No olvidad: al final, sólo Dios es quien da su gracia
Queridos hermanos, Cartago ha sido la ciudad con mayor número de mártires de la Iglesia, después de Roma. Aquí se celebraba la misa en latín antes que en Roma, y el esplendor de esta iglesia no hay más que verlo en San Eugenio, San Aurelio, San Marcelino, San Liberato, San Bonifacio, San Cipriano, San Poncio, Santa Mónica, San Agustín, San Alipio, San Victoriano, San Crescenciano, Santa Rósula, San General, Santas Perpetua y Felicidad o los dos santos Frumencios, por no citar al resto de mártires y santos que ha dado esta ciudad. El obispo de Cartago fue siempre el primado de África, y su entorno metropolitano llegó a contar con 120 obispos con autoridad sobre todos los obispos de África. Hoy en día, por supuesto, no tenemos 120 obispos. Es más, yo soy el único obispo de Túnez, y nuestro país ha abandonado prácticamente la fe cristiana, y nuestra Cartago se ha convertido en una iglesia muy frágil, con una situación muy delicada. En Túnez no se conoce a Cristo, y casi todos los cristianos que tenemos son estudiantes que vienen del extranjero, o inmigrantes del África subsahariana, o empresarios que vienen a trabajar a Túnez. Apoyémoslos lo mejor que podamos, pues no es fácil que en nuestra tierra se escuchen las campanas de las iglesias. Y acojámoslos en nuestras comunidades, pues cuando lo hacemos ellos participan activamente en la Iglesia de Túnez. No es fácil obtener estadísticas, pero según nuestros propios cálculos perdemos cada año entre 15.000 y 20.000 fieles. Si a eso contraponemos el número de cristianos que cada año vienen, el resultado es que cada 4 años tenemos una comunidad católica completamente nueva. Por eso no es fácil establecer proyectos a largo plazo, o dentro de cada parroquia, porque quienes comienzan un proyecto casi nunca lo terminan, y los que llegan no saben de qué se trata. Con todo, hemos de seguir siendo misioneros, dando testimonio de la presencia de Cristo allí donde no es conocido o querido, empezando por los sacerdotes. Soy posiblemente el único obispo del mundo que se queja de tener sacerdotes demasiado jóvenes. Salvo dos o tres que tienen 90 años, el resto no llegáis a los 45 años, y esto os hace perder la perspectiva histórica de Túnez, de su sociedad, de la Iglesia y de todo lo demás. Eso es algo que os falta. Y lo mismo ocurre con el trabajo de las hermanas religiosas. Es necesario que adquiráis un elevado grado de madurez humana y de experiencia religiosa, y que no os vayáis a los 5 años de estar aquí. Cáritas está jugando un papel importante, y no sólo desarrolla un trabajo eclesial sino que ella misma es la Iglesia. Gracias a ella, Cristo está llegando a las familias, a la sociedad, y allí donde ningún sacerdote o religiosa puede llegar. Por eso Cáritas es nuestra primera misionera, que da testimonio de Cristo, de su amor, de su ayuda a la gente y de nuestros rostros cristianos. Tenemos una Iglesia frágil, porque nuestras actividades son muy limitadas y nos han quitado hasta los medios de subsistencia que teníamos. Con todo, es muy importante que sigamos adelante, con nuestra espiritualidad y apostolado. Sobre todo entre la gente de aquí, que necesita nuestro testimonio. Estar aquí es hacer que Cristo esté aquí, y eso significa mucho, aparte de nuestra conducta ejemplar. Los tunecinos nunca tendrán una biblia en sus casas, pero nosotros somos el evangelio que ellos pueden leer, con nuestro modo de actuar. Démosles testimonio, y con nuestra vida digámosles quién es Cristo. Al final de todo, es Dios quien da su gracia, y el que toca los corazones, y no nosotros. Mantengámonos en pie, y ¡adelante con nuestra misión! .
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