María socorre a todo país verdaderamente cristiano

Budapest,.28.agosto.2023
Arzob.
.Peter.Erdo,.primado.de.Hungría

          Queridos hermanos y hermanas en Cristo, celebramos la fiesta de la Asunción de María, o según las iglesias orientales, la Dormición de María. Para nosotros, esta festividad lleva un mensaje sobre nuestro propio destino eterno, y otro mensaje para la vida de nuestro pueblo.

          Mirando nuestro propio destino, la esencia del mensaje cristiano, o evangelio, es que Cristo ha resucitado, y por tanto también nosotros tenemos el camino libre hacia una felicidad eterna personal. Esta esperanza aparece ya preanunciada con la encarnación, porque Cristo es un Dios real y un hombre real, en él asumió Dios un destino compartido con la humanidad, y así fue elevado el hombre a la dimensión de la propia vida eterna.

          En el hecho de que Jesús fue una persona real, aparece ya la estrecha relación que une al hombre con Dios, por propia voluntad del Creador. De hecho, Dios Creador conectó al niño con su madre, a los parientes cercanos entre sí, y a toda la humanidad como una sola familia, hermanada entre sí. Así como existe una relación amorosa entre una madre y su hijo, también existe una relación fraternal de las personas entre sí, y de las personas con Dios. Es lo que leemos en el profeta Isaías: "¿Puede la mujer olvidarse de su hijo? ¿No tiene misericordia del fruto de su vientre? Pues aunque ella lo olvide, ¡yo no te olvidaré!" (Is 49, 15). 

          En esta gran relación de amor, la revelación del AT descubrió la relación entre Dios y el pueblo elegido. En Jesucristo, sin embargo, no sólo se nos recuerda este amor irrevocable de Dios, sino que se nos ofrece un ejemplo vivo de ello, con verdadera fuerza de acción. Jesús resucita a su amigo Lázaro de esta vida terrenal mortal, y su madre María hará que suceda lo mismo con nosotros, si le pertenecemos con todas nuestras fuerzas e ilusiones.

          Ésta es la base de nuestra esperanza, y lo que nos permite sentir el amor providencial de Dios en medio de las dificultades de estos tiempos cambiantes, y lo que nos impulsa a descubrir una y otra vez al hermano, compartiendo con él nuestra vocación.

          Por eso los húngaros recurrieron a la Santísima Virgen María, en su advocación de reina llevada al cielo, en las mayores crisis de su historia. Al final de su vida, el rey San Esteban vio que toda su obra estaba en peligro. Y sabía que, sin el cristianismo, Hungría estaría integrada entre las naciones occidentales, pero no del todo, y hasta podría verse amenazada de destrucción final. Ofreció por ello su país y su pueblo a la Santísima Virgen María, y por eso Hungría ha sido siempre muy mariana.

          Durante las guerras de la Edad Media, especialmente durante la época turca o durante el prometedor pero confuso período de liberación de los turcos, los líderes de nuestro país recurrieron únicamente a la Virgen María. Y el emperador Leopoldo I, junto al palatino y muchos otros, declararon que la Virgen María era la única patrona de Hungría.

          También creían los antiguos que la ayuda especial de María podría incluso decidir batallas terrenales, y con ese fin llevaron el Icono de Mariapocs a Viena, donde todavía se puede encontrar hoy en la Catedral de San Esteban. Y es por eso que la imagen de la Virgen María estuvo incluso en las banderas históricas de nuestra nación.

          Muchos dirán que todo esto es ajeno al mundo de nuestro tiempo. Pero no olvidemos que vivimos entre epidemias, desastres naturales, guerras cercanas y hasta un dramático cambio climático, que amenaza la vida de la humanidad. A ver si aprendemos de los antiguos húngaros, que fueron lo suficientemente humildes como para clamar a María en cada necesidad.

          Por lo visto, hoy en día las personas no piensan en las grandes cuestiones de la humanidad, y la mayoría se mueve tan sólo a través del mundo digital. Pero estos peligros son reales y están ahí, y no de forma artificial, manipuladora o unilateral.

          Por lo visto, hoy en día no se estimula el pensamiento independiente, sino que las personas se exponen a las ondas cambiantes de opinión, temerosas de perder su poder consumista pasivo. Pero es el momento de levantar la cabeza hacia el Dios providencial, y de atrevernos a fiar nuestra vida al patrocinio de la madre de los húngaros, que es la Virgen María Ascendida.

          Dios quiera que, aparte de reparar la cúpula de la catedral este año, que resplandece desde los tiempos de San Esteban, podamos construir entre todos el reino de Dios en la tierra, con una fe y vitalidad renovadas. Nuestra Madre Santísima, ruega por nosotros.

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  Act: 28/08/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A