Evangelizar el mundo de las redes sociales

Hamilton,.25.marzo.2024
Arzob.
.Wieslaw.Spiewak,.primado.de.Bermudas

          Queridos hermanos, a través de signos y gestos, palabras e imágenes, libros o audios, la Iglesia ha tratado siempre de proclamar su mensaje, para que todas las personas lo escuchen "en su propio idioma nativo" (Hch 2, 11). Pues bien, para ser fieles a esta misión evangelizadora, la Iglesia necesita hoy un nuevo ímpetu misionero, que hable al corazón, al alma y a la imaginación del pueblo. ¡Necesitamos una nueva forma de ser Iglesia!

          En primer lugar, hay que saber que es el Señor quien nos envía, desde aquello que nos dejó mandado: "Id y proclamad el evangelio a toda la creación, haciendo discípulos en todas las naciones" (Mt 28, 19). Además, fue él mismo quien quiso comunicar su mensaje en todos los niveles de la interacción humana. Jesucristo predicó y enseñó a las masas, haciendo uso de las historias, parábolas y semejanzas, con participaciones en grupos más grandes y más pequeños. Y no sólo eso, sino que trató de contactar con Nicodemo, la mujer samaritana y muchas otras personas, a un nivel más profundo y personal.

          La comunicación evangelizadora parte de este ejemplo de Jesucristo, tratando siempre de encontrar personas allá donde éstas estén, ajustándose a su nivel de conocimiento, llegando a sus sentimientos y adaptándose a su comprensión, para llevarlos desde su propia experiencia vital al acercamiento al Padre y a la vida eterna.

          Todo el libro de Hechos de los Apóstoles es un informe continuo sobre la propagación y comunicación del Espíritu Santo de Dios, desde las entrañas mismas de la Iglesia. Como bien recuerda uno de sus pasajes, ya Jesucristo nos advirtió: "Recibiréis las fuerza del Espíritu Santo, y así seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y en los confines de la tierra" (Hch 1, 8).

          La misión evangelizadora de Jesucristo comprendió todos los niveles y medios de comunicación, desde el interpersonal (a través de la comunicación grupal) hasta el masivo (a las multitudes) y más personal (en encuentros individualizados). En el caso de la Iglesia, el ministerio y misión eclesial consiste en comunicar la buena nueva de salvación a todas las criaturas, y el amor de Dios a toda la humanidad.

          Para la Iglesia, la comunicación responde a un mandato de Cristo y a una responsabilidad espiritual. Consiste en comunicar lo más preciado, y en utilizar esa comunicación para acercar a la reconciliación humana con Dios. Como dijo el propio San Pablo, "somos embajadores de Cristo, como si Dios estuviera apelando a través de nosotros. Nosotros imploramos en nombre de Cristo, para que os reconciliéis con Dios" (2Cor 5, 20).

          Ante la actual era digital, plagada de modernos medios de comunicación, de internet, de redes sociales y de mundos digitales, el desafío pastoral de la Iglesia ha de consistir en garantizar que la tecnología esté al servicio de la interacción humana, aprovechando las oportunidades que nos brindan de relación social (con el prójimo) y de atención personal (a sus peculiaridades y necesidades humanas).

          En última instancia, la Iglesia ha de ayudar a construir la comunión humana con Dios y entre sí, a través de palabras de esperanza y de obras de amor, con nuestro propio estilo de vida. Éste es el modo con que la comunicación ha de estar en el corazón de la Iglesia. Como señala la Instrucción Pastoral de los Medios de Comunicación Social, "la comunicación es más que una expresión de ideas o indicación de emociones, y en su máxima expresión supone la entrega de uno mismo en el amor" (Communio et Progressio, 11).

          Para favorecer la comunión Dios-hombre es indispensable desechar todo tipo de tendencia aislacionista, y no descartar cualquier oportunidad de comunión que hoy día se nos ofrezca, como es el caso de la actual tecnología digital, la cual está cada vez en más rápida evolución.

          No obstante, antes de sumergirnos en el mundo digital necesitamos realizar un proceso de conversión, hacia ese nuevo espíritu que vamos a adquirir. De no ser así, podríamos perder de vista la forma de ser Iglesia en ese mundo digital.

          Debemos también reconocer que los rápidos cambios de la tecnología están alterando la forma en que las personas (especialmente los jóvenes) recopilan y procesan la información, sus formas de expresión y hasta la misma forma de crear relaciones. En definitiva, este convulso cambio nos plantea un desafío como Iglesia: ¿cómo poner esta tecnología al servicio de la evangelización?

          La Iglesia enfrenta hoy enormes desafíos, como la creciente pobreza en los focos subdesarrollados, las amenazas del cambio climático, el alto nivel de violencia doméstica, el abuso político sobre los pueblos, el ascenso de la adicción a la pornografía, y el cómo transmitir la fe en esta situación. Ante estos desafíos, la magnitud de las tareas es ingente, y la Iglesia no puede volver la vista atrás.

          Para llevar a cabo esta tarea necesitamos herramientas, que nos permitan acceder a todos esos mundos que nos están desafiando. Y una de ellas puede ser, y debe ser (aunque no la única), la herramienta digital. Necesitamos abrazar el mundo de la comunicación digital, con todos los recursos disponibles que estén a nuestro alcance y poniendo a trabajar en ellos todos nuestros talentos y colaboración. De no ser así, no estaríamos buscando, ni colaborando, en el bien del Reino de Dios.

          Los caribeños, y particularmente nuestros jóvenes, están totalmente presentes en todo tipo de plataformas digitales, navegando con precisión creativa y total disponibilidad a interactuar. Como Iglesia, debemos saber llegar hasta ellos, interactuar con ellos y saber atraerlos al redil de Dios. Pidamos a Dios la creatividad para saber hacerlo, y que conceda a nuestras comunidades cómo saber afrontar esta misión digital, como ya decía Juan Pablo II en 1999:

"Para comunicar el mensaje que le ha confiado Cristo, la Iglesia necesita arte. El arte tiene una capacidad única para tomar una u otra faceta del mensaje y traducirlo en colores, formas y sonidos que nutren la intuición de quienes miran o escuchan" (Carta a los Artistas, 12).

          Las rápidas transformaciones que estamos viviendo hoy en día no se parecen a nada que la humanidad haya experimentado jamás, y las consecuencias están siendo dramáticas. El mundo está siendo moldeado por las fuerzas digitales, el pensamiento está bajo su influjo, y las personas e instituciones se están transformando en lo que la era digital va dictando. Ya es hora de actuar.

          Por otra parte, el mundo digital no es sólo algo negativo, sino que también puede ser una realidad positiva, como afirma el papa Francisco I al decir que "puede ser un entorno rico en humanidad, como una red no de cables sino de personas". Oigamos su explicación:

"Los medios pueden convertirse, si saben salir de sí mismos, en un verdadero punto de referencia para los demás. El compromiso personal es la base de fiabilidad de un comunicador, y su testimonio cristiano. Gracias a internet, podemos llegar a las periferias de la existencia humana" (Mensaje del Día Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2014).

          La Iglesia debe poner en marcha una serie de iniciativas en el campo digital, para reflejar y testimoniar los valores del evangelio en nuestra sociedad. La Iglesia necesita reimaginar la forma de comunicar hoy la fe, para llegar al tapiz de las generaciones emergentes. La Iglesia ha de saber forjar una nueva comunicación, para transmitir a las personas lo que cree, vive y proclama. Como ya recordó el papa Benedicto XVI a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, de 2011:

"No se trata sólo de expresar el mensaje del evangelio en lenguaje contemporáneo, sino que también es necesario tener el coraje de pensar más profundamente, como sucedió en otras épocas. ¿Qué desafíos plantea el pensamiento digital a la fe y teología? ¿Qué preguntas nos plantea?".

          La Iglesia debe comprometerse en esta tarea de la comunicación, si lo que quiere es ayudar a las personas a experimentar la conversión, la gracia de Dios y la obra del Espíritu Santo. Encomendemos esta iniciativa al cuidado maternal de nuestra madre María, la madre de la Palabra que se hizo carne. Ella fue la primera en presentar la Palabra al mundo. Supliquemos su intercesión, mientras buscamos hacer presente a su Hijo en este mundo, a todos los hombres de buena voluntad.

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  Act: 25/03/24         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A