EFRÉN DE NÍSIBE
Himno a la Epifanía
I
Amaneció la luz, y la oscuridad huyó del mundo, y la tierra fue
iluminada
1. En el nacimiento del Hijo amaneció la luz, y la oscuridad huyó del mundo, y la tierra fue iluminada. ¡Demos gloria al resplandor del Padre, que la ha iluminado!
2. Él amaneció del vientre de la Virgen, y las sombras pasaron cuando él fue visto, y las tinieblas del error fueron estranguladas por él, y los confines de la tierra fueron iluminados para que dieran gloria.
3. Hubo gran tumulto entre los pueblos, y en las tinieblas amaneció la luz, y las naciones se alegraron de dar gloria a Aquel en cuyo nacimiento todos fueron iluminados.
4. Su luz brilló sobre el Oriente, y Persia fue iluminada por la estrella. Su epifanía le dio buenas nuevas, y las invitó. Él ha venido para el sacrificio que trae alegría a todos.
5. La estrella de luz se apresuró, y vino, y amaneció a través de la oscuridad, y convocó a los pueblos a que vinieran y se regocijaran en la gran Luz que había descendido a la tierra.
6. Un enviado de entre las estrellas, el firmamento, fue enviado a proclamarles a los hijos de Persia, para que se prepararan para recibir al Rey y adorarlo.
7. La gran Asiria, al percatarse de ello, llamó a los magos y les dijo: Tomad regalos, e id a honrar al gran Rey que ha amanecido en Judea.
8. Los príncipes de Persia, exultantes, trajeron regalos de su región, y llevaron al hijo de la Virgen oro, mirra e incienso.
9. Entraron y lo encontraron como un niño, mientras moraba en la casa de la mujer humilde. Se acercaron y lo adoraron con alegría, y presentaron ante él sus tesoros.
10. María dijo: ¿Para quién son estos objetos? ¿Y con qué propósito? ¿Y cuál es la causa que os ha llamado a venir desde vuestro país a ver al niño con vuestros tesoros?
11. Los magos le dijeron: Tu hijo es un rey, y él ata coronas y es rey de todo, y grande es su poder sobre el mundo, y todos serán obedientes a su reino.
12. María dijo: ¿En qué momento se ha concedido dar a luz a un rey, a una mujer humilde? ¿Cómo, pues, podría salir de mí un rey, yo que estoy en tanta necesidad?
13. Los magos le dijeron: Sólo en ti ha sucedido que de ti aparezca un rey poderoso. En ti se magnificará la pobreza, y a tu hijo se sujetarán las coronas.
14. María dijo: No tengo tesoros de reyes, ni riquezas me han tocado jamás. Mi casa es humilde y mi morada necesitada, así que ¿por qué proclamáis que mi hijo es rey?
15. Los magos le dijeron: Gran tesoro hay en tu hijo, y riquezas suficientes para enriquecer a todos. Porque los tesoros de los reyes se empobrecen, pero él no falla ni puede ser medido.
16. María dijo: Si acaso hay otro para vosotros, u otro rey ha nacido, preguntad por él. Éste es el hijo de una mujer humilde, de alguien que no es digno de mirar a un rey.
17. Los magos le dijeron: ¿Puede ser que la luz se pierda en el camino por el que fue enviada? No fueron las tinieblas las que nos convocaron y nos guiaron, sino que caminamos en la luz y tu hijo es rey.
18. María dijo: ¡Mirad! Veis a un niño mudo, y la casa de su madre vacía y necesitada, y nada de lo que pertenece a un rey hay en ella. ¿Cómo, pues, se puede ver en ella a un rey?
19. Los magos le dijeron: He aquí que vemos que el rey está en silencio y en reposo, y humilde como has dicho. Pero vemos de nuevo que las estrellas, en lo más alto, se apresuran a proclamarlo.
20. María dijo: Sería conveniente, oh hombres, que preguntarais quién es el rey, y luego lo adoraseis, no sea que vuestro camino se haya equivocado y otro sea el rey que ha nacido.
21. Los magos le dijeron: Era necesario, oh doncella, que lo recibieras. Nosotros hemos aprendido que tu hijo es rey, por la estrella de luz que no yerra. Claro es el camino, y él nos ha guiado.
22. María dijo: El niño es pequeño, y he aquí que no tiene ni diadema ni trono de rey. ¿Y qué habéis visto para que le rindáis honores como a un rey, con vuestros tesoros?
23. Los magos le dijeron: Pequeño, porque así lo quiso la tranquilidad. Y manso, hasta que se revele. Un tiempo llegará para él, cuando todas las diademas se inclinarán y le adorarán.
24. María dijo: No tiene ejércitos, ni mi hijo tiene legiones ni tropas, sino que habita en la pobreza de su madre. ¿Por qué, pues, le llamáis rey?
25. Los magos le dijeron: Los ejércitos de tu hijo están arriba, cabalgan en lo alto y arden en llamas. Y uno de ellos fue el que vino y nos convocó, y todo nuestro país quedó consternado.
26. María dijo: El niño es un bebé, y ¿cómo es posible que sea rey, si es desconocido para el mundo? Y de aquellos que son poderosos y de renombre, ¿cómo puede ser un bebé su gobernante?
27. Los magos le dijeron: Tu niño es anciano, oh Virgen, y anciano de días y exaltado sobre todo. Adán a su lado es muy niño, y en él todas las cosas creadas son hechas nuevas.
28. María dijo: Es muy conveniente que expongáis todo el misterio y expliquéis quién es el que os reveló el misterio de mi hijo, y quién es el rey de vuestra región.
29. Los magos le dijeron: Es conveniente que aceptes esto: que si la verdad no nos hubiera guiado, no habríamos venido hasta aquí desde los confines de la tierra, ni habríamos venido por amor a tu hijo.
30. María dijo: Todo ese misterio, y tal como se realizó entre vosotros, allí en vuestro país, reveládmelo ahora, como amigos. ¿Quién fue aquel que os llamó para que vinierais a mí?
31. Los magos le dijeron: Se nos apareció una poderosa estrella, mucho más gloriosa que las estrellas, y nuestra tierra se encendió con su fuego. La estrella nos dijo que este rey había aparecido, y nos traía buenas nuevas.
32. María dijo: Os ruego que no habléis de estas cosas en nuestra tierra, no sea que se enfurezcan los reyes de esta tierra y se unan contra el niño en su envidia.
33. Los magos le dijeron: No desmayes, oh Virgen, porque tu hijo destruirá todas las diademas y las pondrá debajo de su talón, y no podrán someter a Aquel a quien envidian.
34. María dijo: Tengo miedo de Herodes, ese lobo inmundo. Temo que arremeta contra mí, y saque su espada y con ella corte el racimo dulce antes que madure.
35. Los magos le dijeron: No temas a causa de Herodes, porque en las manos de tu hijo está colocado su trono. Tan pronto como él reine, ese Herodes será derribado, y su diadema caerá sobre la tierra.
36. María dijo: Un torrente de sangre es Jerusalén, en la que son asesinados los excelentes. Si ella lo percibe, lo asaltará, así que hablad en secreto, y no hagáis ruido.
37. Los magos le dijeron: Todos los torrentes, y también las espadas, por las manos de tu hijo serán apaciguados, y la espada de Jerusalén será embotada, y no deseará en absoluto matar.
38. María dijo: Los escribas de los sacerdotes de Jerusalén derraman sangre y no hacen caso. Ellos despertarán una contienda asesina contra mí y contra el niño. ¡Oh magos, callad!
39. Los magos le dijeron: Los escribas y los sacerdotes no podrán herir a tu hijo en su envidia, porque por él su sacerdocio será disuelto y sus fiestas serán anuladas.
40. María dijo: Un vigilante me reveló, cuando recibí la concepción del niño, que mi hijo sería rey, y que su diadema viene de lo alto y no se disolverá. Me declaró lo mismo que a vosotros.
41. Los magos le dijeron: El vigilante del que hablasteis es aquel que vino como una estrella, que se nos mostró y nos trajo buenas nuevas. A nosotros nos dijo que él sería grande y glorioso, por encima de las estrellas.
42. María dijo: Aquel ángel me declaró, cuando se me apareció, que su reino no tendrá fin, y que el misterio está guardado y no será revelado.
43. Los magos le dijeron: La estrella también nos declaró que tu hijo es el que guardará la diadema. Su aspecto había cambiado un poco, pero él era el ángel, y no nos lo hizo saber.
44. María dijo: Cuando el vigilante se me manifestó, lo llamó "su Señor" antes que fuera concebido, y me lo anunció como "hijo del Altísimo". Pero no me reveló dónde está su padre.
45. Los magos le dijeron: Ante nosotros proclamó en forma de estrella que el Señor del Altísimo es aquel que ha nacido, y que tu hijo es soberano sobre las estrellas de luz, y que a menos que él lo ordene, éstas no se elevarán.
46. María dijo: En vuestra presencia se han revelado otros misterios, para que conozcáis la verdad. En la virginidad di yo a luz a mi hijo, y él es hijo de Dios. ¡Id y proclamadlo!
47. Los magos le dijeron: En nuestra presencia la estrella nos enseñó que su nacimiento es exaltado sobre el mundo y sobre todos los seres. Él es tu hijo, y el Hijo de Dios, según tu has dicho.
48. María dijo: El mundo de arriba y de abajo darán testimonio de él, y todos los vigilantes y las estrellas demostrarán que él es el Hijo de Dios y el Señor. ¡Llevad su fama a vuestras tierras!
49. Los magos le dijeron: El mundo de lo alto ha conmovido a toda Persia, y ella ha aprendido la verdad: que tu hijo es Hijo de Dios, y a él estarán sujetos todos los pueblos.
50. María dijo: Paz a vuestras tierras y a vuestras fronteras. Sed mensajeros de la verdad, en todo el camino que recorráis.
51. Los magos le dijeron: La paz de tu hijo nos llevará en tranquilidad a nuestra tierra, como nos ha traído hasta aquí. Y cuando su poder haya abarcado los mundos, ¡que él visite nuestra tierra y la bendiga!
52. María dijo: ¡Que Persia se regocije con vuestras buenas nuevas!, ¡que Asiria se regocije con vuestra venida! ¡Y cuando se levante el reino de mi hijo, que él plante su estandarte en vuestro país!
53. Cante la Iglesia con júbilo: ¡Gloria en el nacimiento del Altísimo, por quien el mundo de arriba y el mundo de abajo están iluminados! ¡Bendito sea Aquel en cuyo nacimiento todos se alegran!
II
A ti sea la alabanza de tu rebaño, en el día de tu epifanía
1. Renovó los cielos, porque los necios adoraban a todas las luminarias; renovó la tierra, porque en Adán estaba devastada. Lo que él formó se ha vuelto nuevo con su saliva, y el Todopoderoso ha restaurado los cuerpos con las almas.
2. Reuníos de nuevo, ovejas, y sin trabajo recibid la purificación, pues no es necesario bañarse siete veces en el río (como Eliseo), ni cansarse de nuevo (como se cansan los sacerdotes con las aspersiones).
3. Siete veces se purificó Eliseo, en un misterio de los siete espíritus, así como el hisopo y la sangre son símbolos poderosos. Mas no hay lugar para la división, porque no está dividido el Señor de todo, ni quien es Hijo del Señor de todo.
4. Moisés endulzó en Maná las aguas que eran amargas, porque el pueblo se quejaba y murmuraba. De igual manera, dio una señal del bautismo, en el que el Señor de la vida endulza a los que eran amargos.
5. La nube cubrió y alejó el calor abrasador del campamento, y esto mostró un símbolo del Espíritu Santo, que los cubre con su sombra en el bautismo, templando el fuego llameante para que no dañe sus cuerpos.
6. El pueblo pasó por el mar y mostró un símbolo del bautismo en el que fuisteis lavados. El pueblo pasó por allí y no creyó: los gentiles fueron bautizados en él y creyeron y recibieron el Espíritu Santo.
7. La Palabra envió la Voz para proclamar antes de su venida, para prepararle el camino por el cual él vendría y para desposar a la novia hasta que él viniera, para que ella estuviera preparada cuando él viniera y la sacara del agua.
8. La voz de la profecía conmovió al hijo de la mujer estéril, y él salió vagando por el desierto y gritando: Mirad, el Hijo del Reino viene. ¡Preparad el camino para que entre y habite en vuestras moradas!
9. Juan clamó: Quién viene a mí es anterior a mí. Yo soy la voz, pero no la Palabra; yo soy la antorcha, pero no la Luz, ni la estrella que se levanta ante el Sol de Justicia.
10. En el desierto, Juan había clamado y dicho: Arrepentíos, pecadores, de vuestras maldades, y ofreced frutos de arrepentimiento, porque he aquí que viene el que separa el trigo de la cizaña.
11. El dador de luz ha prevalecido y ha marcado un misterio, por los grados que ascendió. ¡He aquí! Han pasado doce días desde que ascendió, y hoy es el decimotercero, ¡un misterio perfecto de él, el Hijo, y sus doce!
12. La oscuridad fue vencida para hacer manifiesto que Satanás fue vencido. Y la luz prevaleció para que él proclamara que el Primogénito triunfa. La oscuridad fue vencida con su Espíritu Oscuro, y nuestra luz prevaleció con el Dador de luz.
13. En lo alto y en lo profundo el Hijo tenía dos anunciadores: la estrella lo anunciaba desde arriba, y Juan lo anunciaba desde abajo. Fueron los dos anunciadores, el terrenal y el celestial.
14. La estrella de luz, contrariamente a la naturaleza, brilló de repente (menor que el sol, pero mayor que el sol). Menor era que él en luz manifiesta, y mayor que él en poder secreto, a causa de su misterio.
15. La estrella de luz derramó sus rayos entre los que estaban en tinieblas, y los guió como si fueran ciegos, de modo que llegaron y encontraron la gran luz, e hicieron ofrendas, y recibieron la vida, y adoraron y partieron.
16. El heraldo que vino desde arriba mostró que su naturaleza provenía del Altísimo. Así mismo, el que vino desde abajo mostró que su cuerpo provenía de la humanidad. ¡Gran maravilla, que por ellos se proclamara su divinidad y su humanidad!
17. Así pues, a quien lo considere como de la tierra, la estrella le convencerá que es del cielo; y a quien lo considere como espíritu, este Juan le convencerá que también es corporal.
18. Juan se acercó con sus padres y adoró al sol, y su rostro resplandeció. No se conmovió como cuando estaba en el vientre materno. ¡Qué maravilla, que aquí adora y allí salta!
19. Toda la creación se convirtió en una sola boca para él y gritó por él. Los magos gritan con sus dones, las estériles gritan con sus hijos, la estrella grita en el aire, diciendo ¡He aquí al Hijo del Rey!
20. Los cielos se abren, las aguas brotan, la paloma está en gloria. La voz del Padre es más fuerte que el trueno, cuando pronuncia la palabra: "Éste es mi amado". Los vigilantes trajeron la noticia, los niños lo aclamaron en sus hosannas.
III
A ti sea la alabanza, que en esta fiesta haces que todos se alegren
1. En el tiempo del rey a quien llamaban por el nombre de Semha, nuestro Señor se manifestó entre los hebreos. Así reinaron juntos Semha y Denha: el Rey en la tierra y el Hijo en lo alto. ¡Bendito sea su poder!
2. En los días del rey que anotó a los hombres en el censo, nuestro Salvador descendió y anotó a los hombres en el libro de la vida. Él escribió y fue escrito; en lo alto nos escribió, y en la tierra fue escrito. ¡Gloria a su nombre!
3. Su nacimiento fue en los días del rey cuyo nombre era Semha. El símbolo y la verdad se encontraron, rey y Rey, Semha y Denha. ¡Ese reino llevó su cruz, ¡bendito sea Aquel que la tomó!
4. Treinta años permaneció en la tierra en pobreza. Tejamos voces de alabanza en todas las medidas, hermanos míos, por los años de nuestro Señor, por sus treinta coronas por treinta años. ¡Bendito sea su número!
5. En el primer año, señora de tesoros y colmada de bendiciones, que el querubín dé gracias con nosotros, los que llevamos al Hijo en gloria que abandonó su estado glorioso y trabajó y encontró la oveja que se había perdido. ¡A él sean dadas gracias!
6. En el segundo año multiplique el serafín con nosotros la acción de gracias, los que clamaron Santo al Hijo, y se volvieron y lo vieron, entre los incrédulos avergonzados. Él soportó el desprecio y nos enseñó la gloria, ¡a él sea dada la gloria!
7. En el tercer año, Miguel y sus huestes den gracias con nosotros, los que solían servir al Hijo en lo alto y lo vieron en la tierra sirviendo. Lavó los pies de los hombres y limpió las almas de los hombres, ¡bendita sea su mansedumbre!
8. En el cuarto año, que todos los cielos den gracias con nosotros. ¡Demasiado estrecho para el Hijo! Se romperá al ver cómo yacía en el lecho del despreciado Zaqueo. Llenó el lecho y había llenado los cielos, y ¡a él sean dadas gracias!
9. En el quinto año, el sol que quema la tierra con su calor, dé gracias a nuestro Sol por haber estrechado su grandeza y templado su fuerza para que el ojo pueda soportar verlo, el ojo interior de un alma pura. ¡Bendito sea su resplandor!
10. En el sexto año, que todo el aire dé gracias con nosotros, en cuya inmensidad se exultan todas las cosas. Vio a su gran Señor que se convirtió en un pequeño bebé en un pecho humilde, así que ¡bendito sea su honor!
11. En el séptimo año, que las nubes y los vientos toquen la trompeta con nosotros, ellos cuyo rocío rocía las caras de las flores, pero vieron al Hijo que dominó su brillo y soportó el desprecio y los escupitajos vergonzosos. ¡Bendita sea su salvación!
12. En el octavo año, glorifíquele la creación, de cuya fuente se nutren los frutos. Ella adoró cuando vio al Hijo en su pecho, un niño puro alimentado con leche pura, así que ¡bendito sea su beneplácito!
13. En el noveno año dele gloria la tierra, que cuando se riega su regazo, entonces brota la raíz. Ella vio a María una tierra no regada, cuyo fruto que ella produjo es un mar poderoso, así que ¡a él sea la exultación! A ti sea la gloria, Hijo del Señor de todos, que a todos das la vida.
14. En el décimo año dé gloria el monte Sinaí, que se derritió ante su Señor y vio que, contra su Señor, se habían quitado piedras, mas él tomó piedras para edificar la Iglesia sobre la roca. ¡Bendito sea su edificio!
15. En el año undécimo, el gran mar dio gracias a la mano del Hijo que lo midió, y se maravilló al ver cómo descendía y era lavado en humildes aguas Aquel que limpia la creación. ¡Bendito sea su triunfo!
16. En el año duodécimo, el santo templo dé gracias, pues vio al niño sentado entre los ancianos, mientras los doctores callaron y mientras el Cordero de la fiesta balaba en la fiesta. ¡Bendita sea su expiación!
17. En el año trece, con nuestras diademas demos gracias al Rey que triunfó y fue coronado con una corona de espinas. Él tejió para el hombre una poderosa diadema a su diestra, así que ¡bendito sea Aquel que lo envió!
18. En el año catorce, la pascua de Egipto dé gracias a la pascua que vino e hizo pascua para todos, y en lugar del faraón aplastó a la legión, y en lugar de jinetes ahogó a los demonios. ¡Bendita sea su retribución!
19. En el año quince, el cordero del rebaño dé gracias, porque nuestro Señor no lo mató como hizo Moisés, sino que redimió a la humanidad con su sangre. Él, el pastor de todos, murió por todos, así que ¡bendito sea Aquel que lo engendró!
20. En el año dieciséis, la semilla en el misterio dé gracias a aquel Labrador que dio su cuerpo como semilla en una tierra estéril que todo lo corrompe, y resultó fértil y produjo pan nuevo. ¡Bendito sea Aquel que es puro!
21. En el año diecisiete, la viña de la verdad, en la que había almas, dio gracias a nuestro Señor. Él dio paz a esta viña, pero devastó aquella viña que producía uvas silvestres, así que ¡bendito sea el que arranca las raíces!
22. En el año dieciocho nuestra levadura dé gracias a la levadura de la verdad que penetra y atrae todas las mentes, y las hace ser una sola mente en una sola doctrina. ¡Bendita sea su doctrina!
23. En el año diecinueve, que la sal dé gracias por tu cuerpo. ¡Oh bendito niño! Es el alma la sal del cuerpo, y la fe la sal del alma, por la que se conserva. ¡Bendita sea tu preservación! ¡Gloria a tu epifanía, oh Dios y hombre!
24. En el año veinte, demos gracias a las riquezas temporales, que los hombres perfectos desecharon y abandonaron por la desgracia, y amaron la pobreza por su bienaventuranza. ¡Bendito sea Aquel que la quiso!
25. En el año veintiuno, denle gracias las aguas que fueron endulzadas misteriosamente por el Hijo. En la miel de Sansón las naciones probaron la amargura que las destruyó, y tuvieron vida en la cruz que las redimió. ¡Bendita sea su dulzura!
26. En el año veintidós, que las armas y la espada le den gracias, porque no pudieron matar a nuestro adversario. Tú eres quien las mataste, como eres quien restauraste la oreja que la espada de Simón cortó. ¡Bendita sea tu curación!
27. En el año veintitrés, también el asno dará gracias, porque él dio el pollino sobre el cual debía montar, y también abrió la boca de los asnos monteses, y la descendencia le alabó. ¡Bendita sea tu alabanza!
28. En el año veinticuatro, que las riquezas den gracias al Hijo, y los tesoros se maravillen al ver al Señor de los tesoros creciendo entre los pobres. Él se hizo pobre para enriquecer a todos, así que ¡bendita sea su participación!
29. En el año veinticinco, Isaac dio gracias a su padre, que en el monte lo salvó del cuchillo y se convirtió en lugar en el cordero que había de ser inmolado. El mortal escapó y murió Aquel que da vida a todos, así que ¡bendita sea su ofrenda!
30. En el año veintiséis, dé gracias Moisés con nosotros, que temió y huyó de los asesinos. Dé gracias al Hijo, porque fue él quien, de pie, entró en el sheol, y lo saqueó y salió. ¡Bendita sea su resurrección!
31. En el año veintisiete, los oradores elocuentes den gracias al Hijo, porque no pudieron encontrar medios por los cuales pudiéramos prevalecer en nuestro juicio. Él guardó silencio en el juicio e hizo prevalecer nuestro juicio, así que ¡a él sean los aplausos!
32. En el año veintisiete, den gracias todos los jueces, que siendo justos dieron muerte a los malhechores. Den gracias al Hijo, que en lugar de los malos, murió siendo bueno, aunque era Hijo del Justo. ¡Benditas sean sus misericordias!
33. En el año veintiocho, todos los valientes que no nos salvaron de los captores, den gracias al Hijo. Que adoren al que fue asesinado, y nos agarró y nos salvó. ¡Bendita sea su liberación!
34. En el año veintinueve, démosle gracias junto a Job, que soportó sufrimientos por sí mismo. Con todo, nuestro Señor soportó por nosotros los escupitajos, los azotes, las espinas y los clavos, así que ¡bendita sea su compasión!
35. En el año treinta, den gracias con nosotros los muertos que vivieron por su muerte, y los vivos que se convirtieron en su crucifixión, y los altos y bajos que se reconciliaron en él. ¡Bendito sea él y su Padre!
IV
Gloria a Aquel que vino y lo restauró todo
1. Adán pecó y se ganó todos los dolores. Y también el mundo, a su ejemplo, se ganó toda la culpa. Y en lugar de pensar en cómo debía ser restaurado, pensó en cómo su caída debería ser placentera para él. ¡Gloria a Aquel que vino y lo restauró!
2. Esta causa convocó a Aquel que es puro, para que viniera y fuera bautizado, aun él con los contaminados. El cielo se rasgó en dos, para que el Purificador de todos pudiera ser bautizado con todos, descendiendo y santificando el agua para nuestro bautismo.
3. Por aquella causa por la que entró en el vientre, por la misma causa descendió al río. Por aquella causa por la que entró en el sepulcro, por la misma causa nos hace entrar en su cámara. Él perfeccionó a la humanidad para toda causa.
4. Su concepción es el depósito de nuestras bendiciones, su nacimiento es el tesoro de nuestras alegrías, su bautismo es la causa de nuestro perdón, su muerte es la causa de nuestra vida. Sólo él ha vencido a la muerte en su resurrección.
5. En su nacimiento brilló una estrella de luz en el aire. Cuando fue bautizado, una luz brilló en el agua. En su muerte, el sol se oscureció en el firmamento. En su pasión, las luminarias se pusieron con él. En su epifanía, las luminarias se levantaron con él.
6. Revelada fue su gloria a causa de su majestad, revelada fue su pasión a causa de su humanidad, revelado fue su amor a causa de su gracia, revelado fue su juicio a causa de su justicia. Él ha derramado sus atributos sobre los que eran suyos.
7. Quien haya contemplado su gloria y lo haya despreciado, que vuelva a contemplar su gloria y lo adore. Y quien haya despreciado el saborear su gracia, que tema que le hagan sentir su justicia. Él ha derramado sus ayudas sobre sus adoradores.
8. ¡Mirad! ¡El Oriente se hizo luminoso por la mañana! ¡Mirad! ¡El Sur se hizo oscuro al mediodía! ¡El Occidente, a su vez, se hizo luminoso al atardecer! Los tres puntos cardinales representan el único nacimiento, y al unísono declaran su muerte y su vida.
9. Su nacimiento se desarrolló y se unió a su bautismo. Su bautismo se desarrolló nuevamente hasta su muerte. Su muerte condujo y alcanzó su resurrección, y un cuádruple puente hacia su reino, y he aquí que sus ovejas pasan tras sus huellas.
10. Así como nadie puede entrar en la creación (excepto por la puerta del nacimiento), así nadie puede entrar en el Reino (excepto por la puerta de la resurrección). Quien ha cortado su puente, ha destruido su esperanza.
11. Se puso su armadura, y venció, y fue coronado. Él dejó su armadura en la tierra y ascendió, para que si algún hombre desea la corona, pueda recurrir a la armadura y ganar con ella la corona de victoria que anhela.
12. Él cumplió la justicia en la tierra, y ascendió. Mas si el Purificador fue bautizado, ¿quién es el hombre que no debe ser bautizado? Porque la gracia ha venido al bautismo, para lavar la suciedad de nuestra herida.
13. La compulsión de Dios es una fuerza que todo lo prevalece. Pero a ella no le agrada lo que es compulsivo, sino lo que es de voluntad discernidora. Por eso, en nuestros frutos nos llama a vivir, y no como bajo compulsión sino por persuasión.
14. Bueno es Dios, pues obra en estas dos cosas: no quiere coartar nuestra libertad, ni tampoco permite que abusemos de ella. Si la hubiera coartado, le habría quitado su poder; y si la hubiera dejado ir, la habría privado de ayuda.
15. Él sabe que si nos constriñe, nos priva. Sabe que si nos desecha, nos destruye; y que si nos enseña, nos gana. Él no nos ha constreñido ni nos ha desechado (como hace el Maligno), sino que nos ha enseñado, castigado y ganado, como buen Dios.
16. Él sabe que sus tesoros abundan. Por eso ha puesto en nuestras manos las llaves de esos tesoros, y ha hecho de la cruz nuestro tesorero. Así nos ha abierto las puertas del paraíso, allí donde Adán había abierto la puerta de la gehena.