9 de Septiembre

San Pedro Claver

Angel Valtierra
Mercabá, 9 septiembre 2024

—Padre Claver, ¿cuántos esclavos negros cree haber bautizado?

—Hermano Nicolás, según mi cuenta más de 300.000.

         Este diálogo tuvo lugar en el Colegio de los Jesuitas de Cartagena de Indias, hace casi 400 años. En voz baja, los niños de hoy, blancos y negros, preguntan a sus padres: "¿De quién es esa calavera que va en esa urna dorada?". A lo que éstos responden: "Es el padre Claver, que se convirtió en el esclavo de los esclavos negros y que por ellos murió en Cartagena, en 1654".

         En efecto, el padre Claver, cuando charlaba con el hermano Nicolás y se sometía a aquel diálogo, era un anciano de 70 años, "de ojos tristes y hundidos, barba poblada y rostro pálido y descarnado". Y hoy día, 400 años después, los siglos no han borrado su recuerdo, y los niños blancos y negros unen sus rostros y se acercan al santo que vive en aquella urna de cristal. La figura de Claver es realmente gigante en Colombia, es el patrono de Colombia y nadie duda que fue el libertador de la raza negra, oprimida y esclavizada en aquel entonces.

         Nació en 1580 en Verdú (Lérida), hijo de unos padres campesinos (Pedro Claver y Juana Corberó) que tuvieron 6 hijos, de los que sólo sobrevivieron Juan (el mayor) y los 2 mas pequeños (Pedro e Isabel). El padre apenas podía firmar su nombre, pero era un hombre trabajador y buen cristiano. Y la infancia de Pedro pasó así, trabajando en el campo con su familia.

         Tras completar sus estudios medios, Pedro se graduó de la Universidad de Barcelona, y a los 19 años decide ser jesuita, ingresando en la Compañía de Jesús de Tarragona. Mientras estudia filosofía en la Universidad de Mallorca (ca. 1605) se encuentra con San Alonso Rodríguez, portero de aquel colegio jesuítico mallorquí. Fue providencial, porque San Alonso recibió, por inspiración de Dios, conocimiento de la futura misión del joven Pedro, y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar los territorios españoles en América.

         Pedro creyó en esta inspiración, y con gran fe y el beneplácito de sus superiores se embarcó hacia Nueva Granada en 1610. Tras pasar 2 años aclimatándose en Santa Fe de Bogotá, y 1 año más de misión en Tunja, es enviado definitivamente a Cartagena, donde es ordenado sacerdote el 20 marzo 1616.

         En Cartagena de Indias encontró Pedro la terrible situación de la esclavitud negrera, una tragedia que envolvió a 14 millones de africanos que eran engañados en sus países y llevados infelizmente a los trabajos más bajos de América. Casi 1 millón de ellos pasaron por Cartagena. Los esclavos venían en su mayoría de Guinea, del Congo y de Angola. Los jefes de algunas tribus de esas tierras vendían a sus súbditos y sus prisioneros, y en América los usaban para todo tipo de trabajo forzado: agricultura, minas, construcción...

         En aquel lugar estaba ya evangelizando el padre Sandoval, 1º apóstol de los negros que, de una manera sistemática, trabajó en Cartagena de Indias. Y como él describió en su Salvación de los Negros, sobre esta situación de los negros llevados de Africa a América:

"Cautivos estos negros en Africa, allí los meten en prisiones asperísimas de los barcos, de donde no salen hasta llegar a este puerto de Cartagena. A veces llegan 12 ó 14 navíos al año. Y da tanta tristeza y melancolía por la idea que tienen que les traen, para hacer aceite de ellos o comérselos, que mueren un tercio de la navegación. Vienen asquerosos y mal tratados, después de haber estado apretados de 6 en 6 con argollas en el cuello, y de 2 en 2 con grillos en los pies, de modo que de los pies a la cabeza vienen aprisionados. Debajo de la cubierta, cerrados por fuera, donde no ven sol ni luna, que nadie puede atreverse a meterse allá sin marearse ni resistir una hora.

"Comen cada 24 horas una mediana escudilla de harina de mijo crudo, y con él un pequeño jarro de agua. Y siempre entre mucho palo, mucho azote y malas palabras".

"Con este tratamiento llegan aquí esqueléticos. Y tras sacarlos luego a tierra en carnes vivas, pónenles en un gran patio corral. Acuden luego innumerables gentes, unos llevados de la codicia, otros de curiosidad y otros de compasión. Éstos últimos son los misioneros, que aunque van corriendo a ellos, siempre hallan algunos muertos".

         En efecto, Cartagena se había convertido, como lugar estratégico en la ruta de las flotas españolas, en el principal centro del comercio de esclavos del nuevo mundo. Hasta 1.000 esclavos desembarcaban cada mes en el puerto de Cartagena, y aunque murieran un tercio en la trayectoria marítima, el negocio dejaba grandes ganancias. Por eso, las repetidas censuras del papa no lograron parar este vergonzoso mercado humano.

         Pedro no podía cambiar el sistema, pero sí tenía mucho que hacer con la gracia de Dios. Desde la fe y el amor, Pedro supo dar la talla, y como una vez firmó en su carta al padre Sandoval: "Ego Petrus Claver, etiopum semper servus" (lit. yo Pedro Claver, de los negros esclavo para siempre).

         Así fue. Claver no se limitó a quejarse de las injusticias o a lamentarse de los tiempos en que vivía. Sino que supo ser santo en aquella situación, y dejarse guiar plenamente por Jesucristo para su obra de misericordia. Durante 40 años, en Cartagena desarrolló Claver una intensa labor misionera, que le hizo convertirse en el apóstol de los esclavos negros. Entre tantos cristianos acomodados a los tiempos, él supo ser luz y sal, supo hacer constar para la historia lo que es posible para Dios en un alma que tiene fe.

         A pesar de su timidez (la cual tubo que vencer), Claver se convirtió en un organizador ingenioso y valiente. Cuando se anunciaba la llegada de un barco esclavista, Claver salía a recibir a los negros, llevándoles comida. Realmente, los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco, en condiciones inhumanas, y llegaban en muy malas condiciones (víctimas de la brutalidad del trato, de la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo). Claver atendía a cada uno y lo cuidaba con exquisita amabilidad, y así les hacía ver que él era su defensor y padre. 

         Los esclavos hablaban diferentes dialectos, y era difícil comunicarse con ellos. Para hacer frente a esta dificultad, Claver organizó un grupo de intérpretes de varias nacionalidades, a los que instruyó e hizo catequistas. Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena, en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares de América, Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores.

         Los intérpretes negros eran su brazo derecho. Uno, llamado Calapino, hablaba 12 lenguas de Africa. Y el resto se llamaban Andrés Sacabuche (de Angola), Sofo y Yolofo (de Guinea), Viafara y Moniolo... Y con ellos el hermano Nicolás González, su viejo amigo. Como decía el padre Claver a todos ellos: "Al puerto, pronto, y cada uno con su carga. Navío de negros ha venido, es necesario anzuelo".

         En la parroquia jesuítica, él prefería a sus negros a las señoras de Cartagena. E incluso doña Isabel de Urbina y doña Mariana de Delgado debieron aguardar horas en la fila del confesionario, porque el padre Claver estaba atendiendo a los esclavos, y la cola de esclavas junto al confesionario del padre Claver era interminable. Como decía uno de sus intérpretes: "Tenía gran compasión de estas pobres negras, que no tenían a nadie. Mientras que para las otras no faltaban confesores".

         Como se ve, la labor del padre Claver comenzó a causar problemas en Cartagena, y empezó a ser acusada de indiscreta por su celo anti-esclavista, y de haber profanado los sacramentos al dárselos a criaturas que apenas tenían alma. E incluso las mujeres de la sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus negros.

         Sus superiores se dejaron llevar muchas veces por las presiones de las autoridades, que les exigían corregir los excesos del padre Claver. Sin embargo, dejaron a Claver continuar su labor, a pesar las humillaciones y obstáculos. Ante la comprensión y el apoyo de los hombres, Claver recurrió a las penitencias rigurosas, para asegurarse así la fuerza dada por Dios.

         Con el tiempo, el padre Claver fue conocido en toda Nueva Granada por sus milagros, llegando a catequizar y bautizar a mas de 300.000 negros. Hasta que, en la mañana del 9 septiembre 1654, y después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, se fue con gran paz al cielo.

         En efecto, el día 7 había perdido el habla y el día 8, "entre la 1 y las 2 de la mañana (dice el padre Arcos, su superior y testigo), sin hacer acción ni movimiento alguno, y con la misma paz y quietud que había vivido siempre, dio su alma a Dios". Como escribía el hermano Nicolás más tarde:

"Quedó con el mismo semblante que siempre tuvo, y yo conocí que había muerto porque de repente se le mudó la cara pálida y muy macilenta en un esplendor y belleza extraordinarias. Conocí que su alma gozaba de Dios separada del cuerpo. Me arrodillé y besé sus pies muertos, muy bellos y muy blancos. Y lo mismo hicieron los que estaban allí, sacerdotes, españoles, indios y negros".

         Margarita era una esclava negra de Cabo Verde, y su dueña era la gran señora cartagenera doña Isabel de Urbina. La esclava era la predilecta de Claver, pues le ayudaba a cocinar platos especiales para los leprosos de San Lázaro, y en los últimos días era ella la que preparaba, por mandato de su ama, algo nuevo para el moribundo padre.

         En la mañana del 8 de septiembre, doña Isabel se acercó llorosa a la esclava, la cual leyó en sus ojos la noticia: "El padre Pedro ha muerto. Margarita, desde hoy eres libre". La esclava negra abrió sus grandes ojos y cayó en los brazos de la gran señora. Sintió dolor por su libertad, pero esa era la reconciliación simbólica de las 2 razas, sobre la tumba de Claver.

         Han pasado 4 siglos desde aquel día memorable, y San Pedro Claver sigue vivo en Cartagena, irradiando beneficios y amor. Sus reliquias van triunfales por los caminos de Colombia, y en su Santuario de Cartagena pasan anualmente más de 100.000 peregrinos venidos de todo el mundo.

         El padre Claver fue beatificado por Pío IX el 16 julio 1850, y canonizado por León XIII el 15 enero 1888. El 7 julio 1896 fue proclamado patrón especial de todas las misiones católicas entre los negros.

 Act: 09/09/24     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A