Preparar con esmero a los candidatos al matrimonio

Almaty,.27.noviembre.2023
Arzob.
.José.Luis.Mumbiela,.primado.de.Kazajstán

          Queridos hermanos y hermanas en Cristo, durante la última reunión de todos nuestros sacerdotes y hermanas religiosas en Almaty se han efectuado amplios debates sobre el tema de la preparación de los jóvenes al sacramento del matrimonio. Se ha presentado una propuesta a la hora de transmitir a los jóvenes las verdades más importantes relativas al matrimonio cristiano y a la santidad de la vida familiar. Y como resultado de ello, proclamamos con la voz del magisterio de la Iglesia las siguientes 5 verdades del "yugo suave y de la carga liviana" (Mt 11, 30) de Cristo:

          1º La Iglesia, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que "cualquier acto matrimonial debe estar abierto a la transmisión de la vida" (Pablo VI, Humanae Vitae, 11).

          En concreto, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor, a fin de evitar un mal mayor, o de promover un bien más grande, no es lícito nunca hacer el mal para conseguir el bien, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien familiar. En todos los casos, eso sería cometer un acto intrínsecamente deshonesto.

          Si los esposos estuviesen recurriendo a la contracepción, se estarían arrogando un poder que sólo pertenece a Dios: el poder de decidir, en última instancia, la venida a la existencia de una persona humana. Pensar o decir lo contrario "equivaldría a suponer que pueden haber situaciones en que es lícito no reconocer a Dios como Dios" (Juan Pablo II, Discurso del 17-IX-1983).

          Muchos piensan que esta enseñanza cristiana, aunque verdadera, no es viable, al menos en determinadas circunstancias. Pero como la tradición de la Iglesia ha enseñado siempre, Dios no nos manda nunca nada que sea imposible, sino que cada mandamiento también lleva aparejada la gracia que ayuda a la libertad humana a cumplirlo.

          3º La oración constante, así como el recurso frecuente a los sacramentos, son necesarios en la vida conyugal, así como "la búsqueda de la verdad y de la recta razón en la experiencia diaria conyugal" (Juan Pablo II, Discurso del 5-VI-1987).

          4º Los novios deben iniciarse en la doctrina de la Biblia, y saber que "lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy, y más aún a la luz de los nuevos descubrimientos científicos" (Benedicto XVI, Discurso del 10-V-2008).

          Sobre todo porque, ante los peligros de la vida, o frente a dolorosas defecciones de carácter familiar o social, los esposos han de aprender a sentirse impulsados, al igual que Pedro, a acudir a Dios como a su única salvación, y con él gritar: "Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68).

          El verdadero progreso de la sociedad depende, en gran medida, de las familias numerosas. Esto se ha probado con hechos a lo largo de toda la historia humana, y mucho más en la vida de la Iglesia. De hecho, "da consuelo y esperanza ver a muchas familias numerosas que acogen a los hijos como un auténtico don de Dios, sabiendo que cada hijo es una bendición" (Francisco I, Audiencia general del 21-I-2015).

          El camino de santidad es algo que los esposos pueden y han de recorrer juntos, como algo hermoso y extraordinariamente fecundo para el bien de la familia, de la Iglesia y de la sociedad. Esto impulsa a invocar al Señor, para que sean cada vez más numerosos los matrimonios capaces de reflejar, con la santidad de su vida, el "gran misterio" del amor conyugal, que tiene su origen en la creación y que se realiza en la unión de Cristo con la Iglesia (Ef 5, 22-33).

          Como todo camino de santificación, también el vuestro, queridos esposos, será difícil. Sabemos cuántas familias sienten la tentación del desaliento. Pienso, en particular, en los que viven el drama de la separación. Pienso en los que deben afrontar la enfermedad, y en los que sufren la muerte prematura del cónyuge o de un hijo. Pues bien, también en estas situaciones se puede dar un gran testimonio de fidelidad en el amor, a través del crisol del dolor.

          Amadísimos esposos, ¡no os dejéis jamás vencer por el desaliento!, porque la gracia del sacramento os sostendrá y os ayudará a elevar continuamente los brazos al cielo (como Moisés, de quien ha hablado la primera lectura de hoy; Ex 17, 11-12). La Iglesia os acompaña y os ayuda con su oración, sobre todo en los momentos de dificultad.

          Que la Virgen María, como madre de la Iglesia, sea también madre de esa "iglesia doméstica" que es vuestra familia. Gracias a su ayuda materna, vuestra familia cristiana podrá llegar a ser una "pequeña Iglesia" que refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo.

          Que sea ella, la "esclava del Señor", vuestro mejor ejemplo para acoger humilde y generosamente la voluntad de Dios. Que sea ella, la madre dolorosa a los pies de la cruz, la que alivie vuestros sufrimientos y enjugue vuestras lágrimas por todas las dificultades que sufrís por vuestras familias.

          Que Cristo Señor, el Rey del universo y Rey de las familias, esté presente en vuestras casas como estuvo presente en Caná, y haga de vuestro hogar cristiano un lugar de luz, alegría, serenidad y fortaleza.

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  Act: 27/11/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A