Apoyar entre todos las vocaciones sacerdotales

Malabo,.27.febrero.2023
Arzob.
.Juan.Mayé,.primado.de.Guinea

          El papa Francisco I ha invitado reiteradamente a cada joven a salir del círculo del "quién soy yo" y pasar a plantearse "¿para quién soy yo?". Esta pregunta alude ciertamente a la vocación del alma consagrada: vivir solo para Dios. E invita a dedicarse, buscar, amar y servir a solo Dios en cuerpo y alma, a vivir y actuar para dar solamente gloria a Dios, y tener contento a Dios. Lo demás no importa, no cuenta y es intrascendente, pues como decía san Pablo: "Estoy crucificado para el mundo, y el mundo está crucificado para mí".

          Pero para que esto se produzca hay que favorecer e inculcar en los jóvenes la importancia y la necesidad que tienen de Dios como Ser Supremo, a través de la observación de su naturaleza, del silencio ambiental e incluso de la música y la danza, sin olvidar sus ambientes familiares de oración, de confianza y de respeto mutuo.

          Ciertamente, el espíritu de alabanza y de temor de Dios todavía existe en el alma del joven africano. Pero también existen algunas realidades que obstaculizan a los jóvenes a la hora de entregarse total y únicamente a Dios, como la concepción errónea y equivocada de que la tradición de las culturas africanas no admite ni valora la castidad.

          También dificulta la consagración a Dios la presión e influencia que ejerce la familia sobre los jóvenes. Así como la miseria, los continuos desplazamientos de los pueblos a las ciudades y la disminución de los valores morales, humanos y cívicos. Esto nos inquieta, y nos indica que hemos de dotar a los jóvenes cristianos, y a los seminaristas, de una buena formación y un discernimiento muy riguroso de compromiso.

          Muchos jóvenes de Malabo presentan una fuerte inquietud por el sacerdocio. Pero dicha inquietud necesita ser encauzada, y dotada de una buena formación y un discernimiento riguroso, a fin de que tengan claro qué significa consagrarse a Dios, y las exigencias fundamentales de lo que piden. También destacaría la necesidad de formar a los formadores de los seminarios menores, como base y célula de la formación sacerdotal.

          Creo que es importante, en esta tarea vocacional, la adopción de nuevos mecanismos que encaucen las ayudas cooperativas, como la Obra de San Pedro Apóstol. Es importante la cooperación misionera, en la cual se comparten experiencias e intercambios que puedan contribuir a la buena formación de los jóvenes con vocación. También se pueden crear becas de estudios para su buena formación, así como ayudas para crear instalaciones adecuadas y material de 1ª mano. Suprimir esta cooperación, en las zonas más vulnerables de la Iglesia, sería echar al traste la vocación.

          Las Iglesias jóvenes pueden aportar mucho a la Iglesia universal y a la causa de Cristo, sobre todo por su dinamismo, entusiasmo y juventud. Y que no les quepa duda que recompensarían toda la ayuda prestada y con creces, como dice la Escritura: "Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares".

          Sugiero que, en los encuentros vocacionales que se organizan, se anime y adiestre a los jóvenes en la práctica de la oración contemplativa, en el ayuno y en la misericordia. También creo muy necesario que los jóvenes vocacionados experimenten la vida divina en la oración y en el silencio, así como tengan un encuentro muy personal con Jesucristo, vivo en la Palabra y en la eucaristía. Conviene propiciar largos espacios de silencio, para que los jóvenes se acostumbren a escucharse a sí mismos, a la naturaleza, a la historia y a Dios.

          Los seminarios están de enhorabuena, pues aquel que es su discreto patrón, San José, ha logrado retomar su protagonismo desde aquel año 2021 dedicado a San José, una vez que éste fue inaugurado el 8 diciembre 2020. En ese mismo día, pero 150 años antes, Pío IX había proclamado a San José patrón de la Iglesia Católica, perpetuando la custodia de la Iglesia al santo patriarca.

          En todos los casos, el carisma de los seminaristas es seguir a Cristo y vivir el compromiso apostólico en medio del mundo. Llevemos en el corazón a nuestros seminaristas, y a todas las vocaciones que vengan en el futuro.

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  Act: 27/02/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A