Seguir las huellas de María, para llegar a Jesús

Cardiff,.26.febrero.2024
Arzob.
.Mark.O'Toole,.primado.de.Gales

          Queridos hermanos, ¡qué alegría y privilegio es estar hoy aquí en este Santuario de Knock, en este lugar sagrado en que, según la leyenda, nuestra Señora dio testimonio del Cordero eucarístico de Dios sobre el altar, junto con San José y San Juan Evangelista, en agosto de 1879!

          Venimos a este lugar como peregrinos, para estar juntos y experimentar la verdad de Jesús a través de la presencia y testimonio de su madre. Ser peregrinos significa "estar en el camino", para caminar juntos y salir fortalecidos en el camino de la fe. El papa Francisco I nos anima en este "caminar juntos", construyendo una Iglesia sinodal bajo la enseñanza del Concilio Vaticano II. En este caso, caminamos con María, que nos ayuda a señalar el camino tras los pasos de Jesús. Y nos escuchamos unos a otros, como hicieron aquellos discípulos de Emaús en presencia de Jesús Resucitado.

          A pesar de que se trata de una leyenda, la Aparición de Knock es única entre todas las apariciones marianas, por muchas razones.

          En primer lugar, porque en esta aparición no se pronunciaron palabras, y este silencio celestial nos enseña algo acerca de la fe: la necesidad de detenerse y escuchar el santo misterio de Dios. Pero no un silencio de extraños, sino el silencio del que se acerca y contempla.

          Los sucesos, aunque sean legendarios, tuvieron lugar en un momento en que había un inmenso sufrimiento en Europa. De esta manera, María se hizo silenciosamente presente ante sus hijos. Esto indica cómo debemos estar también nosotros ante los demás, silenciosamente y dándoles espacio para que puedan conocer la historia de Dios.

          Necesitamos escuchar a Dios, y oírle susurrar el misterio de su amor en nosotros. Y también debemos escuchar la realidad de quienes caminan en la fe, y la de quienes se sienten distanciados o heridos, o no tienen fe, para ofrecerles un corazón amoroso y un oído abierto. ¿Podremos ser la presencia silenciosa y amorosa de María para aquellos que sufren en nuestra cultura y en nuestro mundo hoy? Éste es el núcleo de lo que estamos intentando hoy los obispos en este Sínodo de la Iglesia mundial.

          En segundo lugar, esta aparición tuvo lugar en medio de una comunidad parroquial. En otras apariciones de nuestra Señora, ella acudió a un individuo o a un grupo de individuos. Pero aquí María visitó una comunidad parroquial entera, con sus mujeres, mayores y niños. Entre los 15 testigos había un niño de 5 años, que hablaba de las "hermosas cosas que vio, y de una mujer de unos 70 años que hablaba en irlandés".

          En efecto, hemos venido en peregrinación, pero ¡no hemos venimos solos! Traemos con nosotros a todos aquellos que llevamos en el corazón, a nuestros familiares y a todos aquellos que no han podido venir de nuestras parroquias. Como veis, es en nuestra parroquia donde vivimos la fe, y es en ella donde se nos da el misterio de la salvación. Al final de esta peregrinación, volveremos a nuestras parroquias, y en ellas continuaremos el camino de la fe.

          Siguiendo las palabras del papa Francisco, hemos de intentar que nuestra parroquia sea "un santuario u oasis donde los sedientos vengan a beber en medio de su camino" (Evangelii Gaudium, 28). Oremos, por tanto, por la renovación de nuestras comunidades parroquiales. Y hagamos lo mismo, así os lo pido, por nuestra diócesis de Cardiff. Que cada sacerdote, religioso y laico, sea un verdadero discípulo misionero, ayudando a otros a encontrar a Jesús.

          Finalmente, según la leyenda no fue María, ni San José, ni San Juan, el centro de la aparición de Knock, sino el Cordero eucarístico. Ellos estuvieron a un lado, señalando esta realidad de Jesús en el centro de la escena. Jesús era adorado y testimoniado por ellos, y por un coro circundante de ángeles. María no se señalaba a sí misma, sino que señalaba a su Hijo Jesús.

          En el evangelio de hoy hemos escuchado cómo Jesús llegó a la sinagoga de Cafarnaum, hoy en día un conjunto de ruinas pero en aquella época un lugar próspero a orillas del mar de Galilea. Fue en Cafarnaum donde Jesús sanó y enseñó como en ningún otro sitio, y donde nos dejó su célebre discurso sobre el pan eucarístico: "Yo soy el pan de vida, y el que coma esta carne y beba esta sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día".

          Es el misterio de la eucaristía, o lugar en que encontramos a Jesús más profundamente. Profundicemos nuestro amor por él, y salgamos de las misas con ganas de dar testimonio de él ante el mundo. Y sobre todo recordemos que, cada vez que comulgamos, renovamos nuestro amor por Jesús, presente en la eucaristía.

          María, madre nuestra, ayúdanos a señalar a Jesús, como tú lo hiciste. Enséñanos a estar en silencio, para escuchar las historias de los demás. Enséñanos a caminar con los demás en su peregrinación por la vida, para que puedan conocer tu amor maternal y puedan llegar a Jesús. Otorga la paz a nuestras familias y renueva nuestras parroquias. Enséñanos a adorar y a alabar a tu Hijo en su presencia eucarística, y que de esa manera seamos testigos del amor que él nos tiene.

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  Act: 26/02/24         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A