22 de Octubre

Santas Nunila y Alodia

José Morenilla
Mercabá, 22 octubre 2025

Semblanza

         A inicios del s. IX, España se debate en lucha contra el invasor musulmán, y en Huesca ejercen su dominio los Banu Qasi, tolerantes con los cristianos (no obligándoles a abrazar el Islam) pero amantes del dinero (sometiéndoles a odiosos impuestos). No obstante, los cristianos no podían ocupar cargos públicos, y cualquier infracción contra las leyes islámicas era castigada de forma implacable (sobre todo la apostasía, en el caso de los muladíes).

         A 41 km de Huesca se alza la villa de Adahuesca. Es un cruce de caminos por el que ha de pasar quien recorre la comarca del Somontano. Sus calles tortuosas y empedradas, sus edificios mudéjares, guardan todavía recuerdos del paso del Islam.

        Aquí vivía un rico musulmán, dueño de grandes extensiones de tierras. Se enamoró de una cristiana con la que se casó y, entre los años 824 y 827, tuvo 2 hijas: Nunila y Alodia. Nunila, o diminutivo de Nuria; y Alodia, que significa "cosa preciosa". Los vecinos de Adahuesca muestran hoy todavía la casa donde, según la tradición, nacieron las futuras mártires.

         Sí, a rezar, pero a Cristo Jesús. Porque su madre siguió siendo cristiana en su corazón, y en secreto quiso que sus hijas conocieran al Salvador del mundo. Le fue muy fácil iniciarles en la fe cristiana, pues el padre murió siendo ellas muy jóvenes. Pero unos años más tarde murió a su vez la madre.

         A las 2 jóvenes les tocó ir a vivir con un tío suyo mahometano muy celoso, quien pronto se dio cuenta de que sus sobrinas no profesaban la religión de su padre. Intentó convencerlas con buenos modos para que abandonaran la religión cristiana, pero Nunila y Alodia se negaron. Y por más que insistió, no logró destruir la sólida fe de sus sobrinas.

         Decidió entonces denunciarlas ante el juez, ¡un tío a sus 2 sobrinas huérfanas y niñas! El juez moro Jalaf, de Alquézar, fue el encargado de juzgar el asunto. Las hizo comparecer ante él. Pero nada consiguió, porque ellas se declararon dispuestas a morir antes que renegar de Jesucristo, y de la fe de su madre.

         Jalaf sintió pena al verlas tan jóvenes y hermosas, y no tuvo más remedio que dejarlas en libertad, pero bajo el cargo de 2 mujeres mahometanas a las que encargó abrir los ojos a las doncellas, para que se unieran a la fe mahometana. No hubo manera. Nunila y Alodia resistieron todos los argumentos, y no cambiaban su fe cristiana por nada del mundo, a pesar de las amenazas.

         Las llevaron entonces a Huesca, para que comparecieran ante el cadí Zimael. Corría el año 851, y conocemos los detalles del interrogatorio y martirio a través del relato de San Eulogio de Córdoba, a quien su amigo Venerio (obispo de Alcalá) se lo contó con motivo del concilio del año 852. San Eulogio se entusiasmó con ese relato, y decidió ponerlo por escrito en su Memoriale Sanctorum como ejemplo de resistencia cristiana, para que sus feligreses de Córdoba superasen los momentos difíciles de desaliento y persecución.

         Ante Zimael se presentaron las 2 hermanas con los pies ensangrentados. Habían venido a pie y descalzas, para acostumbrar sus cuerpos al sufrimiento, pues ya preveían lo que iba a pasar si no renegaban de su fe. El juez empezó su interrogatorio:

—¿Cómo os habéis atrevido a abandonar la fe de vuestro padre? Pues veo que sois unas chiquillas y no os dais cuenta de lo que hacéis. Estáis en un grave error, así que os aconsejo que volváis a nuestra ley. Si así lo hacéis os buscaré un esposo hermoso y rico. Os lo merecéis.

         Ellas, sin perder la serenidad, le contestan:

—Somos cristianas, gracias a nuestra madre que nos enseñó esta religión, y ahora estamos dispuestas a morir por ella.

         Zimael no dio demasiada importancia a esta 1ª respuesta de las niñas, que consideró como una bravata. Pensó que la mejor manera de vencer su empeño era separar a las 2 hermanas. Así lo hizo. Llamaba alternativamente a una de ellas, y con halagos procuraba ganarla. Y si no, con amenazas.

         Le decía a una que la otra se había retractado y convertido a la fe musulmana. Pero nada. Ambas se mantenían firmes en la fe. Y así durante 40 días. Harto ya, el juez musulmán las citó a ambas ante su tribunal, y con voz suave las fue aconsejando, prometiéndoles grandes premios si se convertían a la religión de su padre.

—Aunque todo lo que nos prometes sea verdad, no vale nada en comparación con nuestro esposo Jesucristo, y las riquezas que él nos da.

         En vista de la imposibilidad de convencerlas, el cadí se puso duro:

—Os haré matar si no obedecéis.

—No nos importa, estamos dispuestas a morir antes que renegar de Jesucristo.

—Declarad ante 2 testigos que aceptáis la ley mahometana.

—Preferimos morir ahora por Jesucristo, e ir con él a la vida eterna, antes que seguir viviendo y caer en la muerte del infierno.

         Aquello colmó la paciencia de Zimael. "Estamos perdiendo el tiempo", exclamó furioso. E hizo venir al verdugo.

—¡Hiere! ¡Sí, hiere! ¡Córtales la cabeza!

         El verdugo duda, pues no comprende que se pueda matar, así de repente, a 2 jovencitas indefensas. Pero el juez repite 3 veces la orden. Entonces Nunila, dirigiéndose a su hermana pequeña, le dice:

—Alodia, haz lo que me veas hacer a mí.

—Sí, hermana, no te inquietes. Seguiré tu ejemplo.

         Entonces Nunila recoge sus cabellos, descubre su cuello y dice al verdugo:

—Hiere rápido.

         Y recibe el golpe fatal. Cae moribunda a los pies de Alodia, que a ejemplo de su hermana, desata sus cabellos y ofrece su cuello al verdugo. Pero Zimael ordena al verdugo que no la hiera, que espere. Piensa que la muerte de Nunila habría minado la resistencia de Alodia:

—¿Qué adelantas con morir tan cruelmente? Obedéceme y te daré todo lo que quieras.

—No obedeceré. Anda, dególlame. ¡Ya voy, hermana, ya voy!

         Y sin esperar más, echa su cabellera atrás, descubre su cuello y el verdugo la hiere de muerte con su alfanje.

         Los cuerpos de las 2 mártires fueron dejados a la intemperie para que fueran devorados, pero los perros y las aves carroñeras los respetaron. Enterado Zimael de que los cristianos querían recoger sus cadáveres para darles sepultura, y venerarlas como mártires, mandó echarlos a una sima y cubrirlos de piedras.

         El relato del martirio de las 2 jóvenes recorrió España entera. Hoy día, sus restos reposan en el monasterio de Leyre y en la Catedral de Pamplona, donde fueron trasladados después de muchas vicisitudes en la Guerra de la Independencia y desamortización de Mendizábal.

         El culto de las santas Nunila y Alodia se fue extendiendo por Navarra, Alava y la Rioja. Y del norte de España pasó su devoción a Andalucía. En 1451, el conde de Lerin llevó consigo unas reliquias de las santas mártires cedidas por Leyre, y junto a unas imágenes góticas erigió un templo en su honor en la granadina sierra de la Sagra, último bastión de los alhomades: el Santuario de las Santas Mártires del Monte, de las parroquias de Puebla y Huéscar.

         Fueron muchos los navarros que se quedaron en aquellas tierras recién reconquistadas. Desde entonces, las santas Nunila y Alodia son las patronas de Puebla de don Fadrique y de Huéscar.

         Los cristianos de principios del s. XXI no tenemos jueces que nos impidan la profesión de nuestra fe cristiana. Y sin embargo, la fe está expuesta a claudicar ante cualquier indiferencia religiosa, ante el culto a los ídolos de la sociedad de la abundancia, ante el sexo libre, el placer o la ambición.

         En aquellos primeros siglos de la conquista musulmana no era fácil para los cristianos mantenerse firmes en la fe, pues la moda era lo islámico, y quien no fuera musulmán no podía aspirar a puestos de poder y se veía obligado a pagar pesados impuestos. En una palabra, había que ir a contracorriente, como también hoy hay que hacer. Las jóvenes Nunila y Alodia, de aquella comarca de Huesca de hace ya 1.200 años, nos muestran el camino.

 Act: 22/10/25     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A