30 de Julio
San Pedro Crisólogo
Alejandro Olivar
Mercabá, 30 julio 2025
Semblanza
Nació el 380 en Imola (Emilia), siendo de pequeño educado (sin que sepamos el motivo) por el propio obispo Cornelio de Imola. Fue ordenado diácono (según el Líber Pontificalis de Rávena) y se mantuvo al servicio de su diminuta diócesis hasta el 430. Como él mismo explicaría de esta etapa juvenil:
"Un mismo sentimiento de veneración y de devoción me liga por igual con todas las iglesias. Mas me siento obligado de un modo particular con la Iglesia de Imola (Corneliensi Ecclesiae). Pues Cornelio, de muy santa memoria, fue mi padre, quien me engendró por el evangelio, quien piadosamente me crió, quien santamente me dedicó a los oficios santos, quien siendo obispo me consagró al servicio de los sagrados altares" (Homilías, 165).
De esta etapa en su patria (Imola) tan sólo sabemos que tenía a orgullo llamarse Pedro, y que con este nombre jugó al exclamar, durante la consagración de otro sufragáneo suyo (Marcelino de Voghenza): "Que nadie se admire si Pedro se ha escogido como colega a un pescador" (Homilías, 175).
Pero todo cambió el 433, cuando murió el arzobispo Juan de Rávena (metrópoli de la zona, y residencia del emperador Valentiniano III y de su madre Gala Placidia). Pues el clero de Rávena pidió al obispo más cercano (Cornelio de Imola) que fuese el encargado de mediar ante el papa, de cara al nombramiento del siguiente metropolitano.
El obispo Cornelio, y su secretario Pedro Crisólogo, llegaron a Sixto III, y nada más llegar éste decide cuál será el nuevo metropolitano de la poderosa Rávena: el joven Crisólogo.
Desde el 404, Rávena era la corte imperial de Occidente, bajo la emperatriz Gala Placidia. Y de ahí se explica que, a instancias del emperador romano, el papa confiriera a esta sede la dignidad de metropolitana. De hecho, Crisólogo fue el 1º arzobispo con esa cualidad (el antistes, como se decía entonces).
Desde su prestigiosa sede, Crisólogo (lit. Palabra de Oro) colaboró en las disputas doctrinales de la época, coincidiendo con la celebración de los concilios de Éfeso (ca. 431) y Calcedonia (ca. 451). Y en todas ellas afirmó que María era Madre de Cristo y Madre de Dios, y de que en Cristo había 2 naturalezas (una divina y otra humana), unidas en una sola persona.
Por ser el obispo de Rávena, a Crisólogo no paraban de escribirle Teodoreto de Ciro (ca. 431) y Eutiques (ca. 449), pidiendo su protección en las polémicas cristológicas del Oriente. Se ha conservado la respuesta de Crisólogo a Eutiques, la cual es un preclaro testimonio en favor de la sumisión debida al sumo jerarca de la Iglesia (el papa), máxime en cuestiones de fe:
"En todo te exhortamos, honorable hermano, a que acates con obediencia todas las decisiones escritas por el santísimo papa de la ciudad de Roma, ya que San Pedro, que continúa viviendo y presidiendo en su propia sede, brinda a los que la buscan la verdadera fe. Nosotros, en cambio, para el bien de la paz y de la fe, no podemos asumir las funciones de juez sin el consentimiento del obispo de Roma".
Como prelado, Crisólogo se distinguió por su actividad como constructor de edificios sagrados, y como consejero de la emperatriz regente de Roma (Gala Placidia). Ambos se estimularon en la devoción hacia la memoria de los santos. En 445 expiró en brazos de Pedro el obispo de Auxerre (San Germán), a quien Dios, de paso por Rávena, llamó a la gloria.
Pero sobre todo sobresalió Crisólogo como predicador. Su celebridad, y su titulo de doctor de la Iglesia (que Benedicto XIII le otorgó en 1729) proviene de sus sermones, que han llegado hasta nosotros. Su Sermonario Clásico consta de 176 sermones, de los cuales hay que rechazar 8 como no auténticos (el 53, 107, 119, 129, 135, 138, 149 y 159). En cambio, a la colección de su Sermonario Genuino (de 549 sermones) hay que añadir otros 14 sermones, editados en lugares muy distintos.
La mayor parte de estos discursos sagrados son homilías sobre determinadas pericopas evangélicas: 6 comentan los salmos, 12 sermones explican las epístolas de San Pablo, 7 son explanaciones del Símbolo de la Fe, y 6 explican la oración dominical a los catecúmenos. Hay algunas series de sermones heortásticos, en parte homiléticos, en parte exhortativos al ayuno, en parte panegíricos de santos y en parte circunstanciales (con motivo de consagraciones episcopales).
El estilo de Crisólogo es retórico y académico. Sus discursos acusan una preparación esmerada, y Pedro no decía nada que antes no hubiese escrito, estudiado, aprendido. Le falta la espontaneidad, o la naturalidad de un Agustín, por ejemplo. A pesar de todo, en sus frases, llenas de figuras retóricas y de sentencias, de juegos de palabras, de redundancias y pleonasmos, terminadas siempre con cláusulas rítmicas, se refleja el talento del orador.
El retoricismo, sin duda decadente de Pedro, que a principios del Medioevo le mereció el sobrenombre de Crisólogo (lit. Palabra de Oro), no es suficiente para ahogar el calor humano y el fervor divino que desprenden las palabras de nuestro santo predicador.
Crisólogo predicó entre los concilios de Efeso y de Calcedonia. Por eso es natural que sus discursos estén saturados de las preocupaciones cristológicas de la época. Creemos que este aspecto es el más interesante de los sermones. Mas no hay que olvidar que Crisólogo no es teólogo propiamente dicho. En las exhortaciones se refleja, ante todo, la preocupación pastoral del obispo de Rávena. En este sentido sus palabras son realmente el espejo de su santidad.
Si algún epíteto hubiese que darse a este orador, el más apropiado sería el de "doctor del amor paternal de Dios". Es característica, por ejemplo, la afición que manifiesta por la idea, que continuamente está repitiendo, de que Dios prefiere ser amado que temido. Su mariología está impregnada de un verdadero lirismo, y lo que él dice de la Virgen, con exuberancias de conceptos que parecen preanunciar las bizantinas, no tienen parangón en la literatura patrística.
Pedro murió el 3 diciembre 450. Según la tradición, fue a morir a su patria, junto al Sepulcro de San Casiano. De hecho, actualmente su sepulcro se venera en la Cripta de San Casiano, de la Catedral de Imola.
En los oficios litúrgicos de la Iglesia Católica, los sermones de Pedro Crisólogo se utilizan con frecuencia para alimentar y mantener la piedad de los fieles orantes. Como ejemplo, tomemos este párrafo del Sermón 148, utilizado en el Oficio coral:
"Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido honrado por Dios? ¿Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? ¿Por ventura este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para ser tu morada? Sí. Para ti ha sido creada esta luz que aparta las tinieblas que te rodean; para ti ha sido establecida la ordenada sucesión de los días y las noches; para ti el cielo ha sido iluminado con este variado fulgor del sol, de la luna, de las estrellas".
Act: 30/07/25 @santoral mercabá E D I T O R I A L M E R C A B A M U R C I A