Tejer el plan de Dios, respetando sus tiempos
Queridos hermanos, la vida en la tierra tiene un principio y un final, y eso significa mucho cuando nos referimos a los planes que Dios tiene para el conjunto de la humanidad. En concreto, esto quiere decir que los cristianos tenemos que seguir tejiendo los planes del Señor, pero sabiendo respetar sus tiempos y etapas. Sus tiempos, porque él quiere estar presente en todas partes. Pero también cada una de sus etapas, porque él quiere llegar, y acercarse, a cada uno en particular. El lema "Deus meus, in te confido" (lit. Dios mío, en ti confío) nos invita a que cada uno medite su propia historia, como individuo, como familiar, como ciudadano... Y a que, con la luz del Espíritu Santo, encuentre en la oración el camino que Dios le ha marcado, o le tiene trazado. Pidamos para ello fuerza y perseverancia a Jesucristo, en su seguimiento. En un sentido más global, Dios quiere abrir una nueva etapa, dentro de sus planes, en Irán. Lejos quedan ya aquellos magos iranios que desde aquí partieron hacia Belén. Ahora, es el mismo Dios el que quiere venir aquí, y abrir aquí un camino a través de su Iglesia. Irán es un lugar con un rico patrimonio cultural e histórico, con paisajes diversos, comida deliciosa y muchas otras cosas que son difíciles de enumerar. Cuando comencé a trabajar para la Custodia de Oriente, y mucho más cuando llegué aquí, nunca me sentí en un país extranjero. La Custodia de Oriente es nuestro hogar, y quiere seguir siendo el hogar de los iraníes. Pero la Custodia de Oriente está muy cerca, e incluso inmersa, en el mundo islámico. Así que no puede rechazar o marginar a nadie, sin motivo alguno. Tenemos que estar abiertos a los demás, asimilando el bien que llevan dentro y haciéndolo parte de nosotros. El encanto de nuevas culturas, y sociedades, es una oportunidad para el crecimiento personal y eclesial. El contraste entre Occidente, tan regulado sobreorganizativamente, y excesivamente individualista, y el caótico Oriente Medio, donde el énfasis se pone en la comunidad y en la palabra dada, ha de darnos de qué pensar, por si lo que necesitamos es un soplo de aire fresco. El diálogo, en sí mismo, es un valor hermoso, y por eso hemos de implementarlo en el ámbito religioso, ecuménico e interreligioso. Hemos de dar tiempo a las heridas del pasado, para que éstas cicatricen y sanen bien. Y eso se hace con paciencia. En Oriente, por ejemplo, una fuerte estructuración eclesial no facilitaría la mezcla mutua, y mantendría viva la separación. La archidiócesis de Teherán, en ese sentido, es tan grande como el país mismo. Sin embargo, tenemos tan sólo 6 parroquias y 4 capillas, en los entornos de Teherán, Isfahán y Tabriz. Eso sí, contamos con 2.000 fieles y 5 monjas dispuestos a todo, al servicio de Jesucristo. Por supuesto, deberíamos reforzar la estructura pastoral, y visibilizar un poco mejor la unidad de este pequeño y diverso rebaño. El papa Francisco I no para de ofrecer señales de aliento y esperanza para los cristianos de Irán y de toda la región, promoviendo la fraternidad humana y el diálogo interreligioso. Ha visitado ya numerosos países islámicos, tanto de mayoría chiíta (como Irak) como de mayoría sunita (como Marruecos y los Emiratos Árabes Unidos). Estos viajes están logrando avances significativos en la promoción de la cultura del encuentro y del diálogo, creando eco y llegando a proporciones insospechadas. Es importante que recordemos también que, como frágiles comunidades que somos de Oriente, no podemos vivir separados de la Iglesia universal. Sólo viviendo el espíritu de la Fratelli Tutti, y muy unidos en Cristo, podremos superar los ataques del separatismo y de la división, abriendo así la puerta a la evangelización de nuestras tierras. .
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