27 de Octubre

Santos Vicente, Sabina y Cristeta

Arzob. de Madrid
Mercabá, 27 octubre 2025

Semblanza

         Nacieron a finales del s. III en Talavera de la Reina (Toledo), como 3 hermanos que disfrutaban su juventud (Cristeta, casi niña) como en tantos hogares de la Hispania de su época. Un hogar en el que Vicente era el mayor, y hacía las veces de padre tras el fallecimiento de sus padres.

         Llegado el 304 mandaba en el Imperio Romano la tetrarquía impuesta por Diocleciano, con el fin de poner término a la decadencia económica originada por las innumerables amenazas de fronteras. El augusto Diocleciano residía en Nicomedia y ocupaba la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio residía en Sirmio y se ocupaba del Oriente; Maximiano se estableció en Milán, y Constancio en Tréveris, como gobernante del Occidente.

         El gobernador de España se llamaba Publio Daciano, un hombre cruel que odiaba sin límites a los cristianos, y que iba dejando un reguero de mártires a través de la línea del Ebro y del Tajo, y de las ciudades de Barcelona, Zaragoza, Alcalá, Toledo y Mérida. A su llegada a Toledo, encargó a sus secuaces que buscaran a los seguidores de Cristo, y se adentran en la población de Talavera.

         Allí eran muy conocidas las virtudes cristianas de Vicente, que se desvivía por la ayuda a su familia y al prójimo, y que era ejemplo de alegría, nobleza y rectitud.

         Llevado Vicente a la presencia de Daciano, se repitió el esquema clásico (en parte verídico y en parte parenético) de las Actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano (con promesas fáciles), y profesiones de fe en Jesucristo por parte del cristiano (anhelando la vida eterna prometida).

         Amenazas de una autoridad que se mostraba dispuesta a hacer cumplir las leyes de modo implacable. Y exposición a perderlo todo, menos su fe, por parte del cristiano. Todo ello con tonos dramáticos y triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural con el que las Actas manifestaban la complacencia divina ante la fidelidad del fiel.

         El caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus 2 hermanas que, entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor.

        La escapada se realiza, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Avila, donde los 3 hermanos son martirizados el 304. El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso familiar.

 Act: 27/10/25     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A