ALEJANDRO DE LICÓPOLIS
Contra los Maniqueos

I
Origen de las herejías, frente a la excelencia cristiana

La filosofía cristiana se considera simple. Sin embargo, presta gran atención a la formación de las costumbres, así como insinúa las palabras más certeras y veraces respecto a Dios. Respecto a este principio, todos los cristianos han comprendido y asumido una causa eficiente como la creadora de todo lo que existe. Desde antiguo, los cristianos enseñan a sus estudiantes los asuntos más laboriosos y difíciles de la ética, como qué es la virtud o las diversas hipótesis sobre las pasiones y afectos. En ningún caso, los cristianos señalan ningún elemento por el cual se pueda alcanzar cada virtud, ni amontonan al azar los preceptos sobre las cosas menos sutiles, sino que lo aprenden por experiencia. Así, ellos hacen grandes progresos en la modestia, y un carácter de piedad se imprime en todos sus modales, avivando la disposición moral que se forma a partir de tales usos y conduciéndose gradualmente al deseo de lo que es honorable y bueno.

Al crecer el cristianismo, y ser muchos los que vinieron tras los primeros cristianos, sus materias de estudio se fueron multiplicando, y se introdujo la dialéctica y la retórica. Con el paso del tiempo, muchos se añadieron al cristianismo sin conocer a fondo la doctrina cristiana, y originaron las herejías. Como no fueron aceptados en el seno de la Iglesia, ellos mismos crearon su propia secta, y se hicieron sagaces en el manejo de cuestiones sutiles y delicadas, atrayendo con ello al pueblo llano. Por esta razón, la formación de la moral se ve hoy obstaculizada y oscurecida. Como los líderes de las sectas no alcanzan la veracidad en su discurso, incitan a sus seguidores a la lucha y la contienda. Al no existir una regla que permita obtener una solución a los asuntos en cuestión, la ambiciosa rivalidad se desborda, y no hay nada que no cause daño y perjuicio.

II
Origen de Mani, de sus discípulos y de sus principios

Como en la novedad de opinión cada maniqueo se esfuerza por mostrarse primero y superior, los maniqueos han llevado la filosofía, que es simple, casi a la nulidad. Tal era aquel a quien llaman Mani, persa de raza, mi instructor en cuya doctrina, Papo de nombre, y después de él Tomás. Vivió cuando Valeriano era emperador, y según parece sirvió al rey Sapor I de Persia (al que debió ofender de alguna manera, porque por él fue condenado a muerte). Algunos informes similares de su carácter y reputación han llegado a quienes lo conocían íntimamente. Estableció dos principios, Dios y la materia. A Dios lo llamó bueno, y de la materia afirmó que era mala. Según él, Dios sobresalió más en el bien que la materia en el mal. No obstante, para Mani la materia no es como la describe Platón, sino como algo que se convierte en todo cuando ha recibido calidad y forma. De ahí que sea una materia omniabarcante, madre y nodriza de todas las cosas. Tampoco es para Mani la materia lo que Aristóteles considera un elemento (con el que la forma y la privación tienen que ver), sino algo más. En concreto, como el movimiento incompuesto que subyace a las cosas individuales. Según Mani, Dios dispone de poderes a su servicio (todos buenos), y la materia también tiene sus poderes (todos malos). El resplandor, la luz, y todo lo superior está con Dios; mientras que lo oscuro y todo lo inferior está con la materia. Dios también tiene deseos (todos buenos), y lo mismo la materia (todos malos).

III
Fantasías de Mani, acerca de Dios, la materia y la creación

Según Mani, en un momento dado la materia deseó alcanzar la región superior; y al llegar allí admiró el brillo y la luz que había con Dios. Cuando la materia quiso apropiarse de la preeminencia, y destituir a Dios de su posición, Dios deliberó cómo vengarse de la materia, pero carecía del mal necesario para ello (pues el mal no existe en la casa y morada de Dios). Envió por eso Dios el poder que ahora llamamos alma a la materia, para impregnarla por completo, darle muerte y separarse de ella. Así, pues, por la providencia de Dios, el alma se mezcló con la materia, una cosa distinta con otra distinta. Por esta mezcla, el alma ha contraído el mal y padece la misma debilidad que la materia. Así como en un vaso corrompido, el contenido a menudo se ve viciado en su calidad, así también el alma que reside en la materia sufre un cambio similar y se deteriora de su propia naturaleza, hasta participar del mal de la materia. Compadecido del alma, Dios le envió otro poder que la ayudara, al que llamamos Demiurgo (es decir, el Creador de todas las cosas). Cuando este poder llegó y se encargó de la creación del mundo, separó de la materia todo lo que la mezcla no había viciado ni manchado, y así se formó el sol y la luna. Todo aquello que se había manchado leve y moderadamente se convirtió en estrellas, y comenzó la expansión del cielo. De la materia de la que se separaron el sol y la luna, una parte fue expulsada por completo del mundo. Fue el fuego, en sí mismo oscuro y carente de luz, y en el que existe el poder de quemar. En el resto de los elementos formados, tanto animales como vegetales, el poder divino (es decir, el Demiurgo) se mezcla de manera desigual. Así fue hecho el mundo (según Mani), y en él el sol y la luna presiden el nacimiento y la muerte de las cosas, así como van separando la virtud divina de la materia y transmitiéndola a Dios.

IV
Frivolidades de Mani, en torno a las estrellas, el hombre y la moralidad

Mani proporciona a este Demiurgo (o Creador) otros dos poderes: que pudiera atraer el esplendor del sol (lo cual es evidente, como podría decirse, incluso para una persona ciega) y dotar a la luna de la virtud que está separada de la materia (en su proceso de crecimiento, hasta que termina de dotarla cuando está llena del todo). ¿Por qué en su crecimiento? Porque en su menguante va remitiendo toda su virtud adquirida a Dios, hasta que espera recibir de nuevo, en otra luna llena, toda la migración del alma hacia sí misma. En el sol establece Mani un proceso similar, que esta vez tiene que ver con la forma del hombre. En cuanto a la materia, ésta se esforzó por hacer al hombre de sí misma, mezclando en él toda su cualidad y participación para dominar al alma. En este caso, el Demiurgo envió a Cristo desde la región superior al hombre, para salvar al alma y crucificar todo lo material que había en él. Con esto se obtiene, según Mani, que es voluntad y decreto de Dios que la materia perezca, salvo los seres vivos (animales y vegetales) que logren abstenerse de ella. Respecto a la transmisión de la vida, Mani alude a los ritos de la fertilidad de Venus para procrear hijos, para evitar echar raíces profundas en la materia y una sucesión manchada de razas.

V
Fábulas maniqueas, obtenidas de la mitología griega y pseudo-Escritura
Sobre la forma de combatirlas

Estas cosas son el principio de lo que dicen y piensan los maniqueos. También honran muy especialmente al sol y a la luna, como el camino por el cual es posible alcanzar a Dios. También dicen que, cuando la virtud divina ha sido completamente separada de la materia, el fuego exterior caerá y lo quemará todo. Los maniqueos con algo más de cultura ilustran todo esto a sus neófitos a través de ceremonias y misterios. Los maniqueos más familiarizados con la literatura griega suelen poner el ejemplo de Baco (que fue arrancado del vientre materno), los titanes (encargados de dividir la virtud divina en materia) y los gigantes (que se revelaron contra los dioses, así como la materia se rebela contra Dios). Por supuesto, estas cosas sólo bastan para distraer, y nada pueden contra quienes examinan las palabras. No obstante, el engaño causado por este discurso ha atraído a algunos que estudiaron filosofía conmigo, sin que yo sepa decir el porqué. Lo único que sé es que estas hipótesis no proceden de ningún método legítimo que permita un examen riguroso, ni de principios de demostración que permitan ver qué se desprende de ellas, sino que se trata del raro descubrimiento de quienes simplemente dicen que filosofan. Estos hombres, tomando como propias las Escrituras antiguas y nuevas, extraen de ellas sus propias opiniones. Cuando se les refuta con esas mismas Escrituras, entonces dicen que están filosofando a la manera de los griegos. Cuando no se les refuta, entonces meten por en medio la voz de los profetas como principio de demostración, con proposiciones intermedias. Todo esto lo hacen de forma irracional, con el único fin de resultar atractivos.

Para combatirlos, habría que ofrecer una respuesta de manera racional, por supuesto. Pero no sólo eso, sino que sería necesario presentar argumentos de diversa naturaleza, pues los argumentos no bastarán para quienes han sido convencidos de antemano y sin pruebas. Habrá que actuar, por tanto, con mucha y gran diligencia, pues de lo contrario volverán a caer en las manos persuasivas que los engañaron. Y dejarles claro lo que sí es y no es Escritura revelada.

VI
Los dos principios maniqueos, en la línea de Pitágoras

Los maniqueos establecen dos principios (Dios y la materia), y separan lo que surge de lo que realmente existe. Como se ve, la suposición no es tan errónea, pues no afirma que la materia se crea a sí misma, ni admite dos cualidades contrarias, ni es activa y pasiva, ni se proponen otras teorías similares sobre la causa creadora (de las que no es lícito hablar). Sin embargo, habría que decirle a los maniqueos que Dios no necesita la materia para crear las cosas, ya que en su mente todas las cosas existen sustancialmente (en lo que respecta a la posibilidad de su existencia). Siguiendo con el hilo de los maniqueos, éstos afirman que el movimiento desordenado de las cosas (realmente existentes bajo Dios) es materia. Esto, inconscientemente, establece otra causa creadora, e incluso una causa maligna, sin percibirse apenas lo que de esto se sigue, a saber: que si es necesario suponer a Dios y la materia, debe suponerse otra materia a Dios, de modo que para cada una de las causas creadoras debería existir la materia. Por lo tanto, en lugar de dos, se nos mostrará que tenemos cuatro primeros principios. ¡Maravillosa distinción maniquea! Sobre todo, porque van encaminando hacia el paganismo griego. En efecto, si se piensa que esto es Dios (que es bueno), y se desea concebir algo opuesto a él, ¿por qué no, como sostenían los pitagóricos, se le opone el mal? Es más tolerable, de hecho, que hablen de dos principios (el bien y el mal), y que estos luchen continuamente hasta que el bien prevalezca (porque si el mal prevaleciera, todas las cosas perecerían). Por todo ello, los maniqueos afirman que la materia "no es cuerpo, ni exactamente incorpórea, ni simplemente cualquier cosa particular", sino que es "algo indefinido que, por la adición de la forma, llega a definirse". Los ejemplos que los maniqueos ponen son el fuego piramidal, el aire octaedro, el agua eikosaedra y la tierra cúbica. Respecto a que la materia es "el movimiento desordenado de los elementos", los maniqueos dicen que la materia "no subsiste en sí misma, pues está en lo que se mueve". De esta manera, la materia no parece ser de tal naturaleza, sino más bien el primer sujeto, y no organizado, del que proceden las demás cosas. Por lo tanto, dado que la materia es movimiento desordenado, ¿estuvo siempre unida a lo que se mueve, o estuvo alguna vez separada de él? Si existiera por sí misma, no existiría, pues no hay movimiento sin algo movido. Mas si siempre está en lo que se mueve, entonces, a su vez, habría dos principios: el que mueve y lo que es movido. ¿A cuál de estos dos, entonces, se le concederá que subsiste, como causa primera junto con Dios? Veámoslo.

VII
Opinión maniquea sobre el movimiento y reposo, generación y corrupción, alteración y esencia

Veamos ahora cuál es, para los maniqueos, la materia del movimiento. ¿Es recto o circular? ¿Se produce por un proceso de cambio, o por un proceso de generación y corrupción? Para los maniqueos, el movimiento circular es tan ordenado y compuesto que se atribuye al orden de todas las cosas creadas (pues se mueven el sol y la luna, a quienes, entre los dioses, dicen venerar). En cuanto al movimiento recto, los maniqueos ponen un límite a éste, cuando alcanza su propio lugar. Por ejemplo, lo terrenal cesa por completo el movimiento, en cuanto toca la tierra, y todo animal y vegetal termina de crecer cuando llega a su límite. Por tanto, la interrupción de estas cosas sería más propiamente la muerte de la materia que esa muerte eterna que, por así decirlo, le es tejida. Pero es imposible pensar que el movimiento que surge por un proceso de generación y corrupción esté en armonía con esta hipótesis, pues, según ellos, la materia no tiene origen. Los maniqueos atribuyen a la materia el movimiento de alteración, por el cual sufrimos cambios mediante una cualidad que afecta a los sentidos. ¿Cómo? Por esto mismo: porque por la materia sucede que las costumbres cambian, y el vicio surge en el alma. Así, al alterarse algo, siempre habrá algo que comience desde el principio y seguirá adelante hasta llegar al final (coincidiendo con una nueva alteración). Por ejemplo, si α y γ sufren una alteración, y el centro es β, a, al cambiar, llegará a β, y de allí a γ. Al volver del extremo γ a β, en algún momento llegará a α, y esto continúa continuamente. Otro ejemplo que ponen es el color negro (cuyo centro es pardo y sus extremos blancos) y el color pardo (cuyo centro es blanco y sus extremos negros).

VIII
Opinión maniquea sobre Dios y la materia

Sobre si la materia, en cuanto a la alteración, puede convertirse en buena o en peor, los maniqueos dicen: Ni peor ni buena. ¿Cómo? De esta manera: suponiendo que el comienzo del cambio no proviene del mal o del bien, sino de lo indiferente. Así, ya sea que el movimiento sea hacia un extremo, o hacia el otro, el método sigue siendo el mismo, como explico ahora con detalle. Todo movimiento se relaciona con la cantidad, pero la calidad es la guía en la virtud y el vicio. Ahora bien, sabemos que estos dos se distinguen genéricamente. Por ello, ¿son Dios y la materia sólo principios, o queda algo más que sea el punto medio entre estos dos? Si no hubiera nada entre ambos, estas cosas permanecen indisolubles. Si los extremos se entremezclaran, se necesitaría algo intermedio que los conecte. Ese algo más intermedio podría ser corpóreo o incorpóreo, y de ahí surge un tercer principio adventicio. En primer lugar, si suponemos que Dios y la materia son completamente incorpóreos, ninguno está en el otro, y entre ellos hay vacío, cuya sustancia es nada (pues lo que carece de sustancia no puede estar en ningún lugar). En segundo lugar, si ambos (Dios y la materia) son corpóreos, es necesario que ambos sean pesados o ligeros (o intermedios), o uno pesado y otro ligero (o intermedios). Si ambos son pesados, es claramente necesario que sean lo mismo, tanto entre las cosas ligeras como entre las intermedias. Si ambos se alternan, uno estará completamente separado del otro, pues lo pesado tiene un lugar, lo intermedio otro, y lo ligero otro. En definitiva, dicen los maniqueos, a uno le corresponde lo superior, a otro lo inferior y al tercero el medio. Como ejemplo, ponen los maniqueos la figura esférica, suya parte inferior es el medio, y desde ésta a todas las partes superiores (incluso a la superficie más alta) la distancia es igual en todos los sentidos, y todos los cuerpos pesados son transportados desde todos los lados hacia ella. Por eso (que es lo que a mí más risa me da) la materia, moviéndose sin orden (pues esto le pertenece por naturaleza), llegó a la región de Dios. En tercer lugar, si uno es corpóreo y el otro incorpóreo, sólo lo que es cuerpo es capaz de movimiento, y ambos no estarían entremezclados, sino que cada uno estaría separado del otro según su propia naturaleza (y si uno se mezclara con el otro, sería mental o accidentalmente, pues sólo así sucede las cosas incorpóreas se mezclan con los cuerpos).

IX
Opinión maniquea sobre cómo Dios atrae a la materia, y la castiga

Sobre de qué manera y por qué causa llegó la materia a la región de Dios, los maniqueos dicen que a la materia le pertenece por naturaleza el lugar inferior y la oscuridad, y que la región superior y la luz son contrarias a su naturaleza. Por lo tanto, esta llegada ha de ser atribuida a un movimiento sobrenatural. Como ejemplo, ponen lo que le sucede a alguien que arroja una piedra o terrón hacia arriba, y cómo tras llegar ésta a las regiones superiores vuelve a caer al mismo lugar. ¿Quién, entonces, elevó la materia a la región superior? Por sí misma, dicen los maniqueos, la materia no se movería con ese movimiento que le corresponde. Es necesario, por tanto, que alguien le aplique alguna fuerza para que se eleve, como ocurre con la piedra y el terrón. Y ese alguien es Dios. Es evidente, por tanto, lo que se sigue de su argumento: que Dios, por fuerza y necesidad, elevó la materia hasta sí mismo. ¿Y para qué, si la materia es mala, y sus deseos son completamente malos? Por supuesto, el deseo del mal es malo, y si la materia ha deseado brillo y luz, lo ha hecho por un deseo malo. Por su parte, el deseo del bien es completamente bueno, y no desea ni los males inherentes a la materia ni las riquezas o grandes cantidades de oro, sino la sabiduría y el aumento de la ciencia, así como transferir a otro su propia sabiduría y ciencia. Así pues, así como Dios no sufre disminución de sabiduría o ciencia, al otorgarlas a otro, así hubiera transferido a la materia estas experiencias, intentando que participara de ellas. No obstante, como lo que desea la materia es malo, y todo lo convertiría en malo, por eso Dios no le transfirió nada, sino que se lo escatimó.

X
Sobre la malicia maniquea, de enfrentar a Dios con la materia

Los maniqueos superan con creces a los mitólogos en fábulas, a la hora de hacer que Celo sufra una mutilación, o relatar las conspiraciones urdidas por Saturno para que su hijo alcance la soberanía, o hacer que Saturno devore a sus hijos y se trague una piedra que ocupó el lugar de uno de ellos. No obstante, cuando los maniqueos hablan abiertamente de la guerra entre Dios y la materia, no lo hacen en un sentido mitológico (como hace Homero en su Ilíada, a la hora de decir que Júpiter se regocija en la guerra de los dioses entre sí), sino significando oscuramente que el mundo está formado por elementos desiguales, encajados unos en otros, y que o bien conquistan o se someten a un conquistador. Esto lo he propuesto porque sé que este tipo de personas, cuando no saben qué demostrar, recopilan pasajes de poemas y buscan en ellos apoyo para sus opiniones. Además, esto no hubiera sido posible si sólo hubieran leído lo que les pareció buscar, tras reflexionar. En la mitología, cuando todo mal ha sido desterrado de la compañía de los dioses, la emulación y la envidia caen por su propio peso. Sin embargo, estos hombres dejan estas cosas en manos de Dios, cuando dicen que Dios forjó designios contra la materia porque sentía un deseo de bien. En efecto, ¿con cuál de esas cosas que Dios poseía podría haber deseado vengarse de la materia? En verdad, no es fácil enunciar esta fantasía, en la que todo lo no demostrable es suplido con mucha instrucción y trabajo. En efecto, todos sabemos que la ira, la rabia y el deseo de venganza contra la materia son pasiones de quien se siente muy agitado, y no de Dios. Sin embargo, estos malabaristas logran ¡atribuírsela a Dios!, y con tal índole que estarían destruyendo el Bien absoluto y obteniendo pruebas contra sus acusadores.

XI
Opinión maniquea sobre las virtudes y los vicios

Puesto que, según los maniqueos, Dios trató de enviar la virtud a la materia, analizan tales herejes si esta virtud, en lo que respecta al bien, es inferior a Dios, o si se encuentra en igualdad de condiciones con él. Si fuese inferior a Dios, ¿cuál sería su causa?, pues las cosas que están con Dios no admiten comunión con la materia. Si se encontrase en igualdad de condiciones con Dios, ¿cuál sería la razón por la que él, como rey, da órdenes y la materia obedece? Además, respecto a la materia, los maniqueos se preguntan si, respecto al mal, las virtudes son iguales o inferiores. Si fuesen inferiores, serían en conjunto del mal menor y habría dos vicios. Si alguna otra virtud, respecto al mal, supera a la que prevalece, se convierte en el principio rector. Es decir, en el peor de los vicios, pues ha prevalecido sobre su propio dominio.

XII
Opinión maniquea sobre el bien y el mal
Opinión maniquea sobre la destrucción final del mal, bajo el fuego

Los maniqueos afirman que Dios intentó introducir la virtud en la materia, en su intento por hacer que todo lo malo se convirtiera en bueno. Lo hizo intentando que la virtud se mezclara con el mal (a la manera de los atletas que, unidos en un fuerte abrazo, vencen a sus adversarios), para que, al vencer al mal, éste dejara de existir. No obstante, también afirman que Dios desistió de esta tentativa, y consideró mucho más digno destruir la materia y con ella todos los males traídos por ella. De hecho, argumentan que "no es más posible que las cosas dejen de ser como son, a que se admita que se transforman en algo peor".

En todo esto, los maniqueos se remiten a la opinión de Zenón de Citio, quien argumentó que el mundo sería destruido por el fuego, cuando dijo: "Todo lo que tiene algo que arder no dejará de arder hasta que lo haya consumido todo. De hecho, el sol es un fuego, y ¿no quema lo que tiene?" (de donde dedujo que el universo sería destruido por el fuego). Se dice que un sujeto gracioso le dijo a Zenón: "Pues yo, en verdad, ayer, y el año anterior, y hace mucho tiempo, he visto, y ahora veo de la misma manera, que el sol no ha sufrido daño alguno; y es razonable que esto suceda con el tiempo y gradualmente, para que podamos creer que en algún momento u otro todo será quemado". Bien, en cuanto a la doctrina de Mani, creo que la misma respuesta de este sujeto gracioso es pertinente: que no ha habido disminución en la situación actual, sino que lo que existía antes, en la época del primer hombre (cuando un hermano mataba a hermano), continúa existiendo (las mismas guerras y los deseos más diversos). Lo que sí sería razonable pensar, más allá de una destrucción masiva del fuego, es que estos males, si por lo menos fueran disminuyendo (aun sin cesar del todo), estarían en vías de disminuir, y a lo mejor algún día de cesar. Con todo, si unas cosas provienen de sus semejantes, ¿qué esperamos de ellas para el futuro?

XIII
Opinión maniquea sobre la naturaleza, sujeta a la disciplina ética

Sobre qué cosas son llamadas malas por los maniqueos, éstos dicen que al sol y a la luna no les falta nada. Respecto al cielo y las estrellas, sostienen que su irregularidad es mala, y el movimiento desordenado, siempre y de la misma manera. De hecho, dicen que nadie tendrá que culpar a ningún planeta por aventurarse a retrasarse en cualquier momento en el Zodíaco (más allá del período fijo), ni tampoco a ninguna de las estrellas fijas, como si no permanecieran en el mismo asiento y posición, y no giraran uniformemente alrededor del mundo, retrocediendo como si dieran un paso cada cien años. En el caso de la Tierra, si ésta acusa la aspereza de algunas manchas, o si los pilotos se ofenden por las tormentas en el mar, todo esto sí tiene algo de bueno (pues si nada germinara en la tierra, todos los animales perecerían al instante). Respecto del mar, en él es una suerte inesperada perecer, para que las cosas que perecen puedan seguir el camino que conduce más rápidamente a Dios.

Estos resultados transfieren a Dios gran parte de la virtud que se entremezcla con la materia, aunque se necesiten muchas lunas para acomodarse a la gran multitud que se acerca repentinamente. Por eso, las guerras que azotan la tierra, o las hambrunas y todo lo que tiende a la destrucción de la vida, son tenidos en gran honor por los maniqueos, pues todo lo que es causa de bien (aunque sea a través del mal, y de la destrucción que le acompaña) debe ser tenido en honor. Si algo es causa de bien, eso mismo transmite a Dios la virtud, al separarse ésta de lo que perece.

XIV
Opinión maniquea sobre los animales, sujetos a la disciplina ética.
Opinión maniquea sobre el hombre, al nivel de lo contingente

Aluden los maniqueos a que los egipcios veneran con razón al cocodrilo, al león y al lobo, porque estos animales, al ser más fuertes que los demás, devoran a sus presas y las destruyen por completo. También veneran al águila y al halcón, porque matan a los animales más débiles, tanto en el aire como en la tierra.

El hombre es también venerado por los maniqueos por esta razón, porque mediante sus sutiles inventos y artes suele someter a la mayoría de los animales y convertirlos en alimento. Por lo tanto, en su opinión, son absurdas aquellas generaciones que, de una semilla pequeña y común, producen algo grande. Según ellos, es mucho más apropiado que Dios las destruya, para que la virtud divina se libere rápidamente de los problemas inherentes a la vida en este mundo.

¿Qué diremos de la lujuria, la injusticia y cosas por el estilo?, se pregunta Mani. Sin duda, contra estas cosas, la disciplina y la ley vienen al rescate. La disciplina porque aplica una cuidadosa previsión para que nada de esto tenga cabida entre los hombres, y la ley porque castiga a quien sea sorprendido cometiendo alguna injusticia. Desde esa perspectiva, ¿por qué se le imputaría a la tierra una falta, si es el labrador el que ha descuidado dominarla? De hecho, la soberanía de Dios sufre disminución cuando algunas partes de la tierra producen frutos y otras no, o cuando soplan los vientos que la benefician y otros que la perjudican de ello. Seguramente, los maniqueos deben ignorar necesariamente el carácter de las cosas contingentes y de las necesarias, pues de otro modo no considerarían tales cosas como prodigios.

XV
Opinión maniquea sobre los demonios, al nivel de los hombres

Según los maniqueos, el placer y el deseo son los principales males de la materia. Por otro lado, es evidente que estas cosas sólo pertenecen a los animales dotados de sentido, pues ¿qué percepción de placer y dolor hay en una planta, o en la tierra, el agua o el aire? Por esta razón los demonios han de ser seres vivos dotados de sentido, y por eso se deleitan con los sacrificios, y se disgustan cuando éstos faltan. Quienes dicen ¿por qué los animales se ven afectados por el placer y el dolor?, deberían primero quejarse de esto: ¿Por qué estos animales están dotados de sentido, o por qué necesitan alimento? Pues si los animales fueran inmortales, se habrían liberado de la corrupción y se habrían multiplicado como el sol, la luna y las estrellas, aunque dotados de sentido. Sin embargo, están más allá del poder de estas quejas y de tal queja. El hombre, capaz de percibir y juzgar, y potencialmente sabio (pues tiene el poder de llegar a serlo), cuando ha recibido lo que le es peculiar lo pisotea. Y eso es también lo que hacen los demonios.

XVI
Sobre las contradicciones maniqueas, en moral
Sobre el verdadero sentido moral, presente en Jesucristo

En general, vale la pena preguntar a estos hombres: ¿Es posible que alguien se vuelva bueno, y que esto esté en poder de cualquiera? Pues si nadie es sabio, ¿qué hay del propio maniqueo? Y si ellos mismo presumen de poder hacer buenos a los demás, y por tanto ya hay un individuo bueno, ¿qué impide esto que otros puedan ser buenos? Además, lo que es posible para uno también lo es para todos. Y si alguien se ha vuelto virtuoso por ciertos medios, ¿no pueden por estos medios ser virtuosos también otras personas? A menos, eso sí, que ellos intercepten tales medios. Así pues, aunque haya personas que se revuelquen en el fango con prostitutas, pueden también ellos obtener la virtud, si se someten a la disciplina. Si la disciplina, y una mejor instrucción y diligencia en la adquisición de la virtud, hacen que un hombre se vuelva virtuoso, ¿no podría esta disciplina ayudar a todos a hacerse buenos? Eso sí, sobre la base que ellos mismos quieran. De ser esto así, quedaría por invalidada una de las máximas del maniqueísmo: el movimiento desordenado y sempiterno de la materia.

De quedar invalidada esta máxima maniquea, a sus secuaces no les quedaría más que una salida: admitir que la sabiduría es un instrumento dado por Dios al hombre, para que al llevar gradualmente al bien lo que le va surgiendo (de sentido, deseo o placer) pueda eliminar de ello los absurdos que fluyen de ellos. De admitir esto, los mismos maniqueos serían objetos de emulación para su propósito y para su modo de vida, y habría grandes esperanzas de que un día cesarían los males, cuando todos los hombres se hayan vuelto sabios. Esto es lo que me parece a mí que Jesucristo tuvo en cuenta, cuando reunió a los agricultores, carpinteros, constructores y artesanos y, mediante conversaciones sencillas y fáciles, los elevó al sentido de Dios y los llevó a desear lo que era bueno.

XVII
Sobre las contradicciones maniqueas, en materia y espíritu

Conviene también preguntar a los maniqueos: ¿Cómo se puede probar que Dios quisiera enviar toda su virtud divina a la materia? Por supuesto, aquí Mani me diría que hay tres primeros principios, e incluso un poco más adelante que parecerá haber muchos más. Respecto a este tercer principio, cabría preguntarle: si es adventicio, y algo que ha surgido después, ¿cómo es que está vacío de materia? Y si lo hace ser parte de Dios, ¿es Dios compuesto y corpóreo?, pues esto sería absurdo e imposible. Y si Dios lo formó por su propio libre albedrío, y él es inmaterial, ¿cómo es que él no es el autor de todas las cosas superiores que se hacen sin la necesidad de ninguna materia preexistente? Las consecuencias de esta opinión, en definitiva, son evidentemente absurdas, pues ¿era la naturaleza de esta virtud, entonces, difundirse en la materia? Y si era contraria a su naturaleza, ¿de qué manera se entremezclaba con ella?, pues si esto era conforme a su naturaleza, estaba, con total seguridad y siempre, con la materia. Si esto es así, ¿cómo se llama mala a la materia, la cual, desde el principio, estuvo entremezclada con la virtud divina? ¿De qué manera, además, será destruida, si la virtud divina que se entremezcló con ella, en algún momento, se separa de sí misma?, pues que preserve con seguridad lo que es bueno, y que probablemente produzca algún otro bien para quienes están presentes, es más razonable que que les traiga destrucción o algún otro mal.

XVIII
Sobre las contradicciones maniqueas, en disolución e inherencia

Dicen los maniqueos que, así como vemos que el cuerpo perece cuando el alma se separa de él, así también, cuando la virtud abandona la materia, lo que queda (que es materia) se disolverá y perecerá. En primer lugar, los maniqueos no perciben que nada existente puede destruirse en algo inexistente, porque lo que es inexistente no existe. Además, cuando los cuerpos se desintegran se produce una disolución de ellos; de modo que una parte de ellos va a la tierra, otra al aire y otra a algo más. Además, si su doctrina es que la materia es movimiento desordenado, cuya esencia es aquello que se mueve por sí mismo, y no algo que le pertenece accidentalmente, ¿cómo es razonable decir que cuando la virtud se va, lo que era, incluso antes de que la virtud descendiera en él, debería dejar de ser? Tampoco perciben los maniqueos este hecho: que todo cuerpo que está desprovisto de alma es inamovible, y viceversa (como las plantas, que también tienen su alma vegetal). Por tanto, tendríamos que los maniqueos afirman que el movimiento puede afirmarse a sí mismo y que, sin embargo, el movimiento desordenado es la esencia de la materia. Lo que sería mejor, en este caso, es que así como en una lira que suena desafinada, mediante la adición de armonía, se pone en concordancia, así la virtud divina, al mezclarse con ese movimiento desordenado (que, según ellos, es materia) le añadiera cierto orden en lugar de su desorden innato, y siempre lo añadiera adecuadamente a la naturaleza divina. Por tanto, pregunto: ¿Cómo fue que Mani llegó a estos asuntos, y cuándo finalmente los enunció? Sobre todo, porque sus propios seguidores admiten que él mismo era una mezcla de materia y de la virtud recibida en ella. Si esto es así, Mani dijo estas cosas en movimiento desordenado, y seguramente adoptando opiniones erróneas. Y si las dijo por medio de la virtud divina, sus dogmas serían inciertos, pues pudo enunciarlos por parte de la virtud divina (que participa de la verdad) o por parte del movimiento desordenado (que cambia constantemente de opinión).

XIX
Sobre las contradicciones maniqueas, respecto a las causas 1ª y 2ª de Dios

Si los maniqueos hubieran dicho que la virtud divina ha adornado y adorna la materia, hubieran estado un poco más cerca a la hora de conciliar sus locuras con la doctrina cristiana y con los discursos de Mani. No obstante, ellos siguen empeñados en que Dios ha enviado otra virtud. Lo que ya se ha dicho con respecto a la primera virtud, puede decirse igualmente con respecto a esta, y todas las absurdeces que siguen a la enseñanza sobre su primera virtud. Respecto al caso presente, ¿por qué no envió Dios una sola virtud que pudiera efectuarlo todo? Y si la mente humana es tan capaz respecto a todas las cosas, de modo que el mismo hombre está dotado de conocimiento de geometría, astronomía, carpintería y similares, ¿no va a ser capaz Dios de encontrar una virtud que le baste en todos los aspectos, de modo que no necesite una primera y una segunda? ¿Y por qué una virtud tiene más bien la fuerza creadora, y la otra es más bien pasiva y tan sólo idónea para mezclarse con la materia?, pues no veo yo aquí la causa del buen orden ni de ese exceso que le es contrario. Además, siendo Dios el único bien, y la materia el único mal, debemos decir necesariamente que las demás cosas son de naturaleza intermedia, y están situadas en el medio. ¿Es ese el caso de la virtud pasiva de Dios, oh maniqueos? ¿Y fue la virtud creadora de Dios también de naturaleza intermedia? No, me dirán ellos, pues una causa es creadora y la otra está mezclada con la materia. Muy bien, pero vosotros decís, en el reciente libro περιτωνδιαφορων, que cuando la virtud creadora se encargó de la creación del mundo, fue separado de la materia aquello que, incluso en la mezcla, permanecía en su propia virtud, y que de esto surgieron el sol y la luna, y que en un grado más moderado y leve formó el cielo y las constelaciones, y finalmente el resto, según la virtud divina se fue mezclando con la materia. ¿Es así? Pues bien, de ser así, Dios habría sido el propagador de todo vicio y maldad, desde el menor vicio inicial hasta el mayor mal final.

XX
Sobre la virtud divina maniquea, que se hace materia y se convierte en un todo

Lo que a mí más me asombra es que los maniqueos hagan corpórea a la virtud divina, así como la dividan en partes. En efecto, ¿cómo es posible que la virtud divina sea pasible y divisible, y de una de sus partes se hiciera el sol, y de otra la luna? Porque esto es lo que los maniqueos afirman de la virtud divina, al tiempo que también dijeron que esto era propiedad de la materia. Bien, lo que pasa aquí, para ellos, es esto: que la materia, por sí misma no es nada, mas cuando recibe la forma y cualidades es capaz de crear todo lo que está dividido y es distinto. Por otro lado, si a partir de la virtud divina, tan sólo el sol y la luna tienen su origen, ¿cómo se hicieron el resto de las cosas diferentes? Lo que sigue es evidente: que la virtud divina es materia, y ésta, también material, lo va convirtiendo todo en formas. Por otro lado, si sólo el sol y la luna son lo que fue creado por la virtud divina, entonces lo que se entremezcla con todas las cosas es el sol y la luna. Es decir, que cada estrella está hecho de sol y la luna, y cada animal individual de la tierra está hecho de sol y luna, tanto las aves y de los anfibios. Esto es algo que, ni siquiera los que hacen malabarismos, admitirían, como creo que es evidente para todos.

XXI
Sobre el dualismo bien-mal maniqueo, presente en todo

Si alguien se concentrara en lo que sigue, encontraría más arduo esto solo que todo el recorrido hecho hasta aquí. En concreto, dicen los maniqueos que el sol y la luna no se han manchado por su mezcla con la materia, mientras que el resto de cosas sí se han deteriorado en contra de su propia naturaleza. ¿Cómo? Así mismo: a forma de decir que la virtud divina va perdiendo sucesivamente su cantidad de bondad, según el antiguo cuento de los centauros (quienes en el pecho eran hombres y en la parte inferior caballos, a forma de decir que la parte superior era mejor que la inferior). Así también, en la virtud divina, los maniqueos entienden que la primera porción es la mejor y la más excelente, y la otra ocupará el segundo lugar e inferior. Con respecto a la materia, una porción poseería un exceso de mal, mientras otras porciones poseerían otras cantidades de mal. Lo que es imposible concebir es que, desde el principio, el sol y la luna eligieran para sí las partes de la materia menos malas (para los fines de la mezcla, a fin de que pudieran permanecer en su propia perfección y virtud), y con el tiempo, cuando los males perdieron su fuerza y envejecieron, sacaran de sí el exceso de bien, sin que ellos mismos decayeran. Aquí pregunto yo: ¿Son capaces el sol y la luna de prever conscientemente esto? Ciertamente no, así como tampoco prever la forma en que cada objeto participaría de esta mezcla, pues en la mezcla estaba inoculado el mal de la materia. Bien, esto es lo que los maniqueos afirman, a la hora de defender que, en la mezcla, una parte permanece pura e incorrupta, mientras que la otra ha contraído cierta parte del mal.

XXII
Sobre la luna maniquea, dotada de conciencia propia

Sostienen los maniqueos que el sol y la luna, habiendo separado gradualmente la virtud divina de la materia, la transmiten a Dios. No obstante, si tan sólo hubieran frecuentado los maniqueos un solo día las escuelas de astronomía, hubieran sabido que la luna carece en sí misma de luz, y que recibe su luz del sol, y que sus configuraciones son justo en proporción a su distancia del sol, y que la luna es llena cuando está distante del sol ciento ochenta grados, y que está en conjunción cuando está en el mismo grado del sol. Según los maniqueos existe el alma del mundo, y el alma de los animales y plantas, y el alma de las ninfas, y el alma los demonios, y entre éstos el alma de las aves (que es un tipo de alma distinta al alma de los anfibios), mas en el caso de la luna, aunque a veces parezca medio llena, o un semicírculo, o está en cuarto creciente, siempre mantiene una misma y continua alma, por ser materia prima y no sólo ir asumiendo sus diferentes formas. No obstante, ¿cuál es la razón por la que lo que primero llega a la luna no se transmite inmediatamente al sol, sino que espera a la luna llena hasta que llegan las demás almas? Y cuando la luna, tras estar llena, decrece, ¿dónde permanece la virtud, durante ese tiempo? ¿Ha de esperar la luna, vaciada de las almas anteriores, como una ciudad desolada, a recibir de nuevo una nueva colonia? En ese caso, ¡podría haberse reservado un tesoro! en alguna parte de la tierra, o en las nubes, o en algún otro lugar, donde las almas congregadas pudieran estar listas para emigrar a la luna. Y otra pregunta: ¿Cuál sería la causa por la que la luna no se llena inmediatamente? ¿Por qué espera quince días par volver a llenarse? Según los maniqueos, la luna esperaría ese tiempo para que todo lo malo perezca, como sucedió en el diluvio de Deucalión y en el de Foroneo, cuando todo pereció y una gran cantidad de virtud se separó de la materia. Oh maniqueos, ¿no es esta destrucción incompatible con la productividad de las generaciones? ¿No sería signo de esterilidad de la luna? ¿Y no suceden estas cosas sin orden, y sin prestar atención a si la luna está llena o es luna menguante?

XXIII
Sobre el sol maniqueo, sobre el cual fue creado el hombre

Tampoco lo que sigue debe considerarse con poca atención, pues dicen los maniqueos que, si la virtud divina que está en la materia es infinita, aquellas cosas que el sol y la luna forman no pueden disminuirla, porque lo que queda de esa cosa finita que se ha asumido es infinito, aunque fuera percibido por los sentidos en intervalos proporcionales a la cantidad de su virtud que se hubiera sustraído del mundo. Ahora bien, ¿qué entendimiento no trascienden estas cosas en su incredulidad, cuando afirman que el hombre fue creado y formado a imagen de la materia que se ve en el sol? Sobre todo, porque las imágenes son las formas de sus arquetipos. Y si incluyen la imagen del hombre en el sol, ¿dónde está el ejemplar a partir del cual se forma su imagen? Porque no van a negar que el hombre sea realmente hombre. A este respecto, los maniqueos dicen que la materia del sol con que se creó el hombre se formó después de la secreción de la materia, para preservar la seguridad de la virtud divina. Muy bien, luego la creación del hombre ¿es atribuible totalmente al sol? Por lo visto sí, pues su creación sucedió por la llegada y presencia directa del sol y la luna, en su unión con la materia. ¿De qué manera, oh maniqueos, y por qué medios?, pues no es posible que esto lo haya formado el sol por sí mismo. A este respecto, los maniqueos dicen que el hombre era al principio la "forma vacía de una forma vacía", cuando aún no tenía existencia real y no era todavía posible concebir cómo el hombre podría ser producto de la materia, sino tan sólo el uso de su razón y de sus sentidos. Bien, maniqueos, ¿qué es el hombre, para vosotros? ¿Es un compuesto de alma y cuerpo, o es otra cosa? ¿Es aquello que es superior al alma entera, o mente? Porque si es mera mente, ¿cómo puede ser ésta, como parte más perfecta y mejor, producto de lo que es peor? Y si es mera alma (concebida ésta como virtud divina), ¿cómo puede ser creación de la materia? ¿No dijisteis que la materia es la esencia del movimiento? Luego el hombre sería inmóvil por sí mismo. A este respecto, vosotros decís que el hombre tiene su propio genio, pero ¿no es eso contrario a vuestro propio principio, que dice que lo creado no puede ser creado por algo inferior? En efecto, el mundo es inferior a su Artífice, así como las obras de arte son inferiores a su artífice. Si el hombre, entonces, es producto de la materia, seguramente debe ser inferior a ella, y no sería razonable decir que alberga en sí nada de Dios. ¿Cuál es la razón, pues, por la que pensáis que la materia ha unido la imagen de Dios a la sustancia del hombre? Y si el sol mismo basta para el origen y la destrucción de todas las cosas creadas, ¿cómo lo hace? ¿Imitando la virtud divina? ¿Mezclándose con ella, de modo que la virtud divina tuviera la función de instrumento respecto a la materia? ¿O fue mediante un movimiento desordenado como dio forma a la materia? Sobre todo, porque no es concebible que una casa, o un barco, o cualquier otra obra de arte se realice mediante el desorden, ni que el arte haya creado una estatua para imitar al hombre.

XXIV
Sobre el Jesucristo maniqueo, pura mente y aparente hombre

Los maniqueos no reconocen a Cristo, aunque hablan de Cristo y dan a su sagrada persona un significado distinto del que se le atribuye correctamente. En concreto, dicen que Cristo es una mente, en el sentido de lo que los doctores de la Iglesia explican sobre la sabiduría de Cristo. Muy bien, pero si dicha sabiduría de Cristo proviene y está presente ya en el Antiguo Testamento, como explican los doctores de la Iglesia, ¿cómo es que rechazáis dicho Antiguo Testamento? Como se ve, lo que en realidad defienden los maniqueos es que Cristo es pura mente, en el sentido de algo adventicio y nuevo, surgido desde fuera y por accidente, que en el momento plausible (al séptimo año, concretan los maniqueos) de las facultades de percepción se hizo evidente. En ese momento, concluyen, Cristo entró en el cuerpo.

Según esto, Cristo sería Cristo (pura mente) y no Cristo (pura menta y cuerpo), y este segundo Cristo no existiría desde la antigüedad. Para evitar la existencia de dos Cristos, los maniqueos sostienen que sólo hay un Cristo, cuyo estado verdadero fue el primero (pura mente), mientras que su segundo estado fue aparente. Así, por vía de apariencia, la virtud divina se hizo carne, y en la materia fue fijada a la cruz, mientras que Cristo mismo no sufrió este castigo, pues era imposible que sufriera. Esta argumentación la aportó el propio Mani, a la hora de explicar que la virtud divina bajó a la materia para luego apartarse de ella. Se trata de una argumentación que obtuvo de las historias griegas (que dicen que algunos se entregaron a la muerte para garantizar la seguridad de sus compatriotas) y de la historia judía (que dice que Abraham preparó a su hijo como sacrificio a Dios).

XXV
Otras locuras maniqueas, como la abstinencia natural, inutilidad matrimonial y creencia en los gigantes

También defienden los maniqueos la abstinencia de los seres vivos. A este respecto, si la razón de su abstinencia fuera otra, no debería investigarse con demasiada curiosidad. Mas si practican la abstinencia por la virtud divina, esto es algo tan ridículo que hay que investigar. En efecto, si las plantas son más materiales que los animales, ¿por qué no las van a comer, si ellas son inferiores a ellos? A esta pregunta, los maniqueos no responden eso de que la materia ha de ser destruida por la virtud superior, sino que aluden a que en las plantas hay virtud divina (o alma), y que no se puede destruir esta virtud. Muy bien, mas ¿no sería bueno para los animales nutrirse con esas facultades del alma vegetal? ¿No sería eso hacer progresar la virtud, y que el alma inferior se incorpore en un alma superior?

En cuanto a la abstinencia del matrimonio, esto es algo que los maniqueos predican recurriendo a los ritos de Venus, temiendo que, por la sucesión de la raza, la virtud divina se vea más contaminada (cuantitativamente) por la materia. A este respecto, me pregunto yo: ¿Qué puede lograr la astucia y la sutileza de Mani, para tal fin? Y a este punto me viene a la menta la respuesta, en forma de pregunta: ¿Para que no transmitan la generación los humanos, sino los seres superiores o ángeles?

Ciertamente, en la Escritura se dice que los gigantes o ángeles descendieron para tener relaciones sexuales con las "hijas de los hombres" o mujeres (Gn 6,2), y eso hizo que Dios decidiera la eliminación de las generaciones (o rápida y veloz retirada de la virtud divina, como dirían los maniqueos). No obstante, todos los doctores coinciden en que dichos gigantes, y pasaje completo, pertenece a un relato alegórico, en que se habla de la influencia de los demonios en los humanos. Para los maniqueos, el sentido del pasaje bíblico es literal, y significa que las facultades nutritivas del alma descendieron del cielo a la tierra, y que tras eso toda la armadura de la tierra pereció inmediatamente. Además, no sólo lo toman así, sino que dicen que fue un regalo de Dios, obviando el posterior castigo que Dios infligió a la Tierra con el diluvio.

XXVI
Sobre el fuego maniqueo, presente y causa de todo el proceso cósmico

Según los maniqueos el fuego, dotado del poder de quemar, pero carente de luz, está fuera del mundo. Bien, pero ¿en qué región se encuentra? Si esa región es el propio mundo, ¿es imposible salvarse de él? Sobre todo, porque si alguien no se acerca, no puede unirse a él ni ser devorado por él. Y si esa región está en lo alto, ¿podrá descender en el futuro al mundo? En ese caso, ¿de qué manera abandonará su propio lugar, y por qué necesidad o violencia? Además, ¿qué sustancia fogosa puede concebirse sin combustible? ¿Y qué pasará en las regiones húmedas? ¿También arderá?

Según los maniqueos, este fuego extra-mundano es precisamente lo que ellos llaman materia. Esto implica, en primer lugar, que el sol y la luna, los más puros de los puros en virtud divina, están separados y son distintos a ese fuego, sin que ninguna parte de ellos permanezca en él. En segundo lugar, esto implica que este fuego, que es la materia misma, absoluta y per se, esté completamente separado de toda mezcla con la virtud divina. En tercer lugar, implica que este fuego es el encargado de vaciar las cosas malas de toda virtud divina, para volver después a generarlas no malas pero sin virtud divina.

A este respecto, de lo que es similar no veo yo cómo se producirá la corrupción, si es destruido y nuevamente regenerado por el fuego. Tampoco me queda claro en qué se convertirá la materia, cuando la virtud divina se haya separado de ella por el fuego devorador. ¿Volverá a lo que era antes de que la virtud divina se mezclara con ella? Y si el fin de esa cosa era perecer bajo un fuego voraz, ¿por qué no pereció antes de entrar en contacto con la virtud divina, o con cualquier energía creativa? ¿Acaso fue para que la materia pereciera sucesivamente, y esto hasta el infinito? ¿Y para qué sirve esto? Además, lo que no tuvo lugar desde la primera voluntad, ¿cómo lo tendrá desde la siguiente, a través del fuego devorador? ¿O qué razón hay para que Dios posponga la destrucción del mal, y sólo mande el fuego al final? En cuanto a quienes deliberan sobre lo imposible, se dice que les sucede esto: que no desean lo posible. Los maniqueos, en cambio, hablan de Dios sin creer en él, o quizás hablan de él para desvirtuarlo y llevarlo a extremos difíciles de creer. respecto a este fuego, carente de luz, ¿tiene más fuerza que la materia, que debe ser desolada por la virtud divina, o tiene menos? Si es de menor fuerza, ¿cómo vencerá a la que tiene más? Y si es de mayor fuerza, ¿cómo podrá devolverla a sí misma de nuevo, como defienden los maniqueos? Como dice el dicho, "tampoco el Nilo se traga los ríos que se separan de él".