Necesitamos una Iglesia de personas renovadas

Vilna,.17.julio.2023
Arzob.
.Gintaras.Grusas,.primado.de.Lituania

          Eminencias, excelencias, delegados de las conferencias episcopales y distinguidos invitados, nos reunimos hoy en Praga para la asamblea continental del Sínodo de la Iglesia, en esta etapa intermedia en la que el papa Francisco I quería que se recogiera y sintetizara lo que realmente siente la Iglesia en cada continente. Le estamos agradecidos por esto. La Iglesia en Europa ya ha sido el tema de dos sínodos anteriores, pero hoy nos reunimos nuevamente, esta vez para reflexionar sobre la sinodalidad en la Iglesia.

          Nos reunimos en Praga, una ciudad puente entre la Europa Occidental y la Europa Oriental. Y en una ciudad que en más de una ocasión ha dado alguna advertencia a Europa. En Praga, en 1968, los tanques soviéticos pusieron fin a lo que pudo haber sido una primavera o renacer de Europa. Hoy, poco más de 30 años después de la caída del Muro de Berlín, y de lo que parecía el fin de un mundo dividido en dos bloques enfrentados, tenemos otra guerra en esta zona puente de Europa. Apoyamos a nuestros hermanos y hermanas de Ucrania, con la esperanza de que la agresión rusa termine cuanto antes.

          Venimos de 39 conferencias episcopales, que representamos a 45 países diferentes, todos ellos con su propio idioma, historia y cultura. Pero cada uno de nosotros viene arraigado en una herencia cristiana que, por otro lado, quiso darse por muerta demasiado pronto. Estamos aquí para continuar esa herencia recibida, a través del camino sinodal. Y también para hablar, para conocernos, para expresarnos y para buscar entendernos todavía mejor.

          Esperemos que nuestra discusión tenga lugar en la parresía, en la audacia y en la libertad, tal como sugirió el papa Francisco. Y que desde esta discusión podamos presentar a la secretaría general del Sínodo un documento que exprese los deseos y preocupaciones de todos, desde nuestro sólido legado doctrinal y con un espíritu profético que mire hacia el futuro.

          Permítanme expresar algunos puntos fundamentales que traigo de mis propias diócesis lituanas, y que creo serán cruciales en nuestro debate.

          Primero. Tenemos una certeza: Cristo es la esperanza de Europa. Sabemos que hay sed de Jesucristo, porque lo vemos en quien se acerca a la fe católica, o en quien simplemente busca una fe. Por ello, no podemos descuidar esta necesidad de espiritualidad, ni dejar de lado la presencia viva de Cristo en nuestra Iglesia.

          Todo nuestro discurso, sea teórico o práctico, ha de partir de la encarnación de Jesucristo, imagen de Dios para cada hombre y mujer. Nosotros somos, ante todo, portadores del anuncio de Cristo. Se ha dicho que una Iglesia no puede ser si no es sinodal. Pues bien: una Iglesia sinodal no puede ser si está apartada de Cristo, y de un encuentro vivo con Cristo.

          Segundo. No estamos aquí para centrarnos en nuestras propias aspiraciones, o en nuestras propias visiones del mundo. Sino para comprender cómo nosotros, como Iglesia, podemos construirnos como una Iglesia verdaderamente sinodal. Os invito a no descuidar las experiencias sinodales de la vida cotidiana, porque hay muchas experiencias de la Iglesia inclusiva, presente y abierta a todos. No olvidemos estas experiencias. La Iglesia siempre ha estado cerca de su pueblo, y el pueblo reconoce a la Iglesia cuando ésta sale a evangelizar.

          Tercero. El papa Francisco nos llama a una renovación interior, pero para tener una Iglesia renovada necesitamos una Iglesia de personas renovadas. Esto significa que no sólo hay que enseñar la fe, sino también saber vivirla, saber comprenderla y buscar la razón más profunda de nuestra fe.

          Esto no consiste en cambiar de doctrina, sino en tratar de comprender la doctrina para poder luego transmitirla más fielmente, sin vacilaciones. Para ser una Iglesia en salida, necesitamos saber qué estamos trayendo al mundo, y por qué motivaciones lo estamos haciendo. Esto beneficiará también a nuestro ser sinodal, al que estamos llamados hoy más que nunca.

          Por eso, creo que el momento más importante de cada día es el de la misa. En este lugar, y en las iglesias de Praga donde celebremos la eucaristía, proclamaremos que Jesucristo murió y resucitó por nosotros, y nosotros saldremos de allí dejándonos llevar por el Espíritu Santo, aferrándonos a esa realidad que nos lleva a ser una Iglesia "intransigente en el principio porque cree, y tolerante en la práctica porque ama" (Garrigou Lagrange, Dieu Hijo, Existencia et Sanature, París 1923).

          El desafío que tenemos aquí es entender que ser sinodal no es lo mismo que crear un Parlamento de la Iglesia, en el que se votan y promueven las ideas más acertadas y se rechazan las demás. Como explicó el papa Francisco I:

"El Sínodo no es un parlamento, déjenme ser claro. Es otra cosa. ¿Y por qué no es un parlamento? Porque el personaje más importante en el Sínodo es el Espíritu Santo. Nosotros hablamos, pero esto no es un parlamento, sino un momento de gracia y un proceso guiado por el Espíritu Santo, que hace nuevas todas las cosas, que nos libra de la mundanalidad y que nos saca del encierro en nosotros mismos, de nuestras pastorales repetitivas y del miedo. El Espíritu Santo nos llama a cuestionarnos lo que Dios quiere decirnos hoy, y la dirección en la que nos quiere llevar" (Discurso a las Comunidades Francófonas, 14-X-2022).

          Tomemos las palabras del papa, y usémoslas como guía, junto con el documento de trabajo para la etapa sinodal. El documento nos invita a "ampliar el espacio de nuestra tienda" (Is 54, 2), y estoy seguro que el solo hecho de estar aquí, escuchándonos unos a otros en nuestra variedad como pueblo de Dios, nos dará la oportunidad de ampliar nuestra mirada a realidades que muchas veces vemos lejanas, porque realmente están lejos de nosotros.

          Nos hemos reunido aquí para escucharnos unos a otros, y para que todos escuchemos al Espíritu Santo. Evitemos la trampa de ver nuestro papel aquí como la ocasión para argumentar o, de alguna manera, impulsar nuestros propios puntos de vista. Compartamos abiertamente nuestras experiencias, pasemos mucho tiempo escuchándonos, y entre unos y otros prestemos atención a la voz de Dios.

          Serán días intensos. Os deseo a todos la guía del Espíritu, para vuestro trabajo. Y os pido que oréis por los obispos. Nos reuniremos al final de este encuentro para reflexionar sobre lo que ha resultado ser esta etapa sinodal, y para ver cómo continuar este "caminar juntos" que es el Sínodo. ¡Gracias por estar aquí y que Dios bendiga vuestro trabajo!

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  Act: 17/07/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A