8 de Febrero

Santa Josefina Bakhita

Vito Gómez
Mercabá, 8 febrero 2025

Semblanza

         Nació en 1869 en Sudán, de padres oficialmente musulmanes que practicaban la religión animista. Con 6 años fue capturada por comerciantes de esclavos (como lo había sido tiempo antes una hermana mayor), y metida entre la multitud de esclavos. Dada su corta edad, no fue capaz Josefina de recordar su propio nombre, y por ironía o sarcasmo la llamaron Bakhita, que en el dialecto de sus raptores significaba afortunada.

         Fue la pequeña Bakhita horriblemente vejada, y obligada a emprender con los demás prisioneros un larguísimo camino hacia los mercados del Norte. En compañía de otra niña, logró huir en busca de libertad, estando al borde de ser devorada por las fieras de la selva. Hasta que sus captores se ponen a buscarla por selvas y desiertos, y finalmente la capturan y venden a otros mercaderes.

         Bakhita fue vendida a un oficial del ejército turco, cuya mujer y madre se encargaron de someterla a un trato tiránico. Con frecuencia la golpeaban sin piedad, hasta el punto de dejarla incontables cicatrices que le duraron toda la vida. Ella, sin embargo, sufrió con fuerte ánimo todos aquellos tormentos y nunca se quejó de ellos. Se mostró humilde y sumisa durante el año que pasó con la familia turca.

         En 1884 la pusieron en venta en la ciudad de Jartum y la adquirió el cónsul italiano en aquellas tierras, Calixto Legnani; la retuvo como criada y trató con blandura y humanidad. Dos años después se volvió el cónsul Legnani a Italia y se la llevó consigo. La entregó a su amigo Augusto Michieli, que tenía muchos negocios en Africa. Estuvo en la población de Mirano Véneto, y allí se dispuso para recibir la fe cristiana.

         En Venecia fue recibida en un pío instituto de catecúmenos, que dirigían las Hijas de la Caridad llamadas vulgarmente Canosianas, por su fundadora Magdalena de Canossa. Atraída por el amor de la religión cristiana, quiso morar entre aquellas hermanas más que retornar a Africa. Superadas enormes dificultades fue dejada en libertad en 1889.

         El 9 enero 1890 recibió el bautismo, la confirmación y la eucaristía. Le impusieron los nombres de Josefina, Margarita y Fortunata Bakhita. Hasta su contacto con el cristianismo no había dado su nombre a religión alguna, pero se dejaba llevar por el testimonio de su alma "naturalmente cristiana", como diría su coterráneo Tertuliano. Cuando contemplaba las estrellas, la luna o el sol consideraba todo aquello como obra de las manos de un Artífice supremo.

         Su acercamiento a la vida cristiana lo atribuyó a una peculiar gracia de la divina providencia, y a la intercesión de la Virgen María. Pero su llamada a la vida cristiana, como había sucedido siglos antes a San Agustín, también africano, iba acompañada de la vocación al estado religioso. Pidió insistentemente y obtuvo ingresar en el mencionado Instituto de Hermanas Canosianas. Finalizado el noviciado, profesó el 8 diciembre 1896.

         Fue enviada a la casa que tenían en Schio, en la diócesis de Vicenza, y allí se ejercitó en los oficios de cocinera, portera, sacristana y enfermera de soldados. En todas estas ocupaciones se ponía de manifiesto su virtud egregia, particularmente su limpieza de espíritu, plena renuncia a la propia voluntad, humildad y caridad ferviente para con Dios y el prójimo.

         De 1933 a 1935 prestó su ayuda, bajo obediencia, a las misiones del propio instituto, recorriendo las casas de la congregación en Italia, no sin incomodidad que soportó con espíritu ecuánime. Volvió a la casa de Schio, donde permaneció hasta el fin de su vida.

         Como consecuencia de los malos tratos que había recibido, soportó muchas enfermedades, pero tales dolencias le ayudaban a revelar sus virtudes. Llevó siempre una vida humilde y completamente rendida a la voluntad de Dios y a la regla que había profesado. Pobre de espíritu, misericordiosa, limpia de corazón, pacífica, amante de la oración, devota de la Virgen Santísima. Para todos los que la conocieron fue un fúlgido ejemplo de fidelidad al evangelio y a la Iglesia de Cristo.

         Murió el 8 febrero 1947, dejando tras de sí no pequeña fama de santidad. Los primeros pasos del proceso de beatificación y canonización se dieron entre 1955 y 1958. Juan Pablo I mandó publicar el decreto de virtudes el 22 septiembre 1978. Fue beatificada por Juan Pablo II el 17 mayo 1992, y canonizada el 1 octubre 2000.

         Santa Josefina Bakhita fue el mejor ejemplo de cómo una persona puede manifestar la fuerza de la gracia de Dios, en medio de las enormes dificultades de la vida (sobre todo de niña, en que llegaron a hacerle olvidar su procedencia, y hasta su propio nombre).

 Act: 08/02/25     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A