros sois esenciales para la más importante tarea que Jesús encomendó a la Iglesia: la transmisión de la fe a la nuevas generaciones. Ser catequistas es un ministerio muy antiguo en la vida de la Iglesia. El papa Francisco I ha enfatizado repetidamente la importancia vital de los catequistas. Incluso en su reciente viaje al sur de Asia, que acaba de finalizar, ha afirmado que los catequistas, junto con las familias, están en el centro de la transmisión de la fe. La fe se transmite en casa, dijo el papa Francisco. El catecismo es la herramienta fundamental de la catequesis, a la hora de transmitir la fe. Creo que es imposible pensar en nuestro vicariato del sur de Arabia sin catecismo y sin catequistas. No se puede pensar en una comunidad cristiana sin catecismo, porque no se puede pensar en la Iglesia sin formación cristiana. Por eso os agradezco a todos vosotros vuestro compromiso, y a quienes organizan la formación cristiana en esta parroquia y en la Iglesia Apostólica Vicarial. Tenemos necesidad de redescubrir el valor de este compromiso eclesial. De hecho, la fe no es un simple regalo que se recibe de una vez para siempre, ni se puede dar por sentada de una vez por todas. La fe se mantiene viva sólo si se le hace crecer, y para que la fe crezca se necesita una buena formación, que nos ayude a concretar esa fe en la vida diaria. Nuestra Iglesia es una Iglesia de inmigrantes, así que nuestro catecismo debe tener también en cuenta esta peculiaridad. Las características de nuestra Iglesia Arábiga son importantes para el catecismo, y han de ser tenidas en cuenta para que nuestra catequesis sea útil y eficaz. Experimentemos la universalidad de la fe cristiana, porque ésta es la misma para todos y porque Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. No obstante, la fe es una virtud encarnada y concreta, y no será completa si no se vive constantemente en la vida diaria. Estáis llamados, por ello, catequistas, a descubrir la relación con Jesús, que es decisiva para la vida diaria. La fe no ha de ocupar sólo un pequeño espacio de vuestra vida, mientras llenáis el resto de otros aspectos. La fe es la forma de vida cristiana y, como dice San Pablo, "ya sea que comas o bebas, hazlo todo para el Señor". El corazón de la catequesis es transmitir el estilo de vida cristiano, la alegría del evangelio y la belleza del encuentro con Jesús, que nos hace vivir cada día como hijos e hijas de Dios. El cristianismo es vida, una vida nueva, y por eso os invito a ser catequistas que sepan despertar en el corazón de los catecúmenos el deseo de alegría y felicidad, el deseo de ser amados y de amar, el deseo de conocer a Dios y a todos los hombres en Dios. No os limitéis a ser personas que sepan dar respuestas, sino a crear preguntas y encender el deseo y la curiosidad en los niños y jóvenes. Para poder dar respuestas, es necesario hacerse preguntas, y el deseo del corazón. Si nuestros jóvenes no sienten el deseo, ¿cómo apreciarán las respuestas que les damos? Para que nuestros niños y jóvenes tengan un encuentro con Jesús, y un conocimiento personal de él, debemos mostrar cómo la fe se relaciona con la vida cotidiana. Jesús ilumina la vida, Jesús da sentido y esperanza a nuestros días. Y aquí vengo a tocar un punto que es muy importante en la catequesis. Aquí no hay nada que sea abstracto o meramente teórico, y cada artículo de nuestro Credo guarda relación con la vida diaria. Profesar la fe en la Santísima Trinidad es, por ejemplo, ver a Dios, y captar para lo que él nos ha creado: ser hijos de Dios, llamarlo Padre y participar de su mismo estilo de vida. Pero esto es sólo posible si somos dóciles al Espíritu Santo, ya que la Trinidad es el rostro de Dios en mí, para hacerme hijo en el Hijo de Dios. Hay otro aspecto de la catequesis que me gustaría que guardárais siempre: ¿Dónde vemos que la fe cambia la vida? En la vocación. Aquí está la palabra clave, para nunca separar la fe de la vida. Por vocación no entiendo sólo ser sacerdote o monja, sino lo que ha de ser cada uno en cada momento concreto. Eso es la vocación. Debéis ayudar a vuestros catecúmenos a sentir el amor de Dios, que los hace únicos e irrepetibles, y no simplemente un número en una serie de copias. Aquí está el sentido de la vocación cristiana fundamental, la vocación de ser hijos de Dios, la vocación bautismal. Desde esta perspectiva, podemos decir que el catecismo debe hacer redescubrir, en todas las fases de la catequesis, el propio bautismo, y profundizar el bautismo. Sobre esta sólida base del bautismo hemos de saber descubrir las llamadas específicas vocacionales: la vocación al matrimonio, la vocación a la vida consagrada y la vocación al sacerdocio. Llegados a este punto, surge una última pregunta: ¿Qué es el catequista? La contesto yo mismo: Ser no sólo un informador de la doctrina y la moral cristiana, sino también un comunicador de una nueva vida. En este sentido, vuestro ministerio de catequistas ha de hacer profundizar vuestra propia relación personal con Dios, redescubrir el significado de vuestro bautismo y haceros crecer en la fe. Por tanto, el catequista debe ser una persona de fe, y que practique la fe en una serena y profunda pertenencia a la Iglesia. Uno es siempre catequista de la Iglesia, que en un momento dado recibe el envío del obispo para llegar a un grupo concreto de jóvenes o niños. Decían los santos que una fe que no se comunica es una fe que no se vive verdaderamente. Por ello, el catequista ha de ser una persona de fe esperanzada y caritativa, que viva dentro de la vida eclesial y lleve una profunda vida de oración. De no ser así, no sabrá comunicar los contenidos, por muy comunicativo que sea. Por eso es tan importante asistir a la formación permanente prevista por el Vicariato, porque nadie puede dar a otros lo que no tiene, y si no tiene formación no puede dar nada. Como sabéis, nuestro Vicariato de los Emiratos Árabes tiene un convenio con la Universidad de Dayton para la formación académica de catequistas. Se trata de una carrera universitaria, y por lo tanto requiere cierto compromiso y regularidad en el estudio. Sin embargo, creo que también es necesario que en cada parroquia existan centros de formación. El testimonio personal de vida es el verdadero método del catequista, y de él dependen los resultados. ¿Y por qué? Porque lo que forma la fe no es sólo la repetición de un discurso, sino la iniciación a través del testimonio de los santos y mártires. Por tanto, quienes son responsables de la formación deben, ante todo, ser testigos (Pablo VI, Discurso al Congreso de Laicos, 2-X-1974), y personas que arriesguen su propia vida por el anuncio del evangelio, como hicieron los santos. Feliz año nuevo de catequesis, y gracias por estar aquí y permitirme enviaros a vuestros catecúmenos. Que nuestra Señora de Arabia os proteja y guarde, y San Aretas y sus compañeros mártires de Arabia os apoyen en vuestra misión. .
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