Todos formamos parte de la Iglesia universal

Addis.Abeba,.28.noviembre.2022
Arzob.
.Berhaneyesus.Souraphiel,.primado.de.Etiopía

          Queridos hermanos, todos somos parte de la Iglesia universal, e incluso Etiopía y Eritrea fueron un solo país en el pasado. Haber mantenido una sola Conferencia Episcopal, así como una misma liturgia común alejandrina, no sólo expresa un signo de unidad de la Iglesia, sino que también da esperanza a los pueblos de nuestros países de este cuerno de África. Desafortunadamente, nos es imposible encontrarnos en Asmara o en Addis Abeba, y para vernos y elaborar redacciones o declaraciones conjuntas, necesitamos ir generalmente al Vaticano.

          Quiero daros hoy un mensaje de esperanza, a pesar de que nuestros países estén olvidados por las grandes potencias, al igual que ocurre en el resto del África subsahariana, me atrevería a decir (con la excepción de Sudán). Estamos decididos a mantener la unidad de nuestra Conferencia Episcopal, y a tratar de resolver con los gobiernos la cuestión de las fronteras entre nuestros países, para poder circular libremente entre todos ellos.

          Es un mensaje de alegría sobre nuestra tradición cristiana, que con nosotros caminó desde los inicios del cristianismo, y que alberga el rito más antiguo del mundo. El rito etíope ge'ez es algo que nos une, y por eso todos los obispos de nuestra Conferencia Episcopal fuimos a Roma el 27 de octubre, que en rito latino es la fiesta de San Frumencio, el primer obispo de Etiopía y el que consolidó el cristianismo tanto en Eritrea como en Etiopía, y fue ordenado obispo por San Atanasio.

          El rito nos mantiene unidos, la historia pasada y la cultura nos une, y el hecho de que en algunas zonas se hable la misma lengua, a uno y otro lado de las fronteras, es algo que nos une. Pero lo que más nos une es que todos nosotros somos parte de la Iglesia universal, que tanto aquí como en otras partes tenemos los mismos problemas. De esta manera podemos aprender los unos de los otros, y las experiencias de unos pueden ayudar a otros.

          Nuestro culto a Dios el algo que compartimos en común, y eso es algo muy positivo. Así que tenemos que celebrarlo, con sus fiestas y tiempos de penitencia compartida. Además, en lo que respecta a la parte etíope, nosotros tenemos nuestro propio calendario, y aunque ahora Eritrea sigue el calendario gregoriano, esperamos compartir un mismo calendario muy pronto. Nuestro calendario pone a Etiopía en una posición particular, y expresa toda nuestra riqueza de historia, de cultura, de espiritualidad y de arte.

          Mostremos al mundo que no somos famosos sólo por la sequía y las hambrunas, sino por una historia bíblica que se remonta a 3.000 años, y que tiene una tradición cristiana de más de 2.000 años. El cristianismo está tan encarnado en Etiopía que, en cuanto a línea cultural y línea religiosa, ambas casi no pueden distinguirse. Hemos invitado a venir al Santo Padre, y esperamos contar con él bien pronto.

          Pero quedan asuntos por hacer. Algunos ministerios podrían intensificar sus esfuerzos para reducir la pobreza, otros favorecer la reforestación y la lucha contra la desertificación (lo que sería una gran cosa), y nosotros como Iglesia participaremos en estos y otros programas para la bien común. Pero lo que más le interesa a la Iglesia es dar gracias a Dios, y rezar por la paz y la reconciliación.

          También hay que luchar contra los comercios clandestinos, porque por Somalia pasa una gran cantidad de armamento. Probablemente muchos países de Europa del Este y de América del Sur saquen provecho de ello, pero luego estas armas llegan a Etiopía, a Kenia y a Uganda, y provocan un factor desestabilizador. Somalia ha sido abandonada por todos, provocando un desastre por el que se pagará cuenta. Oremos por la paz y la estabilidad en Somalia. Y también por Sudán, nuestro otro vecino.

          El fundamentalismo islámico también comienza a infiltrarse en estas regiones, y eso que cristianos y musulmanes siempre han vivido aquí en paz, en respeto mutuo y al menos hasta hoy. Un ejemplo es Etiopía, que recibió la fe muy temprano, e implantó el cristianismo en la época de los apóstoles. Lo mismo sucedió con el Islam, llegado a Etiopía en la época de la Égira (ca. 622) y cuando el profeta Mahoma, perseguido en La Meca, emigró a Medina, y envió a su familia a Etiopía. Queremos que continúe la convivencia pacífica en todos nuestros países, y eso depende del trabajo de las autoridades civiles y religiosas, que por ahora se reúnen periódicamente.

          El verdadero problema de nuestros países es la pobreza. La población va en aumento, hay mucho desempleo y faltan infraestructuras. Seguimos siendo los países más pobres del mundo, como también lo es todo el Cuerno de África, y eso socava nuestra dignidad. Los gobiernos lo hacen lo mejor que pueden, pero muchos de nuestros ciudadanos no encuentran trabajo y tienen que emigrar a los países árabes, especialmente a la zona del Golfo (en Arabia Saudita) y al Medio Oriente, hasta llegar al Líbano.

          En esos países musulmanes la mayoría de nuestras mujeres se ven obligadas a cambiar su propio nombre de pila por uno musulmán, y a vestirse como corresponde. Y es que cuando un cristiano emigra no es sólido en la fe cristiana, y algunos se hacen musulmanes. Quien se vea obligado a ir a trabajar a los países árabes, que lo haga con un título o con un certificado, y así conseguirá trabajo y un buen salario, y podrá enviar dinero a su propia familia, ayudando también a su propio país en su desarrollo. 

          Tratemos de cambiar nuestras carencias a través de la educación, que es la clave del desarrollo. Gracias a Dios, nuestras escuelas católicas son en su mayoría buenas, porque hay muchos misioneros que trabajan en las zonas rurales, sin ningún salario y con todo su amor y compromiso. Ése es el camino para obtener buenos resultados, y por eso nuestros obispos locales han comenzado a proyectar una universidad católica para Etiopía.

          Está ya en marcha un plan para que el personal de esta universidad provenga principalmente de Filipinas, Colombia y África, aparte de otros países. Así será una obra de colaboración entre las naciones del sur del mundo. Para encontrar los fondos necesarios, en el futuro nos dirigiremos también a Europa y a América del Norte. Ya hemos firmado un convenio con el gobierno etíope para esta universidad católica, y tenemos el consentimiento de la Santa Sede.

          Las autoridades saben lo que estamos haciendo, y están muy contentas con la Iglesia. No tenemos nada que esconder, comunicamos todas nuestras iniciativas a los distintos organismos gubernamentales, presentamos las cuentas a nivel internacional, y tratamos de llevar una línea de transparencia contable a nivel político.

          Por cierto, os puedo asegurar que ese poco dinero que se envía desde el extranjero, a nuestras religiosas y a nuestras zonas rurales, va directamente a los proyectos a los que iba destinado. Si se envía algo para un colegio, todo eso va para ese colegio, y si se envía para un hospital va para ese hospital. Las religiosas y las monjas no sacan nada de esas cantidades. En otras organizaciones internacionales, por ejemplo, hasta el 30 o el 40% de los fondos se utilizan para pagar los salarios de los funcionarios, o por otras razones.

          Como Iglesia Católica, hemos expresado una posición clara respecto a la política. Antes de las elecciones instruimos a la gente sobre lo que son las elecciones, y sobre el hecho de que las elecciones en sí mismas no son un fin, sino lo que viene después. Tras las elecciones suelen haber enfrentamientos y muertos, y entonces protestamos por escrito contra el gobierno y contra la oposición. No paramos de pedir la liberación de los presos políticos, y si hay una guerra estamos siempre del lado de las víctimas.

          Nuestra posición, como autoridad religiosa, es evitar cualquier guerra entre dos países o dos clanes rivales, así como resolver la cuestión de las fronteras mediante las conversaciones. Sin embargo, sigue siendo un misterio para nosotros lo que realmente bloquea a los gobiernos. Si dialogaran, podrían conseguir fácilmente soltar la madeja, luego ¿por qué no dialogan?

          Sería muy interesante crear Comités de Aldea en las fronteras, para definirlas de acuerdo con el pueblo y sin necesidad de recurrir a los organismos internacionales. Ya hemos pedido esto por escrito, pero no nos han dado permiso. En Addis Abeba hemos pedido a las autoridades que dejen reunirse a los líderes del pueblo, pero no hay nada que hacer.

          En nuestros países la gente espera mucho de la Iglesia Católica, y donde hay una parroquia hay muchas necesidades y mucha falta de sacerdotes y religiosas. Sí que hay una labor diligente de catequesis, generalmente realizada por catequistas laicos. Y también tenemos instaladas en todos los pueblos pequeñas capillas, cuya misión es comunicar la fe, enseñar el catecismo y aceptar formalmente a las personas en la Iglesia Católica.

          El catecumenado suele durar aquí de un año y medio a tres años. Tras ese proceso viene el bautismo, y cuando el obispo visita la zona administra el Sacramento de la Confirmación. Los católicos valoran mucho el templo parroquial, convencidos de que Dios se merece algo hermoso. Y saben que, aunque sus casas sean pequeñas o sencillas tukul, la casa de Dios debe ser algo diferente. Por eso todos contribuyen con lo que tienen. En Europa esto no se entiende, y por eso sus organizaciones nos envían dinero sólo para calles, pozos de agua y hospitales, mientras que las ayudas para las iglesias son muy limitadas.

          Los musulmanes, en cambio, son más inteligentes, y por eso el dinero que envían a estos países de África va destinado a construir mezquitas, una tras otra. Y es así como van dejando en inferioridad a los católicos. Me gustaría hacer entender a los occidentales que la gente de aquí ama sus propias iglesias, y que aunque éstas no necesiten ser grandes, necesitan ¡ser hermosas!

          Gracias a Dios no nos faltan las vocaciones, tanto a nivel religioso como diocesano. Y no faltan por el ejemplo de los cristianos de aquí, y porque los jóvenes quieren un buen ejemplo de los sacerdotes y de los religiosos.

          Aquí la navidad se celebra muy sencillamente y según la tradición oriental. No tenemos muchos árboles de navidad ni regalos, pero sí una gran fiesta religiosa. En las ciudades las familias cristianas instalan el pesebre, sobre todo para los niños. Y los más mayores juegan al hockey, porque según la leyenda era el juego al que jugaban los pastores la noche en que nació Jesús. La Navidad es para nosotros algo especial, y es muy querida por el hecho de que, de los tres reyes magos que fueron a Belén, uno de ellos era etíope.

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  Act: 28/11/22         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A