30 de Diciembre
San Sabino de Spoleto
Felipe Santos
Mercabá, 30 diciembre 2025
Semblanza
Nació el 245 en Faenza (Bolonia), decidiendo desde muy joven llevar una vida eremítica en el bosque de Liba. Poco más se sabe de su vida, salvo que fue elegido por la comunidad cristiana de Asís para ser su pastor (u obispo), y poco después por la de Spoleto.
Según relata su Passio del s. V, o teatro popular que lo daba a conocer, se dice que el año 303 el emperador Maximiano ordenó su detención, encargando su proceso al prefecto Venustiano (encargado de la Tuscia y Umbria), ejecutor no sólo del obispo Sabino sino también de sus 2 diáconos (Marcelo y Exuperantio).
Una vez que llegó el momento de pasar vista a la causa, y ambos frente a frente, nos dice la Passio que el prefecto interpeló al obispo:
—¿Por qué y con qué derecho dices al pueblo que deje nuestros dioses para adorar a un hombre muerto?, le interpela Venustiano.
—Sepa usted que Cristo, después de morir, resucitó al tercer día, le contesta Sabino.
—Puedes elegir entre adorar a nuestros dioses o morir. Y a ver si resucitas como Cristo, le replica Venustiano.
Sin dudarlo un instante, el obispo Sabino cogió una estatua de Júpiter que allí había presente, y con toda su furia la lanzó al suelo, haciéndola añicos. Venustiano ordenó que le fueran cortadas las manos, y ordenó su encarcelamiento.
Según la leyenda, en la cárcel devolvió Sabino la vista a un ciego, y el propio gobernador fue a ver si esto era verdad. Al parecer, no sólo le había curado la vista, sino también el alma, puesto que también lo había bautizado.
Llegada a Roma la noticia de lo sucedido en la cárcel de Spoleto, Maximiano cambió a Venustiano de destino, y encomendó al nuevo prefecto Lucio la decapitación ipso facta de los 2 diáconos, así como un proceso de tortura y muerte al obispo Sabino, a base de flagelaciones.
El 7 diciembre 303 moría Sabino a raíz de las heridas, y muy pronto los cristianos de Spoleto lo enterraron a las afueras de la ciudad. La hermana de Sabino acudió entonces a por su cadáver, y lo trasladó a la ermita que su hermano había levantado en Fusignano, en el bosque en que había llevado una vida eremítica juvenil.
Desde muy temprano, el culto a San Sabino fue creciendo en toda la Italia central, y su tumba se convirtió en lugar de peregrinación a lo largo de todo el s. V. Así mismo, los mundiales y bizantinos mosaicos de Rávena (del s. VI) también representaron al santo, como ejemplo de obispo y eremita.
Negativamente, dicha fama hizo que sus restos fuesen saqueados de Fusignano constantemente, 1º por el obispo de Faenza (que secretamente recogió su esqueleto, y lo enterró en la catedral de Faenza) y después por diversos peregrinos del santo (que se fueron llevando los huesos restantes a Asís, Fermo e incluso Windberg), según se desprende de una carta del papa San Gregorio I Magno.
Act:
30/12/25
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