EUSEBIO DE CESAREA
Preparación al Evangelio
LIBRO X
Hemos explicado anteriormente por qué razones los cristianos hemos preferido la filosofía de los hebreos a la de los griegos, y en base a qué tipo de consideraciones hemos aceptado los libros sagrados que circulaban entre los primeros pueblos; y luego hemos demostrado que los mismos griegos no ignoraban a ese pueblo, sino que lo mencionaban por su nombre, y admiraban mucho su modo de vida, y han hecho un largo relato tanto de su capital real como de otros asuntos de su historia. Ahora, pues, observemos cómo no sólo consideraron digno de ser escrito el relato de estas cosas, sino que también se convirtieron en celosos imitadores de la misma enseñanza e instrucción en algunas de las doctrinas pertenecientes al mejoramiento del alma.
Mostraré inmediatamente cómo, de diversas fuentes, uno y otro de estos maravillosos griegos, al recorrer entre los bárbaros, recogieron las otras ramas del saber, la geometría, la aritmética, la música, la astronomía, la medicina y los primeros elementos de la gramática, y otros innumerables estudios artísticos y provechosos.
I
La ciencia griega, adquirida de los bárbaros
En la parte anterior de mi discurso demostré que los griegos habían recibido de los bárbaros su opinión sobre una multitud de dioses, sus misterios e iniciaciones, y además sus historias, sus fabulosas historias sobre los dioses, sus explicaciones físicas de las fábulas expresadas en alegorías, y el resto de sus errores supersticiosos.
Esto, digo, quedó demostrado en la época en que convencimos a los griegos de haber vagado por gran parte de la tierra y luego establecer su propia teología en todos los puntos, no ciertamente sin trabajo y cuidado, sino con contribuciones de la corriente de conocimiento entre los bárbaros; y pronto se demostrará que de ninguna otra fuente sino de los hebreos pudieron haber obtenido el conocimiento del culto al Dios supremo y único, y de las doctrinas más solicitadas para el beneficio del alma, lo que, por supuesto, también sería lo más concluyente de sus discusiones sobre filosofía.
O de otro modo, si alguno dijera que fueron movidos a las mismas conclusiones por concepciones innatas, incluso esto sería a nuestro favor, que preferimos ser seguidores celosos de las doctrinas transmitidas no sólo a los hebreos desde los primeros tiempos por los profetas que hablaron de Dios, sino también, si no a todos, al menos a algunos, y ciertamente aquellos mismos hombres que fueron muy renombrados en Grecia, doctrinas cuidadosamente examinadas también en las discusiones de los filósofos.
Ahora bien, estos hombres parecerán ser pocos en número, porque toda excelencia es proverbialmente difícil de alcanzar; sin embargo, han sido honrados con el primer lugar entre los filósofos de Grecia, de modo que por su gran fama eclipsan la reputación de sus compañeros.
No os extrañéis, por tanto, si decimos que posiblemente las doctrinas de los hebreos hayan sido plagiadas por ellos, puesto que no sólo está probado que robaron las otras ramas del saber a los egipcios, a los caldeos y al resto de las naciones bárbaras, sino que hasta el día de hoy se les descubre robándose unos a otros los honores ganados en sus propios escritos.
En todo caso, uno tras otro roban subrepticiamente las frases de sus vecinos, junto con las ideas y el conjunto completo de tratados, y se enorgullecen como si fueran sus propios esfuerzos. Y no creáis que esto es lo que digo yo, porque volveréis a oír a los más sabios de ellos condenándose unos a otros por robo en sus escritos.
Y este mismo hecho, puesto que ya lo hemos mencionado, debemos considerarlo ante todo como prueba del carácter de dichas personas. Nuestro Clemente, pues, en su sexta Miscelánea, ha dispuesto la prueba de este punto con todo detalle; así pues, léanme sus palabras, como las siguientes:
II
Los plagios griegos, según Clemente de Alejandría
Dice Clemente que, después de haber demostrado que el significado del pensamiento griego fue iluminado por todos lados a partir de la verdad que nos fue otorgada a través de las Escrituras, según el sentido que tuvimos al probar que el robo de la verdad (si no es ofensivo decirlo) les llegó a ellos, procede a presentar a los griegos como testigos del robo contra ellos mismos. Escuchémosle:
"Quienes tan abiertamente se roban sus propias obras unos a otros demuestran que son ladrones y delatan, aunque no lo quieran, que están apropiando en secreto para sus propios compatriotas la verdad que nos han prestado. Pues si no se guardan las manos de encima ni siquiera unos a otros, es poco probable que lo hagan con nuestros escritores. No diré nada acerca de sus doctrinas filosóficas, ya que los mismos hombres que se han dividido en sectas confiesan por escrito, para que no se les convenza de ingratitud, que han recibido de Sócrates lo más importante de sus doctrinas".
Después de estas afirmaciones a modo de prefacio, presenta sus pruebas en orden, usando todo tipo de evidencias, y llama a los poetas a rendir cuentas primero por haber robado los pensamientos de otros poetas, mediante una comparación de sus respectivas expresiones. Más adelante, añade lo siguiente: "Para que no quede exenta de la misma acusación ni la filosofía, ni la historia, ni siquiera la retórica, es razonable citar también algunos pasajes de ellas".
Luego compara sucesivamente pasajes de Orfeo, Heráclito, Platón, Pitágoras, Heródoto, Teopompo, Tucídides, Demóstenes, Esquines, Lisias, Isócrates y otros diez mil, de cuyos dichos me resulta superfluo hacer un catálogo, ya que la obra del autor está a mano, en la que, después de las evidencias sobre dichos autores, vuelve a hablar de lo siguiente:
Que estos ejemplos de plagio griego en el pensamiento basten, por ser tales como son, para dar un claro ejemplo a quien tenga algún poder de discernimiento. Pero además, se les ha descubierto no sólo hurtando y parafraseando los pensamientos y las expresiones, sino que, como se demostrará, han robado las obras de otros en su totalidad y las han presentado como propias, como Eugamón de Cirene robó todo el libro Sobre los Tesprotos a Museo.
Clemente, habiendo añadido muchas pruebas de su argumento, vuelve a añadir al final lo siguiente:
"La vida me fallaría si intentara examinar con particular detalle las pruebas del plagio egoísta de los griegos y cómo ellos reivindican como suyo el descubrimiento de las doctrinas más nobles que circulan entre ellos, y que nos han quitado. Pero ahora están condenados no sólo de robar sus doctrinas a los bárbaros, sino también de copiar nuestros registros de hechos tan maravillosamente realizados en la antigüedad por el poder divino a través de hombres de vidas santas para nuestro estudio, y exhibirlos en las maravillosas historias de la mitología griega. Así pues, les preguntaremos si esas historias que cuentan son verdaderas o falsas. No dirían que son falsas, porque no querrían convencerse de la gran locura que supone registrar falsedades; pero necesariamente confesarían que son verdaderas".
Pero ¿cómo es que los milagros realizados por Moisés y los demás profetas les parecen increíbles? Porque el Dios todopoderoso, en su cuidado de todos los hombres, trata de convertirlos a la salvación, a unos con mandamientos, a otros con amenazas, a otros con señales milagrosas y a otros con suaves promesas.
Además, una vez, cuando una sequía asoló Grecia durante mucho tiempo y prevaleció la escasez de alimentos, los griegos, los que habían quedado, según se dice, a causa del hambre, fueron a Delfos en busca de ayuda y preguntaron a la Pitonisa cómo podrían librarse del peligro. Ella les respondió que sólo había una manera de escapar de la calamidad: recurrir a la oración de Éaco. Éaco, persuadido por ellos, subió al monte Helénico y, extendiendo sus manos puras al cielo, invocó a Dios como Padre común y le rogó que tuviera piedad de la Grecia en su aflicción.
Mientras aún estaba orando, se oyó un estruendo portentoso, y todo el aire circundante se nubló, y se desató una lluvia violenta y continua que llenó todo el país. De allí se obtiene una cosecha abundante y rica, producida por el cultivo de las oraciones de Éaco. De igual manera, Samuel (dice la Escritura) invocó al Señor, y el Señor dio truenos y lluvia en el día de la siega. ¿Ves que hay un solo Dios, que envía la lluvia sobre justos e injustos por medio de los poderes sometidos a él?
A esto, Clemente añadió innumerables ejemplos y condenó a los griegos por plagio con pruebas irrefutables. Pero si no lo creéis digno de confianza, puesto que él, como nosotros, ha preferido la filosofía de los bárbaros a la de Grecia, bien, que se le despida, aunque no haya argumentado con sus propias palabras, sino con las de los mismos griegos. Pero ¿qué diríais si supieseis lo mismo de vuestros nobles filósofos? Escuchad también sus testimonios.
III
Los plagios griegos, según Porfirio de Tiro
Dice Porfirio que, cuando Longino le estaba entreteniendo en Atenas en el banquete en memoria de Platón, había invitado, entre muchos otros, a Nicágoras el Sofista, a Apolonio el Gramático, a Demetrio el Geómetra, a Prosenes el Peripatético y a Calietes el Estoico.
Con estos, el anfitrión se sentó a la mesa, formando siete, y mientras se estaba cenando, y entre los demás surgió una discusión sobre Éforo, dijo: "Oigamos qué es ese clamor sobre Éforo". Ahora bien, los que disputaban eran Caistrio y Máximo: este último estaba a favor de preferirlo a Teopompo, mientras que Caistrio lo llamó plagiario.
¿Qué es, en efecto, propiamente dicho, de Éforo, que traduce de los escritos de Daimaco, Calístenes y Anaxímenes palabra por palabra, a veces, hasta tres mil líneas enteras? A lo cual respondió Apolonio el Gramático: "Sí, porque no sabes que incluso Teopompo, a quien prefieres, está infectado del mismo defecto, pues en el libro XI de su Historia de Filipo copió palabra por palabra del Areopagítico de Isócrates aquel famoso pasaje de "nada bueno ni nada malo llega a los hombres por sí solo".
Sin embargo, desprecia a Isócrates y dice que su señor fue derrotado por él mismo en la contienda en honor de Mausolo. Entonces cometió un robo de hechos al transferir lo que encontró dicho de unos hombres a otros, para de esta manera poder ser también convicto de falsedad.
Andrón, en el Trípode, al escribir sobre el filósofo Pitágoras, había narrado la historia de sus predicciones y dijo que una vez en Metaponcio, habiendo tenido sed, y habiendo sacado y bebido agua de cierto pozo, predijo que al tercer día habría un terremoto. Y después de añadir algunas otras observaciones a estas, continúa:
"Así, mientras Andrón había contado esta historia sobre Pitágoras, Teopompo la robó toda. Si hubiera mencionado a Pitágoras, tal vez otros también lo habrían sabido y habrían dicho: El maestro también dijo eso. Pero ahora el cambio de nombre ha hecho manifiesto el plagio; porque ha hecho uso de los mismos hechos, pero sustituyendo por otro nombre. Y ha presentado a Ferécides de Siros como el que pronunció esta predicción".
Y no sólo con este nombre intenta ocultar el robo, sino también con un cambio de localidad: pues la profecía del terremoto narrada por Andrón como dicha en Metaponcio, Teopompo dice que fue pronunciada en Siria. El incidente sobre el barco fue observado, por ejemplo, no desde Megara en Sicilia, sino desde Samos; y la captura de Síbaris la ha trasladado a la de Mesene.
Pero para que pareciera que decía algo más que común, añadió también el nombre del extranjero, diciendo que se llamaba Perilao.» Como dice Nicágoras: "Yo también, al leer sus Helénicos y los de Jenofonte, lo he detectado transfiriendo muchas cosas de Jenofonte; y el problema es que las ha cambiado para peor".
Por ejemplo, el relato de la conferencia de Farnabazo con Agesilao por mediación de Apolófanes de Cícico, y sus conversaciones entre sí bajo una tregua, que Jenofonte en su libro IV registró con mucha gracia y de una manera apropiada para ambos, Teopompo lo ha trasladado al libro XI de sus Helénicas, y lo ha privado de todo vigor, movimiento y efecto. Porque, aunque para ocultar su robo se esfuerza por introducir y exhibir un lenguaje contundente y elaborado, parece lento, vacilante y postergador, y destruye la animación y el vigor de Jenofonte.
Después de que Nicágoras hubo hablado así, Apolonio dijo: "¿Qué extraño es que el vicio del plagio haya infectado a Teopompo y Éforo, que eran hombres muy torpes, cuando incluso Menandro estaba lleno de esta debilidad, aunque al censurarlo Aristófanes el gramático, a causa de su excesiva amistad con él, trató con suavidad sus extractos paralelos de él y de aquellos a quienes plagió?". Mas Latino, en seis libros, que tituló las Apropiaciones de Menandro, expuso la multitud de sus plagios.
De la misma manera, Filóstrato de Alejandría comenzó un tratado sobre el Plagio de Sófocles. Y Cecilio, pensando que había descubierto algo de gran importancia, dice que Menandro transcribió un drama completo, el Augur de Antífalo, de principio a fin, en el Hombre Supersticioso.
También denuncio al encantador Hipérides, por haber robado muchas cosas a Demóstenes, tanto en el discurso Contra Diondas como en los Sobornos de Eubulo. Que uno de ellos ha copiado del otro es evidente, pero como eran contemporáneos, habrá que rastrear al plagiador a partir de las fechas. Yo sospecho que el que ha robado es Hipérides. Pero como no se sabe con certeza quién fue, admiro a Demóstenes, si tomó prestado de Hipérides e hizo las correcciones apropiadas. Y culpo a Hipérides si tomó prestado de Demóstenes y lo pervirtió para peor.
¿Por qué necesito contarte que las costumbres bárbaras de Helánico son una compilación de las obras de Heródoto y Damastés? ¿O cómo Heródoto en su libro II ha copiado muchos pasajes de Hecateo de Mileto sobre geografía, verbalmente con ligeras falsificaciones, como el relato del ave Fénix y del hipopótamo, y de la caza de cocodrilos? ¿O cómo las afirmaciones de Isaías sobre la tortura, en su discurso sobre la Herencia de Cilón, se encuentran también en el Trapecitico de Isócrates, y en el discurso de Demóstenes Contra Onetor sobre una acción de expulsión se expresan casi con las mismas palabras? ¿O cómo Dinarco en su discurso I Contra Cleomedón, en una acción por asalto, copió palabra por palabra muchas cosas del discurso de Demóstenes Contra Conón?
Y si no, tomemos este sentimiento de Hesíodo: "Nada puede el hombre conseguir mejor que una buena esposa, ni encontrar peor mal que una musaraña viciosa". Porque fue tomado prestado por Simónides en su libro XI, quien lo interpretó así: "De todos los premios que un hombre puede ganar, una esposa, si es buena, es la mejor; si es mala, es mucho peor". Y por Eurípides en Melanipe la Cautiva: "Porque nada puede ser peor que una mala esposa, ni nada puede superar el valor de una mujer virtuosa; pero entre sus naturalezas hay una gran diferencia".
Y mientras que Eurípides dijo "nosotras, las pobres mujeres, somos una raza desdichada", Teodectes dice en el Alcmeón: "Es un proverbio verdadero en boca de los hombres: nunca ha nacido mujer más desdichada que la mujer". Este autor no sólo ha tomado la sugerencia de ese pasaje, sino que también ha empleado las mismas palabras; y astutamente prefirió darle un carácter proverbial y emplearlo como un dicho usado por muchos, en lugar de parecer haberlo tomado de su autor original.
Antímaco también roba el verso de Homero, y comete el error de corregirlo. Porque Homero dijo: "Idas fue el más fuerte de los hombres nacidos en la tierra", mientras que Antimaco dice: "Idas era el más fuerte de todos los hombres de la tierra". No obstante, Licofrón alaba el cambio porque con él se fortalece la línea.
En cuanto a Homero, no digo nada, ya que Homero ha sido ridiculizado en la comedia por Cratino debido a su frecuente repetición de los versos de
Antímaco, al que no dudó en tomar prestado. En efecto, las líneas homéricas de "las tribus las gobernaba con suave influencia paternal", y "ellos, a ambos lados, formaban en filas más cerradas los batallones profundos" han sido tomadas de Antímaco, y de su verso "de todas las tribus que gobernaban, en filas más cerradas se alineaban los batallones profundos".Para que al acusar a otros de plagio no me convenzan de plagio, señalaré a quienes han tratado este tema. Hay dos libros de Lisímaco sobre el Plagio de Éforo. También Alceo, el poeta de los yámbicos y epigramas vituperantes, ha descubierto y parodiado los Plagios de Éforo. También hay una epístola de Polión a Sotéridas sobre el Plagio de Ctesias, y un libro del mismo autor sobre el Plagio de Heródoto. En el libro titulado Buscadores hay muchas afirmaciones sobre Teopompo, y hasta un tratado de Aretades, Sobre la Coincidencia, de cuyas obras se pueden aprender muchos ejemplos de este tipo.
Hasta el mismo Prosenes dijo que incluso el héroe Platón, en cuyo honor se titula la fiesta que hoy celebramos, hace uso de muchas obras de sus predecesores. Oigámosle:
"Los libros de los predecesores de Platón son escasos, pues de lo contrario tal vez se hubieran detectado más plagios del filósofo. En cuanto a uno, sin embargo, que yo mismo encontré por casualidad al leer el discurso de Protágoras Sobre el Ser contra aquellos que representan el ser como uno, lo encuentro empleando respuestas del mismo tipo, con sus propias palabras".
De los innumerables ejemplos que he mencionado, bastan para demostrar cuál era el carácter de los escritores griegos, y que no escatimaron ni siquiera la exposición de unos a otros. Sin embargo, para prepararme aún más para mostrar el beneficio que ha rebosado para los griegos de las Escrituras hebreas, creo que será justo y necesario que demuestre en general que todo el célebre saber y la filosofía de los griegos, tanto sus estudios elementales como su gran sistema de ciencia lógica, han sido recopilados por ellos de los bárbaros, de modo que ninguno de ellos pueda seguir echándonos la culpa de que, en verdad, hayamos preferido la religión y la filosofía de los bárbaros a sus grandes doctrinas.
IV
La escritura griega y fenicia, adquirida de la hebrea
El que introdujo a los griegos las letras comunes, incluso los primeros elementos de la gramática, fue Cadmo, fenicio de nacimiento y circunstancia por la cual algunos de los antiguos han llamado al alfabeto fenicio.
Algunos dicen que los primeros que inventaron las letras fueron los sirios. Ahora bien, estos sirios eran los que habitaban el país de Fenicia, que a su vez se llamaba Fenicia en tiempos antiguos, y luego Judea, y ahora Palestina. Y es evidente que el sonido de las letras griegas está muy relacionado con el sonido de las letras fenicias, y el sonido de las letras fenicias con el sonido de las letras hebreas.
Por ejemplo, cada letra entre los hebreos tiene su nombre derivado de alguna idea significativa, circunstancia que no es posible rastrear entre los griegos: por esta razón especialmente se admite que las letras no son originalmente griegas.
Ahora bien, los hebreos tienen en total veintidós letras: la primera de las cuales es Alph, que traducida al idioma griego significaría conocimiento; la segunda Beth, que se interpreta "de una casa"; la tercera es Gimel, que significa plenitud; la cuarta Delth, que significa "de tablas"; la quinta He, que significa esto. Y todas estas juntas forman un significado de este tipo: "Conocimiento de una casa, plenitud de tablas esto".
Después de éstas hay una sexta letra llamada Wau, que significa "en él"; luego Zai, que significa vive; después Heth, que significa "el viviente". Así, el conjunto significa "en él vive el viviente".
Después de éstas, una novena letra, Teth significa bueno; luego, Yoth, que significa principio. Las dos juntas, pues, significan "buen comienzo".
Después de éstas viene Chaph, que significa "no obstante"; luego Labd, que significa aprender. Las dos juntas, pues, significan "no obstante aprender".
Después de éstas hay una decimotercera letra, Mem, que significa "de ellos"; luego Nun, que significa eterno; luego Samch, que significa ayuda. De modo que el significado de ellas puede ser "de ellos ayuda eterna".
Después de éstas está Am, que traducido significa fuente u ojo; luego Phe, que significa boca; luego Sade, que significa rectitud. Así que su significado es "ojo y boca de la justicia".
Después de éstas viene la letra Koph, que significa llamado; luego Res, que significa cabeza; luego Sen, que significa dientes; y por último, la vigésimo segunda letra se llama Thau, que significa signos. Así que el sentido de esto último sería "llamado de la cabeza y signos de los dientes".
Entre los hebreos, la paráfrasis y la interpretación de las letras se dan de tal modo que se da a las palabras un sentido adecuado a la erudición y a la promesa de las letras. Pero no se encuentra nada parecido entre los griegos, por lo que, como ya he dicho, hay que reconocer que no pertenecen originalmente a los griegos, sino que han sido imitadas directamente de la lengua de los bárbaros.
Esto se prueba también del propio nombre de cada letra. ¿En qué se diferencia Alpha de Alph? ¿O Beta de Beth? ¿O Gamma de Gimel? ¿O Delta de Delth? ¿O Epsilon de He? ¿O Zeta de Zai? ¿O Theta de Teth? Y así, todos los casos son similares.
De modo que es indiscutible que estos nombres no pertenecen originalmente a los griegos, sino que pertenecen, por tanto, a los hebreos, entre los cuales cada uno de ellos tiene algún significado. Y habiendo tenido su origen en ellos, las letras pasaron a otras naciones, y por tanto a los griegos. Sobre las letras del alfabeto he dicho bastante, pero es necesario escuchar también lo que dice Clemente al tratar el tema que nos ocupa.
V
Los inventos de la humanidad, según Clemente de Alejandría
Dice Clemente que el arte de curar fue inventado por el egipcio Apis, y luego mejorado por el griego Esculapio. El libio Atlas fue el primero que construyó un barco y navegó por el mar.
La astrología también fue dada a conocer por primera vez entre los hombres por los egipcios y los caldeos. Algunos, sin embargo, dicen que la predicción por las estrellas fue ideada por los carios. Los frigios fueron los primeros en observar el vuelo de los pájaros.
La inspección de las víctimas de los sacrificios era practicada con precisión por los toscanos que limitaban con Italia. Los isaurios y los árabes perfeccionaron la auguración, y los telmesianos, sin duda, la adivinación por los sueños.
Los tirrenos inventaron la trompeta, y los frigios la flauta, pues tanto el Olimpo como Marsias eran frigios. Los egipcios fueron los primeros en enseñar a los hombres a encender lámparas, y dividieron el año en doce meses, y prohibieron las relaciones sexuales con mujeres en los templos, y decretaron que nadie debía entrar en los templos después de las relaciones sexuales sin bañarse.
Los mismos pueblos fueron los inventores de la geometría. Kelmis y Damnameneo, los dáctilos ideos, descubrieron por primera vez el hierro en Chipre. Y el temple del bronce fue inventado por Delas, otro ideo o, como dice Hesíodo, un escita. Sin duda, los tracios fueron los primeros en inventar la llamada cimitarra, que es una espada curva, y fueron los primeros en utilizar targes a caballo; de la misma manera, los ilirios inventaron el llamado targe. Además, dicen que los toscanos inventaron el arte de moldear la arcilla; e Itano, que era samnita, fabricó el escudo largo.
El fenicio Cadmo inventó la talla de piedra y descubrió las minas de oro cerca del monte Pangeo. Además, otro pueblo, los capadocios, inventó por primera vez la llamada nabla, como los asirios, la lira de dos cuerdas.
Los cartagineses fueron los primeros en acondicionar una cuatrirreme, y fue construida por Bosporo. Medea de Cólquida, la hija de Eetes, fue la primera en idear el teñido del cabello.
Los nóropes (una tribu peonia, llamada ahora nórica) trabajaban el cobre y fueron los primeros en refinar el hierro. Amious, el rey de los bebrices, inventó las correas de boxeo.
En cuanto a la música, a Olimpo el Misio le gustaba practicar la armonía lidia, y los llamados trogloditas inventaron un instrumento musical, la sambuca.
Dicen también que la flauta oblicua fue inventada por Sátiro el Frigio, y del mismo modo el tricordio y la armonía diatónica por Hiagnis, que también era frigio; notas igualmente por Olimpo el Frigio; como la armonía frigia y la mixo-frigia, y la mixo-lidio por Marsias, compatriotas de los recién nombrados; y el dórico fue inventado por Tamiris el Tracio.
También hemos oído que los persas fueron los primeros en construir un carruaje, un lecho y un escabel, y que los sidonios construyeron por primera vez un trirreme. Los sicilianos, que están cerca de Italia, fueron los primeros en inventar una lira, no muy inferior al arpa, y en inventar las castañuelas.
Se dice que las túnicas de lino fino fueron inventadas en la época de Semíramis, reina de los asirios, y Helánico dice que Atosa, que reinó sobre los persas, fue el primero en utilizar letras dobladas.
Estas cosas fueron relatadas por Escamón de Mitilene, Teofrasto de Éfeso, Cidipo de Mantinea, también por Antífanes, Aristódemo y Aristóteles, y además por Filostéfano y Estratón el Peripatético en los libros Sobre las Invenciones. He citado algunos de ellos para confirmar el genio inventivo y práctico de los bárbaros, de quienes los griegos han recibido el beneficio de sus instituciones.
Clemente afirma estas cosas con estas mismas palabras en las Misceláneas. Y a lo que ya se ha dicho creo que sería bueno añadir también los extractos de los escritos de Josefo el Hebreo, que compuso en dos libros sobre las Antigüedades Judías, sobre el punto de que los griegos son una nación joven y han recibido ayuda de los bárbaros, y han disentido entre sí en sus escritos. Esto también contribuirá a la confirmación precisa y segura de mis afirmaciones. Escuchemos, pues, lo que él también escribe.
VI
Las copias griegas, según Flavio Josefo
Dice Josefo que su primer pensamiento es de total asombro ante aquellos que piensan que es correcto no escuchar a nadie más que a los griegos respecto a los hechos más antiguos, y tratar de aprender la verdad a partir de ellos, pero no creernos a nosotros ni al resto de la humanidad. Oigámoslo:
"Veo que es exactamente lo contrario, si al menos no nos dejamos llevar por opiniones vanas, sino que sacamos la conclusión justa de los hechos mismos. En efecto, encontraréis que entre los griegos todo es reciente, habiendo surgido, por así decirlo, ayer o anteayer. Me refiero a la fundación de sus ciudades, a la invención de las artes y al registro de sus leyes; y la escritura de sus historias es casi el último objeto de su atención".
Sin duda, los propios griegos admiten que el registro tradicional más antiguo y más constante es el de los acontecimientos que han ocurrido entre los egipcios, los caldeos y los fenicios.
Todos ellos habitan regiones menos sujetas a la destrucción por parte de la atmósfera circundante, y han tenido mucho cuidado de no dejar ninguno de los hechos de su historia sin registrar, sino de que sus hombres más sabios los consagren continuamente en registros públicos. Pero la región alrededor de Grecia ha sido invadida por miles de plagas destructivas, que borraron la memoria de los acontecimientos pasados. Y como siempre estaban estableciendo nuevos modos de vida, cada uno de ellos supuso que el suyo era el principio de todo.
Los griegos, en efecto, aprendieron la naturaleza de las letras con gran lentitud y esfuerzo. Al menos aquellos que atribuyen la mayor antigüedad a su uso se jactan de haberlo aprendido de los fenicios y Cadmo.
Sin embargo, nadie ha podido demostrar que se haya conservado constancia alguna de esa época en templos o en monumentos públicos, por lo que ha habido grandes dudas e investigaciones sobre si incluso los que muchos años después emprendieron la expedición a Troya hicieron uso de la escritura; y la opinión verdadera es más bien que ignoraban el uso que ahora se hace de las letras escritas.
En resumen, no se ha encontrado entre los griegos ningún escrito indiscutible más antiguo que la poesía de Homero, y es evidente que es posterior a la guerra de Troya. Dicen también que ni siquiera dejó su poesía por escrito, sino que fue transmitida de memoria y luego recopilada a partir de las canciones, y que esta es la causa de sus muchas discrepancias.
Sin embargo, aquellos que se dedicaron a escribir historias (me refiero a Cadmo de Mileto y Acusilao de Argos, y algunos otros que se dice que vinieron después de él) vivieron poco tiempo antes de la expedición de los persas contra Grecia.
Además, todos a una voz reconocen que los primeros griegos que filosofaron sobre cosas celestiales y divinas, como Ferécides, Pitágoras y Tales, aprendieron de los egipcios y caldeos, y escribieron poco; y los griegos consideran que estos escritos son los más antiguos de todos, y no creen del todo que hayan sido escritos por esos autores.
¿No es, pues, necesariamente irracional que los griegos se hayan envanecido, como si sólo ellos comprendieran los acontecimientos de los tiempos antiguos y transmitieran correctamente la verdad sobre ellos? ¿O quién no podría aprender fácilmente de los mismos historiadores que no tenían un conocimiento seguro de nada de lo que escribieron, sino que cada uno dio sus propias conjeturas sobre los hechos?
Por eso, en sus libros se refutan con frecuencia unos a otros, y no dudan en hacer las afirmaciones más contrarias sobre los mismos hechos. Pero sería un trabajo superfluo para mí enseñar a quienes saben más que yo en cuántos puntos Helánico disiente de Acusilao en lo que respecta a las genealogías, y con qué frecuencia Acusilao corrige a Hesíodo; o de qué manera Éforo expone a Helánico por hacer muchas afirmaciones falsas, o Éforo es desenmascarado por Timeo, o Timeo por los que vinieron después de él, o Heródoto por todos ellos.
Tampoco se dignó Timeo ponerse de acuerdo con Antíoco, Filisteo o Calias, sobre la historia de Sicilia, ni tampoco los autores de las historias atenienses siguieron las afirmaciones de los demás sobre los asuntos del Ática, ni los historiadores de Argos sobre los asuntos de la Argólida.
¿Y por qué necesito hablar de los asuntos menores de los distintos estados, ya que los autores más célebres han discrepado sobre la invasión persa y los acontecimientos que ocurrieron allí? En muchos puntos, incluso Tucídides es acusado por algunos de falsedad, aunque se cree que escribió la historia de su propio tiempo con la mayor exactitud.
Quizás quienes quieran buscarlas podrían sacar a la luz muchas otras causas de disensión como ésta, pero yo personalmente concedo la mayor importancia a dos causas que ahora se expondrán.
Mencionaré primero lo que me parece más decisivo. Porque el hecho de que desde el principio no hubo entre los griegos un cuidado celoso de mantener registros públicos de los acontecimientos contemporáneos, esto fue sobre todo la causa de error y dio impunidad para la falsedad a quienes después quisieron escribir sobre la historia antigua.
No sólo entre los demás griegos se descuidó el cuidado de los registros, sino incluso entre los mismos atenienses, de quienes se dice que eran aborígenes y estudiosos de la cultura, no se encuentra que se haya hecho nada de esto: pero los más antiguos de sus registros públicos, dicen, son las leyes sobre el asesinato escritas para ellos por Dracón, un hombre nacido un poco antes de la tiranía de Pisístrato.
¿Qué necesidad hay de hablar de los arcadios, que se jactan de su antigüedad? Porque incluso en una época posterior apenas estaban instruidos en el uso de las letras.
Por lo tanto, como no se había publicado ningún registro que pudiera enseñar a quienes deseaban aprender y condenar a quienes eran culpables de falsedad, se produjo el gran desacuerdo de los historiadores entre ellos.
Además de esto, hay otra segunda causa que debe señalarse. Porque quienes se pusieron a escribir no hicieron un estudio serio de la verdad, aunque siempre tienen esta profesión a mano, sino que trataron de hacer gala de su capacidad de lenguaje y se adaptaron a cualquier estilo en el que pensaron que superarían a los demás en reputación en este punto; y algunos de ellos recurrieron a escribir cuentos míticos, y otros, para ganar favores, se dedicaron a elogiar ciudades o reyes, mientras que otros recurrieron a censurar las acciones de los hombres o de quienes las habían descrito, pensando que así ganarían reputación.
En resumen, los griegos están haciendo constantemente lo que es más contrario a la historia. Porque es una prueba de la veracidad de la historia el que todos hayan hablado y escrito los mismos relatos de los mismos acontecimientos; pero estos hombres imaginaron que si escribían relatos diferentes a los de los demás, aparecerían así como los más veraces de todos.
Así lo afirma Josefo. Y estas afirmaciones pueden ser confirmadas por el testimonio de Diodoro, que citaré del libro I de su Biblioteca Histórica a continuación.
VII
Las copias griegas, según Diodoro Sículo
Dice Diodoro que, de haber explicado detalladamente estos puntos, debe indicar cuántos de aquellos que fueron famosos entre los griegos por su inteligencia y cultura hicieron un viaje a Egipto en la antigüedad, para poder adquirir algún conocimiento de sus costumbres y cultura.
En efecto, los sacerdotes de los egipcios cuentan, según los registros de sus libros sagrados, que fueron visitados por Orfeo, Museo, Melampo y Dédalo. Y además de éstos, por el poeta Homero, Licurgo el Espartano, Solón el Ateniense y el filósofo Platón. E incluso también visitaron Egipto Pitágoras de Samos, el matemático Eudoxo, Demócrito de Abdera y Enópides de Quíos.
Como prueba de todo esto, señalan las imágenes de unos y los nombres de lugares o edificios que llevan el nombre de otros. También, de la rama de conocimiento estudiada por cada uno, los sacerdotes aportan pruebas del hecho de que habían traído de Egipto todo aquello por lo que ganaron admiración entre los griegos.
De esta manera, Orfeo, dicen, trajo de los egipcios la mayor parte de los ritos místicos, y la celebración orgiástica de su propio peregrinaje, y la fábula sobre los del hades. Porque el rito de Osiris es el mismo que el de Dioniso; y el de Isis es muy similar al de Deméter, con sólo el cambio de nombres. Y los castigos de los impíos en el hades, y los prados de los piadosos, y la fabricación de imágenes moldeadas (de las sombras) comunes entre la multitud, se dice que él introdujo a imitación de las costumbres egipcias en relación con el entierro.
Hermes, el conductor de las almas, según la antigua costumbre entre los egipcios, después de haber llevado el cuerpo de Apis a un lugar determinado, se lo entrega a aquel que lleva el rostro de Cerbero. Y después de que Orfeo diera a conocer esto entre los griegos, se dice que Homero, después de él, escribió en su poema: "El Hermes cilénico agitó su varita de oro y convocó las almas de los héroes muertos".
Dicen que Melampo trajo de Egipto los ritos habituales que se celebraban en honor de Dioniso entre los griegos, y los relatos mitológicos sobre Cronos, y los relativos a la guerra de los titanes, y toda la historia de los sufrimientos de los dioses.
Se dice que Dédalo imitó el laberinto que se conserva hasta nuestros días, pero fue construido, como dicen algunos, por Mendes, o, como dicen otros, por el rey Marus muchos años antes del reinado de Minos: también se dice que la proporción de las estatuas antiguas en Egipto es la misma que la de las estatuas hechas por Dédalo en Grecia.
Se decía también que Dédalo había sido el arquitecto del bellísimo vestíbulo de Hefesto en Menfis, por el que fue admirado y recibió una estatua de madera en dicho templo, labrada por sus propias manos. Y finalmente, al ser tenido en gran estima por su genio y haber hecho muchos más descubrimientos, recibió honores divinos. Pues en una de las islas cercanas a Menfis todavía hay un templo de Dédalo venerado por los habitantes.
De la visita de Homero a Egipto presentan, entre otras pruebas, especialmente el hecho de que Helena narcotizó a Telémaco en casa de Menelao y su olvido de los males que le habían sucedido. Pues es evidente que el poeta había examinado cuidadosamente la droga calmante que, según dice, Helena había obtenido de Egipto, de Polidamna, la esposa de Thon.
Aún hoy dicen que las mujeres de este país usan la misma medicina, y afirman que se ha descubierto un remedio para la ira y la tristeza desde tiempos antiguos sólo entre las mujeres de Dióspolis; y que Tebas y Dióspolis son la misma ciudad; también que entre los habitantes Afrodita es llamada "la dorada" según una antigua tradición, y que cerca de la ciudad llamada Momemfis hay una llamada "llanura de la dorada Afrodita".
También se dice que Homero trajo de allí los cuentos míticos sobre Zeus y Hera y su relación y su viaje a Etiopía. Pues entre los egipcios, año tras año, el santuario de Zeus es llevado a través del río hasta Libia y después de algunos días regresa de nuevo, como si el dios hubiera venido de Etiopía. Y que la relación entre estas deidades tiene lugar cuando en sus festivales los sacerdotes llevan ambos santuarios a una montaña coronada con todo tipo de flores.
Dicen que también Licurgo, Platón y Solón introdujeron muchas de las costumbres de Egipto en sus códigos legales, y que Pitágoras aprendió de los egipcios las doctrinas de la palabra sagrada, las teorías de la geometría, la ciencia de los números y la migración del alma a toda clase de animales.
Suponen también que Demócrito pasó cinco años entre ellos y aprendió muchos de los principios de la astrología; y que Enópides de igual manera vivió con los sacerdotes y astrólogos y aprendió, entre otras cosas, que la órbita del sol tiene una trayectoria oblicua y que él es llevado en dirección opuesta a los otros cuerpos celestes.
De igual manera se dice también que Eudoxo estudió astrología con ellos y publicó mucha información útil para los griegos, por lo que adquirió una notable reputación.
Y de todos los antiguos escultores, aquellos cuyos nombres son más conocidos habían residido con ellos: Telecles y Teodoro, hijos de Reco, que había hecho la estatua del Apolo Pitio para los samios.
Es lo que nos dice Diodoro. Pero aquí debo dejar que este argumento, con las pruebas que se han presentado, llegue a su fin. De ahora en adelante, pues, no se nos debe acusar de irracionalidad si, en nuestro deseo de la verdadera religión, hemos recurrido a los maestros de los sabios griegos e incluso de sus filósofos, es decir, de los bárbaros, si al menos los hebreos son bárbaros.
Ahora bien, sería bueno examinar su cronología, me refiero a las fechas en que Moisés y los profetas después de él nutrieron: ya que esta sería una de las evidencias más concluyentes para el argumento que tenemos ante nosotros, que antes de tratar con los hombres eruditos entre el pueblo, primero deberíamos decidir sobre su antigüedad. Y esto para que, si se descubriera que los griegos sostenían las mismas doctrinas que los profetas y teólogos de los hebreos, ya no pudierais tener dudas sobre quiénes probablemente habían tomado prestado de los otros; si los mayores de los más jóvenes, los hebreos de los griegos y los bárbaros de los filósofos, cuyo idioma ni siquiera ellos probablemente entendían; o, lo que es más probable, que los más jóvenes tomaran prestado de los mayores, y que los griegos que habían estudiado más afanosamente la historia de las diversas naciones no desconocían los escritos de los hebreos, que habían sido traducidos mucho antes al idioma griego.
VIII
Los hebreos, más antiguos que los griegos
Respecto a Moisés y la antigüedad de los profetas que vinieron después de él, muchos otros han expuesto cuidadosamente la evidencia en sus propios escritos, de los cuales a continuación haré algunas citas.
Yo mismo adoptaré un método más novedoso que los autores mencionados y adoptaré el siguiente. Como existe una concordancia reconocida entre los tiempos del emperador romano Augusto y el nacimiento de nuestro Salvador, y como Cristo comenzó a enseñar el evangelio en el año 15 de Tiberio César, cualquiera que quiera contar el número de años desde este punto hasta los tiempos anteriores, hasta Darío, rey de los persas, y la restauración en su tiempo del templo en Jerusalén, que tuvo lugar después del regreso de la nación judía de Babilonia, encontrará que desde Tiberio hasta el año 2 de Darío hay 548 años.
El año 2 de Darío coincide con el año 1 de la LXV Olimpiada, y el año 15 del reinado de Tiberio en Roma coincide con el año 2 de la CCI Olimpiada. Las olimpíadas entre Darío el Persa y Tiberio el Romano son 137, lo que supone un período de 548 años, contándose 4 años para la Olimpíada.
Pero como el año 70 de la desolación del templo de Jerusalén fue el año 2 de Darío, como lo muestran los registros de la historia hebrea, si retrocedemos desde este punto nuevamente, desde el año 2 de Darío hasta la I Olimpíada habría 256 años, o 64 Olimpíadas. Y encontraríamos que el mismo número de años desde el último año de la desolación de dicho templo se remonta al año 50 de Uzías, rey de Judá, en cuyo tiempo profetizaron Isaías y Oseas, y todos los que fueron contemporáneos de ellos. De modo que la I Olimpíada de los griegos coincide con el tiempo del profeta Isaías y sus contemporáneos.
De nuevo, volviendo desde la I Olimpiada a los tiempos anteriores hasta la toma de Troya, encontraréis una suma de 408 años, tal como figura en los registros cronológicos de los griegos.
Según los hebreos, desde el año 50 de Uzías rey de Judá hasta el año 3 de Labdón juez de Israel, haréis el mismo número de años, 408; de manera que la toma de Troya fue en tiempos de Labdón juez, 7 años antes de que gobernara a los hebreos Sansón, de quien se dice que era irresistible en fuerza de cuerpo, como el famoso Hércules entre los griegos.
Si desde aquí retrocedes hasta las generaciones anteriores y cuentas hasta ti mismo cuatrocientos años, encontrarás entre los hebreos a Moisés, y entre los griegos a Cécrope, el terrenal.
Ahora bien, la historia de los acontecimientos tan celebrados entre los griegos es posterior a la época de Cécrope. Pues después de Cécrope vienen el diluvio en la época de Deucalión, y la conflagración en la época de Faetón, y el nacimiento de Erictonio, y el rapto de Perséfone, y los misterios de Deméter, el establecimiento de los misterios de Eleusis, la cría de Triptólemo, el rapto de Europa por Zeus, el nacimiento de Apolo, la llegada de Cadmo a Tebas y, aún más tarde que éstos, Dioniso, Minos, Perseo, Asclepio, los dioscuros y Hércules.
Ahora bien, se ha demostrado que Moisés era mayor que todos ellos, pues se encontraba en la flor de su edad en la época de Cécrope. Y retrocediendo de nuevo desde Moisés hasta el año 1 de la vida de Abraham, se encontrarán 505 años. Y contando otros tantos para el tiempo anterior a partir del mencionado año del reinado de Cécrope, se llegará a Nino el Asirio, de quien se dice que fue el primer gobernante de toda Asia, excepto la India. En su honor se llamó a la ciudad de Nino, que entre los hebreos se llama Nínive; y en su tiempo reinó Zoroastro el mago sobre los bactrianos. Y la esposa de Nino y su sucesora en el reino fue Semíramis. Por lo tanto, Abraham fue contemporáneo de estos.
Ahora bien, en los cánones de cronología que hemos compuesto se ha demostrado que estos acontecimientos son como he dicho. Pero en la presente ocasión, además de lo que se ha dicho, presentaré como testigo de la antigüedad de Moisés al más acérrimo y feroz enemigo tanto de los hebreos como de nosotros los cristianos. Es decir, a aquel filósofo de nuestro tiempo que, en su excesivo odio, habiendo publicado su compilación contra nosotros, no sólo nos sometió a nosotros, sino también a los hebreos y al mismo Moisés y a los profetas posteriores a él, a calumnias similares. Porque creo que así confirmaré mi promesa más allá de toda controversia mediante la confesión de nuestros enemigos.
Pues bien, en el libro IV de su compilación Contra los Cristianos, Porfirio escribe lo que sigue, palabra por palabra:
"La historia más verdadera de los judíos, por ser la que más concuerda con sus localidades y nombres, es la de Sanchuniatón de Beritos, quien recibió sus registros de Hierómbalo, sacerdote del dios Jevo. Dedicó su historia a Abelbalo rey de Beritos, y fue aprobada por él y por sus examinadores de la verdad. Ahora bien, los tiempos de estos hombres caen antes de la fecha de la guerra de Troya, y se acercan mucho a los de Moisés, como lo muestran las sucesiones de los reyes de Fenicia. Y Sanchuniatón, quien con cuidadosa atención a la verdad hizo una recopilación de toda la historia antigua de los registros de cada ciudad y de los registros de los templos, y la escribió en el idioma de los fenicios, vivió en la época de Semiramis reina de Asiria".
Así lo afirma Porfirio. Debemos entonces calcular las fechas propuestas de la siguiente manera. Si Sanchuniatón vivió en la época de Semíramis, y se reconoce que ella vivió mucho antes de la guerra de Troya, Sanchuniatón también debe ser anterior a la guerra de Troya.
Pero se dice que recibió los registros de otros más antiguos que él, y siendo ellos mismos más antiguos que él, se dice que se acercaron mucho a los tiempos de Moisés, aunque ni siquiera eran contemporáneos de Moisés, sino que se acercaban mucho a sus tiempos. De modo que Sanchuniatón era tanto más joven que Moisés como más posterior que sus propios predecesores, quienes fueron reconocidos como cercanos a Moisés.
Sin embargo, es difícil decir cuántos años precedió Moisés a aquellos de quienes hablo; por lo que creo que es bueno pasar por alto este punto. Pero, suponiendo que Moisés vivió en la misma época de este Sanchuniatón y no antes, continuaré la prueba de esta manera.
Si Sanchuniatón se hizo muy conocido en el tiempo de Semiramis reina de Asiria, incluso admitiendo que Moisés no fue anterior, sino que fue criado en su tiempo, entonces él también sería contemporáneo de Semiramis.
Pero mientras que nuestro cálculo demostró que Abraham era de su época, el cálculo de nuestro filósofo demuestra que incluso Moisés era mayor. Ahora bien, se demuestra que Semíramis era ochocientos años mayor que la guerra de Troya. Por lo tanto, Moisés también sería igual de anterior a la guerra de Troya, según el filósofo.
El primer rey de Argos fue Ínaco, pues los atenienses en aquella época no tenían aún ciudad ni nombre. Pero el 1º gobernante de los argivos fue contemporáneo del 5º rey de Asiria después de Semíramis, 150 años después de ella y de Moisés, tiempo en el que no se registra que ocurriera nada notable entre los griegos. Pero en este período de tiempo los jueces gobernaban entre los hebreos.
Más de 300 años después, cuando ya se habían completado más de 400 desde el tiempo de Semíramis, el primer rey de los atenienses fue Cécrope, su célebre autóctono, cuando Triopas era gobernante de Argos, quien era el séptimo desde Ínaco, el primer rey argivo.
En el intervalo entre estos se registra el diluvio en el tiempo de Ogiges, y Apis fue el primero en ser llamado dios en Egipto, e Ío, la hija de Ínaco, a quien los egipcios adoran con el nombre alterado de Isis, llegó a ser conocida, como también Prometeo y Atlas.
Desde Cécrope hasta la toma de Troya se cuentan poco menos de otros 400 años, en los que caen los maravillosos relatos de la mitología griega, el diluvio en tiempos de Deucalión y la conflagración en tiempos de Faetón, habiéndose producido, probablemente, muchas catástrofes sobre la tierra en diversos lugares.
Ahora bien, se dice que Cécrope fue el primero en llamar a Dios Zeus, ya que nunca antes había sido llamado así entre los hombres; y luego fue el primero en fundar un altar en Atenas, y también el primero en erigir una imagen de Atenea, ya que ni siquiera estas cosas existían en la antigüedad.
Después de su tiempo vienen las genealogías de todos los dioses entre los griegos. Pero entre los hebreos en esta época reinaban los descendientes de David, y florecían los profetas que sucedieron a Moisés. De modo que, según el testimonio publicado del filósofo, hay más de 800 años en total contados desde Moisés hasta la toma de Troya.
Pero mucho más recientes que la guerra de Troya son los tiempos tradicionales de Homero, Hesíodo y los demás. Y después de ellos, ayer mismo, por así decirlo, en torno a la L Olimpiada, Pitágoras, Demócrito y los filósofos posteriores adquirieron un nombre, unos quinientos años después de la guerra de Troya. Por lo tanto, se demuestra que Moisés y los profetas hebreos que le sucedieron fueron 1.500 años anteriores a los filósofos de los griegos, según la confesión del autor antes mencionado.
Tal es, pues, en resumen, mi exposición. Pero es hora de examinar también los argumentos que sobre el mismo tema han dado quienes me han precedido. Entre nosotros ha habido hombres de saber, sin parangón con ninguno de los de la clase culta, que también se han dedicado con no poco cuidado a la literatura sagrada y que, después de un examen minucioso del presente tema, han defendido la antigüedad de los hebreos mediante el uso de un rico y variado conjunto de pruebas.
Algunos de ellos calcularon los tiempos basándose en ciertas historias bien conocidas, y otros confirmaron su testimonio con citas de una fecha anterior. Y algunos se sirvieron de autores griegos, y otros de aquellos que habían registrado la historia de los fenicios, de los caldeos y de los egipcios. Pero todos ellos juntos, habiendo recopilado los registros griegos y bárbaros y los de los mismos hebreos, y habiendo puesto todas sus historias una al lado de la otra, como si las hubieran mezclado una con otra, han hecho un examen combinado de las cosas que sucedieron en los mismos períodos en todas esas naciones.
Más adelante, después de que cada uno de ellos hubo preparado su propia exposición de los hechos que debían probarse con métodos propios, presentaron sus pruebas de común acuerdo. Por esta razón, en particular, creí conveniente dar lugar en la presente discusión a sus propias palabras, para que los autores de los argumentos no se vieran privados de sus debidas recompensas y, al mismo tiempo, la defensa de la verdad pudiera recibir una confirmación indiscutible no por un solo testigo, sino por muchos.
IX
La antigüedad hebrea, según Julio Africano
Dice Africano que, hasta el comienzo de las olimpíadas, los griegos no habían escrito ninguna historia exacta, pues los relatos anteriores son todos confusos y no concuerdan en ningún punto entre sí. Pero las olimpíadas han sido registradas con precisión por muchos, porque los griegos comparaban los registros de ellas no en un largo intervalo de tiempo, sino cada cuatro años.
Por esta razón, recopilaré y repasaré brevemente las historias míticas más célebres hasta la I Olimpiada. Pero de las posteriores que sean notables, las combinaré en orden cronológico, una por una, la hebrea con la griega, examinando cuidadosamente la hebrea y tocando la griega, y las uniré de la siguiente manera. Al tomar una acción en la historia hebrea contemporánea con una acción narrada por los griegos y adherirme a ella, al tiempo que deduzco o agrego, e indico qué griego o persa o cualquier otro se sincronizó con la acción hebrea, tal vez logre mi objetivo.
Un acontecimiento muy notable es la migración de los hebreos, cuando fueron llevados cautivos por Nabucodonosor, rey de Babilonia, que duró setenta años, según la profecía de Jeremías. Ahora bien, Nabucodonosor es mencionado por Beroso el Babilónico.
Después de los 70 años del cautiverio, Ciro se convirtió en rey de Persia, en el año en que se celebró la LV Olimpiada, como se puede aprender de la Biblioteca Histórica de Diodoro, y de las historias de Talo y Cástor, también de Polibio y Flegonte, y de otros también que se preocuparon por las olimpiadas, porque el tiempo coincidía en todos ellos.
Así pues, Ciro, en el año 1 de su reinado, que fue el año 1 de la LV Olimpiada, hizo la primera despedida parcial del pueblo por mano de Zorobabel, contemporáneo de quien fue Jesús el hijo de Josedek, después de completarse los setenta años, como se relata en el libro de Esdras entre los hebreos.
Las narraciones del reinado de Ciro y del fin del cautiverio se sincronizan, y los cálculos según las olimpíadas concuerdan hasta nuestro tiempo, pues al seguirlas haremos coincidir también las otras historias entre sí según el mismo principio.
La cronología ateniense calcula los acontecimientos anteriores de la siguiente manera. Desde Ogiges, que se creía entre ellos que era un aborigen, en cuyo tiempo ocurrió ese grande y primer diluvio en el Ática, cuando Foroneo era rey de Argos, como relata Acusilao, hasta la I Olimpiada, a partir de la cual los griegos consideraron que calcularon sus fechas correctamente, se calculan 1.020 años, lo que concuerda con lo que se ha dicho antes, y se demostrará que concuerda también con lo que viene después.
Tanto los historiadores de Atenas, Helánico y Filócoro, que escribieron las Historias Áticas, como los escritores de historia siria, Cástor y Talo, y el escritor de Historia Universal, Diodoro, autor de la Biblioteca Histórica, y Alejandro Polihistor, y algunos de nuestros propios historiadores registraron estos eventos con mayor precisión incluso que todos los escritores áticos. Por lo tanto, si ocurre alguna narración notable en los 1.020 años, se extraerá como sea conveniente.
Afirmamos, pues, que Ogiges, que dio su nombre al primer diluvio, como habiendo sido salvado cuando muchos perecieron, vivió en el tiempo del Éxodo de Egipto del pueblo con Moisés, probándolo de la siguiente manera.
Desde Ogiges hasta la I Olimpiada antes mencionada hay 1.020 años; y desde la I Olimpiada hasta el año 1 de la LV Olimpiada (es decir, el año 1 del reinado de Ciro, que fue el final de la cautividad) hay 217 años. Por lo tanto, desde Ogiges hasta Ciro hubo 1.237 años. Y si alguien hiciera un cálculo de 1.237 años desde el final de la cautividad, se encontraría por análisis la misma distancia hasta el año 1 del éxodo de Israel de Egipto por mano de Moisés, que desde la LV Olimpiada hasta Ogiges, que fundó Eleusis. Este es el punto más notable para tomar como el comienzo de la cronología ateniense.
Hasta aquí los acontecimientos anteriores a Ogigea. En su época, Moisés salió de Egipto, y no hay razón para no creer que estos acontecimientos ocurrieron en esa época, como demostramos de la siguiente manera.
Desde el éxodo de Moisés hasta Ciro, que reinó después de la cautividad, hubo 1.237 años. Los años restantes de la vida de Moisés fueron 40. Los de Josué, que se convirtió en el líder después de él, 25 años. Los de los ancianos que fueron jueces después de él, 30 años. Los incluidos en el libro de los Jueces, 490 años. Los de los sacerdotes Elí y Samuel, 90 años. Los de los reyes de los hebreos, que vinieron después, 490 años. Y hay 70 años de cautividad, cuyo último año fue, como hemos dicho antes, el año 1 del reinado de Ciro.
Desde Moisés hasta la I Olimpiada hubo 1.020 años, como también hubo 1.237 años hasta el año 1 de la LV Olimpiada. El tiempo en la cronología griega concordaba con esto.
Después de Ogiges, a causa de la gran destrucción causada por el diluvio, la actual Ática permaneció sin rey durante ciento ochenta y nueve años hasta la época de Cécrope. Pues Filócoro afirma que ese Acteón que viene después de Ogiges, y los nombres ficticios, ni siquiera existieron.
Desde Ogiges hasta Ciro transcurrieron tantos años como desde Moisés hasta la misma fecha. Es decir, 1.237 años. Algunos griegos también cuentan que Moisés vivió en esa misma época. Polemón, en el libro I de sus Historias Helénicas, dice que "en tiempos de Apis, hijo de Foroneo, una parte del ejército egipcio fue expulsada de Egipto y se estableció no lejos de Arabia, en la parte de Siria llamada Palestina", siendo evidentemente los que fueron con Moisés.
Apión, hijo de Posidonio, el más inquisitivo de los gramáticos, en su libro Contra los Judíos y en el libro IV de sus Historias, dice que en tiempo de Ínaco, rey de Argos, cuando Amosis reinaba en Egipto, los judíos se rebelaron, teniendo a Moisés como su líder.
También Heródoto hizo mención de esta revuelta y de Amosis en su libro II. Y en cierto modo, de los mismos judíos, enumerándolos entre los que practican la circuncisión, y llamándolos los asirios en Palestina, tal vez a causa de Abraham.
Ptolomeo de Mendes, al escribir la Historia de los Egipcios desde el principio, está de acuerdo con todos ellos, de modo que la variación de las fechas no es perceptible en gran medida.
Pero debe observarse que cualquier evento especial que se menciona en la mitología de los griegos debido a su antigüedad, se encuentra que es posterior a Moisés, sus inundaciones y conflagraciones, su Prometeo, Ío, Europa, el rapto de Perséfone, los misterios, las legislaciones, las hazañas de Dioniso, Perseo, los trabajos de Hércules, los argonautas, los centauros, el minotauro, la historia de Troya, el regreso de los Heráclito, la migración de los jonios y los festivales olímpicos.
Me parece entonces bueno, al momento de comparar las historias helénicas con las hebreas, explicar la fecha antes mencionada de la monarquía en Atenas. No obstante, cualquiera que quiera, tomando como punto de partida esta cronología, podrá calcular el número de años de la misma manera que yo.
Sí pues, en el año 1 de los 1.020 años contados desde el tiempo de Moisés y Ogiges hasta la I Olimpiada, se produce la Pascua y el éxodo de los hebreos de Egipto, y en el Ática el diluvio en el reinado de Ogiges.
Cuando los egipcios eran azotados por la ira de Dios con granizadas y tempestades, era natural que algunas partes de la tierra sufrieran con ellos. Que los atenienses experimentaran el mismo destino que los egipcios era natural, ya que se suponía que eran emigrantes de ellos, como lo afirma, entre otros, Teopompo en sus Tres Cabezas.
El período intermedio, en el que los griegos no han registrado ningún acontecimiento especial, ha pasado desapercibido. Pero después de 94 años, como dicen algunos, llegó Prometeo, de quien, según la leyenda, formaba a los hombres, y como hombre sabio trató de reformarlos para que abandonaran su extrema rudeza y llevaran a una condición culta.
Todo esto es lo que escribe Africano, mas ahora pasemos a otro.
X
La antigüedad hebrea, según Taciano el Sirio
Dice Taciano que "corresponde a los judíos demostrar que su filosofía es más antigua que las instituciones de los griegos", y cita a Moisés y Homero como los límites, pues "cada uno de ellos es muy antiguo, uno el más antiguo de los poetas e historiadores, y el otro el fundador de toda la sabiduría bárbara". Oigámosle:
"Descubriremos que nuestras doctrinas son más antiguas no sólo que la ciencia de los griegos, sino incluso que la invención de las letras. Y no adoptaré nuestros propios testigos nativos, sino que más bien me serviré de los griegos como aliados. Porque lo primero sería imprudente, porque no sería aceptado por vosotros; pero lo segundo, si se probara, sería admirable, si en algún momento, al oponerme a vosotros con vuestras propias armas, pudiera aportar contra vosotros pruebas más allá de toda sospecha".
En efecto, en cuanto a la poesía de Homero, su ascendencia y la época en que floreció, ya han sido hechas investigaciones por escritores muy antiguos, como Teágenes del Egeo, que vivió en la época de Cambises, Estesimbroto de Tasos, Antímaco de Colofón, Heródoto de Halicarnaso y Dionisio de Olinto. Después de ellos Éforo de Cumas, Filócoro de Atenas, Megacleides y Camaleón los peripatéticos. Y luego los gramáticos Zenodoto, Aristófanes, Calímaco, Crates, Eratóstenes, Aristarco y Apolodoro.
Crates dice que Homero floreció antes del regreso de los heráclidas, dentro de los 80 años después de la guerra de Troya. Eratóstenes dice que después del año 100 desde la toma de Troya. Aristarco dice que en el tiempo de la migración jónica, que es 140 años después de la guerra de Troya. Filócoro dice que 40 años después de la migración jónica, en el arconte de Arquipo en Atenas, y 180 años después de la guerra de Troya. Apolodoro dice que 100 años después de la migración jónica, lo que sería 240 años después de la guerra de Troya. Algunos dijeron que vivió antes de las olimpíadas (es decir, 400 años después de la toma de Ilión). Otros rebajaron la fecha y dijeron que Homero había sido contemporáneo de Arquíloco. Ahora bien, Arquíloco floreció alrededor de la vigésimo III Olimpíada, en el tiempo de Giges rey de Lidia, 500 años después de la guerra de Troya.
En lo que se refiere a la época del poeta antes mencionado (es decir, Homero), y a las disputas y desacuerdos entre quienes dieron cuenta de él, baste esta breve exposición para quienes puedan examinar el asunto con atención. Porque está en poder de cada uno demostrar que sus opiniones también sobre los relatos históricos son falsas; pues en el caso de aquellos autores cuyo registro de los tiempos es inconsistente, la historia no puede ser verdadera.
Concedido, sin embargo, que Homero no sólo no fue posterior a la guerra de Troya, sino que se puede suponer que vivió en ese mismo tiempo de la guerra, y que participó en la expedición con Agamenón, y que vivió incluso antes de que hubiera tenido lugar la invención de las letras... se demostrará que Moisés era muchos años mayor que la captura real de Troya, mucho más antiguo que la construcción de Troya, y muy anterior a Tros y Bardano.
Para probar esto emplearé el testimonio de los caldeos, fenicios y egipcios. Pero ¿para qué decir mucho? Porque quien pretende persuadir debe hacer muy breve su narración de los hechos a sus oyentes.
Beroso, sacerdote babilonio de su dios Belo, vivió en el tiempo de Alejandro, y compuso la Historia de los Caldeos en tres libros para Antíoco, el 3º sucesor de Seleuco. Al exponer el relato de los reyes menciona el nombre de uno de ellos, Nabucodonosor, que hizo una expedición contra los fenicios y los judíos; eventos que sabemos que fueron anunciados por nuestros profetas, y que tuvieron lugar mucho después de la era de Moisés, y 70 años antes de la supremacía persa. Ahora bien, Beroso es un hombre muy competente, y una prueba de ello la da Iobas, quien escribiendo Sobre los Asirios dice que ha aprendido su historia de Beroso.
Después de los caldeos, el caso de los fenicios es el siguiente. Entre ellos hubo tres autores: Teodoto, Hipsícrates y Moco. Sus libros fueron traducidos al griego por Leto, quien también escribió un tratado preciso sobre las vidas de los filósofos.
En las historias de los autores antes mencionados se muestra que la violación de Europa tuvo lugar en tiempos de uno de los reyes, también la llegada de Menelao a Fenicia y la historia de Hiram, quien dio a su hija en matrimonio a Salomón, rey de los judíos, y le regaló madera de todo tipo para la construcción del templo de Jerusalén.
Menandro de Pérgamo también escribió el relato de los mismos acontecimientos. Ahora bien, la fecha de Hiram se acerca un poco a la guerra de Troya; y Salomón, el contemporáneo de Hiram, es mucho más posterior a la época de Moisés.
Los egipcios tienen registros precisos de las fechas. Y Ptolomeo, que no era el rey sino un sacerdote de Mendes, traductor de sus escritos, al narrar las acciones de sus reyes, dice que "el viaje de los judíos desde Egipto a los lugares que eligieron, bajo el liderazgo de Moisés, tuvo lugar en la época de Amosis, rey de Egipto".
Ahora bien, Amosis vivió en el tiempo del rey Ínaco. Después de él, Apión el Gramático, un hombre de gran reputación, en el libro IV de su Historia Egipcia (hay cinco de sus libros) entre otras muchas cosas dice que Amosis demolió Avaris, y que vivió en el tiempo de Ínaco el Argivo, como registró Ptolomeo de Mendes en su Cronología.
Ahora bien, el tiempo transcurrido desde Ínaco hasta la toma de Troya asciende a 20 generaciones; y el modo de la prueba es el siguiente.
Los reyes de los argivos fueron estos: Inaco, Foroneo, Apis, Argeio, Criaso, Forbas, Triopas, Crotopo, Estenelao, Dánao, Linceo, Abás, Preto, Acrisio, Perseo, Euristeo, Atreo, Tiestes y Agamenón, en el año 18 de cuyo reinado fue tomada Troya. El lector inteligente debe comprender con absoluta claridad que, según la tradición de los griegos, no existía ningún registro escrito de la historia entre ellos, pues Cadmo, que enseñó el alfabeto a dicho pueblo, desembarcó en Beocia muchas generaciones después.
Después de Ínaco, Foroneo logró con dificultad poner fin a su modo de vida salvaje y errante, y el pueblo recuperó el orden. Por tanto, si se ha demostrado que Moisés fue contemporáneo de Ínaco, es cuatrocientos años anterior a la guerra de Troya.
'Esto se prueba así tanto por la sucesión de los reyes de Atenas, Macedonia y los ptolomeos, como también por los de la dinastía de Antíoco. De esto es manifiesto que si los hechos más ilustres entre los griegos fueron registrados por escrito y comenzaron a ser conocidos después del tiempo de Ínaco, también fueron posteriores al tiempo de Moisés.
Los atenienses mencionan como contemporáneo de Foroneo, que siguió a Ínaco, a Ogiges, en cuyo tiempo se produjo el primer diluvio; y como contemporáneo de Forbas Acteo, de quien el Ática fue llamada Actea; y como contemporáneo de Triopas a Prometeo, y a Epimeteo, y a Atlas, y a Cécrope (el de doble sexo), y a Ío.
En tiempos de Crotopo se produjo el incendio de Faetón y el diluvio de Deucalión. En tiempos de Estenelao se produjo el reinado de Anfictión, la llegada de Dánao al Peloponeso, la colonización de Dardania por Dárdano y el rapto de Europa desde Fenicia a Creta.
En la época de Linceo se produjo el rapto de Perséfone, la fundación del santuario de Eleusis, la agricultura de Triptólemo, la llegada de Cadmo a Tebas y el reinado de Minos.
Durante el reinado de Preto se produjo la guerra de Eumolpo contra los atenienses. Durante el reinado de Acrisio, la travesía de Pélope desde Frigia, la llegada de Ión a Atenas, el segundo Cécrope y las hazañas de Perseo. Y durante el reinado de Agamenón se tomó Troya.
Por lo que se ha dicho más arriba, Moisés resulta ser más antiguo que todos los héroes, ciudades o demonios. Y se debe creer más a quien los precedió en edad que a los griegos, que extrajeron sus doctrinas de la fuente original sin comprenderlas plenamente.
¿Y por qué? Porque había entre los griegos muchos sofistas que se dejaban llevar por una curiosidad entrometida y trataban de poner un sello falso a todo lo que habían aprendido de Moisés y de los que estaban de acuerdo con su filosofía. Primero para que se pensara que decían algo original, y segundo para que, disfrazando lo que no entendían con una especie de artificio retórico, pudieran tergiversar la verdad como si fuera una mera fábula.
En lo que respecta, sin embargo, a nuestra política, a la historia de nuestras leyes, a todo lo que han dicho los eruditos entre los griegos, y a cuántos y quiénes son los que nos han mencionado, la prueba se mostrará en mi Opiniones acerca de Dios. Pero por el momento debo esforzarme con toda exactitud en dejar claro que Moisés es anterior no sólo a Homero, sino también a los escritores que le precedieron: Lino, Filamón, Tamiris, Anfión, Orfeo, Museo, Demódoco, Femio, la Sibila, Epiménides el cretense, que llegó a Esparta, Aristeo de Proconeso, que escribió la Arimaspia, y Ásbolo el Centauro, y Basis, y Drimón, y Euclo de Chipre, y Horus de Samos, y Pronapides de Atenas.
Lino fue el maestro de Hércules, y se ha demostrado que Hércules existió una generación anterior a la guerra de Troya. Esto es manifiesto por su hijo Tlepolemo, quien se unió a la expedición contra Troya.
Orfeo fue contemporáneo de Hércules. Además, se dice que los escritos que posteriormente se le atribuyen fueron compuestos por Onomácrito de Atenas, que vivió durante el gobierno de los pisistrátidas, alrededor de la L Olimpiada.
Museo fue discípulo de Orfeo. Y como Anfión nació dos generaciones antes de la guerra de Troya, esto impide que recopilemos más información sobre él para información de los estudiosos. Demódoco y Femio también vivieron en la misma época de la guerra de Troya, pues vivieron, uno entre los pretendientes, el otro con los feacios. Tamiris y Filamón no son mucho más antiguos que éstos.
Así pues, en lo que respecta a sus diversas obras, sus fechas y registros, creo que os los he descrito con toda la exactitud posible. Pero para que podamos completar lo que aún falta, expondré además la evidencia relativa a los que se consideran Siete Sabios.
Minos, considerado el más ilustre en sabiduría, sagacidad y legislación, vivió en tiempos de Linceo, que reinó después de Dánao, en la 11ª generación después de Ínaco. Y Licurgo, nacido mucho después de la toma de Troya, hizo leyes para los lacedemonios cien años antes del comienzo de las olimpíadas.
Se ha descubierto que Dracón vivió alrededor de la XXXIX Olimpíada, Solón alrededor de la XLVI Olimpiada y Pitágoras alrededor de la LXII Olimpiada. Ahora bien, hemos demostrado que las olimpíadas comenzaron 407 años después de la guerra de Troya.
Así pues, una vez probados estos hechos, bastarán unas cuantas palabras más para registrar la edad de los Siete Sabios. Pues como Tales, el mayor de ellos, vivió alrededor de la L Olimpiada, las fechas aproximadas de los que vinieron después de él se exponen de forma concisa.
Esto es lo que dice Taciano, que termina diciendo:
"He compuesto esto para vosotros, oh hombres de Grecia. Yo, Taciano, discípulo de los bárbaros en filosofía, nacido en la tierra de los asirios, pero instruido primero en vuestras doctrinas y después en las que ahora profeso predicar. Y sabiendo de ahora en adelante quién es Dios y cuál es el cumplimiento de su voluntad, me presento ante vosotros dispuesto a examinar mis doctrinas, mientras que mi modo de vida conforme a la voluntad de Dios sigue siendo innegable".
Así lo dice Taciano. Pero pasemos ahora a Clemente.
XI
La antigüedad hebrea, según Clemente de Alejandría
Dice Clemente que el tema que nos trata ha sido discutido cuidadosamente por Taciano en su Discurso a los Griegos, y por Casiano en el libro I de su Exegética. Pero, sin embargo, mi comentario exige que también repase lo que se ha dicho sobre el tema.
Apión, el gramático apodado Pleistonices, en el libro IV de sus Historias Egipcias, aunque egipcio de nacimiento, estaba tan rencoroso hacia los hebreos que compuso un libro Contra los Judíos. Cuando menciona a Amosis, rey de Egipto, y las transacciones de su tiempo, presenta a Ptolomeo de Mendes como testigo. Y su lenguaje es el siguiente: "Pero Avaris fue destruida por Amosis, que vivió en la época de Ínaco el argivo, como registró Ptolomeo de Mendes en su Cronología".
Ptolomeo de Mendes era un sacerdote que publicó los Hechos de los Reyes de Egipto en tres libros completos, y dice que "la salida de los judíos de Egipto bajo Moisés como su líder tuvo lugar en el tiempo de Amosis rey de Egipto", de lo cual se ve claramente que Moisés floreció en el tiempo de Ínaco.
Dionisio de Halicarnaso nos enseña en su Cronología que la historia de Argos, desde Ínaco hacia abajo, se menciona como más antigua que cualquier historia helénica.
Unas 40 generaciones más tarde está la historia de Atenas, que comienza con Cécrope (el llamado "aborigen del doble sexo", como dice con tantas palabras Taciano), y 9 generaciones más tarde está la historia de Arcadia, desde el tiempo de Pelasgo (que también es llamado aborigen).
Más reciente que esta última, en otras 52 generaciones, es la historia de Ftiótide desde la época de Deucalión. Desde Ínaco hasta la época de la guerra de Troya se cuentan 20 ó 21 generaciones. Es decir, 400 años, podríamos decir, o más.
Si la historia asiria es muchos años anterior a la helénica, se verá por lo que dice Ctesias. En el año 402 del Imperio Asirio, y en el año 32 del reinado de Beluco VIII, la salida de Moisés de Egipto tuvo lugar en tiempos de Amosis rey de Egipto, y de Ínaco rey de Argos.
En la Hélade, en tiempos de Foroneo, sucesor de Ínaco, se produjo el diluvio de Ogiges, y en Sición reinó primero Egialeo, luego Europos y después Telquis. En Creta reinó Cres.
Acusilao dice que Foroneo fue el primer hombre, por lo que también el autor del poema Foronis dice que fue "el padre de los hombres mortales".
Por eso Platón, en el Timeo y siguiendo a Acusilao, escribe: "Una vez, cuando quiso llevarlos a una discusión sobre la antigüedad, dijo que intentó hablar de las cosas más antiguas de esta ciudad, sobre Foroneo, que fue llamado el primer hombre, y sobre Níobe, y los acontecimientos que siguieron al diluvio".
Contemporáneo de Forbas fue Acteo, de quien el Ática recibió el nombre de Actea. Y contemporáneos de Triopas fueron Prometeo, Atlas, Epimeteo, el biforme Cécrope e Ío. En tiempos de Crotopo se produjo la conflagración de Faetón y el diluvio de Deucalión. Y en tiempos de Estenelao se produjo el reinado de Anfictión, la llegada de Dánao al Peloponeso, la colonización de Dardania por Dárdano (a quien Homero llama "el hijo primogénito de Zeus, el que obliga a las nubes") y el rapto de Europa desde Creta a Fenicia.
En la época de Linceo se produjo la violación de Koré, la fundación del santuario de Eleusis, la agricultura de Triptólemo, la llegada de Cadmo a Tebas y el reinado de Minos. En la época de Preto se produjo la guerra de Eumolpo contra los atenienses. En la época de Acrisio, la migración de Pélope desde Frigia, la llegada de Ión a Atenas, el segundo Cécrope, las hazañas de Perseo y Dioniso, y también de Orfeo y Museo.
En el año 18 del reinado de Agamenón fue tomada Troya, en el año 1 del reinado en Atenas de Demofón hijo de Teseo, el día 12 del mes de Targelión, como dice Dionisio el Argivo. Sin embargo, Agio y Dercilo, en su libro III, dicen que fue tomada el día 8 de la última década del mes Panemo. Helánico dice que fue tomada el día 12 del mes Targelión. Algunos de los escritores de la historia ateniense dicen que fue tomada el día 8 de la última década, en el último año del reinado de Menesteo, en la luna llena. Y el poeta que escribió la Pequeña Ilíada dice que fue tomada "a medianoche, cuando la luna estaba saliendo brillante".
Ahora bien, Teseo, que era rival de Hércules, es una generación más antiguo que la guerra de Troya. Y Homero menciona a Tlepólemo, que era hijo de Hércules, como uno de los que se unió a la expedición contra Troya. Se muestra, pues, que Moisés era 604 años mayor que la deificación de Dioniso, si al menos fue deificado en el año 32 del reinado de Perseo, como dice Apolodoro en sus Crónicas.
Desde Dioniso hasta Hércules y los jefes que navegaron en el Argo con Jasón, hay 63 años. También Asclepio y los Dioscuros navegaron con ellos, como atestigua Apolonio Rodio en las Argonáuticas. Desde el reinado de Hércules en Argos hasta la deificación del propio Hércules y de Asclepio hay 38 años, según el cronista Apolodoro. Y desde ese punto hasta la deificación de Cástor y Pólux 53 años. En algún momento cercano a esta época se produjo la toma de Troya.
Si hemos de creer al poeta Hesíodo, oigamos lo que dice: "Admitida en el sagrado lecho de Zeus, la más bella de las hijas de Atlas, Maya, dio a luz al ilustre Hermes, heraldo de los dioses. Y unida a Zeus con los más dulces lazos de amor, la bella Sémele concibió un glorioso hijo, el gran Dioniso, alegría de toda la humanidad".
Cadmo, el padre de Sémele, llegó a Tebas durante el reinado de Linceo y se convirtió en el inventor de las letras griegas. Triopas fue contemporáneo de Isis en la séptima generación desde Ínaco.
Pero hay quienes dicen que se llamaba Io por su paso por toda la tierra en sus peregrinajes. E Istro, en su libro sobre la Migración de los Egipcios, dice que era hija de Prometeo. Pero Prometeo fue contemporáneo de Triopas, en la 7ª generación después de Moisés. De modo que Moisés sería anterior, incluso, a que el origen de la humanidad fuera según los griegos.Ahora bien, León, que escribió un tratado sobre los Dioses de Egipto, dice que Isis fue llamada por los griegos Deméter, quien es contemporánea de Linceo en la 11ª generación después de Moisés.
Apis, rey de Argos, fue también el fundador de Menfis, como dice Aristipo en el libro I de la Arcadica. Además, Aristeas de Argos dice que este Apis tenía por sobrenombre Sarapis, y que es a él a quien adoran los egipcios.
Pero Ninfódoro de Anfípolis, en el libro III de las Costumbres de Asia, dice que cuando el toro Apis murió y fue embalsamado, fue depositado en un ataúd en el templo del demonio que allí era adorado, y de ahí se lo llamó Soroapis y luego Sarapis. Y Apis es el 3º desde Ínaco. Además, Latona es contemporánea de Ticio.
Zeto y Anfión, los inventores de la música, vivieron en la época de Cadmo. Y si alguien nos dice que Femonoe fue el 1º que pronunció un oráculo en verso a Acrisio, que sepa que 27 años después de Femonoe vinieron Orfeo, Museo y Lino, el maestro de Hércules.
Homero y Hesíodo fueron mucho posteriores a la guerra de Troya. Y después de ellos, mucho más tarde, vinieron los legisladores entre los griegos, Licurgo, Solón, los Siete Sabios, Ferécides de Siros y el gran Pitágoras, que vivió algún tiempo después, hacia el comienzo de las olimpíadas, como hemos demostrado.
Así pues, hemos demostrado que Moisés fue más antiguo que la mayoría de los dioses de los griegos, y no solamente que sus llamados sabios y poetas.
Hasta aquí, las explicaciones de Clemente. Pero como la cuestión que nos ocupa fue estudiada cuidadosamente antes de nuestros escritores cristianos por los mismos hebreos, sería bueno considerar también lo que ellos han dicho; y utilizaré el lenguaje de Flavio Josefo como representante de todos ellos.
XII
La antigüedad hebrea, según Manetón de Sebenitos
Manetón, sumo sacerdote egipcio, y egipcio de nacimiento, era un hombre que conocía la cultura helénica, que tradujo del egipcio al griego los libros sagrados egipcios y que convenció a Heródoto de haber falsificado por ignorancia muchas cosas de la historia egipcia. Pues bien, este Manetón, en el libro II de su Historia Egipcia, escribe sobre los judíos lo siguiente:
"Teníamos un rey que se llamaba Timeo. En su época, Dios estaba enojado con nosotros, no sé por qué, y unos hombres de las regiones orientales, de origen oscuro, se animaron extrañamente a invadir el país y tomaron posesión de él fácilmente por la fuerza sin necesidad de una batalla".
Y poco después añade: "El origen de toda su nación era Hicsos, o país de los reyes pastores. Porque hyc en la lengua sagrada significa rey, y sos significa pastor. No obstante, algunos dicen que eran árabes". No obstante, en otra copia dice Manetón que con el término hyc no se quiere decir reyes, sino cautivos, si lo que se hace es pronunciarlo con el término hyc aspirado, o hac.
Ahora bien, estos reyes antes nombrados, tanto los llamados pastores como sus descendientes, gobernaron sobre Egipto, según Manetón, 511 años.
Después de esto, dice, hubo una revuelta de los reyes de la Tebaida y del resto de Egipto contra los pastores, y estalló una gran y larga guerra. Pero en la época de un rey "cuyo nombre era Misfragmutosis", los pastores fueron derrotados y, aunque expulsados del resto de Egipto, fueron encerrados en un lugar que tenía una circunferencia de 10.000 arurae, llamado Avaris. En todo esto, dice Manetón, los pastores fueron rodeados por una muralla grande y fuerte, para que pudieran tener todas sus posesiones y su botín en una fortaleza.
Thmutosis, hijo de Misfragmutosis, intentó someterlos mediante un asedio, sentándose contra sus murallas con 480.000 hombres. Pero después de abandonar el asedio, desesperado, hizo un acuerdo con ellos, que debían abandonar Egipto y marcharse ilesos a donde quisieran. Y con estas condiciones ellos, con todas sus familias y posesiones, siendo no menos de 240.000 en número, se abrieron paso desde Egipto a través del desierto hacia Siria.
Temiendo el poder de los asirios (que en aquel tiempo eran los gobernantes de Asia), los hicsos edificaron en lo que hoy se llama Judea una ciudad con capacidad para tantos millares de habitantes, y la llamaron Jerusalén. Si se calcula el tiempo en que esto sucedió, resulta evidente que los hicsos, los antepasados de los hebreos, salieron de Egipto y colonizaron Judea 393 años antes de que Dánao llegara a Argos.
Por tanto, Manetón ha atestiguado en nuestro favor dos cosas de la mayor importancia a partir de los escritos de los egipcios. En primer lugar, su llegada a Egipto desde algún otro país, y después, su partida de allí en una fecha tan antigua que es casi mil años antes de la guerra de Troya.
Josefo ha recogido con bastante amplitud los extractos de la Historia Egipcia de Manetón. Y en su Historia Fenicia, recurriendo al testimonio de quienes han escrito sobre los asuntos fenicios, demuestra que el templo de Jerusalén había sido construido por el rey Salomón 143 años y 8 meses antes de la fundación de Cartago por los tirios.
XIII
La teología hebrea, más antigua que la filosofía griega
¿Por qué necesito amontonar pruebas sobre pruebas, cuando todo aquel que ama la verdad y no la malicia se conforma con lo que se ha expuesto, pues contiene diversas confirmaciones del argumento propuesto? Pues nuestra propuesta era demostrar que Moisés y los profetas eran más antiguos que la historia griega.
Por tanto, puesto que se ha demostrado que Moisés vivió mucho antes de la guerra de Troya, examinemos también a todos los que vinieron después de él. Ahora bien, que Moisés apareció en el mundo más tarde en el tiempo que aquellos verdaderos hebreos anteriores, Heber y Abraham, de quienes se ha aplicado el nombre derivado al pueblo, y que todos los demás hombres piadosos de la antigüedad, es evidente por su propia historia.
Después de Moisés reinó Jesús sobre los judíos 30 años, según dicen algunos. Luego, como dice la Escritura, los extranjeros reinaron 8 años. Después Gotoniel, 50 años; después Eglom rey de Moab, 18 años; después Aod, 80 años. Después de él, los extranjeros, 20 años; después Débora y Barac, 40 años; después los madianitas, 7 años; después Gredeón, 40 años; Abimelec, 3 años; Tola, 23 años; Jaír, 22 años; los amonitas, 18 años; Jefté, 6 años; Esbón, 7 años; Ealón, 10 años; Labdón, 8 años; los extranjeros, 40 años; Sansón, 20 años; después Elí, el sacerdote, 40 años, según dice el hebreo, por cuya época se produjo la toma de Troya. Después de Elí, el sacerdote, Samuel fue el jefe del pueblo.
Después de él reinó Saúl, su primer rey, 40 años; después David, 40 años; después Salomón, 40 años; el cual fue el primero en edificar el templo de Jerusalén. Después de Salomón reinó Soboam 17 años; Abías, 3 años; Asa, 41 años; Josafat, 25 años; Joram, 8 años; Ocozías, 1 año; Atalía, 7 años; Joás, 40 años; Amasías, 27 años; Uzías, 52 años; en cuyo reinado profetizaron Oseas, Amós, Isaías y Jonás; y después de Uzías reinó Jotam, 16 años; después de él, Acaz, 16 años. En su época se celebró la I Olimpiadaa, en la que Coroebo de Elis ganó la carrera pedestre.
Ezequías sucedió a Acaz durante 29 años; y en su tiempo Rómulo construyó Horus y se convirtió en rey. Y después de Ezequías reinó Manasés 55 años; luego Amón 2 años; luego Josías 31 años; en cuyo tiempo profetizaron Jeremías, Baruc, Hulda y otros profetas.
Después Joacaz, 3 meses; después Joaquín, 11 años; y después de él, el último de todos, Sedequías, 12 años. En su tiempo, habiendo sido sitiada Jerusalén por los asirios y habiendo sido incendiado el templo, toda la nación de los judíos fue llevada deportada a Babilonia, y allí profetizaron Daniel y Ezequiel.
Después del número de 70 años Ciro llegó a ser rey de Persia, y perdonó la cautividad de los judíos, y permitió a los que quisieron regresar a su propia tierra, y levantar de nuevo el templo. En este tiempo regresó Jesús el hijo de Josedec, y Zorobabel el hijo de Salatiel, y pusieron los cimientos, y profetizaron Hageo, Zacarías y Malaquías los últimos de todos, después de los cuales no ha habido más profeta entre ellos.
En la época de Ciro florecía Solón de Atenas y los llamados Siete Sabios entre los griegos, de los cuales sus registros no mencionan ningún filósofo más antiguo.
De estos siete, Tales de Mileto, que fue el primer filósofo natural entre los griegos, disertó sobre los trópicos solares y los eclipses, las fases de la luna y los equinoccios. Este hombre llegó a ser el más distinguido entre los griegos.
Un discípulo de Tales fue Anaximandro, hijo de Praxiades, también milesio de nacimiento. Fue el primer diseñador de gnomones para distinguir los trópicos solares, los tiempos, las estaciones y los equinoccios.
Anaxímenes, hijo de Euristrato, de Mileto, fue discípulo de Anaximandro, y Anaxágoras, hijo de Hegesibulo, de Clazómenas, fue el primero en definir claramente el tema de los primeros principios, pues no sólo publicó sus opiniones sobre la esencia de todas las cosas, como sus predecesores, sino también sobre la causa que las mueve, pues "en el principio (dice) todas las cosas estaban confusas, pero la mente entró y las sacó del desorden y las puso en orden".
Anaxágoras tuvo tres discípulos: Pericles, Arquelao y Eurípides. Pericles se convirtió en el primer hombre de Atenas y superó a sus contemporáneos tanto en riqueza como en nacimiento. Eurípides se dedicó a la poesía y algunos lo llamaron el "filósofo de la escena". Y Arquelao sucedió a Anaxágoras en la escuela de Lámpsaco, pero emigró a Atenas y dio clases allí, y tuvo muchos atenienses como discípulos, y entre ellos especialmente a Sócrates.
Al mismo tiempo que Anaxágoras florecieron los filósofos físicos Jenófanes y Pitágoras. A Pitágoras le sucedieron su esposa Teano y sus hijos Telauges y Mnesarco.
Un discípulo de Telauges fue Empédocles, en cuya época se hizo famoso Heráclito el Oscuro. Se dice que a Jenófanes le sucedió Parménides, a éste Meliso, y a éste Zenón el Eleático, quien, según dicen, urdió un complot contra el tirano de entonces, fue capturado y, cuando el tirano lo torturó para que pudiera dar una lista de sus cómplices, no hizo caso de los castigos del tirano, sino que le mordió la lengua y se la escupió, y murió en esta obstinada resistencia a las torturas.
Tuvo por discípulos a Leucipo, y a éste a Demócrito, y a Protágoras, en cuyo tiempo floreció Sócrates. También se pueden encontrar dispersos aquí y allá otros filósofos físicos que vivieron antes de Sócrates; sin embargo, todos, comenzando por Tales, parecen haber florecido después de Ciro, rey de Persia; y es evidente que Ciro vivió mucho después de la deportación del pueblo judío al cautiverio de Babilonia, cuando los profetas hebreos ya habían cesado y su ciudad santa había sido sitiada.
Por lo tanto, hay que admitir que la filosofía griega fue muy posterior a Moisés y a los profetas que vinieron después de él; y especialmente la filosofía de Platón, quien, habiendo sido primero un oyente de Sócrates, se asoció después con los pitagóricos y superó con creces a todos sus predecesores, tanto en elocuencia y sabiduría como en sus doctrinas filosóficas.
Ahora bien, Platón vivió hacia el final de la monarquía persa, un poco antes que Alejandro de Macedonia y no mucho más de cuatrocientos años antes del emperador Augusto. Si, pues, se os demuestra que Platón y sus sucesores coincidieron en su filosofía con los hebreos, es hora de examinar la fecha en que vivió y comparar la antigüedad de los teólogos y profetas hebreos con la edad de todos los filósofos de Grecia.
Pero como esto ya ha sido probado, ahora es el momento adecuado para volver atrás y observar que los sabios de los griegos han sido celosos imitadores de las doctrinas hebreas, de modo que nuestros calumniadores ya no pueden razonablemente encontrarnos faltas, si nosotros mismos, admirando doctrinas similares a las de sus filósofos, hemos decidido mantener en honor los oráculos hebreos.
XIV
La teología hebrea, preferible a la filosofía griega
Podéis juzgar que no sin razón hemos dado un lugar secundario a las doctrinas de la filosofía griega y preferido la teología de los hebreos, cuando sabéis que incluso entre los mismos griegos, aquellos que han tratado más correctamente la filosofía y han pensado algo más y mejor que la charla vulgar sobre los dioses, no han descubierto otras doctrinas verdaderas que las que habían recibido una sanción previa entre los hebreos.
Algunos de ellos, arrastrados de un lado a otro por diversas opiniones falsas, fueron conducidos a un abismo de charlatanería; mientras que otros, que en algún grado emplearon un razonamiento sincero, se mostraron partícipes de la enseñanza de los hebreos en aquellos puntos en los que alcanzaron la concepción de la verdad.
Es probable, en todo caso, que habiéndose vuelto muy eruditos y habiendo investigado curiosamente tanto las costumbres como la ciencia de las naciones, no desconocieran la filosofía de los pueblos recién mencionados, siendo, por así decirlo, más jóvenes en el tiempo que todos los hombres, no sólo los hebreos, ni tampoco sólo los fenicios y los egipcios, sino también que los mismos antiguos griegos.
Para estos antiguos, algunas doctrinas derivadas de Fenicia fueron organizadas por Cadmo hijo de Agenor. Y otras sobre los dioses de Egipto o de otros lugares, misterios y ritos, la erección de estatuas e himnos, odas y epodos, ya sea por el tracio Orfeo o algún otro griego o bárbaro, quienes se convirtieron en sus líderes en el error, porque los mismos griegos reconocerían que no conocen hombres más antiguos que estos.
Dicen al menos que Orfeo fue el primero en criar a los hijos de Dios, luego a Lino y después a Museo, en la época de la guerra de Troya o un poco antes. Pero lo cierto es que en su época no había lugar entre los griegos más que la teología de los fenicios y los egipcios, con sus múltiples errores.
Además, entre las demás naciones, en todos los países y ciudades, estas mismas doctrinas y otras similares se observaban cuidadosamente en los sacrificios y misterios. En todo caso, la doctrina antes mencionada sobre los dioses prevaleció ampliamente entre toda la humanidad; y en todas partes se amueblaban santuarios muy hermosos y se adornaban con toda clase de estatuas y ofrendas. Además, se moldeaban imágenes de todo tipo de materiales en toda forma de animales mortales y se terminaban con buen gusto.
Además, entre todos ellos había una gran cantidad de oráculos. En efecto, un dios especialmente venerado y poderoso entre los griegos era el más abundante en aquella época: el dios Pítico, el Clariano y el Dodoneo. Después, Anfiarao y Anfiloco, y después de éstos, una multitud incontable de adivinos, más que de poetas y rapsodas.
Pero por fin, muchos siglos después de ellos, la filosofía llegó a los griegos y no encontró entre sus antepasados nada que le perteneciera propiamente, sino que descubrió que las santidades y antigüedades de la teología que les había llegado de sus padres, e incluso las maravillosas y universalmente famosas divinidades y oráculos, eran en realidad superfluos e inútiles.
Por lo cual procedió a ponerlos en un lugar secundario, ya que no podían serle de ninguna utilidad para el descubrimiento de cosas necesarias y verdaderas; y desde entonces, como alguien desnudo y desprovisto de cualquier razonamiento o conocimiento propio, se dedicó a examinar los sistemas extranjeros y bárbaros, y a proporcionar, recopilar y tomar prestado lo que le era útil de todos lados, todo lo que encontraba entre las distintas naciones.
En efecto, comenzó a descubrir que a los griegos no sólo les faltaba la verdadera teología, sino también la más útil para la vida diaria de todas las demás artes y ciencias. De hecho, los mismos griegos confiesan que fue después de Orfeo, Lino y Museo, los más antiguos de todos sus teólogos y el primero en introducir entre ellos el error del politeísmo, que sus siete hombres a los que llamaron Sabios fueron célebres por su sabiduría. Y estos se criaron en la época de Ciro, rey de Persia.
Ahora bien, este fue el tiempo en el cual los últimos profetas hebreos estaban profetizando, quienes vivieron más de 600 años después de la guerra de Troya, y no menos de 1.500 años después de la era de Moisés. Esto será evidente para todo el que revise los registros de la cronología.
Los Siete Sabios, nacidos en algún momento de este período reciente, son recordados por una reforma de la conducta moral, pero no hay más registros de ellos que sus célebres máximas. Sin embargo, se dice que los filósofos griegos florecieron un poco más tarde y en una época más tardía.
El primero de ellos, Pitágoras, discípulo de Ferécides, que inventó el nombre de filosofía, era originario, según algunos, de Samos, pero según otros de Tirrenia; mientras que algunos dicen que era sirio o tirio, de modo que hay que admitir que el primero de los filósofos, célebre en boca de todos los griegos, no era griego, sino bárbaro.
También se dice que Ferecides era sirio y que Pitágoras fue discípulo suyo. Sin embargo, no es el único maestro con el que, según se dice, Pitágoras se relacionó, sino que también pasó algún tiempo con los magos persas y se convirtió en discípulo de los profetas egipcios, en la época en que algunos hebreos parecen haberse establecido en Egipto y otros en Babilonia.
De hecho, el susodicho Pitágoras, mientras estudiaba afanosamente la sabiduría de cada nación, visitó Babilonia, Egipto y toda Persia, siendo instruido por los magos y los sacerdotes; y además de éstos, se cuenta que estudió con los brahmanes (estos son filósofos indios). De algunos aprendió astrología, de otros geometría, y aritmética y música de otros, y diferentes cosas de diferentes naciones. Sólo de los sabios de Grecia no obtuvo nada, ya que estaban casados como estaban con una pobreza y escasez de sabiduría. Así, por el contrario, él mismo se convirtió en el autor de la instrucción de los griegos en el conocimiento que había adquirido del extranjero.
Así fue Pitágoras, y a partir de él se formó la llamada filosofía italiana, que debe su nombre a su residencia en Italia. Después vino la escuela jónica, llamada así por Tales, uno de los siete sabios; y después la eleática, que tuvo como fundador a Jenófanes de Colofón.
También Tales, que según algunos era fenicio, y según otros milesio, se dice que consultó a los profetas de los egipcios.
Platón afirma que Solón, uno de los Siete Sabios y que, según se dice, legisló para los atenienses, recurrió de la misma manera a los egipcios en la época en que los hebreos vivían de nuevo en Egipto. Al menos, en el Timeo lo presenta como recibiendo instrucción del bárbaro, en el pasaje en que el egipcio le dice: "¡Oh, Solón, Solón! Vosotros los griegos sois siempre niños, y no hay ningún anciano entre los griegos, ni hay entre vosotros ningún saber que se haya vuelto obsoleto por el tiempo".
Este mismo Platón, después de haber asistido a las enseñanzas de los pitagóricos en Italia, no se contentó con estudiar con ellos, sino que se dice que se embarcó en Egipto y dedicó mucho tiempo a su filosofía. Este testimonio lo da él mismo en muchos pasajes de sus discursos sobre los bárbaros, y en ellos, creo, hace bien y confiesa con franqueza que las doctrinas más nobles se importan a la filosofía de los bárbaros. Por eso, en muchos lugares, y especialmente en el Epinomis, se le puede oír a Platón mencionar tanto a los sirios como a los egipcios lo siguiente:
"La causa de esto es que el primero que observó estos fenómenos era un bárbaro. Porque fue una región muy antigua la que crió a los primeros que se dieron cuenta de estas cosas debido a la belleza de la estación de verano, que tanto Egipto como Siria disfrutan plenamente. De donde el conocimiento ha llegado a todos los países, incluido el nuestro, después de haber sido probado por miles de años y tiempo sin fin".
Y más abajo añade: "Supongamos, pues, que todo lo que los griegos hayan podido recibir de los bárbaros lo elaboran y lo terminan con mayor belleza".
Así lo dice Platón. Pero también se dice que Demócrito, aún antes, se apropió de las doctrinas éticas de los babilonios. Y en algún lugar, alardeando de sí mismo, dice:
"De los hombres de mi tiempo he viajado por la mayor parte de la tierra, investigando las partes más distantes, y he visto la mayor cantidad de climas y suelos, y he escuchado al mayor número de hombres eruditos, y nadie me ha superado nunca en la construcción de líneas acompañadas de demostración, ni siquiera aquellos egipcios que se llaman Arpedonaptas, para cuyos propósitos pasé tanto como cinco años en tierras extranjeras".
Porque éste también visitó Babilonia, Persia y Egipto, y fue discípulo de los egipcios y de sus sacerdotes.
¿Qué pasaría si os contara a Heráclito y a todos los demás griegos, según los cuales la vida civil entre los griegos ha sido durante largos siglos muy pobre y carente de todo conocimiento? Dicha vida griega estaba, ciertamente, embellecida con templos de los dioses, imágenes y estatuas, profecías y oráculos, y la pompa múltiple de los demonios fraudulentos. Pero estaba completamente desprovista de verdadera sabiduría y de ciencia útil.
En efecto, sus inútiles oráculos no les ayudaban en nada a descubrir buenos consejos, ni siquiera su maravilloso dios pitio les ayudaba en absoluto en la filosofía, ni ninguna otra deidad les ayudaba en la búsqueda de algún bien necesario. Por el contrario, vagando de un lado a otro y corriendo de aquí para allá toda su vida, se adornaban, según la fábula, con plumas prestadas, de modo que ahora toda su filosofía consistía en lo que pedían.
Copiando diversas ciencias de diversas naciones, los griegos obtuvieron la geometría de los egipcios, la astrología de los caldeos y otras cosas de otros países; pero nada entre las demás naciones como el beneficio que algunos de ellos encontraron en los hebreos. És
te era el conocimiento griego del Dios del universo y la condenación de sus propios dioses, como lo demostrará nuestro argumento a medida que avance un poco más. Lo cual indica a los lectores que los antiguos griegos estaban desprovistos no sólo de verdadera teología, sino también de las ciencias que son provechosas para la filosofía; y no sólo de éstas, sino también de los hábitos comunes de la vida civil.Creo que esta indicación me ayudará en la demostración del objetivo que he propuesto, en cuanto mi propuesta es sostener el argumento de que no hemos preferido irrazonablemente la teología de los hebreos y la de los bárbaros, como ellos la llamarían, a la filosofía de los griegos.
Si, pues, se ve que ellos mismos lo han recogido todo mucho antes de los bárbaros, y no han recibido de sus propios dioses ninguna ayuda en filosofía, sino que incluso han criticado con justicia a sus dioses; y si algunos de ellos por estas razones han preferido el ateísmo al culto de los dioses, entonces, ¿qué derecho tienen ya a criticarnos, en lugar de acogernos y elogiarnos?
Y es que los cristianos, habiendo encontrado y recuperado lo único que es verdadero, y habiendo amado la mejor parte, nos hemos apartado de la falsedad, sin volvernos, como los sabios de los griegos, al razonamiento ateo. Tampoco hemos mezclado el error del politeísmo con el conocimiento del Dios supremo, de manera similar a sus admirables filósofos. Ni tampoco hemos confundido la falsedad con la verdad.
Ya discutiremos sobre estos puntos. Pero permítanme primero pedirles que consideren aquellas pruebas por las cuales los griegos son condenados de haber robado todo a los bárbaros. No sólo su ciencia filosófica, sino también las invenciones comunes que son útiles en la vida diaria.