EFRÉN DE NÍSIBE
Contra Marción

LIBRO II

I

Dice Zacarías: "He aquí que tu Rey viene a ti", para mostrarnos que él es un rey. Así como también dijo Daniel: "Uno como un hijo de hombre vino, y a él le dio el reino". En efecto, uno llegó en humildad, como todos los profetas dan testimonio de esto, y el otro en exaltación, como dan testimonio las Escrituras. Pero así como, oh Marción, cuando David mencionó al Mesías que está predicho en la ley, nuestro Señor demostró por David que él (es decir, el Mesías) no es el hijo de David (y el asunto permaneció en duda entre los Escribas) de la misma manera, cuando Juan reconoció a nuestro Señor. Y cuando él explicó que él es el hijo de David que viene, ¿cómo siendo hijo de David es él el Señor de David, viendo que David testifica y nuestro Señor confirma? Como Malaquías testifica acerca de Juan, he aquí que "envío a mi mensajero delante de ti". Nuestro Señor también confirma que Juan era Elías, así que dame evidencia de las otras Escrituras de que Juan es el mensajero de quien habló Malaquías.

II

Por tanto, según el testimonio de David y la confirmación de nuestro Señor, el hijo de David, acerca de este hijo de David y acerca de este Señor de David, ¿hay entonces dos mesías o dos naturalezas? Porque si en algunos aspectos es el hijo de David y en algunos aspectos el señor de David, ¿no está claro que las dos naturalezas se unen y están mezcladas como una sola, y en relación con la humanidad él es el Mesías y en relación con la Deidad él es el Señor. Pues ¿por qué se requería un cuerpo para Dios? De modo que, si creéis y no dudáis, y "si hay en vosotros creencia", ¿es creencia falsa, como la creencia de aquel ciego o la creencia en la extrañeza?

III

Como Juan estaba a punto de morir, envió su rebaño por mano de dos pastores adjuntos al Señor del rebaño. Nuestro Señor comenzó a enseñar acerca de él, diciendo: "¿Salisteis a ver a un gran hombre por su vestimenta?". Porque este hombre, manso y humilde, no era una caña temblorosa sacudida por todos los vientos, ni se extraviaba un poco, ni se doblaba ante los golpes y toda clase de rumores. En efecto, Jesús sabía de quién anunciaba la venida, porque el testigo de la verdad y el heraldo del reino del Señor del reino se enseña por la verdad. Si nuestro Señor Jesús, por lo tanto, dio testimonio de Juan de que era manso, aprendamos de esta humildad a cuál de los Mesías se asemeja el humilde heraldo, si al Mesías que es la fuente de la humildad, o a aquel a cuyo lado caen miles. Porque es necesario que el anunciador de la dispensación sea él mismo similar a la dispensación. Pero Malaquías dice que "el mensajero del pacto viene, y ¿quién resistirá el día en que él venga?". Por tanto, si el anunciador es humilde y manso, y el anunciador es puesto en alto y exaltado, ¡he aquí que en esto también hay algo extraño!

IV

Nuestro Señor, cuando dice que "Juan es el más grande de todos los nacidos de mujer", no lo dijo porque vio la grandeza del anunciador, como decís vosotros, que era grande y espléndida como la del anunciador. O bien, dadnos la grandeza de Juan, que era eminentemente grande, como correspondía a la del anunciador que precedió al Preeminente, o explicadnos por qué nuestro Señor lo llamó grande. Pues así como todos los profetas fueron justos, como Aquel que los envió, así también este hombre, su anunciador, es como Aquel que es anunciado. Pues si la grandeza del anunciador no se muestra en el anuncio acerca de él, ¿quién creerá que es un grande? Y si hizo señales, leedlas; y si hizo milagros, declaradlos. En cuanto a aquellos mensajeros que nuestro Señor envía al final y a esa señal que aparece antes de esa terrible venida, ¿es la señal de ello terrible y gloriosa como la cosa misma, o puede ser que sea ajena a él en su humildad?

V

No fue Moisés ni ninguno de los profetas, por tanto, quien dijo acerca de Juan que "él es más grande que todos los nacidos de mujer". ¿Qué hay en él que magnifique a Juan? Pero ¿puede ser que las cadenas de Herodes lo magnifiquen, o que la petición de cabeza de la hija de Herodías lo exalte, o que el verdugo le confirme la aplicación de ese pasaje, "¿Quién podrá soportar el día en que él venga?". Un heraldo que fue humillado y asesinado vino ante Aquel que viene sobre las nubes para destruir a los asesinos, y un mensajero humilde que no se defendió a sí mismo fue enviado ante el Rey ante quien ningún ser creado puede estar de pie! Y aquel con cuya cabeza jugaba la niña, ¿quién creerá que él era el apóstol de esa piedra que hará que desaparezca toda falsedad? Presentemos los aspectos de los dos mesías, y observemos el aspecto de Juan y veamos a qué mesías se parece: a ese Extraño en cuyos días vino antes, o a este Mesías que está en la ley, de quien aún no se había oído ni un rumor; porque incluso de su proximidad era posible aprender su verdadera naturaleza. Poned, pues, a los dos mesías uno frente al otro, y poned a Juan entre ellos; ¿con quién entonces está de acuerdo el heraldo asesinado, con el asesino o con el asesinado? ¿A quién se parece el manso y despreciado? ¿A aquel que fue humillado o al destructor de todo? Y si fue porque Juan anunció la venida de ese Mesías que se hizo grande, sigue siendo lo mismo. ¿O será que la majestad del que había de venir consistía en humildad? Pues he aquí que la majestad de la humildad también estaba sobre su heraldo, junto con el resto de sus cualidades. Pero como Juan era el mensajero del reino, también fue completamente olvidado por ellos. Cuando venga el Justo y el mayor de los dos mesías, ¿irá un heraldo o un mensajero delante de él? ¿O será de repente? ¿Y qué sucede cuando se anuncia la terrible venida de Jesús y no se presenta ningún mensajero ni heraldo antes de ella? Pero si otro heraldo llega antes de ella, no será mayor que Juan. Pues la majestad que se le atribuye a Juan da testimonio de que él es mayor que Juan. ¿Y el mensajero que viene antes del subyugador de las naciones está sometido, humillado y perseguido como Juan? Si así es su venida, la contienda es nuestra, pues si el mensajero es humillado y despreciado, ¿cómo anuncian los humildes la venida del Poderoso y los despreciados la venida del Exaltado? ¿Quién creerá que es el mensajero del Salvador si no puede defenderse por sí mismo, o no muestra signos terribles y no infunde temor y temblor en la humanidad? Pero si el mensajero que viene es grande y poderoso, ¡cuán necesario es que él también sea grande! En efecto, es como el sol, y el heraldo es también un rayo que le precede. Si, pues, es así como en efecto es Juan, el humilde y humilde, anunció la venida de Jesús, que se diferencia, por su humildad, de aquel Rey sublime que está por venir; y es ajeno, por su humillación, a aquel poderoso mensajero que es enviado delante de la faz de aquel Poderoso. Pero ¿viene el Mesías para salvar a Israel o para atormentarlo? Si viene para salvarlo, su mensajero convence de pecados o predica la salvación. Pero si es uno que convence, cuando se arrepienten, entonces son salvados. Y si no quieren arrepentirse, ¿les predica la tranquilidad o la salvación? Pero si les predica la destrucción, todas esas cosas que Israel espera quedan anuladas. Y si les predica la salvación, por su carácter de Salvador les ofrece un anticipo de las grandes salvaciones que vienen después de él, como lo hizo Moisés en Egipto.

VI

Este hombre, que es más grande que todos los profetas, no sólo lo mataron, sino que ni siquiera lo reconocieron. Cuando venga, pues, el Justo y Recto, a quien este perseguido y asesinado anunció de antemano, ¿vengará su maltrato y asesinato y la negativa a reconocerlo de todas las tribus de los judíos, que hasta el final se negaron continuamente a reconocerlo, o no lo hará? Si no lo venga, ¿dónde está el Justo que liberó incluso al observador de la ley y lo vengó de los gentiles? Este hombre, que es más grande que todos los profetas, ¡no se venga! Y si él ejecuta su venganza sobre todas estas tribus que no creen en Juan y continúan haciéndolo, entonces el que viene será el destructor de los judíos y no su Salvador. Porque quienes mataron a su mensajero lo mataron a él mismo, y quienes reniegan de su anunciador no pueden reconocerlo. Pero si cuando todos estos pecados se cometen abiertamente no son castigados, ¿por qué era necesario que Juan viniera a bautizar y absolver de las trasgresiones, ya que ninguna de las transgresiones es castigada?

VII

No hay nadie más bueno que Aquel que perdona todas estas trasgresiones. ¿Y cómo es que esta justicia muestra negligencia, esta justicia que en ningún caso descuidó el castigo? ¿Acaso la gracia que viene a Israel al final nos obliga a decir que es ajena a la justicia que escribió para Israel "golpe por golpe"? Pero si los pecados son castigados, ese bautismo que perdona los pecados es necesario al final; pues he aquí que el bautismo de Juan dejó de existir entre los judíos a partir de entonces. ¿Quién, pues, puede restablecerlo y quién puede bautizar, ahora que Juan ha muerto? Y si el bautismo no es necesario al final, ¿por qué lo fue antes? ¿Se lo niega la gracia o la justicia?

VIII

Me dirás que "estas mismas cosas por las que me juzgas, preguntando por qué no se encuentran en conexión con Juan, son las cosas por las que tú también eres juzgado en cuanto a por qué no se encuentran en conexión con Juan. Porque he aquí, el profeta testifica y nuestro Señor confirma que las cosas que se dicen acerca de Elías se cumplen en Juan". Pero yo digo que el heraldo es como Aquel que es anunciado, que como acerca de él están escritas cosas terribles y como si las estuviera haciendo en este mundo, pero es al final que está dispuesto a hacerlas. Pero las causas de la retribución, ya que vienen de este lado, la profecía las toma, para arrancar los frutos de sus raíces, según este pasaje: "El reino de Dios entre vosotros". Y no vieron entonces esas cosas buenas y los placeres del Reino, sino porque él es la raíz de los placeres antes mencionados. En efecto, Jesús dice "¡he aquí el reino!", porque las palabras que proclamó Juan dan una señal de lo que está por venir él llamó a las cosas de allá cosas de aquí, tal como en el caso de un asesino que es asesinado después de veinte años, la hora en que cometió el asesinato lo ha matado, como le sucedió a Adán.

IX

Si dices que ellos también enseñan que hay una prueba respecto a estos asociados, entonces también el Mesías que es mencionado en la ley tiene dos venidas, una en la que deposita promesas, y otra en la que redime promesas. Porque de las acciones de Juan demuestro que él tiene dos venidas, una de las cuales las acciones de Juan dan testimonio de que no fue un Humilde quien vino a anunciar el advenimiento del Exaltado, y otra venida prometida por Malaquías en el pasaje que dice que "él viene como un horno de fuego". Es decir, a causa de la retribución que estaba oculta en la predicación de Juan la retribución que se revela al final, como él también dijo acerca de su Señor: "Miles caerán a tu lado", y: "Paz al final", y: "El Señor Dios le dará el trono de David su padre".

X

El bautismo en manos de Juan era tan extraño que ni siquiera los ángeles, ni los justos, ni los profetas estaban al tanto de él; por tanto, que esa extrañeza, de la que nadie estaba al tanto, apareciera en los días de esta extrañeza de Isu, de quien nadie había sido informado. Pero era justo que la extrañeza de nuestro Señor se uniera con la extrañeza de Juan por la conducta de nuestro Señor, como también Juan lo estuvo con la ley, y el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se encuentran en el nuevo bautismo de Juan. Pero si nuestro Señor era hijo de David, como atestiguan todos los profetas, y si no era hijo de David, como también David atestigua y nuestro Señor también confirma, por vosotros entonces se dijo que no es hijo de David, para que esta misma extrañeza a la que recurristeis se pudiera encontrar en las Escrituras, a fin de que vuestro error pudiera verse impedido de extenderse por el mundo.