9 de Octubre

San Juan Leonardo

Manuel Useros
Mercabá, 9 octubre 2025

Semblanza

         Nació en 1541 en Diécimo (Lucca), en el seno de una modesta familia industrial cuyos padres le enviaron a estudiar desde pequeño al párroco de Villa Basílica, con el fin de adquirir la cultura básica y elemental, así como iniciarse en la formación religiosa. Cumplidos los 16 años, Leonardo es matriculado por su padre en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Lucca, en una especialidad farmacista que, en aquellos tiempos, rayaba los límites de la medicina y de la alquimia, de la magia y de la filosofía.

         En este ambiente se moldeó la recia personalidad de Leonardo, como cristiano seglar militante y con la característica principal de no hacer hechos asombrosos, sino de ir progresivamente creciendo en el ideal de santidad. Intensifica la frecuencia de los sacramentos y la práctica de la mortificación, realiza el apostolado en el ambiente en que vive y se adhiere al grupo de piadosos seglares llamados colombinos, para asegurar así su perseverancia.

         Leonardo va madurando así su capacidad de entrega a los demás, y acercando sin que lo sepa a su verdadera y definitiva vocación: la sacerdotal.

         A la muerte de su padre, y a pesar de que su madre le insta para que se instalase en Diécimo como farmacista, rompe Leonardo con su pasado e inicia sus estudios eclesiásticos. Tiene 26 años, y con el latín ya aprobado en las escuelas públicas de Pisa, aprende ahora Lógica y Teología con el dominico Bernardini, que por prescripción médica residía en una casa de campo perteneciente a la Orden Dominica.

         El contacto directo con el maestro dominico produjo en Juan Leonardo cierta preocupación científica, que manifestó luego en los ensayos, inéditos, que escribió sobre diversos tratados teológicos. La perfección que pudiera faltar en su elemental plan de estudios era suplida por la madurez humana y espiritual que Leonardo había adquirido en sus treinta y dos años de vida seglar. Fue ordenado sacerdote en Pisa, el año 1572.

         Instalado en Lucca como capellán de la Iglesia de San Giovanni dalla Magione, Leonardo comienza su apostolado y su obra de proselitismo, que había de cristalizar en la fundación de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios.

         Característica relevante del apostolado de Juan Leonardo es la enseñanza del catecismo, que revela el espíritu eminentemente parroquial que había de diferenciar a su Institución. Juan Leonardo es sacerdote de parroquia, atento siempre a preocuparse de las necesidades concretas e inmediatas de los fieles.

         Habiendo conocido el obispo de Lucca su actividad catequística le encargó de realizarla en otras iglesias y parroquias de Lucca. Para sistematizar esta actividad San Juan Leonardo escribió un Manual de Doctrina Cristiana, que estuvo durante mucho tiempo en uso en alguna región de Italia.

         Queriendo asegurar la continuidad de este movimiento renovador de la enseñanza del catecismo, formó Leonardola Compañía de la Doctrina Cristiana, integrada por elementos seglares y que muy pronto había de extenderse a Siena, Pistoia, Nápoles y Roma. Los pontífices Gregorio XIII, Clemente VIII y Pablo V concedieron a esta Compañía especiales privilegios.

         La personalidad de este sacerdote, de vocación tardía, comenzaba a destacarse en la Iglesia briosamente, paralela a la de los coetáneos San José de Calasanz y San Felipe Neri, a quien especialmente estará muy unido en el andar de su vida de fundador y de apóstol.

         A los 2 años de actividad sacerdotal Juan Leonardo había formado un grupo de colaboradores parroquiales íntimos, a los que fue preparando para el sacerdocio y con los que inicia su fundación el año 1574.

         En realidad, sus proyectos de fundador no eran ambiciosos en cuanto a la organización. La pequeña comunidad de sacerdotes surgía limitada al ámbito de la parroquia. El ideal de Juan Leonardo era hacer de sus colaboradores santos sacerdotes dedicados al ministerio parroquial. Su obra se puede encuadrar en la trayectoria ascendente de movimientos de renovación del clero diocesano.

         La nueva congregación encontró una férrea oposición por parte de las autoridades civiles de Lucca. La pequeña república, celosa de su independencia, seguía con recelo la actividad del santo, a quien comenzó a considerar aliado de potencias extranjeras y posible colaborador de la Inquisición. Sin ninguna responsabilidad personal, Juan Leonardo fue tratado durante toda la vida como un enemigo irreconciliable de su patria.

         Tal enemistad ocasionó a los noveles religiosos una precaria situación económica, hasta tal punto que el mismo fundador se vio obligado a pedir limosna.

         Estas dificultades, sin embargo, no desalentaron a Juan Leonardo en sus tareas apostólicas. Intensificó en su iglesia el culto al Santísimo Sacramento con la función de las Cuarenta Horas y organizó continuamente ejercicios de reparación y penitencia, con una técnica que se acerca mucho a ciertas misiones populares de la actualidad.

        Los fieles recorrían de noche procesionalmente las calles de Lucca, visitando las iglesias principales, entonando himnos penitenciales, disciplinándose y gritando: "Perdón, Señor, y misericordia". El devoto espectáculo ocasionó ruidosas conversiones, no siempre coronados con una, fiel perseverancia, y que proporcionaron al celoso predicador algún fracaso apostólico.

         Tal fue el de la Compañía de la Paz, agrupación formada con 50 bandidos convertidos en masa, que a los pocos meses de existencia el Santo debió disolver, porque algunos de los conversos habían vuelto a las andadas; los que perseveraron ingresaron en los capuchinos.

         Más afortunado fue con la fundación de las Monjas de los Angeles, religiosas dedicadas a las muchachas pobres, de las cuales, no obstante, Juan Leonardo se desentendió muy pronto, porque era radicalmente opuesto a los apostolados femeninos, aun los de clausura.

         A la sazón el Santo andaba preocupado con el traslado de su comunidad de clérigos a la nueva casa de Santa María Contelandini, en Lucca. Lo cual no se llevó a cabo sin graves disturbios, ocasionados por los fieles de esta parroquia, que llegaron a decir al obispo, en señal de protesta: "Monseñor, ¿qué hacéis? ¿Habéis alejado de vos aquellos diablos y nos los habéis metido en medio de nosotros?".

         A pesar de todo San Juan Leonardo tomó posesión de la nueva sede. Era el año 1580. Al año siguiente la Congregación recibía la aprobación oficial del obispo de Lucca, llamándose Clérigos Regulares de la Madre de Dios.

         Con razón Juan Leonardo había ya ganado también la confianza de la Santa Sede y fue nombrado varias veces por Clemente VIII comisario apostólico con la misión de "reformar algunas de las órdenes monásticas decadentes". Leonardo realizó siempre con gran celo y notable éxito esta tarea de reformador, aunque su personalidad estuviese más grabada en aquellas catequesis y actividad pastoral de las iglesias de Lucca.

         Con no menor intensidad se dedica también Leonardo a solidificar su fundación. Aunque no era ideal del fundador multiplicar las nuevas casas, quiso, sin embargo, fundar una en Roma. Lo consiguió gracias al apoyo de algunos cardenales, principalmente el card. Baronio, que le estimó y protegió siempre con especial predilección.

         La nueva comunidad se instaló definitivamente, el año 1662, en la Iglesia Santa María in Campitelli de Roma, que aún hoy día es la casa generalicia de la Congregación. Durante su estancia en Roma Juan Leonardo realizó una de las más importantes actividades de su vida: la colaboración con el card. Vives en la organización del colegio de Propaganda Fide.

         Durante los últimos 7 años de su vida se dedicó Leonardo con ardor a la naciente institución misionera, cuyo ideal él había acariciado desde hacía tiempo. Este mérito fue premiado por León XIII, que por especial privilegio le inscribió, siendo aún beato, en el martirologio romano, poniendo de relieve la obra misional realizada por San Juan Leonardo.

         Antes de morir Juan Leonardo, tuvo la alegría de ver aprobadas en 1603 por Clemente VIII las Constituciones de la nueva Congregación de Clérigos Regulares, aunque no llegara a verlas florecer y brillar. Eso sí, guardó en su corazón la alegría de una vida entregada al servicio de la Iglesia. Murió entre los suyos en Lucca, en 1609.

         Juan Leonardo fue beatificado por Pío IX en 1861, y canonizado por Pío XI en 1938. Sus restos se veneran en la Iglesia Santa María in Campitelli de Roma. San Juan Leonardo encarnó el ideal de un santo sacerdote, que no deslumbró por la magnitud de sus empresas, sino por el perseverante ejercicio de la caridad pastoral.

 Act: 09/10/25     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A