9 de Mayo

San Pacomio de Tebaida

Rafael del Olmo
Mercabá, 9 mayo 2024

         Fue el iniciador de la vida egipcia del desierto, y junto a San Antonio Abad el que puso los cimientos de los padres del desierto, con sus reglas, vidas e influencia, tanto en sus contemporáneos como en las sucesivas generaciones.

         Nació el 292 en Sneh (Tebas), en el seno de una familia campesina pagana. A los 19 años fue reclutado para el ejército del emperador Maximiliano y llevado a Tebas, donde fue encarcelado. Allí fue donde tuvo el 1º contacto con los cristianos, que le marcó para toda la vida.

         Durante la noche, cuando estaba en la cárcel, los cristianos de la ciudad llevaron a los reclusos víveres y les invitaron a comer, pues les veían muy apenados. Al ver aquel gesto, Pacomio preguntó a sus compañeros de prisión que por qué les trataban tan humanitariamente y le respondieron: "Son cristianos y nos tratan así a causa del Dios del cielo".

         Este hecho es clave en la vida de Pacomio y constituye una referencia esencial para la interpretación de su vida cristiana y monástica. El gesto fraterno de los cristianos le hará entender que ser cristiano es amar a Dios para ponerse al servicio de los hombres.

         Tras ser puesto en libertad, se encaminó hacia el sur de Egipto y se detuvo en la comunidad cristiana de Seneset (hoy Kars-es-Sayad), alojándose en un pequeño templo abandonado dedicado a Serapis. Tras un breve catecumenado se bautizó, probablemente en la vigilia pascual del 313. Desde ese momento comenzó a ponerse al servicio de los demás e inició un descubrimiento gradual del modo de servir a los hombres.

         Para empezar, se quedó en Seneset durante 3 años, sirviendo a los apestados y atendiendo a la gente que, cada vez en más número, acudía a él. Pero pronto pensó en abrazar la vida anacorética, por lo que se presentó al obispo Alejandro de Alejandría, quien le sugirió que se pusiera bajo la dirección de Palamón, santo anacoreta con quien vivirá 7 años, iniciándose en la vida ascética y monástica mediante el ayuno y trabajo manual, la oración continua y la lectura y meditación de la Escritura, junto a la apertura del corazón y obediencia al anciano maestro.

         Transcurridos los 7 años, Pacomio se retiró solo al desierto, hasta que una voz interior le invitó a detenerse en una aldea abandonada a la ribera derecha del Nilo, llamada Tabennesi, y a erigir allí un monasterio. El joven Pacomio lo consultó con su maestro Palamón, quien le confirmó ser ésa la voluntad de Dios, y comenzó la construcción de un monasterio (ca. 320).

         Más tarde fundó otros monasterios, tanto para hombres como para mujeres, habiendo a su muerte 9 monasterios de hombres y 2 de mujeres, con más de 100 monjes y monjas cada uno de ellos. En el 1º monasterio de mujeres puso de superiora a su hermana María.

         A todos les dio una Regla, basada en el ideal de la comunidad cristiana de Jerusalén (Hch 2, 33; Hch 4, 32), que determina con precisión en 193 puntos el ritmo de la vida cotidiana del monje, y en uno de ellos propone que con el fruto del trabajo de cada monje se forme una bolsa común. También determina la organización del monasterio, con su hospedería, enfermería, talleres, refectorio y oratorio, todo bajo la autoridad de un abad, a quien se debe obediencia.

         Desde el principio, Pacomio quiso que sus monasterios fueran una koinonía, es decir, verdaderas comunidades cristianas, a semejanza de la de los primeros cristianos de Jerusalén, como la reflejan los Hechos de los Apóstoles, insistiendo en la comunión en la oración, en el trabajo y en las comidas. Además Pacomio y sus monjes tenían un gran respeto por los obispos, especialmente por San Atanasio (patriarca de Alejandría), quien iba con frecuencia a visitarles a sus monasterios de la Tebaida.

         En el año 346 se declaró una gran peste en la Tebaida, región donde estaban los monasterios, y diezmó a los monjes pacomianos. También Pacomio enfermó y murió el 9 de mayo de 346. Aunque no se sabe dónde le sepultaron, pues ése fue su deseo, manifestado a su discípulo predilecto (Teodoreto), los coptos, los etíopes y los latinos celebran su culto el 9 de mayo, mientras que los bizantinos celebran su fiesta el 7 de mayo. Después de su muerte, el cenobitismo pacomiano se extendió fuera de Egipto, sobre todo, por Oriente, y su regla ha servido de base para muchas otras posteriores.

         Los estudiosos han admitido la grandeza excepcional de este hombre de Dios en la vida y espiritualidad monásticas, siendo reconocido por todos que San Pacomio es el padre del cenobitismo. Efectivamente, cuando Pacomio se hizo monje, existían en el Alto Egipto numerosas y florecientes comunidades anacoréticas, es decir, grupos de monjes ascetas que se reunían en torno a un monje carismático, pero cada uno hacía vida completamente independiente. Sólo los sábados y los domingos se reunían para celebrar la eucaristía.

         En este ambiente, Pacomio fue el 1º que fundó la vida cenobítica, al reunir a los monjes en un monasterio y darles una vida en común, celebrando juntos la eucaristía y otros actos de la vida cotidiana como: la oración, el oficio divino, la lectura bíblica, la catequesis (5 días a la semana), el trabajo, las comidas y el descanso. La vida cenobítica de Pacomio tenía 3 características: vida en común, la misma Regla y un sólo abad. Pues para Pacomio el modo de ser monje es vivir la comunión con Dios y con los hermanos, que es una manera de vivir la vida cristiana.

         La caridad, para este santo cenobita, era el amor que se pone al servicio del otro y la vida monástica no está orientada sólo a los propios hermanos, sino a todo el género humano. Por eso, para Pacomio, el estado monástico representaba la condición más favorable para vivir la radicalidad de la vida cristiana y la espiritualidad bautismal ocupa el centro de la vida monástica pacomiana, de tal forma que cuando habla en las catequesis de "las promesas hechas por Dios" no se refiere a los votos (que entonces no existían) sino a las promesas hechas por el cristiano en el momento del bautismo.

         De hecho, muchos de los monjes venían directamente del paganismo, y, después de un año de catecumenado, recibían el bautismo en la noche de Pascua y a la vez el hábito monástico, en presencia de todos los hermanos de los nueve monasterios. Así la vida monástica se convierte en un modo radical de vivir las promesas bautismales.

         En la historia del monacato, San Pacomio de Tebaida representa una eminente figura como monje perfecto, abad ideal, pastor de las almas, organizador ingenioso, que imprimirá al monacato una huella profunda que durará muchos siglos. Los coptos en dos himnos le alaban llamándole "águila grande".

 Act: 09/05/24     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A