BASILIO DE CESAREA
Sobre el Paganismo

I
Sobre la sabiduría pagana

Se dice que Moisés, aquel célebre varón cuyo nombre es tenido como excepcional por su sabiduría, después de haber ejercitado su inteligencia en las ciencias de los egipcios, avanzó en sus conocimientos hasta llegar a la contemplación del Que Es. De modo semejante, en tiempos también antiguos, se cuenta que el sabio Daniel, después de conocer en Babilonia la ciencia de los caldeos, al final emprendió el estudio de las divinas letras. Queda suficientemente demostrado, por tanto, que estas disciplinas profanas no son perjudiciales a los espíritus. Me queda por decir, a este respecto, el modo de que lleguéis vosotros a sacar provecho de su estudio.

II
Sobre los poetas

En primer lugar, empecemos por los poetas. Como son muy diversos los asuntos que los poetas tratan, no es fácil dar para todos una norma común. No obstante, cuando ellos nos hablen de relatos de hazañas, o de proezas, o de dichos de los héroes, hemos de esforzarnos por aceptarlo con afecto, y tratar de ser como ellos. Por el contrario, cuando ellos nos hablen de hombres perversos, entonces es necesario huir de ellos, y taparnos los oídos con no con menos precaución que la que tuvo Ulises al huir del canto de las sirenas. ¿Por qué? Porque escuchar las palabras de los perversos es un camino para llegar a los hechos. Por eso, con todo cuidado, debemos guardar nuestra alma, no sea que a través de una moda o palabra agradable, sin sentirlo, admitamos algo peor, como los que toman veneno mezclado con miel. Por eso, no alabaremos a los poetas cuando insulten o escarnezcan, ni cuando relaten escenas de amores lujuriosos o embriagueces, ni cuando fijen la felicidad en una mesa bien surtida con canciones disolutas. Nunca haremos caso a los que hablan en ese sentido de los dioses, y mucho menos cuando los muestren discutiendo de muchas cosas y sin ponerse de acuerdo. Entre los dioses, por ejemplo, un hermano está en desacuerdo con su hermano, y un padre con sus hijos, y con esto tenemos enseguida una guerra no gloriosa contra los padres. Dejaremos para los cómicos, por tanto, los adulterios y amores de los dioses, así como sus libertinajes manifiestos. Especialmente los de Júpiter, el principal corifeo de todos, que según se dice hacía cosas que avergonzarían a las mismas bestias.

III
Sobre los historiadores y retóricos

Lo mismo debo decir de los historiadores, principalmente cuando escriben para agradar y hacer pasar el rato a los lectores. De igual manera, tampoco imitaremos a los retóricos en el arte de mentir. ¿Por qué? Porque ni en juicios ni en otros negocios nos es útil y conveniente mentir, ya que hemos escogido el recto y verdadero camino de la vida y la ley nos manda no litigar. En cambio, aprobaremos las hazañas de aquellos que ensalzan la virtud, o condenan el vicio y la maldad.

IV
El ejemplo de las abejas

Para los que no son abejas, hay placer suficiente con el solo olor o color de las flores. No obstante, las abejas pueden sacar miel de ellas. De igual manera, los que no van sólo en busca del estilo y elegancia, a la hora de acercarse a los libros, pueden sacar de ellos, además, una cierta utilidad para su alma. Debemos seguir al detalle, pues, el ejemplo de las abejas.. Éstas no se paran en cualquier flor, ni se esfuerzan por llevarse todo lo que hay en las flores en las que se posan, sino que una vez tomado lo conveniente la dejan en paz.

V
El ejemplo de las rosas

Si somos prudentes, también nosotros, extrayendo de los autores paganos lo que nos convenga, o más acerque a la verdad, dejaremos lo restante. Al coger la flor del rosal, las personas tratan de esquivar las espinas. Pues bien, al pretender sacar el mayor fruto posible de los escritos paganos, también nosotros habremos de tener cuidado, sobre todo con lo que pueda perjudicar los intereses del alma. Acabo con lo que decía al principio: que no hemos de admitir, ni aceptar sin más, todo lo que hay en los libros o autores gentiles, sino lo que nos sea útil. Está feo apartar lo dañoso de los alimentos, pero hay que hacerlo. De igual manera, hay lecturas que alimentan el alma, mas lanzarse a cualquier cosa arrastra consigo el torrente de lo que encuentra.