29 de Noviembre

San Saturnino de Tolosa

Antonio Dumas
Mercabá, 29 noviembre 2024

         Históricamente, apenas se sabe nada sobre el 1º obispo de Tolosa, aunque numerosos testimonios de su época y comarca, relativos a su culto, nos ayudan a acercarnos al personaje.

         Por otra parte, los orígenes de Tolosa se remontaban a las migraciones de los pueblos celtas del s. IV a.C. Bajo la conquista romana (del 128 a.C al 52 d.C), la Galia céltica había asimilado la civilización romana, guardando su espíritu propio. Y de esta manera Tolosa, renovada por las instituciones romanas, se convirtió en la ciudad más floreciente de la provincia narbonense.

         Saturnino fue el fundador de la Iglesia de Tolosa, en pleno apogeo de la ciudad galo-romana del s. III. Y convirtió a su diócesis en una de las más destacadas de los antiguos países occidentales.

         Su nombre, diminutivo del dios Saturno, nos hace presagiar un origen galo-romano bastante corriente y común, de aquellas comarcas narbonenses de las Galias. Lo que nos llevaría a desechar aquellas leyendas orientalizantes que le hicieron venir del Oriente, y según las cuales:

"San Saturnino nació en Patrás (Grecia), hijo del rey Egeo de Acaya y de la reina Casandra (hija de Tolomeo). Y desde allí marchó a Palestina para ver a San Juan Bautista, quien le bautizó y le encaminó hacia Cristo, asistiendo a la multiplicación de los panes, a la santa cena, al pasaje de Cristo resucitado asando pescado y a Pentecostés. Tras lo cual, acompañó a Pedro a la Pentápolis y a Persia, desde donde fue enviado a Roma, ordenado obispo y enviado a Tolosa, acompañando a San Pablo".

         Desechadas las fábulas, sabemos que Saturnino no contó en Tolosa más que con un pequeño grupo de cristianos. Y que con su celo apostólico, organizó esta pequeña y joven comunidad, gobernándola como un buen pastor.

         Pocos más datos históricos hay sobre su vida, aunque éstos empiezan a aparecer a la hora de describir su muerte. Efectivamente, era el año 250, y en Tolosa fueron publicados los Edictos de Decio, que obligaban a todos los cristianos a hacer acto público de idolatría. Y en ese momento aparece Saturnino, como obispo al frente de Tolosa y como reacio a cumplir el edicto imperial.

         Se desata entonces la persecución, y los sacerdotes paganos de Tolosa atribuyen a Saturnino el mutismo de sus ídolos, que no emitían oráculos. Un día, los sacerdotes paganos excitaron a la muchedumbre contra el obispo, cuando éste pasaba ante el Templo de Júpiter. Y quisieron obligarle a sacrificar a los dioses.

         Los paganos, exasperados ante su enérgica negativa, no quisieron esperar la demora que suponía una denuncia y proceso regular. Y la muchedumbre, con la complicidad tácita de los magistrados, se apoderó de Saturnino y lo ató a un toro mediante una cuerda, para que éste saliese corriendo y Saturnino sirviese de espectáculo.

         Así murió Saturnino, inmolado ante la vista del populacho, con su cabeza rota y su cuerpo despedazado, en medio del motín popular. Era el 29 noviembre 250.

         La comunidad de Tolosa, consternada por lo que había sucedido, no se atrevía a tocar el cuerpo de su obispo y mártir, porque la persecución exigía prudencia. Sin embargo, 2 mujeres valerosas recogieron piadosamente su cuerpo y lo sepultaron dignamente cerca de allí, al norte de la ciudad y a orillas de la gran ruta de Aquitania.

         Un siglo más tarde, el obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su predecesor una bóveda de ladrillo y una basílica pequeña de madera. El obispo Silvio, sucesor de Hilario, empezó la construcción de una nueva basílica, terminada por Exuperio en el s. V y destruida por los sarracenos el año 711.

         La fiesta del mártir no fue celebrada litúrgicamente, y por eso debió olvidarse muy pronto. Más tarde, cuando la memoria del mártir fue restablecida, se asignó la fecha de 29 de noviembre para su celebración (la misma fecha que su homónimo mártir Saturnino de Roma, muerto 50 años después que él).

         Dos siglos después del martirio, y cuando su culto estaba ya bien establecido, un clérigo tolosano compuso en su honor un panegírico, que sigue siendo la mejor fuente de información. Lo había elaborado recogiendo documentos de la época (del s. V), y sirvió de sermón para la fiesta del mártir.

         Hacia el año 530 Cesareo de Arlés, narrando la evangelización de la Galia, pondrá al primer obispo de Tolosa entre el número de los discípulos de los apóstoles, haciéndole compañero de San Trófimo de Arlés y embarruntando la leyenda, que empezó a rellenar los huecos de la historia. Entre otras cosas, dicha literatura legendaria empezó a propagar que:

"En Nimes, San Saturnino convirtió a San Honesto, y lo asoció a su obra de evangelización. Hasta que los dos fueron aprisionados en Carcasona, y salvados milagrosamente. En Tolosa, Saturnino curó de lepra a una dama noble. Más tarde, envió a su discípulo Honesto a España, el cual volvió en su busca y llevó al santo a España. En España, Saturnino bautizó a 40.000 personas en Pamplona, recorrió victoriosamente Galicia y llegó hasta Toledo, volviendo luego a Francia por Comminges y estableciéndose definitivamente en Tolosa, hasta que sufrió el martirio atado a un toro".

         El culto a San Saturnino atravesó los Pirineos en el s. V, y en el s. IX San Saturnino gozó de gran popularidad en España gracias a los cruzados franceses, que avivaron el culto a su Saint Sernin de Toulouse, a lo largo del Camino a Santiago.

         Gracias a Compostela, pues, fue propagado, en sentido inverso, el culto a San Saturnino. Pues el camino francés hacia Compostela decidió empezar por la basílica de San Sernin de Toulouse (basílica de San Saturnino de Tolosa), y miles de peregrinos empezaron a caminar a Compostela desde Toulouse (Tolosa), llevando por todas partes la devoción al gran obispo Saturnino. Así mismo, su culto también se extendió por los ríos Loira y Rin.

         La vieja Basílica Saint Sernín de Toulouse, que había levantado Exuperio (ca. 410), fue reemplazada por otra románica a fines del s. XI, y fue consagrada por Urbano II (ca. 1096). El 6 septiembre 1258 el obispo Raimundo procedió a la elevación de los restos de San Saturnino, y los hizo depositar en el coro.

         Se trata de una de las primeras basílicas románicas, notable por sus 5 naves de 11 bovedillas, su vasto crucero y su coro de deambulatorio, guarnecido por capillas radiadas. En cuanto a la Capilla de Taur, se dice que se alza sobre el emplazamiento del antiguo capitolio pagano (que no tiene nada que ver con el ayuntamiento, donde en la Edad Media se tenían las sesiones capitulares), y que recuerda el lugar del martirio.

         Al recuerdo de San Saturnino hay que asociar el de las 2 santas mujeres que tuvieron la valentía de levantar el cuerpo del mártir mutilado, para enterrarle cerca del lugar donde el toro furioso lo había despedazado. La liturgia las celebra en la diócesis de Tolosa (Toulouse) el 17 de octubre, bajo el nombre de las Santas Doncellas. Como recuerda el Martirologio romano, en sus líneas para este día:

"En tiempo de Decio, San Saturnino Obispo fue detenido por los paganos en el Capitolio de Tolosa, y arrojado desde lo alto de las gradas. Y así, rota su cabeza, esparcido su cerebro y magullado su cuerpo, entregó su digna alma a Cristo".

 Act: 29/11/24     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A