AUGUSTO
Res Gestae

I

A los veinte años alisté un ejército por decisión personal y financiado por mí, con el cual devolví la libertad a la República oprimida por la dominación de las facciones(1). Por esto el senado, con decretos honrosos, me unió a su orden bajo el consulado de Pansa e Hirtio, y se me permitió expresar mi opinión entre los cónsules y se medio el imperio(2). Dispuso que yo, en condición de propretor, junto con los cónsules, proveyese para que la república no sufriese daño alguno(3). Ese mismo año, ya que los dos cónsules habían caído por la patria, me ordenó cónsul y triunviro para ordenar la República(4).

II

Mandé al exilio a los que asesinaron a mi padre y con juicio justo castigué su crimen. Luego, cuando hicieron guerra a la República los vencí dos veces(5).

III

Frecuentemente combatí en tierra y en mar, guerra civiles y externas en todo el mundo, y victorioso perdoné a todos los ciudadanos que me pidieron perdón(6). Preferí salvar en vez de destruir a los pueblos extranjeros que podían ser perdonados sin peligro. De los ciudadanos romanos, fueron cerca de quinientos mil los que me prestaron juramento. Algo más de trescientos mil veteranos coloqué en colonias o devolvía a su lugar de origen (municipio), y a todos asigné tierras y di los premios por labores militares(7).

IV

Dos veces recibí la ovación y celebré tres veces el triunfo curul, y fui aclamado veintiuna veces emperador, decretándome luego el Senado muchos triunfos que rechacé. Depuse once fascibus de laurel en el Campidoglio, deshaciendo así los votos que hice en cada una de las guerras(8). Cincuenta y cinco veces el senado decretó rogativas a los dioses inmortales por las felices empresas cumplidas por mí o por mis legados bajo mis auspicios. Alcanzaron a ochocientos noventa los días en los cuales, por decreto del senado, fueron pronunciadas oraciones. En mis triunfos fueron transportados delante de mi carro nueve reyes o hijos de reyes. He sido cónsul trece veces y estoy en el año 37 de la tribunicia potestad cuando escribo estas memorias(9).

V

No acepté la dictadura que me ofreció el pueblo y el Senado mientras estuve ausente o presente en la ciudad, bajo el consulado de Marcelo y Arruntio(10). No rechacé el encargarme de la Annona en momentos de la gran escasez del grano, administré las cosas de tal manera de liberar en pocos días a la ciudad entera del peligro y el temor gracias a mis gastos y preocupaciones(11). No acepté el consulado anual y perpetuo que se me ofreció.

VI

Bajo en consulado de Vinicio y Lucrecio, y luego bajo el de Publio Léntulo y Cneo Léntulo, y por tercera vez bajo Paulo Fabio Máximo y Teburone, el senado y el pueblo romano quisieron designarme único y todopoderoso superintendente de las leyes y de las costumbres, pero yo no quise aceptar ninguna magistratura contraria a las costumbres de nuestros antepasados(12). Y aquellos actos que el senado quiso que de ahora en adelante fuesen realizados por mí, los realicé sobre la base de la tribunicia potestad, en el cual (poder) por cinco veces, espontáneamente, pedí y obtuve colega(13).

VII

Fui triunviro para la ordenación de la República por diez años(14). Fui princeps del Senado por cuarenta años hasta el momento en que se escribió estas memorias(15). Fui pontífice máximo y augur, parte de los quince hombres encargados de los ritos sacros, parte de los siete hombres epulones. También he pertenecido a los hermanos Arvales y a los Titios, y también he desempeñado el cargo de heraldo fecial(16).

VIII

Cónsul por quinta vez, por voluntad del pueblo y del Senado, aumenté el número de los patricios(17). Tres veces depuré el Senado, y en el sexto consulado, teniendo como colega a Marco Agripa, hice el censo de la población. Celebré la ceremonia lustral después de cuarenta y dos años y en esta ocasión fueron registrados cuatro millones setenta y tres mil ciudadanos romanos. Por segunda vez hice el lustrum, revestido del poder consular con imperio único, bajo el consulado de Censorio y Asinio en esta ocasión fueron registrados cuatro millones novecientos treinta y siete mil ciudadanos. Con nuevas leyes, promulgadas a propuesta mía, repuse en vigor costumbres del tiempo de nuestros antepasados ya caídas en desuso y yo mismo traspasé a las generaciones futuras muchas costumbres dignas de imitar(18).

IX

El Senado decretó que cada cuatro años los cónsules y los sacerdotes hiciesen votos por mi salud. Para celebrar estos votos, en vida mía, algunas veces celebraron juegos los cuatro más venerados colegios de sacerdotes y otras veces los cónsules(19). Y también en privado, así como por municipios, todos los ciudadanos, en forma unánime y sin interrupción, ofrecieron oraciones, en todos los altares por mi salud(20).

X

Por decreto del senado mi nombre fue incluido en el Carmen Saliare, y fue sancionado por la ley que mi persona fuese inviolable y que tuviese la tribunicia potestad de por vida(21). Rechacé convertirme en pontífice máximo en el puesto de un colega vivo cuando el pueblo me ofreció ese sacerdocio que ya había tenido mi padre. Después de algunos años, muerto aquel que lo había ejercido durante las guerras civiles, acepté su sacerdocio bajo el consulado de Publio Sulpicio y de Cayo Valgio, confluyendo para mi elección desde toda Italia, una multitud tal, según se dice, nunca había estado en Roma antes de este tiempo.

XI

El Senado, con motivo de mi regreso, consagró el altar de la Fortuna delante del templo del Honor y del templo de la Virtud, en Porte Capena, y dispuso que en él los pontífices y las vírgenes vestales sacrificasen anualmente el día en el cual, bajo el consulado de Lucrecio y Vinicio, regresé de Siria, y llamó ese día augustalia a mi nombre(22).

XII

Por decisión del Senado, una parte de los pretores y tribunos de la plebe, el cónsul Lucrecio y los hombres más importantes, me vinieron al encuentro en Campania, honor que nunca se había decretado antes que a mí(23). Cuando regresé a Roma de España y de la Galia, tras haber realizado felices empresas en esas provincias, bajo el consulado de Tiberio Nerón y de Publio Quintilio, el Senado decretó que se debía consagrar en honor de mi regreso el Ara Pacis en las proximidades del Campo de Marte, y dispuso que en él los magistrados, sacerdotes y vírgenes vestales celebrasen cada año un sacrificio(24).

XIII

El templo de Jano, que nuestros antepasados quisieron que fuese cerrado cuando todo el Imperio Romano, ya fuese en tierra o mar, hubiese paz como frutos de las victorias y que según la tradición se cerró sólo dos veces desde la fundación de la ciudad, el Senado decretó que fuese cerrado tres veces durante mi principado(25).

XIV

El Senado y el pueblo romano en mi honor, designó a mis hijos Cayo César y Lucio César, a quienes la fortuna me arrebató jóvenes, cónsules a la edad de quince años, para que asumieran la magistratura luego de cinco años, y desde el día en que fueron llevados al foro tomaron parte en los consejos de estado(26). Además, el orden de los equites romanos les donó escudos y lanzas de plata, y a ambos los proclamó "príncipes de la juventud"(27).

XV

En mi quinto consulado di a cada uno de los hombres de la plebe romana, trescientos sestercios del testamento de mi padre, y cuatrocientos sestercios de los botines de guerra a nombre mío. Nuevamente, en mi décimo consulado, di a cada uno cuatrocientos sestercios de mi patrimonio. Siendo cónsul por la décima primera vez hice doce distribuciones de grano con granos comprados por mí, y en el año de mi décima segunda tribunicia potestad di, por tercera vez, cuatrocientos sestercios a cada uno. De estas donaciones se beneficiaron no menos de doscientas cincuenta mil personas(28). En el año de mi décima octava tribunicia potestad, siendo cónsul por la décima segunda vez, di sesenta denarios a los trescientos veinte mil miembros de la plebe urbana. En mi quinto consulado, di mil sestercios a cada una de las colonias de mis soldados, sacados del botín de guerra; en las colonias, cerca de ciento veinte mil hombres recibieron la donación al momento de mi triunfo. Siendo cónsul por la décima tercera vez, di sesenta denarios a cada miembro de la plebe que en ese momento recibiese trigo público; fueron poco más de doscientos mil hombres.

XVI

Pagué a los municipios con dinero por las tierras que asigné a mis soldados en mi cuarto consulado, y luego bajo el consulado de Mario Craso y Lentulo Augur. La suma fue cercana a los seiscientos millones de sestercios cuando pagué las tierras de Italia, y cerca de doscientos sesenta millones cuando pagué las tierras de provincias. Según hoy se dice, fui el único en hacer esto entre todos los que instalaron colonias en Italia o en las provincias(29). Y después, bajo el consulado de Tiberio Nerón y Cneo Pison y bajo el consulado de Antistio y Lelio, y bajo el de Calvisio y Pasieno, y bajo el consulado de Lentulo y Messala, y el de Caninio y Quintio Fabricio, devolví a sus colonias a los soldados que habían concluido su servicio, a quienes pagué enteramente en dinero sus premios, en lo cual gasté cerca de cuatro millones de sestercios.

XVII

Ayudé cuatro veces al erario con mi propio dinero, entregando ciento cincuenta millones de sestercios a aquellos que estaban encargados de éste. Bajo el consulado de Lépido y Arruntio versé, de mi patrimonio, el erario militar que fue creado por mis consejos para dar los premios a los militares que hubiesen militado veinte años o más, ciento sesenta millones de sestercios(30).

XVIII

A partir del año en que fueron cónsules Cneo Lentulo y Publio Lentulo, hice asignaciones de grano y de dinero de mi granero y de mi patrimonio, ya que las rentas públicas eran insuficientes, a cien mil o más personas(31).

XIX

Construí el Senado y, adyacente a él, el Calcídico, y el templo de Apolo con sus pórticos sobre el Palatino y el templo de Divo Julio, el Lupercal y el pórtico en el circo Flaminio, el cual permitió fuese llamado Octavio, en honor a quien en el mismo lugar había edificado una precedente y la logia imperial del circo Máximo(32). Construí el templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Campidolio, el templo de Quirino, los templos de Minerva y de Juno Reina, el templo de Júpiter Liberador en el Aventino, el templo de los Lares al final de la vía Sacra, el templo de los Penates en la vía Velia, el templo de la Juventud y el templo de la Magna Madre en el Palatino.

XX

Restauré el Campidolio y el teatro de Pompeyo, ambas obras de gran costo, sin colocar una inscripción a mi nombre(33). Restauré los acueductos en muchos lugares, los cuales estaban en ruinas por el tiempo, y dupliqué el acueducto llamado Marcio, introduciendo una nueva surgente en su curso. Concluí el foro Julio y la basílica entre el templo de los Castores y el templo de Saturno, obras comenzadas y casi terminadas por mi padre, y cuando la misma fue destruida por un incendio, comencé su reconstrucción en una superficie más amplia dedicándola a mis hijos y ordené que si no la hubiese terminado en vida mía, fuese concluida por mis herederos. Siendo cónsul por sexta vez, por la voluntad del Senado restauré ochenta y dos templos de dioses en la ciudad, sin dejar de lado ninguno que en ese tiempo exigiese arreglo. Siendo cónsul por séptima vez restauré la vía Flaminia hasta la ciudad de Ariminio, y todos los puentes menos el Milvio y el Minicio(34).

XXI

Construí en terrenos privados en templo de Marte Vengador y el foro de Augusto. Construí, en suelo comprado en gran parte a particulares, el teatro en las cercanías del templo de Apolo, el cual llamé de Marcelo, mi yerno(35). Consagré dones de los botines de guerra en el Campidolio y en el templo al Divo Julio y en el templo de Apolo y en el templo de Marte Vengador, los cuales me costaron cerca de cien millones de sestercios. En mi quinto consulado devolví treinta y cinco mil libras de oro (doce onzas) a los municipios y colonias que me ofrecieron para mis triunfos, y después cada vez que fui aclamado emperador no acepté el oro que los municipios y las colonias me decretaron con el mismo efecto de las ocasiones anteriores(36).

XXII

Di tres veces juegos gladatorios a mi nombre, y cinco veces los di al nombre de mis hijos y nietos. En estos juegos combatieron cerca de diez mil hombres. Dos veces ofrecí a mi nombre y tres veces a nombre de mis sobrinos, juegos de atletas, a quienes hice venir de todas partes(37). Ofrecí cuatro veces juegos en mi nombre y veintitrés veces en lugar de otros magistrados. Por el colegio de los Quindecenviros, en calidad de presidente, bajo el consulado de Cayo Furnio y de Cayo Silano, celebré los juegos seculares. En el decimotercer consulado celebré yo, por primera vez, los juegos marciales, que luego de esta ocasión, celebraron los cónsules cada año por decreto del senado. Veintiséis veces, en mi nombre y en el de mis hijos y sobrinos, ofrecí al pueblo caza de bestias africanas en el circo, el foro o el anfiteatro, en estas fueron asesinadas cerca de tres mil quinientas fieras.

XXIII

Ofrecí al pueblo un espectáculo naval al otro lado del Tíber, en aquel lugar donde ahora está el bosque de los Césares, cavando el terreno en una longitud de mil ochocientos pies y una latitud de mil doscientos, en el cual combatieron treinta naves con espolones entre trirremes y birremes, y muchas más naves pequeñas. En estas flotas, fuera de los remeros, combatieron cerca de tres mil hombres(38).

XXIV

Victorioso repuse en todos los templos de las ciudades de las provincias de Asia los ornamentos que poseía en forma privada, luego de haber expoliado los templos, aquel con quien había combatido(39). Levantaron estatuas mías, pedestres, ecuestres y en cualesquiera cuadrigas de plata en unas ochenta ciudades, las cuales yo hice remover, e hice donaciones con el dinero en el templo de Apolo a mi nombre y en el de aquellos que levantaron las estatuas en mi honor(40).

XXV

Pacifique el mar, liberándolo de los piratas. En esa guerra capturé unos treinta mil esclavos que habían huido de sus patrones y habían tomado las armas contra la república. Los devolví a sus patrones para que les dieran el máximo suplicio(41). Toda Italia juró en mi nombre de manera espontánea y me pidió que fuese el jefe en la batalla que combatí en Accio. Juraron también en mi nombre las provincias de la Galia, Hispania, Africa, Sicilia y Cerdeña(42). Además, bajo mi mando militaron setecientos senadores y de entre ellos, antes o después y hasta el día en que fueron escritas estas memorias, ochenta y tres fueron elegidos cónsules y unos ciento sesenta fueron hechos sacerdotes(43).

XXVI

Aumenté los límites de todas las provincias del Imperio Romano, con las cuales confinaban pueblos contrarios a nuestro Imperio(44). Pacifiqué la provincia de las Galias y las Hispanias, así como también la Germania en área que bordea el océano de Cádiz hasta la desembocadura del Elba(45). Pacifiqué los Alpes en la región cercana al mar Adriático hasta el Tusco, sin llevar a ningún pueblo a la guerra injusta(46). Mi flota navegó por el océano, desde la desembocadura del Rin, vía Oriente, hasta el límite de los cimbrios, lugar hasta donde por tierra o por mar no había llegado antes ningún romano. Y los cimbrios, caridios, semnones y otros pueblos germanos, por medio de embajadores pidieron mi amistad y la del pueblo romano(47). Por mis órdenes y bajo mis auspicios, mandé dos ejércitos contemporáneamente en Etiopía y en Arabia, llamada entonces Eudaemon, y un gran número de la gente hostil fueron muertos en batalla y muchas ciudades conquistadas. En Etiopía el ejército llegó hasta la ciudad de Nabata, próxima a la ciudad de Meroe. En Arabia, el ejército marchó a través del territorio de los sabei hasta la ciudad de Mamibu.

XXVII

Anexioné Egipto al Imperio Romano(48). Teniendo la posibilidad de convertir Armenia Mayor en provincia cuando fue asesinado su rey Artaxes, preferí, de acuerdo a las costumbres de nuestros antepasados, dar el reino a Tigranes, hijo del rey Artavisdis, nieto del rey Tigranes. Esto lo hice a través de Tiberio, mi hijastro. Cuando esa gente se hizo disidente y se rebeló, los tomé por medio de mi hijo Cayo, y encargué a Ariobarzanes, hijo de Artabazis, rey de los medos, y después de su muerte encargué a su hijo Artavasdes, quien fue asesinado. Puse el reino a Tigranes que pertenecía a la familia real de Armenia. Recuperé todas las provincias que están situadas al oriente, más allá del Adriático y Cirene, caída ya en gran parte en manos del rey, como ya antes había hecho con Sicilia y Cerdeña, ocupadas en la guerra de los esclavos(49).

XXVIII

Instalé colonias militares en Africa, Sicilia y Macedonia, así como en Hispania, Acaya, Asia, Siria, la Galia Narbonense y Pisidia(50). También Italia tiene treinta y seis colonias, estanciadas por mi autoridad; las cuales bajo mi gobierno fueron prósperas e intensamente pobladas.

XXIX

Vencido completamente al enemigo, recuperé de la Hispania, la Galia, y los Dálmatas, muchas insignias militares perdidas por otros jefes. Obligué a los partos a restituir las insignias de tres ejércitos romanos y a solicitar la amistad del pueblo romano. Repuse esas insignias en el interior del templo de Marte Vengador(51).

XXX

Sometí a los pueblos de la Panonia, a los cuales nunca había llegado un ejército del pueblo romano antes de mi principado, por medio de Tiberio, mi hijastro y legado, y extendí los confines ilíricos hasta las orillas del río Danubio(52). Habiendo un ejército de los dacios pasado de esta parte del Danubio fue, bajo mis auspicios derrotado y diseminado. Tras lo cual mi ejército, yendo más allá del Danubio, obligó a la población de los dacios a someterse a las órdenes del pueblo romano(53).

XXXI

Muchas veces fueron mandadas a mí, embajadas de los reyes de India nunca vistas antes de ahora por algún jefe de los romanos. Por medio de legados, pidieron nuestra amistad los bastarnos y los escitas; el rey de los sármatas, los cuales se ubican a ambos lados del río Tanaim; el rey de los albanos, de los íberos y de los medos(54).

XXXII

Suplicante se refugió ante mí Tiridates, rey de los partos, y después Fraates, hijo del rey Fraates, Artavasdes de los medos, Artaxares de los adiabenos, Dumnobellaunio y Tincomnio de los britanos, Melone de los sugambros y ... de los marcomanos suevos(55). Fraate, rey de los partos, hijo de Orodes, me envió a Italia todos sus hijos y sobrinos, no porque hubiese sido derrotado en una guerra, sino para pedir nuestra amistad poniendo su familia como prenda. Durante mi principado se beneficiaron con la lealtad del pueblo romano muchos otros pueblos que no habían tenido con el pueblo romano ninguna relación de amistad ni embajadas(56).

XXXIII

Los pueblos de los partos y los medos, por intermedio de embajadas de notables, pidieron y recibieron de mí sus soberanos: los partos a Vonones, hijo de Fraates, nieto de Orodes; los medos a Eribarzanes, hijo de Artavasde, nieto de Ariobarzanes(57).

XXXIV

En mi sexto y séptimo consulado, luego de haber extinguido las guerras civiles, transferí el control de todas las cosas del estado, que había asumido por el consenso de todos, al libre arbitrio del senado y del pueblo romano(58). En vista del mérito mío, fui por un Senado consulto llamado augusto, y la puerta de mi casa fue adornada por laureles, y en la entrada fue puesta una corona cívica. En la curia Julia fue puesto un escudo de oro donde se lee que me lo ofrece el Senado y el pueblo romano en reconocimiento a mi valor, clemencia justicia y piedad(59). Después de estas fechas fui superior a todos los auctoritas, aunque no tuviese más poder que aquellos que fueron mis colegas en cada magistratura(60).

XXXV

Ejercitando mi decimotercer consulado, el senado, el orden ecuestre y la totalidad del pueblo romano me llamó "padre de la patria", y me decretaron que este apelativo fuese inscrito en el vestíbulo de mi casa, y en la curia Julia y en el foro de Augusto bajo la cuadriga que ahí fue puesta en mi honor por decreto del Senado(61). Cuando escribí estas memorias tenía setenta y seis años(62).

________

(1) Se refiere al momento inmediato de la muerte de César (44 a.C). Augusto desde el inicio muestra el estilo fuerte y personal que caracteriza todo el documento. El futuro emperador contó con un doble apoyo: por una parte algunos senadores (entre ellos Cicerón), y por otra, algunos financistas. Sobre estos últimos tenemos pocos datos, pero tenemos la impresión de que eran personas bastantes cercanas a César. En cualquier caso su apoyo fue fundamental, ya que Augusto no tenía en ese momento recursos para poner pie un ejercito.

Dos cosas se hacen notorias desde el comienzo del documento. La primera es el tono personal de la redacción, el cual proseguirá en forma ininterrumpida. La segunda es el trato que Augusto dará permanentemente a sus contrarios, los cuales nunca aparecen nombrados por su nombre. Así, la expresión "oprimida por la dominación de las facciones" no es tan correcta, ya que eran partidos que fueron seguidos por la mitad de la población del Imperio.

(2) La figura central que movió al Senado para que se reconociese a Augusto fue Cicerón, quien veía en esto la mejor manera de ganarse a este joven para derrotar a los enemigos de la República. Una vez más, Cicerón pensaba que luego se podría desembarazar fácilmente de él. Por estas consideraciones, Cicerón hizo que Augusto entrase en la legalidad, aunque nos cumpliese ninguno de los requisitos.

(3) Se refiere a la batalla de Modena, en que la República Romana fue representada por los dos cónsules y Augusto (43 a.C). En esta murieron los dos cónsules, y Augusto ocupó este cargo el 19 agosto 43 a.C.

(4) Hay en el texto una contradicción que es necesario resaltar. En el 1º párrafo, Antonio es definido como un faccioso que oprime la República, en el último aparece como un reordenador del estado, ya que participó en el triunvirato. Augusto hace caso omiso de los distintos momentos de su compleja relación con el Senado, y apunta a presentarse como un salvador de la patria.

(5) Da una breve noticia sobre la suerte de Bruto y Casio, los asesinos de César. El párrafo es demasiado oscuro y hay omisiones importantes, como son las proscripciones que afectaron al partido senatorio y que costó la vida a Cicerón. Estas proscripciones tuvieron también la finalidad económica de recompensar a los soldados. Los bienes confiscados eran puestos en subasta para financiar el licenciamiento de los soldados, aunque sabemos que estas subastas tuvieron poco éxito. Las dos guerras a las cuales hace referencia tuvieron lugar el año 42 a.C, y quien resultó el verdadero vencedor fue Antonio y no Augusto, aunque ambos eran parte del triunvirato.

(6) La clemencia ante los vencidos era una actitud que tenía antecedentes en la historia de Roma, como la mostrada por Tiberio Graco en España y César en varias ocasiones. Augusto explotó mucho su clemencia para fines publicitarios, según Veleyo Patérculo (Historia de Roma, II, LXXXVI, 2): "La verdad es que la victoria se caracterizó por una gran clemencia, nadie fue asesinado a excepción de aquellos pocos que no pidieron gracia". Otras versiones tienden a señalar que ha habido una exageración en cuanto a este aspecto del comportamiento de Augusto.

(7) Se hace evidente la falta de ordenación cronológica a la que hicimos referencia en el prólogo. Así, de un solo golpe, Augusto nos da cuenta de todas las guerras que se combatieron bajo su gobierno, y de todos los soldados que le prestaron juramento. Sobre los veteranos, Augusto llevó adelante un plan para que se convirtiesen en pequeños agricultores, y para esto se preocupó especialmente de las asignaciones de tierras.

(8) Una ovación es una forma menor de triunfo. El general entraba en Roma en pie o a caballo, y no sobre una cuadriga. Vestía la toga praetexta, llevaba una corona de mirto y no de laurel. El cortejo no era espectacular y concluía en el Campidoglio, donde el general sacrificaba una oveja.

Un triunfo, en cambio, era la más alta recompensa a la cual un general victorioso podía aspirar, y era acordado por el Senado bajo 3 condiciones:

-que la guerra hubiese sido librada contra extranjeros,
-que las bajas enemigas sobrepasasen las 5.000,
-que el general exhibiese su ejercito para comprobar su triunfo.

En lo formal, el triunfador desfilaba sobre una cuadriga, vestía la túnica palmata y la toga picta (generalmente de oro y púrpura) y con adornos semejantes a los de un rey divino. Bajo el Imperio, los triunfos se convirtieron en un monopolio del emperador y de la familia imperial. Los 3 triunfos fueron concedidos el año 29 a.C, y 2 de ellos hacen referencia a la batalla de Accio y la anexión de Egipto.

Respecto a los saludos como emperador, es necesario señalar que era una costumbre que los soldados saludaran a un general victorioso como emperador. En esta ocasión no hay relación con el sobrenombre de Augusto con que nosotros identificamos esta figura.

Los triunfos que Augusto rechazó fueron los del año 25 a.C (triunfo sobre los cántabros), del 20 a.C (cuando los partos devolvieron las insignias capturadas a Craso), del año 53 a.C, y finalmente cuando Tiberio venció a los germanos (el 8 d.C). Lo que en el texto aparece como modestia, no lo fue tanto en la realidad. Augusto, al rechazar los triunfos, evitaba que este honor llegase también a otros, lo cual los pondría en una situación de superioridad.

(9) Señala Augusto que escribió estas memorias en el año de su 37ª potestad tribunicia. Esto es, en el año 13 d.C, año anterior a su muerte.

(10) La dictadura le fue ofrecida el 22 a.C, y Augusto rechazó esta magistratura extraordinaria que le daba la totalidad de los poderes civiles y militares. Sobre todo porque tras Julio César, la dictadura estaba identificada con la monarquía absoluta, y por esto Augusto fue muy tajante en rechazarla. Desde otro punto de vista, el emperador no necesitaba de ese cargo para controlar la vida política del Imperio.

Dice Momigliano que el año antes de rechazar la dictadura, Augusto había obtenido el "imperium proconsulare maius" en las provincias senatoriales, y la tribunicia potestad de por vida, la cual contemplaba el derecho a veto y el completo control del estado.

(11) No rechazó en cambio, un cargo complejo y de pocos honores, como hacerse cargo de la Annona, el cual significaba ordenar el abastecimiento del grano al pueblo en momentos de carestía.

(12) Se trata de los ofrecimientos hechos el 19 a.C, el 18 a.C. y el 11 a.C, respectivamente. En esto Augusto fue coherente, ya que este cargo significaba aceptar la dictadura con otro nombre.

(13) La tribunicia potestad estaba en el centro del debate sobre la posición constitucional de Augusto. Parece haberle sido concedida por 1ª vez el año 26 a.C (durante el triunvirato). El año 30 a.C, tras la batalla de Accio, le fue extendida para que la hiciese de por vida. Esta magistratura fue la base jurídica de su potestad civil. Para Brunt y Moore, los poderes que la tribunicia potestad no daba Augusto, fueron agregados por éste más tarde bajo otras formas.

(14) Del 43 al 33 a.C. la noticia es deliberadamente oscura, ya que el triunvirato (43 al 38 a.C) fue un acuerdo privado, "hecho de pura fuerza personal, de inestable equilibrio entre los hombres que se alían provisoriamente y sobrepasan todas las magistraturas constitucionales". El 2º triunvirato (38 al 33 a.C) tuvo la apariencia de mayor legalidad, pero siguió siendo igualmente privado.

(15) El título de princeps tenía la importancia concreta de permitir expresar la opinión en el Senado en un 1º lugar, condicionando así el curso del debate. Este principado es un ejemplo de aquellos poderes que no le concedió la tribunicia potestad, que Augusto consiguió por otra vía.

(16) Pontífice máximo fue un cargo que ocupó a partir de la muerte de Lépido (12 a.C). El cargo era sumamente importante, pues gran cantidad de actos de la vida pública romana estaban unidos a la observación de las prácticas religiosas. Los otros cargos mencionados son menores.

De los Titios no se tienen noticias concretas, mientras que sabemos que los hermanos Arvales celebraban ritos agrícolas.

(17) Durante el último periodo de la República los patricios habían disminuido notablemente su número. Las guerras civiles habían sido una causa seria de esta disminución. Malcovati calcula que las familias patricias habían disminuido en más de un 70%. Augusto, en su 5º consulado (29 a.C), aumentó el número de patricios a fin de obtener gente que pudiese secundarlo en su gobierno.

(18) La cifra de los censos es compleja, si tenemos en cuenta que el último censo de la época republicana (70 a.C) había arrojado 910.000 ciudadanos romanos. ¿Cómo explicar este cuadruplicarse de la población? Las explicaciones son varias, pero no satisfactorias totalmente. Antes que nada se debe establecer que los censos republicanos eran ineficientes ya que obligaban a las personas a viajar a Roma para censarse. También hay que tener en cuenta que Julio César registró una activa política de concesión de ciudadanía. Finalmente, la paz parece también haber contribuido a este aumento. A este respecto, no es fácil decidir si estos datos buscan subrayar el aumento demográfico, o el lento pero progresivo aumento en el derecho de ciudadanía.

(19) Los primeros votos se celebraron el 28 a.C, en relación con la celebración de la victoria de Accio.

(20) Hay aquí una discusión un punto bastante importante. Malcovati sostiene que estas ofertas son un preludio al culto divino que se tributará a los emperadores más adelante. Estos preludios se habrían dado, bajo Augusto, con más fuerza en las provincias orientales que en Roma. Hardy rechaza esta perspectiva, y señala que no hay referencia, abierta ni velada, al problema de la divinización. Si bien Augusto no promovió acciones tendientes a su divinización, tampoco tenemos noticias de que las haya frenado en las provincias orientales, donde la estrecha relación entre el detentor del poder y la divinización de éste tenía una larga duración.

(21) Resulta aquí especialmente destacable la ordenación temática del argumento, y no la cronología. La introducción de su nombre al Carmen Saliare puede datarse el 29 a.C, la tribunicia potestad de por vida el 23 a.C, y el pontificado máximo el 12 a.C, tras la muerte de Lépido. Las noticias que disponemos sobre el Carmen Saliare son pocas. Parece ser un himno en el cual se cantaban las glorias de Roma en la guerra, y la introducción del nombre de Augusto tendió a relacionar su figura con el éxito militar.

(22) El regreso de Augusto se dio en momentos de problemas políticos serios en Roma. Por lo tanto, constituyó una alegría para el Senado, que veía en el regreso la pacificación de la ciudad. El viaje de 3 años por Oriente y Grecia está relacionado con lo que Augusto considera su más grande éxito en el plano diplomático. En efecto, traía consigo de ese viaje las insignias que los partos habían quitado a Craso en la batalla de Carre del 53 a.C. El altar consagrado significa una alabanza a quien vuelve (redux).

(23) Hay aquí una confusión en el texto. La aclaración es la siguiente: hubo 2 comitivas que llagaron hasta Augusto cuando tocó suelo itálico. La 1ª fue dirigida por Lucrecio antes que fuese cónsul, y tuvo por objetivo hacerle ver al emperador los problemas suscitados en Roma durante sus ausencia (especialmente lo referente al deseo de Egnazio Rufo de postular al cargo consular). Esta comitiva había alcanzado a Augusto en un lugar distinto de la Campania, y en la entrevista Augusto habría procedido a designar a Lucrecio como cónsul.

También habría que señalar la ilegalidad de lo obrado por el emperador. En esta ocasión, Lucrecio habría transmitido un recado en el cual el Senado pedía a Augusto que retornase a Roma por la difícil situación. La comisión a la que hace referencia el texto está encabezada por Lucrecio como cónsul, y por lo tanto se trataría de una 2ª comitiva dirigida a Augusto, cuyos motivos nosotros desconocemos.

(24) En Hispania y la Galia estuvoAugusto 3 años, del 16 al 13 a.C. Para su vuelta, el Senado decretó que se levantara el Ara Pacis (altar de la paz), ya que la paz parecía finalmente asegurada.

(25) Las 3 ocasiones a las cuales hace referencia Augusto, fueron: el triunfo en Accio, la guerra contra los cántabros y la expedición en Arabia.

(26) Sus 2 hijos adoptivos: Cayo César (hijo mayor de Agripa y Julia, nacido el 20 a.C y muerto el 4 d.C) y Lucio (2º hijo del mismo matrimonio, muerto el 23 d.C). Casi todos los autores están de acuerdo en señalar que éste es unos de los capítulos fundamentales de la obra, ya que está presente el permanente intento del emperador por establecer un orden sucesorio, y crear un régimen de tipo dinástico. Todo tiende a indicar que estos 2 hijos eran vistos en este sentido.

El punto conflictivo es que Augusto declaró que él habría restaurado la República, y ambas cosas son incompatibles. En el problema de la creación de una dinastía, que bien sabemos se llevó adelante, han encontrado un buen argumento los historiadores que retienen que Augusto fue el creador de un nuevo orden.

(27) La totalidad del capítulo tiende a hacer resaltar el apoyo con que contaba Augusto entre los senadores y los caballeros.

(28) Parece que la mayor parte de estas donaciones fueron entregadas a la plebe de la ciudad de Roma con los grandes botines obtenidos en la guerra. Por ejemplo, la donación realizada en el 5º consulado (29 a.C) parece haberla hecho con el botín obtenido de Cleopatra (el cual fue lejos el más grande de los que obtuvo). Cada uno de estos actos de Augusto aparecen relacionados a un gran momento de su gobierno. Durante el 5º consulado hizo la donación para celebrar la conquista de Egipto, durante el 10º consulado celebró la victoria sobre los cántabros, y durante la 12ª tribunicia potestad asumió el pontificado máximo (12 a.C).

(29) Se trata del intento de solución a uno de los más graves problemas de la administración en el Imperio: el de los veteranos. El problema se desarrollo y tomó progresiva fuerza durante el s. I a.C, ya que los soldados entendían que tenían derecho a un premio al ser licenciados. La mayoría de las veces estos premios se otorgaban en tierras, con lo cual se cumplía el objetivo de convertir a los ex-combatientes en agricultores, quienes guardaban profunda gratitud al general que conseguía estos premios ante el estado. Quedaban los soldados licenciados (veteranos), dispuestos a retomar las armas en el momento en que el general se los pidiese.

El problema es que las tierras entregadas por esta vía eran producto de las expropiaciones, como lo prueba la historia personal de Virgilio. Augusto trató de poner orden a esta situación con el elenco de medidas anunciadas en este capítulo. La reforma más importante introducida por Augusto fue la de crear un erario militar, o fondo del estado para pagar a los licenciados del ejercito (6 d.C). La importancia radica en el hecho de que ahora el ex-soldado recibe los beneficios del estado y no de un general en particular, produciendo la identificación con el Imperio Romano y con un ente individual.

(30) La suma fue versada por Augusto para la creación del erario, el 6 d.C. También influyó en la decisión de Augusto su deseo de no seguir desembolsando grandes sumas de su patrimonio para los veteranos, sino que hacer que estos gastos fueran afrontados por el estado. Para el financiamiento del erario militar se contaron con impuestos a las herencias (5%) y a las ventas realizadas en remate (1%).

(31) Estas asignaciones parecen haber sido una iniciativa privada da Augusto, para aprovisionar de grano a la ciudad.

(32) Este capítulo, como los dos siguientes, se refieren a la reforma urbana que Augusto realizó en Roma, y que cambió el rostro de la ciudad, colocándola a la altura de la capital del mundo. El plan estuvo en la mente y los proyectos de César, y a su muerte los practicó Augusto.

El Lupercal es una gruta al costado del Palatino, donde se celebraban sacrificios en memoria del amamantamiento de Rómulo y Remo por parte de la loba.

La referencia que hace a la construcción del Senado es relativa, ya que un edificio del senado existía desde hace mucho. Augusto concluyó la obra, iniciada por César, de construcción de un nuevo edificio para el Senado, adyacente al anterior.

(33) Los acueductos son fundamentales para el abastecimiento de aguas de una ciudad que, como Roma, no contaba con vertientes propias.

(34) Ariminio es hoy Rímini.

(35) El tempo de Marte Vengador fue consagrado el año 42 a.C para celebrar la victoria sobre los asesinos de César. Marcelo era hijo de Octavia, la hermana de Augusto. Augusto distinguió a Marcelo, pensando en él como un sucesor (hasta que éste murió el 25 d.C).

(36) El oro coronario era un donativo de oro que, de acuerdo a las costumbres orientales, se enviaba a los vencedores. Muy en la línea de Augusto está el rechazó a este tipo de donativos.

(37) Los juegos aquí mencionados son aquellos cuya organización estaba encargada a los magistrados. Otros juegos eran de tipo religioso, y estaban a cargo los sacerdotes. Los juegos gladatorios tuvieron lugar el 29 y el 28 a.C, para celebrar el triunfo de Augusto en la batalla de Accio.

Sobre las ocasiones que los organizó a nombre de sus hijos o sobrinos, sabemos que el 17 a.C se realizó uno al adoptar a Cayo César y Lucio. El 4 d.C hubo uno con motivo de la adopción de Tiberio. El capítulo, en general, nos muestra la gran importancia que Augusto concedió a esta forma de entretención popular, que ya se había comenzado a desarrollar bajo la República.

(38) El combate naval fue el 2 a.C.

(39) El ataque está dirigido en contra de Antonio, quien se había apropiado de ellos. Como en todo el texto, ningún enemigo de Augusto es mencionado por su nombre. La medida de Augusto está en parte inspirada en la piedad, y también por ese ánimo de justicia que el autor resalta a través de todo el documento.

(40) Nueva ocasión en la cual Augusto pone de manifiesto su medida para aceptar honores públicos. Rechazó las estatuas que se levantaron en un gran número en su honor (cuya cifra que se puede traducir en que Augusto gozaba de un gran cariño popular), y dedicó ese oro a Apolo. Siempre es interesante tratar una explicación sobre el por qué de esta actitud de Augusto.

Algo que sirve para entender, pero no agota el asunto, es que el emperador era inmensamente rico, y podía rechazar los donativos que se le hacían. Y lo suficientemente poderoso como para permitirse rechazar estas manifestaciones a su persona. Pero hay más, pues Augusto se interesó en controlar el gobierno, y a eso dedicó muchos de sus esfuerzos, no aceptando nunca el dar la imagen de estar gobernando de forma monárquica. De ahí que siempre rechazara honores que podían despertar suspicacias.

(41) Augusto resalta, de manera especial, el hecho de que liberó el mar de piratas, uno de sus aportes fundamentales para la normalización de las rutas comerciales por mar. El contexto más general, al cual el emperador parece hacer referencia, es que bajo su gobierno se llegó a la paz, como logro máximo. La referencia a los piratas es peyorativa, ya que se trata de las batallas que libró contra la flota de Sexto Pompeyo, quien no fue propiamente un pirata.

(42) Las provincias que se juraron fueron sólo las occidentales.

(43) El Senado estaba compuesto por 1.000 senadores, de los cuales 300 no estuvieron con Antonio.

(44) Se toca aquí uno de los puntos fundamentales del gobierno de Augusto: la idea fue la de reforzar las tierras del Imperio, estacionando los ejércitos en las fronteras y sin llevar adelante una política de nuevas conquistas. Esta política, ideada por Augusto a partir de razones muy concretas, se mantuvo en pie bajo la mayoría de los emperadores de los 2 primeros siglos d.C.

(45) Galias e Hipanias, en plural en el texto latino ya que la 1ª estaba dividida en 3 partes y la Hispania en 2.

La referencia que se hace de Germania es dudosa, ya que allí Roma sufrió la derrota de las 2 legiones de Varo, el 9 d.C. De hecho, esta derrota fue decisiva en la política de fronteras que estableció Augusto. La verdad es que Roma no logró nunca un control radical sobre la completa Germania.

(46) Hacia el 7 y 6 a.C, las tribus alpinas lograron ser pacificadas. La idea de que no llevó a cabo ninguna guerra injusta es extraña, ya que se sabe que las causas fueron económicas con el fin de asegurar la economía italiana y el tráfico comercial transalpino. Las tribus, en general, lucharon por su independencia.

(47) La expedición a Etiopía fue realizada del 23 al 22 a.C.

(48) Egipto se convirtió en provincia romana tras la batalla de Accio. Esta conquista fue de 1ª importancia para Roma, ya que proveyó el abastecimiento permanente de grano que tanto necesitaba. Augusto se preocupó especialmente que el Senado no tuviese ninguna injerencia en la provincia, y la colocó bajo el dominio de un prefecto ecuestre (de hecho, los senadores sólo podían visitar la nueva provincia con un permiso especial del emperador). La razón de fondo era que la provincia era riquísima y muy importante, y el emperador, al controlarla, controlaba y reafirmaba su poder.

Un problema lo constituyó la designación del prefecto de Egipto, hombre muy poderoso. El 1º de los designados por Augusto fue Cornelio Galo, amigo del emperador. Pero Cayó en desgracia ante el emperador y se suicidó. Más que por motivos reales de deslealtad política, su caso fue un ejemplo del recelo del gobierno de Roma frente a los poderes del prefecto de Egipto.

La dominación que Roma hizo de Egipto ha sido muy discutida. El historiador Grafton dice que "la conquista romana de Egipto tuvo resultados desastrosos durante 3 siglos, pues sus entradas fueron gastadas en el exterior, mientras el capital afluía a Roma".

(49) Se trata de las provincias de Macedonia, Acaya, Bitinia, el Ponto, Asia, Cilicia, Siria, Creta, Cirene. Sicilia, y Sardeña, recuperadas tras las campañas navales contra Sexto Pompeyo (36 a.C).

(50) Sobre los veteranos estanciados en estas colonias, ver notas del capítulo XVI.

(51) Las relaciones establecidas con los partos figura entre unos de los puntos más importante en el plano internacional del gobierno de Augusto. Entre ambos pueblos se llegó a un entendimiento diplomático de buenas relaciones. Las últimas investigaciones ponen de manifiesto que el emperador romano se preocupó bastante de esas relaciones, ya que la ruta comercial por tierra con la India, que pasaba a través de Armenia, tuvo bastante tráfico en este periodo. Investigaciones actuales están llegando a la conclusión de que el tráfico por vía terrestre fue de un volumen mayor del que se pensó en otro tiempo.

(52) La sumisión de Panonia tuvo lugar entre el 12 y el 9 a.C.

La referencia a Tiberio no debe hacer creer que es una justificación del emperador hacia quien ha designado como su sucesor. En esta época, las relaciones entre ambos son bastante débiles, y el año 6 a.C (3 años después de la fecha señalada para la pacificación de la Panonia), Tiberio romperá con Augusto, al sentirse desplazado por Cayo y Lucio César. Las relaciones no se recompondrán sino mucho tiempo después, y debido a la muerte de los otros posibles sucesores.

(53) Las acciones al otro lado del Danubio fueron dirigidas por Cornelio Lentulo. Canali hace notar que, en este sentido, la perspectiva temporal está subordinada a una óptica subjetiva y triunfal, más que cronológica.

(54) Los bastarnos fueron un pueblo germano del Danubio, los escitas habitaban en la desembocadura del Don (Tanais), los albanos en la región del Caspio, y los beros al sur del Cáucaso (al noroeste de Armenia).

(55) Tiridates II se refugió con Augusto en 2 ocasiones: el 30 a.C y el 26 a.C. Fraates V huyó a Roma el 4 a.C, Artavasdes vino a Roma pedir ayuda entre el 31 y 30 a.C. Los adiabenes eran población de Asiria, y tras una referencia a los reyes de Britania, pasa a mencionar pueblos germánicos (Canali).

(56) Según Brunt y Moore, Augusto insiste aquí en el carácter de novedad de las relaciones que él establece con otros pueblos.

(57) La afirmación de Augusto parece correcta en los datos, pero exagera en el fondo del problema. Suetonio dice a este respecto: "Muchos príncipes que desde antiguo se disputaban entre sí el mando, reconocieron al que él designo" (Suetonio, Augusto, XXI). No se trataría entonces de una designación, sino que del apoyo que brindó a uno de los aspirantes en pugna.

Vonones fue uno de los hijos de Fraates IV, y fue designado rey por Augusto. Aribarzanes fue puesto como rey de la Armenia por Cayo César (1 a.C).

(58) Es notable el esfuerzo que Augusto realiza en este capítulo, ya que, sin distraerse en nada, apunta con mucha fuerza a rescatar lo que considera el fundamento último sobre la base del cual gobernó Roma a partir del año 27 a.C (año en que, según sus palabras, restauró la República ("transferí el control de todas las cosas del estado").

(59) Interesante es rescatar que Augusto se presenta como un princeps, y que su gobierno reposa más que nada en su inmenso prestigio. Los 4 términos utilizados por el emperador (valor, clemencia, justicia y piedad) son aquellos valores que Cicerón (Republica, II) exige al príncipe que necesita la sociedad romana.

(60) Coherente con lo anterior, Augusto señala que su autoridad, y prestigio moral, fue lo que lo puso a la cabeza del gobierno (cuestión que resulta discutible, ya que combinó una serie de cargos que le permitieron dirigir el Imperio Romano).

(61) El título de "padre de la patria" lo recibió el año 2 a.C, y con él Augusto completó su titulatura. El título tenía de importante que implicaba confirmar el carácter original de la obra de Augusto. Por otro lado, vale decir que este título ha de entenderse no en su forma ciceroniana de "salvación de la República", sino en el del mismo Rómulo, como "creador de un nuevo orden".

(62) Augusto morirá el año 14 d.C, un año más tarde de finalizar sus memorias.