Necesitamos misioneros, muchos más misioneros

Taskent,.20.noviembre.2023
Arzob.
.Jercy.Maculewicz,.primado.de.Uzbekistán

          Queridos hermanos, Uzbekistán es el país más grande de Asia Central en términos de población, con más de 27 millones de habitantes. Se trata de un país plurinacional, con una estructura nacional y religiosa mixta en la que más del 80% de la población es musulmana.

          La Iglesia Católica existe en este extenso país desde 1991, adquiriendo en 1996 el estatus de "missio sui iuris" y convirtiéndose desde 2005 en una administración apostólica, dependiente directamente de la Santa Sede. Hoy en día, contamos con 5 grandes parroquias registradas y otras 2 aún sin registrar.

          La misión católica comenzó cuando un grupo de sacerdotes llegamos aquí en 1991, justo tras la declaración de independencia del Uzbekistán (respecto de la Unión Soviética), y comenzamos a trabajar con un grupo de ucranianos que nos decían que eran católicos (porque alguna vez fueron bautizados en sus lugares de origen) y llegaron aquí por diversos motivos de la URSS.

          En cierto sentido, aquellos corazones ucranianos seguían conectados con Jesucristo, pues en cierto sentido sentían que pertenecían espiritualmente a la Iglesia Católica. No obstante, lo más habitual de encontrar, tras la caída del comunismo, fue a habitantes locales que, aunque en el pasado se habían considerado no creyentes, decían haber empezado a creer y a acercarse a la Iglesia Católica.

          En general, cada parroquia intenta llevar a cabo su propio trabajo pastoral, tratando de apoyar a los fieles locales y facilitarles el acceso a todos los sacramentos. En Taskent, por ejemplo, celebramos las misas dominicales en inglés, ruso y coreano, y diariamente en ruso. Y el domingo pasado bautizamos a 6 niños de la comunidad, todos ellos de entre 10 y 12 años y tras haberles administrado el Sacramento de la Confesión.

          Respecto al acompañamiento espiritual, éste es un reto para los sacerdotes uzbekos. Hemos creado una lista de pecados y penitencias, en ruso por un lado y en coreano e inglés por el otro. De este modo, podemos garantizar la confesión, y una guía espiritual más profunda. Es un método demasiado sencillo, pero de momento parece que funciona.

          Tenemos dos chicos uzbekos en el 2º año de seminario, y otro más haciendo el año preparatorio del seminario, en Kazajstán. Estas noticias nos anima, y nos da esperanza. Cada 3 meses nos acompañan dos sacerdotes de Corea, que se quedan unos 10 días. Y también recibimos la ayuda de un sacerdote francés, del Instituto de San Juan Apóstol. 

          En agosto viene el padre Andrzej Jozefov, proveniente de la diócesis de Legnica. De momento está trabajando en Chojnov, pero ya nos ha visitado dos veces, y se ha decidido a venir definitivamente a Uzbekistán. Trabajará en Urgench, una ciudad a 1.000 km de Taskent, y a la cual se llega tras cruzar un enorme desierto.

          Por ahora, él estará allí solo, por lo que me gustaría pedir a los fieles de Urgench que oren especialmente por él, para que no se sienta tan solo y sienta que todos estamos con él, y que vale la pena estar aquí y sembrar la semilla a la que Jesús nos obligó.

          Como veis, el crecimiento del número de católicos está provocado en Uzbekistán una creciente necesidad de sacerdotes. En Fergana hay 1 sacerdote diocesano y 1 religioso franciscano, al igual que en Bujara. En Urgench sólo hay 1 sacerdote diocesano, en Samarcanda hay 2 sacerdotes del Instituto del Verbo Encarnado y en Taskent somos 3 sacerdotes, pero uno de nosotros es anciano y cayó enfermo el año pasado, por lo que sólo puede concelebrar.

          En este momento, las solicitudes de construcción de nuevas parroquias se han detenido, porque lo primero que buscamos es personal misionero. Al respecto, he invitado a una congregación de hermanas a establecerse en Urgench, mientras que el año pasado recibimos la visita del ministro general de los franciscanos, acompañado del padre provincial de Indonesia y de una posible aportación de 2 franciscanos asiáticos para trabajar en nuestra misión.

          En general, los misioneros extrañamos a alguien con quien poder hablar y compartir nuestras experiencias, como he podido comprobar en las visitas pastorales que he realizado a mis hermanos sacerdotes, tras haber hablado con ellos y haberme dicho ellos que esto es lo que más difícil les resulta. Por supuesto, con nosotros están los fieles, personas que vienen y trabajan con nosotros. Pero a menudo somos nosotros quienes estamos aquí para ayudarlos a ellos.

          Por ese motivo, he ordenado a todo el clero del país que nos reunamos una vez al mes, para reflexionar y elevar nuestros espíritus en común, y sentir que no estamos solos. El Señor nos dijo que "donde hay dos o tres reunidos, allí está él", y eso puede hacerlo todo un poco más llevadero.

          Por otra parte, he constatado que la oración del misionero es fundamental, sobre todo cuando llegan los momentos de duda, o queremos ver los frutos y no los vemos. En ese momento, es necesario entrar en la intimidad de Dios, y desde ahí darse cuenta de lo que Dios está haciendo, por sí mismo. En las parroquias tenemos ya familias que rezan a diario el Rosario, y en las clases parroquiales que impartimos los niños también se están comprometiendo a rezar a diario.

          Respecto al ayuno, a veces me pregunto cómo predicar el significado de la renuncia a la carne en Uzbekistán. ¿Cómo es posible que la gente de aquí se niegue a esto, cuando ni siquiera pueden permitirse el lujo de comer un trozo de carne durante la semana? Sin embargo, siempre existe la posibilidad de negarse a algo más, y los uzbekos saben hacerlo como nadie, con un espíritu de total disponibilidad. Dios nos bendiga.

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  Act: 20/11/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A