La mansedumbre fue la actitud fundamental de Jesús

Macao,.8.agosto.2022
Arzob.
.Stephen.Lee,.primado.de.China

          Queridos hermanos y hermanas, Jesucristo destruyó el pecado y el sufrimiento, y como dueño de la vida rescató a la humanidad de la muerte. Así consumó él toda la obra de la redención, manifestando el poder y la gracia de Dios.

          La prolongada batalla de nuestra sociedad contra el Coronavirus lleva ya más de 2 años, y la incertidumbre sobre el futuro sigue exacerbando la sensación de impotencia, entre las sociedades y entre las personas. Se trata de un momento que hemos de aprovechar para reflexionar, sobre el significado de esta preciosa vida que el Señor nos ha dado en nuestro camino de la vida.

          En una reunión reciente que tuve con trabajadores del bienestar social, sentí la ansiedad de todos sobre la perspectiva del desarrollo social, y las preocupaciones de los ciudadanos de clase media sobre sus medios de vida. Yo les dije que la Iglesia Católica está reforzando sus servicios sociales y de asesoramiento psicológico, para hacer frente al posible aumento de la demanda. Nuestra sociedad necesita ser sanada, reconciliarse con nuestro mundo, reconciliarse con nuestros vecinos y reconciliarse unos con otros de la manera que enseñó nuestro Señor Jesucristo.

          El papa Francisco I nos recuerda una y otra vez, en su recepción pública de cada miércoles, que la fe, la esperanza, y la caridad, no son sólo emociones o actitudes de la tradición cristiana, sino virtudes que se derraman en nosotros por la gracia del Espíritu Santo (CIC, 1812). Porque como explica el papa, "es la gracia de Dios la que nos cura, la que nos hace sanadores y la que nos da la gracia de abrir nuevos horizontes, incluso mientras atravesamos los mares agitados de esta época" (5-VIII-2020).

          La fe nos enseña a defender la dignidad humana, y a cuidar de los marginados durante la pandemia. En efecto, los enfermos están en una situación lamentable, pero conservan su dignidad, y no han de ser tratados como objetos que se pueden tirar según los caprichos de la voluntad. Porque "la objetivación nos ciega, fomenta el individualismo, y crea una cultura radical del descarte que reduce a las personas a bienes de consumo" (La alegría del Evangelio, 53).

          La esperanza nos enseña a no perder la esperanza en el futuro, especialmente en la búsqueda del reino de Dios, en tiempos de incertidumbre y dolor insoportable. El uso de mascarillas en lugares públicos es, ciertamente, un deber cívico para la salud pública. Pero no podemos permitir que el aislamiento de la salud pública se convierta en alienación entre las personas. El papa ha subrayado en repetidas ocasiones que "somos creados a imagen y semejanza de Dios, y por eso somos seres sociales, creativos y unidos, y tenemos una gran capacidad de amar" (26-VIII-2020). Es en la unidad en la que comenzamos a florecer, como vemos en la experiencia de los santos.

          La caridad requiere dar prioridad a los pobres y a los que son víctimas sociales de la injusticia, a los que son "desiguales en oportunidades, marginados y desatendidos por grupos vulnerables" (19-VIII-2020). Muchos ciudadanos de clase media han perdido sus trabajos o tienen miedo a perder sus trabajos. Otros se han visto obligados a separarse por la epidemia. Los empresarios tienen miedo a destruir sus puestos de trabajos, y están luchando por mantener sus negocios habituales.

          La caridad nos enseña a no olvidar la ternura de ser cristiano. Porque "la mansedumbre es un signo de la presencia de Jesús, el cual se acerca a los demás para caminar con ellos, para sanar, para ayudar y para sacrificarse por los demás" (30-IX-2020).

          Invito a todos a seguir orando por la tranquilidad y la paz en la sociedad, confiando especialmente al Inmaculado Corazón de María los refugiados que han sufrido en la reciente guerra entre Ucrania y Rusia. Pidamos por el sofocamiento de toda guerra, por la comunidad internacional y por la paz entre las naciones.

          La visión del reino de Dios está clara para el papa Francisco I: "Que todos sean alimentados y vestidos, y que la organización de la sociedad se base en la ternura y en compartir con los demás. Porque al final de la vida no nos llevaremos de aquí otra cosa a la otra vida, sino sólo eso" (30-IX-2020).

          No podemos pensar sólo en nosotros mismos, sino que hemos de pensar también en la situación de cada persona, sabiendo que lo que pasa por su mente es un valor central a proteger. Ya lo dijo Jesús en su parábola del hijo pródigo: "Tu hermano ha regresado de entre los muertos, y has sido encontrado de nuevo. Debemos regocijarnos y regocijarnos" (Lc 15, 32). Convertiremos verdaderamente nuestros corazones cuando comprendamos que, como Iglesia, estamos llamados a salir a la gente que vive a nuestro alrededor. Ése fue el verdadero camino de Jesús, y el inicio de la Iglesia que él fundó.

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  Act: 08/08/22         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A