Volcarse en el Oriente Medio

Damasco,.17.octubre.2022
Arzob.
.Youhana.Battah,.primado.I.de.Siria

          Antes de la crisis, Siria era uno de los lugares más seguros del mundo, la educación y la sanidad eran gratuitas y la mayor parte de la población vivía dignamente. Tras la Primavera Árabe nos empobrecimos, pero quisiera aclarar una cosa: se habla a menudo de guerra en Siria, aunque sería más correcto hablar de guerra contra Siria.

          En nuestro caso concreto, la comunidad cristiana nunca se ha sentido en peligro con Assad, y quien trajo el miedo a Siria fue ISIS, que mató por no aceptar a quien era diferente. Este hecho demuestra que los terroristas de ISIS no pertenecían al Islam, pues ningún musulmán mataría nunca a otros musulmanes, aunque no piensen como él.

          Además, ningún sirio, tanto cristiano como musulmán, ha aceptado nunca ese Estado Islámico, que en su mayoría estaba formado por extranjeros contratados en multitud de países diferentes. Lo que hemos vivido no ha sido, pues, un choque entre religiones, pues en Oriente Medio rige el principio de que la religión pertenece a Dios, y la patria a todos.

          De hecho, los cristianos hemos convivido durante muchos años en paz con los islámicos, respetándonos mutuamente y hablando también de cuestiones espirituales. Queremos que esta convivencia pacífica sea la que continúe reinando aquí, porque el estado sirio no es ni cristiano ni musulmán. Tanto los unos como los otros somos sus ciudadanos, y no tiene ningún sentido que luchemos entre nosotros. Aquí los cristianos podemos vivir perfectamente con todos, con los sunitas, los chiítas, los turcos y los judíos. Y pienso que es posible dialogar con los musulmanes de buena voluntad.

          Los refugiados sirios en Líbano no son contrarios en absoluto al presidente, y lo han demostrado participando en las elecciones y votándole. Los obispos hemos estado en Siria y hemos hablado con Assad, que nos ha dicho que necesita a estas personas para reconstruir el país. Si el pueblo cristiano hubiera estado contra el presidente, como han contado los medios de comunicación estadounidenses, Assad no habría permanecido en el poder ni siquiera un mes.

          El problema es que hay individuos que tienen grandes intereses en el sistema de acogida libanés, y no es casualidad que los cristianos sean maltratados allí, y que tengan que refugiarse en las iglesias y no en los campos gestionados por estos negociantes. En resumidas cuentas, la mayoría de nuestros jóvenes ha tenido que expatriarse, y eso es lo peor.

          En Siria siempre ha habido una buena relación del gobierno y de los musulmanes con los cristianos, y con ellos siempre hemos gozado de libertad. Quien quiera saber de verdad cómo van las cosas aquí, que venga a nuestro país, que visite nuestro país y que hable directamente con el pueblo sirio. Porque los medios de comunicación hablan de la situación y no la conocen, y tergiversan la verdad.

          Ha habido quien ha querido imponernos soluciones desde fuera, pero yo me pregunto: ¿Qué derecho tienen los estadounidenses a decidir por nosotros? ¿Quién les ha dado esta facultad? ¿Y por qué se la han tomado?

          La guerra ha implicado un verdadero éxodo desde nuestro país, como decía antes. Sobre todo al Líbano y a los países europeos. Y este es el problema que más nos angustia a la Iglesia de Siria. Nuestro pueblo ha sufrido mucho, y si la Europa cristiana quiere de verdad ayudar a los sirios, que lo haga convenciéndoles de que vuelvan a su país. Este sí que sería un acto humano y cristiano.

          Además, si Europa ayudara a nuestra gente directamente aquí, en territorio sirio, Europa misma se beneficiaría, porque evitaría el gasto que comportan los cursos de idiomas, el alojamiento y la comida. Para nosotros es mucho más importante que los estados europeos vuelvan a abrir los canales diplomáticos y se comprometan a dialogar con Siria, terreno en el que han estado bastante ausentes hasta ahora.

          Muchos fundamentalistas islámicos que han venido a combatir a Siria proceden, precisamente, de la Europa cristiana, que curiosamente padece una inexorable crisis de vocaciones sacerdotales. ¿Y por qué? Porque habéis arrinconado a Dios. Por el contrario, nuestra pequeña comunidad está creciendo visiblemente en el viejo continente, y hoy cuenta con más de 4.000 familias de fieles.

          Antes de 2011, la Iglesia Siro-Católica tenía 2 sacerdotes en Europa, y hoy tiene 25. También por esto queremos mantener una buena relación con los estados europeos, comenzando por Italia. Pero tienen que insistir en el diálogo, y convencer a nuestros jóvenes a volver su país y permanecer en su tierra natal.

          Queremos que nuestro pueblo sirio regrese a Siria. Más de 6,7 millones de personas han huido de Siria desde que comenzó el conflicto el 15 marzo 2011, según datos de 2018 del Alto Comisionado para Refugiados de la ONU (ACNUR). La mayoría de los refugiados se quedaron en Oriente Medio, con más de la mitad viviendo en Turquía (3,6 millones en 2021) y otros 1,6 millones viviendo en Líbano o Jordania, que también limitan con Siria.

          Esto nos interesa a todos, porque Oriente Medio sin cristianos es un peligro. Aquí la Iglesia administra con éxito escuelas y universidades, a las que asisten estudiantes de todos los credos. El ejemplo mejor es el que ofreció San Juan Pablo II, cuando definió nuestra tarea como una misión, y como una realidad que demuestra que es posible una convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes, ya sean chiíes o suníes.

          Si la Iglesia quiere ayudar a Siria, que venga a Siria y que permanezca en nuestro país, que eso es mejor que ayudarnos en el Líbano o en Europa. El cambio viene de dentro. Y recalco una vez más el importante papel que en ese cambio espiritual pueden desarrollar los cristianos, ayudando a reconstruir la sociedad a través de la familia, de las escuelas, de los hospitales y de otras instituciones católicas.

          Destaco el papel que la Iglesia Católica ha jugado en Damasco durante la pandemia, brindando servicios médicos muy necesarios. Gracias al Vaticano se han construido 2 hospitales católicos (uno francés y otro italiano), que operan gratuitamente y que evitan que, para operarse, una persona tenga que endeudarse.

          Para mí, lo primero es la humanidad, las personas y muy especialmente los más pobres, sobre todo los discapacitados. Hemos abierto una casa para atender a personas con discapacidad intelectual en Bab Tuma, cerca de donde se convirtió y bautizó San Pablo. Si queremos la paz, hemos de pensar en los más pobres del mundo.

          Estoy feliz, estoy en mi tierra y con mi gente. Y agradezco al papa Francisco I que haya convocado un día mundial de oración y ayuno por Siria, para que el mundo no aparte la mirada ante este sufrimiento. Como dijo él mismo en su convocatoria:

"Recordemos a los cristianos que se han visto obligados a abandonar los lugares donde nacieron y crecieron, donde su fe se desarrolló y se enriqueció. Y hagamos que la presencia cristiana en estas tierras siga siendo lo que siempre ha sido: signo de paz, de progreso, de desarrollo y de reconciliación entre las personas y los pueblos".

          Por fortuna, la situación tiende a mejorar, y es lícito pensar que lo peor ha quedado atrás. En resumen, somos moderadamente optimistas, y vemos que poco a poco algunas actividades se han vuelto a retomar. Pero el pueblo sirio necesita todavía recuperar la confianza, y para eso necesita que la Iglesia se implique totalmente aquí, y que ayude a los cristianos a permanecer en el Medio Oriente. ¿Y por qué? Porque un Medio Oriente sin cristianos sería muy peligroso, y porque este lugar podría ser el puente del cristianismo hacia el resto de religiones.

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  Act: 17/10/22         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A