Reavivar el espíritu y la campaña del Domund

Tánger,.27.marzo.2023
Arzob.
.Emilio.Rocha,.primado.de.Marruecos

          Con el lema "Seréis mis testigos" celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, o día del Domund. El papa Francisco I toma estas palabras del último diálogo del Resucitado con sus discípulos antes de su ascensión (Hch 1, 8). Desde ese momento, la misión de dar testimonio queda abierta, sin límite en cuanto a su extensión en el espacio y en el tiempo. Por tanto, también nosotros entramos en ese encargo.

          El Domund es una cita que compromete a todas las iglesias locales, y en nuestra diócesis de Tánger se reviste de tonos particulares, con una identidad claramente misionera. El lema de este año produce en nosotros, sin duda, resonancias particulares.

          Efectivamente, se nos habla de ser testigos. Pero el hecho de ser testigo, que va íntimamente relacionado con ser discípulo, se aleja claramente de la condición de alumno. El testigo es quien ha visto y ha experimentado aquello de lo que habla, y para el testigo el evangelio no en un texto escrito, ni tampoco una doctrina que se aprende y se comunica repitiendo conceptos. El testigo comparte con los demás "lo que ha visto y oído" (Jn 1, 3), y no comunica conocimientos sino experiencia vital.

          En el ya lejano 1975, el papa Pablo VI dejó escritas en su encíclica Evangelii Nuntiandi (n. 41) unas palabras que siguen gozando de plena actualidad:

"El primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan. Y si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio".

          En todo tiempo y lugar, pero de modo muy particular en Marruecos y en nuestra diócesis de Tánger, la gran plataforma de que dispone la Iglesia para anunciar a Jesucristo es el testimonio de los cristianos. Por supuesto, se trata de un testimonio personal, pero no individual. Nuestra misión es siempre eclesial, y no venimos a la misión por nuestra cuenta ni como fruto de nuestra genialidad personal. Estamos aquí porque hemos sido enviados (missio = envío), y permanecemos en la misión (sea la que fuere) en viva comunión con quienes nos han enviado y con esta Iglesia de Tánger, en la que estamos insertos.

          Todos los que constituimos la Iglesia diocesana, desde la común raíz bautismal, estamos llamados a afianzar y acrecentar nuestra conciencia de ser testigos y misioneros. Muchos de vosotros lo realizáis en el seno de la vida familiar, en medio del trabajo, del estudio y de las relaciones de amistad y vecindad. Vuestra manera cristiana de ser y de actuar, en el respeto exquisito a quienes no comparten nuestra fe, suscita interrogantes y resulta atrayente para quienes caminan en otras tradiciones religiosas.

          Es también importante en la diócesis de Tánger el número de hombres y mujeres que, teniendo en común la experiencia de formar parte de la vida cristiana, y la de haber dejado atrás sus países de origen (con todo el desarraigo que conlleva), son ahora y aquí sus testigos, dedicándose a anunciar con su vida, más que con su palabra, que "no hay otro omnipotente sino solo Dios" (San Francisco de Asís).

          No nos mueve a este apostolado el ansia de poder, ni el interés económico, ni la búsqueda de prestigio personal, sino que con San Pablo también nosotros podemos decir: "Nos apremia el amor de Cristo" (2Cor 5, 14). El apóstol ya no puede entender su vida sino como una total y permanente respuesta al amor de Cristo, que se vuelve en él fuerza, parresía, generosidad y entrega de la vida hasta la muerte. Pablo se siente apremiado y urgido por ese amor, y esto le lleva a anunciar la buena noticia "a tiempo y a destiempo" (1Cor 9, 16). Pido a Dios ésta sea nuestra experiencia personal aquí en Tánger.

          Lo sabemos bien: la misión no es una tarea fácil, y surgirán momentos de cansancio y de querer abandonar la mies. Dejemos por ello que resuenen en nuestro interior las palabras de Jesús: "El Espíritu Santo vendrá sobre vosotros" (Hch 1, 8). Los discípulos de la primera hora se sabían débiles y estaban atemorizados, y vivían encerrados en sus propios miedos. Pero por la acción del Espíritu se lanzaron a proclamar el evangelio "hasta los confines del mundo" (Hch 1, 8).

          Jesucristo es "el mismo, ayer y hoy y siempre" (Hb 13, 8), y el Espíritu Santo sigue actuando hoy, como en los momentos iniciales de la Iglesia. Acudamos, por tanto, a su fuerza, sobre todo cuando nos sintamos cansados y agobiados (Mt 11, 28). Y dejémonos fortalecer por él, recuperando la alegría de ser testigos de Jesucristo, esa alegría que "nada ni nadie nos podrá arrebatar" (Jn 16, 22).

          Con motivo del mes de octubre (mes misionero), y en el contexto de la jornada del Domund, oremos de modo particular por las Obras Misionales Pontificias, que en este año conmemoran una serie de acontecimientos particularmente relevantes para la misión ad gentes de la Iglesia. Hace 400 años se fundó la congregación Propaganda Fide (hoy, para la Evangelización de los Pueblos), hace 200 años la Obra de la Propagación de la Fe, y hace 100 años fueron reconocidas como pontificias la Obra de la Santa Infancia y la Obra de San Pedro Apóstol.

          Os invito a serviros de los materiales enviados por el padre Simeón Stachera, a través de la delegación diocesana de las OMP. Y a ser generosos en la aportación económica que haremos llegar a través de las OMP a otras iglesias locales y territorios de misión, en los que la precariedad es aún más acuciante que entre nosotros.

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  Act: 27/03/23         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A