PAULO COHELO
Cuentos Seleccionados

I
Sobre un Diario Inexistente

Sobre la cobardía

Dice Anthony Williams:

"El mundo siempre parece amenazador y peligroso para los cobardes. Estos procuran la seguridad mentirosa de una vida sin grandes desafíos y se arman hasta los dientes para defender aquello que creen poseer. Los cobardes son víctimas de su propio egoismo, y terminan construyendo las cadenas de su propia prisión."

Sobre la Caridad Amenazada

Un tiempo atrás, mi mujer ayudó a un turista suizo en la zona de Ipanema, que decía haber sido víctima de ladronzuelos. Hablando un pésimo portugués con acento extranjero, afirmó estar sin pasaporte, dinero o lugar para dormir.

Mi mujer le pagó un almuerzo y le dio el dinero necesario para que pudiera pasar la noche en un hotel hasta ponerse en contacto con su embajada, y se fue. Días después, un diario de la ciudad informaba que el tal "turista suizo" era en realidad un sinverguenza muy creativo, que fingía un acento extranjero y abusaba de la buena fe de las personas que aman a Rio de Janeiro y desean deshacer la imagen negativa - justa o injusta - que ha adquirido nuestra tarjeta postal.

Al leer la noticia mi mujer se limitó a comentar: "eso no me impedirá seguir ayudando a quien pueda".

Su comentario me recordó la historia del sabio que, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dió mucha imporancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:

-¿Es posible que además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horrribles y usted nos responde con bellas palabras!

-Cada uno de nosotros solo puede ofrecer lo que tiene - fue la respuesta del sabio

Sobre árboles y ciudades

En el desierto de Mojave, es frecuente encontrar las famosas ciudades-fantasma. Construidas cerca de minas de oro, eran abandonadas cuando todo el producto de la tierra ya había sido extraído; habían cumplido su papel, y ya no tenía sentido que continuaran siendo habitadas.

Cuando paseamos por un bosque, también vemos árboles que, una vez cumplido su papel, terminaron cayendo. Pero, a diferencia de las ciudades-fantasmas, ¿qué sucedió? Abrieron espacio para que la luz penetrase, fertilizaron el suelo, y tienen sus troncos cubiertos por vegetación nueva.

Nuestra vejez dependerá de la forma en que hayamos vivido. Podemos terminar como una ciudad-fantasma. O, entonces, como un generoso árbol, que continúa siendo importante incluso después de haber caído a tierra.

El sentido de la verdad

En nombre de la verdad, la raza humana cometió sus peores crímenes. Hombres y mujeres fueron quemados. La cultura de civilizaciones enteras fue destruida, Los que buscaban un camino diferente eran marginados.

Uno de ellos, en nombre de la "verdad" terminó crucificado. Pero, antes de morir, dejó la gran definición de la Verdad.

No es lo que nos da certezas.

No es lo que nos da profundidad.

No es lo que nos hace mejores que los otros.

No es lo que nos mantiene en la prisión de los prejuicios.

La verdad es lo que nos da la libertad. "Conoceréis la Verdad, y la verdad os hará libres" dijo Jesús.

Sobre el ritmo y el Camino

-Faltó algo en su disertación sobre el Camino de Santiago - me dice una peregrina, al salir de la Casa de Galicia, en Madrid, donde minutos antes yo acababa de dar una conferencia.

Deben de haber faltado muchas cosas, pues mi intención allí era apenas compartir un poco mi experiencia. Aún así, la convido a tomar un café, curioso por saber lo que ella considera una omisión importante.

Y Begoña me dice:

-He notado que la mayoría de los peregrinos, sea en el camino de Santiago, sea en los caminos de la vida, siempre procura seguir el ritmo de los otros. Al comienzo de mi peregrinación, procuraba ir junto con mi grupo. Me cansaba, exigía de mi cuerpo más de lo que podía dar, vivía tensa, y terminé teniendo problemas en los tendones del pie izquierdo. Imposibilitada de andar durante dos días, me di cuenta de que solo conseguiría llegar a Santiago si obedecía a mi ritmo personal. Tardé más que los otros, tuve que andar sola muchos trechos, pero fue sólo porque respeté mi propio ritmo que conseguí completar el camino. Desde entonces aplico esto a todo lo que tengo que hacer en la vida: respeto mi tiempo".

II
Sobre los padres del desierto

En los comienzos de la era cristiana el monasterio de Esceta llegó a ser el centro de convergencia de mucha gente que después de renunciar a lo que tenían iban a vivir al desierto que rodeaba el monasterio. Muchas de las enseñanzas de estos hombres fueron recogidas y publicadas en diversos libros.

El Camino del medio

El monje Lucas, acompañado de un discípulo, atravesaba una aldea. Un viejo preguntó al asceta;

-Santo hombre, ¿cómo me aproximo a Dios?

-Diviértete. Alaba al creador con tu alegría - fue la respuesta.

Los dos continuaron caminando. En este momento se acercó un joven:

-¿Qué hago para aproximarme a Dios?

-No te diviertas tanto - dijo Lucas

Cuando el joven se hubo alejado, comentó el discípulo:

-Parece que no sabe usted muy bien si debemos divertirnos o no.

-La búsqueda espiritual es un puente sin barandillas atravesando un abismo - respondió Lucas. - Si alguien está muy cerca del lado derecho le digo "ve hacia la izquierda". Si se acercan al lado izquierdo , digo "hacia la derecha". Porque los extremos nos alejan del Camino.

Yo quería encontrar a Dios

El hombre llegó extenuado al monasterio:

-Llevo mucho tiempo buscando a Dios - dijo. - Quizás usted pueda enseñarme la manera correcta de encontrarlo.

-Entra y mira nuestro convento - dijo el padre, tomándole de la mano y conduciéndole hasta la capilla. -Aquí están las obras de arte más bellas del siglo XVI, que retratan la vida del Señor y Su Gloria entre los hombres.

El hombre aguardó, mientras el padre explicaba cada una de las hermosas pinturas y esculturas que adornaban la capilla. Al final, repitió la pregunta:

-Es muy hermoso todo lo que he visto. Pero me gustaría aprender la manera más correcta de encontrar a Dios.

-¡Dios! - respondió el padre. - Lo has dicho muy bien: ¡Dios!

Y llevó al hombre hasta el refectorio, donde estaba siendo preparada la cena de los monjes.

-Mira a tu alrededor: dentro de poco será servida la cena, y estás convidado a comer con nosotros. Podrás oír la lectura de las Escrituras al tiempo que sacias tu hambre

-No tengo hambre, y ya leí todas las Escrituras -insistió el hombre. Quiero aprender. Vine hasta aquí para encontrar a Dios.

El padre tomó nuevamente al extraño de la mano y comenzaron a caminar por el claustro, que rodeaba a un hermoso jardín.

-Pido a mis monjes que mantengan el césped siempre bien cortado y que retiren las hojas secas del agua de la fuente que está allí en medio. Pienso que este es el monasterio más limpio de toda la región.

El extraño caminó un poco con el padre, y después se despidió diciendo que tenía que irse.

-¿No te quedarás aquí para la cena? - preguntó el padre.

Mientras montaba en su caballo, el extraño comentó:

- Felicitaciones por su bella iglesia, por el refectorio tan acogedor y por el patio tan impecablemente limpio. Sin embargo, yo he viajado muchas leguas exclusivamente para aprender a encontrar a Dios, y no para deslumbrarme ante muestras de eficiencia, comodidades y disciplina.

Un relámpago cayó del cielo, el caballo relinchó fuerte y la tierra sufrió una sacudida. De repente, el extraño se arrancó el disfraz y el padre vio que estaba delante de Jesús.

-Dios está donde lo dejan entrar - dijo Jesús. - Pero vosotros habeis cerrado para él la puerta de este monasterio, usando reglas, orgullo, riqueza y ostentación. La próxima vez que un extraño se aproxime pidiendo para encontrar a Dios, no le muestres lo que habeis conseguido en Su nombre: escucha la pregunta e intenta responderla con amor, caridad y sencillez.

Y dicho esto, desapareció.

Aprendiendo a escoger

San Antonio vivía en el desierto, cuando se aproximó un joven.

-Padre, vendí todo lo que tenía y di el dinero a los pobres. Solo guardé unas pocas cosas para que me ayuden a sobrevivir aquí. Me gustaría que me enseñara el camino de la salvación.

San Antonio pidió al muchacho que vendiese también las pocas cosas que había guardado y con el dinero obtenido comprase carne en la ciudad. Al regreso, debía traer la carne atada a su cuerpo.

El muchacho obedeció. Al regresar, fue atacado por perros y halcones, que querían un pedazo de la carne.

-Ya estoy de vuelta - dijo el chico, mostrando el cuerpo arañado, mordido y las ropas en jirones. ¿Por qué me mandó hacer esto?

-Para mostrarte que lo que trajiste de tu pasado no sirve en tu presente. Cuando tengas que escoger un nuevo camino, no traigas experiencias viejas. Aquellos que dan un paso nuevo pero quieren mantener un poco de su antigua vida terminan desgarrados por los propios recuerdos.

Cambiando de actitud

Un abad del monasterio de Esceta recibió a un joven que quería seguir el camino espiritual.

-Durante un año, paga una moneda a quien te agreda - le dijo el abad.

Durante doce meses el joven pagó una moneda siempre que era agredido. Al finalizar el año, volvió a presentarse ante el abad, para saber cual era el próximo paso.

-Ve hasta la ciudad a comprar comida para mí.

En cuanto el joven salió, el abad se disfrazó de mendigo y, tomando un atajo que conocía, se fue hasta la puerta de la ciudad. Cuando el joven se aproximo, comenzó a insultarlo.

-¡Qué bien! dijo al falso mendigo ¡Durante un año entero tuve que pagar a todos los que me agredían y ahora puedo ser agredido gratis, sin gastar nada!

Al oír esto, el abad se dio a conocer.

-Quien es capaz de no darle importancia lo que los otros dicen es un hombre que está en el camino de la sabiduría. Tú ya no te tomas los insultos en serio, y por lo tanto estás listo para el próximo paso.

La ciudad del otro lado

Un ermitaño del monasterio de Esceta se aproximó al Abad Teodoro.

-Sé exactamente cual es el objetivo de la vida. Sé lo que Dios pide al hombre y conozco la mejor manera de servirlo. Y a pesar de eso, soy incapaz de hacer todo lo que debería estar haciendo para servir al Señor.

El abad Teodoro permaneció un largo tiempo en silencio. Finalmente dijo:

-Tú sabes que existe una ciudad al otro lado del océano. Pero aún no has encontrado el barco, no has subido tu equipaje y no has atravesado el mar. ¿Por qué estar hablando de ella, o de como debemos caminar por sus calles?

Saber el objetivo de la vida o conocer la mejor manera de servir al Señor no basta. Pon en práctica lo que estás pensando y el camino se mostrará por sí mismo.

Comportarse como los demás

El Abad Pastor caminaba con un monje de Esceta cuando fueron invitados a cenar. El dueño de la casa, que se sentía honrado por la presencia de los padres, mandó servir lo mejor que tenían .

No obstante, el monje estaba en período de ayuno; cuando llegó la comida, tomó un guisante y lo masticó lentamente. Y solo comió ese guisante durante toda la cena.

Al salir, el abad Pastor lo llamó:

-Hermano, cuando vayas a visitar a alguien, no conviertas tu santidad en una ofensa. La próxima vez que estés en período de ayuno, no aceptes convites para comer.

El monje entendió lo que el abad Pastor decía. A partir de ese momento, siempre que estaba con otras personas, se comportaba como ellas.

El trabajo en la labranza

El muchacho cruzó el desierto y llegó finalmente al monasterio de Esceta, cerca de Alejandría. Allí pidió para asistir a una de las conferencias del abad, y le dieron permiso.

Aquella tarde el abad disertó sobre la importancia del trabajo en la labranza.

Al terminar, el chico dijo a uno de los monjes:

-Estoy muy impresionado. Pensé que iba a encontrar un sermón iluminado sobre las virtudes y los pecados, y el abad solo habló de tomates, irrigación y cosas así. Allí de donde yo vengo todos creen que Dios es misericordia y que basta rezar.

El monje sonrió y respondió:

-Aquí nosotros creemos que Dios ya hizo su parte, y ahora nos corresponde a nosotros continuar el proceso.

Juzgando a mi próximo

Uno de los monjes de Esceta cometió una falta grave y llamaron al ermitaño más sabio para que pudiera juzgarla.

El ermitaño rehusó, pero insistieron tanto que terminó yendo. Llegó allí , cargando en la espalda un balde agujereado, de donde se escurría arena.

-Vine a juzgar a mi prójimo - dijo el ermitaño al superior del convento. Mis pecados se están escurriendo detrás mío como la arena se escurre de este balde. Pero como no miro hacia atrás y no me doy cuenta de mis propios pecados, fui llamado para juzgar a mi prójimo!

Al escucharlo, los monjes desistieron de aplicar el castigo.

La manera de agradar al Señor

Cierto novicio fue en busca del abad Macario y le pidió consejo sobre la mejor manera de agradar al Señor.

-Ve hasta el cementerio e insulta a los muertos - le dijo Macario

El hermano hizo lo que le ordenaban, y al día siguiente volvió a Macario.

-¿Te respondieron? Preguntó el abad

El novicio dijo que no.

-Entonces vuelve allá y elógialos.

El novicio obedeció. Aquella misma tarde volvió al abad, que de nuevo quiso saber si los muertos habían respondido.

-No - dijo el novicio.

-Para agradar al Señor, actúa de la misma manera - comentó Macario. - No cuentes ni con el desprecio de los hombres ni con sus halagos. De esta manera podrás construir tu propio camino.

III
Reflexiones del Guerrero de la Luz

Pasando y sobrepasando

Un guerrero de la luz nota que ciertos momentos se repiten.

Con frecuencia se ve ante los mismos problemas y situaciones que ya había enfrentado.

Entonces se deprime, comienza a pensar que es incapaz de progresar en la vida, ya que los momentos difíciles siempre vuelven.

"Yo ya pasé por esto", reclama a su corazón

"Realmente ya has pasado", responde el corazón "pero nunca has sobrepasado".

El guerrero entonces comprende que las experiencias repetidas tienen una única finalidad: enseñarle que todavía no ha aprendido.

Y entonces pasa a buscar una solución diferente para cada lucha repetida, hasta que encuentra la manera de vencerla.

Algo fuera de lo común

Un guerrero de la luz siempre hace algo fuera de lo común. Puede bailar en la calle mientras camina hacia el trabajo. O mirar los ojos de un desconocido y hablar de amor a primera vista. Un guerrero de vez en cuando expone una idea que puede parecer ridícula, pero en la que él cree.

Los guerreros de la luz se permiten días así.

Él no tiene miedo de llorar antiguas penas, o de alegrarse con nuevos descubrimientos. Cuando siente llegado el momento, abandona todo y parte para su aventura tan soñada. Cuando entiende que ha llegado al límite de su resistencia, sale del combate sin culparse por haber hecho una o dos locuras inesperadas.

Un guerrero no pasa sus días intentando representar el papel que los otros escogieron para él.

Las pequeñas cosas

El guerrero de la luz presta atención a las pequeñas cosas, porque esas pueden perjudicar mucho.

Un espino, por menor que sea, interrumpe el paso del viajero. Una pequeña e invisible célula puede destruir un organismo sano. El recuerdo de un instante de miedo en el pasado muchas veces hace que la cobardía reaparezca cada mañana.

Una fracción de segundo abre la guardia para el golpe fatal del enemigo.

El guerrero está atento a las pequeñas cosas. A veces es duro consigo mismo, pero prefiere actuar de esa manera.

"El diablo habita en los detalles" dice un viejo proverbio de la Tradición.

Encontrando aliados

El guerrero sabe que ningún hombre es una isla aislada en medio del océano.

Sabe que no puede luchar solo, sea cual fuere su plan, siempre depende de otras personas. Necesita discutir su estrategia, pedir ayuda y - en los momentos de descanso - tener a alguien para contar historias de combate alrededor de la hoguera.

Pero él no deja que las personas confundan su camaradería con inseguridad, Él es transparente en sus acciones y discreto en sus planes.

Un guerrero de la luz danza con sus compañeros, pero no transfiere a nadie la responsabilidad de sus pasos.

Arriesgando más que los otros

Para el guerrero, no existe amor imposible. Él no se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia o por el rechazo, Sabe que tras la máscara de hielo que las personas usan, existe un corazón de fuego.

Por eso el guerrero arriesga más que los otros. Busca incesantemente el amor de alguien - aunque esto signifique escuchar muchas veces la palabra "no", volver a la casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma.

Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada.

Aceptando los compromisos

Un guerrero de la luz es confiable. Comete algunos errores, a veces se cree más importante de lo que realmente es. Pero no miente.

Cuando se reune alrededor de la hoguera, conversa con sus compañeros y compañeras. Sabe que las palabras que salen de su boca quedan guardadas en la memoria del Universo, como un testimonio de lo que pìensa.

Y el guerrero reflexiona "¿por qué hablo tanto, si muchas veces no soy capaz de hacer todo lo que digo? Esta es una reflexión importante.

El corazón responde: "cuando defiendes públicamente tus ideas, tendrás que esforzarte por vivir de acuerdo con ellas".

Y porque piensa que él es lo que dice, el guerrero acaba transformándose en lo que dice ser.

En los momentos de silencio de la vida

El guerrero sabe que, de vez en cuando, el combate es interrumpido. No sirve de nada forzar la lucha, es necesario tener paciencia y esperar, esperar a que las fuerzas entren nuevamente en choque.

En el silencio del campo de batalla, escucha las heridas de su corazón. Repara que está tenso. Que tiene miedo.

El guerrero hace un balance de su vida; comprueba si la espada está afilada, el corazón satisfecho, la fe incendiando el alma. Sabe que el mantenimiento es tan importante como la acción.

Siempre hay algo que le falta. Y el guerrero aprovecha los momentos en que el tiempo se detiene para equiparse mejor.

Cuando surge el mal

A veces el mal persigue al guerrero. Entonces, con tranquilidad, lo invita a entrar en su su tienda.

El guerrero pregunta al mal: "¿quieres herirme o usarme para herir a los otros?"

El mal finge no haber oído. Dice que conoce las tinieblas del alma del guerrero. Penetra en heridas no cicatrizadas y clama venganza. Recuerda que conoce algunas trampas y venenos sutiles que ayudarán al guerrero a destruir a todos los enemigos.

El guerrero de la luz escucha. Si el mal se distrae, él hace que retome la conversación y le pide detalles de todos sus proyectos.

Después de escuchar todo se levanta y se va. El mal ha hablado tanto, está tan cansado y tan vacío que no consigue acompañarlo.

Un guerrero presta atención al Mal, si desea hacer el Bien.

Aceptando el perdón

El guerrero de la luz ha aprendido que es mejor seguir la luz.Él ya traicionó, mintió, se desvió de su camino, cortejó a las tinieblas. Y todo siguió saliendo bien, como si nada hubiese pasado.

Sin embargo, el abismo llegó de repente. Se pueden dar mil pasos seguros, pero un simple paso de más acaba con todo.

Y es el tener conciencia de esto lo que hace al guerrero cambiar el rumbo de sus pasos.

Al tomar esa decisión, escucha cuatro comentarios: "Siempre te has equivocado. Eres demasiado viejo para cambiar. No eres bueno. No lo mereces"

Entonces mira al cielo. Y una voz le dice: "Bien, querido, todo el mundo se equivoca. Estás perdonado, pero no puedo forzar este perdón. Decídete".

El verdadero guerrero de la luz acepta el perdón.

Como un niño

El guerrero de la luz se comporta como un niño. La gente se escandaliza. Se han olvidado de que todos necesitamos divertirnos, jugar, ser un poco irreverentes, hacer preguntas inconvenientes e inmaduras, decir tonterías en las cuales ni siquiera nosotros creemos.

La gente pregunta horrorizada: "¿Es eso el camino espiritual? ¡Qué inmaduro, parece un niño!"

El guerrero se enorgullece de este comentario, porque sabe que la consecuencia lógica de la maduración es el proceso de podredumbre. Es así en la naturaleza y también en la vida.

Y mantiene su inocencia y alegría, aunque sin perder de vista su misión.

Sabiendo decir no

"Hitler puede haber perdido la guerra en el campo de batalla, pero terminó ganando algo - dice M. Halter - porque el hombre del siglo XX creó el campo de concentración y resucitó la tortura, y enseñó a sus semejantes que es posible cerrar los ojos ante las desgracias ajenas".

Quizás él tenga razón, existen criaturas abandonadas, civiles masacrados, inocentes en las cárceles, ancianos solitarios, borrachos en las cunetas, locos en el poder.

Pero quizás no tenga ninguna razón: existen los guerreros de la luz.

Y los guerreros de la luz jamás aceptan lo que es inaceptable.

El momento de decidir

El guerrero de la luz se espanta ante las decisiones importantes.

"Esto es demasiado grande para tí", le dice un amigo. "Sigue adelante, sé valiente" le dice otro. Y sus dudas aumentan.

Después de algunos días de angustia se recoje en un rincón de su tienda donde acostumbra a sentarse para meditar y orar.Se ve a sí mismo en el futuro. Ve a las personas que serán beneficiadas y a las que serán perjudicadas por su actitud. Él no quiere causar sufrimientos inútiles, pero tampoco quiere abandonar el camino.

El guerrero entonces deja que la decisión se manifieste. Si es necesario decir sí, lo dirá con valor. Y si fuere necesrio decir no, lo dirá sin cobardía.

IV
El Tíbet y la Reencarnación

Al ser preguntado por el periodista Mick Brown si era la reencarnación de los Dalai Lamas anteriores, el actual Dalai Lama respondió:

"Es un tema muy complicado. Algunas personas se reencarnan, otras son apenas símbolos del ser que se desencarnó. Pienso que a través de mis vidas anteriores siempre tuve un vínculo muy fuerte con mi pueblo, y todo mi trabajo espiritual se manifiesta en todo cuanto pueda hacer para traer de nuevo la libertad a mi país".

O sea: el Dalai Lama no respondió ni "sí" ni "no". Sin embargo, de acuerdo con las enseñanzas del budismo tibetano, nuestra conciencia sutil - que existe en todos los seres humanos pero normalmente está siempre adormecida - perdura después de la muerte. En esta conciencia sutil quedaron archivadas todas las acciones, gestos a intenciones de la vida que acaba de finalizar; todo eso, después de permanecer algún tiempo en el espacio vacío, termina por reencontrar su forma física en un nuevo cuerpo.

El pueblo tibetano procura archivar en esta conciencia sutil (una variación de aquello que conocemos como alma) una serie de conductas que ayudarán en la próxima vida. Cuantas más veces se repita la tarea, más fuerte será la marca dejada , lo que hace que, los rituales religiosos sean casi diarios.

En el Tibet no solamente se desarrolla deliberadamente esta conciencia, sino también, cuando un maestro muere, procura dejar pistas para que su próximo cuerpo pueda ser rápidamente reconocido.

Uno de los casos actuales más conocidos es el del niño español Osel, que cuenta actualmente con 11 años de edad y vive en el norte de la India. En 1935 nació el Lama Yeshe, que pasó su vida estudiando el misticismo tibetano, se exilió durante la invasión china y terminó sus días en California. El día de su muerte, llamó a su discípulo favorito y le dijo que esta vez se reencarnaría en Occidente. Pasaron algunos años y el discípulo soñó con Yeshe, que le pedía que ahora fuese a buscarlo.

Y fue así que visitando los diversos monasterios fundados por su maestro teminó en la ciudad de Bublion, en el sur de España, donde encontró a un niño que había nacido el día exacto en que tuvo su sueño. Mostró al chico una serie de campanas y collares de cuentas y el niño, que contaba entonces con 2 años, seleccionó exactamente los que habían pertenecido al Lama Yeshe, por lo que fue proclamado como su reencarnación y llevado a un monasterio para ser educado según los ritos tibetanos.

El antecesor del actual Dalai Lama indicó donde debería renacer. Tres o cuatro años después de su muerte, unos monjes que fueron hasta una aldea en la parte este del Tibet y encontraron a un niño que correspondía a la descripción. Ese niño - el actual Dalai Lama - fue llevado hasta el palacio de Potala, en Lhasa. En cuanto llegó comenzó a caminar por el palacio con bastante naturalidad, y en un determinado momento vió una caja.

Mis dientes están allí, dijo.

Y era verdad, la caja contenía la dentadura postiza de su predecesor.

La vaga respuesta dada por el Dalai Lama al periodista Mick Brown tiene sus motivos: todos los grandes maestros tibetanos siempre dejan marcas semejantes al ejemplo citado, pero es imposible verificarlas o autenticarlas fuera del contexto cultural. La consecuencia de esto fue la aparición de una serie de falsos maestros en los más diversos puntos del planeta, asegurando que pertenecían a una estirpe de verdaderos sabios pero cuyo único propósito era reunir un grupo de discípulos que pudieran colaborar financieramente para su bienestar.

El hermano del Dalai Lama, Tenzin Choegyal, comenta:

"Como tibetano, yo creo en la reencarnación del hombre. Pero Occidente parece preocuparse apenas por el exotismo de nuestras costumbres, como los oráculos, los rituales y las ceremonias, y nada de eso es importante. El ideal máximo, el milagro del budismo es permitir que cualquier ser humano con el corazón vacío pueda convertirse en una persona repleta de amor y compasión".

La importancia del gato en la meditación

Habiendo escrito recientemente un libro sobre la locura, me ví obligado a preguntar cuantas de las cosas que hacemos nos han sido impuestas por necesidad o por absurdo. ¿Por qué usamos corbata? ¿Por qué el reloj gira en "sentido horario" Si vivimos en un sistema decimal ¿por qué el día tiene 24 horas de 60 minutos cada una?

El hecho es que muchas de las reglas que obedecemos hoy en día no tienen ningún fundamento. A pesar de ello, si deseamos actuar de manera diferente, somos considerados "locos" o "inmaduros".

Mientras tanto, la sociedad va creando algunos sistemas que en el transcurso del tiempo pierden su razón de ser , pero continúan imponiendo sus reglas. Una interesante historia japonesa ilustra lo que quiero decir:

Un gran maestro zen budista, responsable por el monasterio de Mayu Kagi, tenía un gato que era la pasión de su vida. Así, durante las clases de meditación, lo mantenía a su lado, para disfrutar lo más posible de su compañía.

Cierta mañana, el maestro - que era ya bastante viejo - apareció muerto. El discípulo de mayor grado ocupó su lugar.

-¿Qué haremos con el gato? - preguntaron los otros monjes.

Como homenaje al recuerdo de su antiguo instructor, el nuevo maestro decidió permitir que el gato continuase asistiendo a las clases de budismo zen.

Algunos discípulos de los monasterior vecinos, que viajaban mucho por la región, descubrieron que en uno de los más famosos templos del lugar, un gato participaba en las meditaciones. Y la historia comenzó a correr.

Pasaron muchos años. El gato murió, pero los alumnos del monasterio estaban tan acostumbrados a su presencia que buscaron otro gato. Mientras tanto, los demás templos empezaron a introducir gatos en sus meditaciones: creían que el gato era el verdadero responsable de la fama y la calidad de enseñanza de Mayu Kagi, olvidando que el antiguo maestro era un excelente instructor.

Transcurrió una generación, y comenzaron a surgir tratados técnicos sobre la importancia del gato en la meditación zen. Un profesor universitario desarrolló la tesis - aceptada por la comunidad académica - de que este felino poseía la capacidad de aumentar el nivel de concentración humana y eliminar las energías negtivas.

Hasta que apareció un maestro que tenía alergia por los animales domésticos y resolvió retirar el gato de las prácticas diarias con sus alumnos.

Se produjo una gran reacción negativa, pero el maestro insistió. Y como era un excelente instructor, los alumnos continuaron con el mismo rendimiento escolar, a pesar de la ausencia del gato.

Poco a poco, los monasterios - siempre en busca de ideas nuevas y cansados de tener que alimentar a tantos gatos - fueron eliminando a los animales de las clases.

En 20 años comenzaron a surgir nuevas tesis revolucionarias, con títulos convincentes como "La importancia de la meditación sin el gato" o "Equilibrando el universo zen solo por el poder de la mente, sin la ayuda de animales".

Pasó otro siglo y el gato salió por completo del ritual de la meditación zen en aquella región. Pero se necesitaron doscientos años para que todo volviese a la normalidad, ya que nadie se preguntó, durante todo ese tiempo, por qué el gato estaba allí.

Cuando es necesario ser práctico

La siguiente historia es atribuida al sabio Mohamed Gwath Shattari, uno de los más admirados por el Emperador Humayun. Murió en 1563 y existe un templo en su homenaje en Gwalior.

Tres viajeros cruzaban juntos las montañas del Himalaya discutiendo la importancia de colocar en la práctica todo aquello que aprendieron en el plano espiritual. Estaban tan entretenidos en la conversación que solamente ya bien entrada la noche se dieron cuenta de que solo llevaban consigo un pedazo de pan.

Decidieron no discutir sobre quien merecía comerlo; como eran hombres piadosos, dejarían la decisión en manos de los dioses. Rezaron para que, durante la noche, un espíritu superior les indicase quien recibiría el alimento.

A la mañana siguiente, los tres se levantaron al salir el sol.

- He aquí mi sueño - dijo el primer viajero. - Yo fui cargado hacia lugares donde nunca había estado antes, y experimenté la paz y armonía que he buscado en vano en esta vida terrenal. En medio de tal paraiso, un sabio de largas barbas me decía "Tú eres mi preferido, pues jamás buscaste el placer y siempre renunciaste a todo. Sin embargo, para probar mi alianza contigo, me gustaría que comieras un pedazo de pan".

- Es bien extraño - dijo el segundo viajero. - Porque en mi sueño, yo vi mi pasado de santidad y mi futuro de maestro. Mientras miraba el porvenir, encontré un hombre de gran sabiduría diciendo "Tú necesitas comer más que tus dos amigos porque tendrás que liderar a mucha gente, y para ello necesitarás fuerza y energía".

Dijo entonces el tercer viajero:

- En mi sueño yo no vi nada, no visité ningún lugar ni encontré a ningún sabio. Sin embargo, a determinada hora de la noche me desperté de repente. Y me comí el pan.

Los otros dos se enfurecieron:

- ¿Y por qué no nos llamaste, antes de tomar una decisión tan personal?

- ¿Cómo iba a hacerlo? ¡Estabais tan lejos, encontrando maestros y teniendo visiones sagradas! Ayer discutimos la importancia de poner en práctica aquello que aprendemos en el plano espiritual. En mi caso, Dios actuó rápido y me hizo despertar muriendo de hambre!

Los errores del pasado

Durante un viaje, Buda encontró a un yogui apoyado en una sola pierna.

-Quemo los errores de mi pasado, explicó el hombre.

-¿Y cuántos errores ya has quemado?

-No tengo la menor idea.

-¿Y cuántos te falta quemar?, insistió Buda

-No tengo la menor idea.

-Entonces es hora de acabar con esto. Para de pedir perdón a Dios y ve a pedir perdón a aquellos a quienes heriste.

V
Sobre la sabiduría musulmana

Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos. Se embarcaron en el puerto de Dubai y zarparon en dirección al mar abierto.

Entretanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos - que jamás había visto el mar, y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas - comenzó a tener un ataque de pánico: sentado en la bodega de la nave lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos procuraban calmarlo, diciendole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón.

El sultán no sabía qué hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación.

Pasaron dos días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximó:

- Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.

Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no solo se permitía, sino que sería recompensado si consiguiera solucionar el problema.

El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua.

El cortesano comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En ese momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco.

A partir de aquel episodio, nadie volvió a escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte. El viaje - que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco - se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad.

Poco antes de regresar al puerto, el Sultán fue a buscar al ministro:

-¿Cómo podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría?

- Por causa de mi matrimonio - respondió el ministro. Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre. Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo terrible que sería la vida sin ella. Solo regresó después de que le prometí que jamás volvería a atormentarla con mis miedos.

De la misma manera, este hombre jamás había probado el agua salada y jamás se había dado cuenta de la agonía de un hombre a punto de ahogarse. Después que conoció eso, entendió perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies.

-Sabia actitud, comentó el sultán

- Está escrito en un libro sagrado de los cristianos, la Biblia: "todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo". Ciertas personas solo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan la sensación de su pérdida.

Pagando tres veces por lo mismo

Cuenta una leyenda de la región del Punjab que un ladrón entró en una hacienda y robó doscientas cebollas. Antes de que pudiera huir, el dueño del lugar lo capturó y lo llevó ante el juez.

El magistrado pronunció la sentencia: pagar diez monedas de oro. Pero el hombre alegó que era una multa demasiado alta y el juez, entonces, resolvió ofrecerle otras dos alternativas: recibir veinte latigazos o comerse las doscientas cebollas.

El ladrón eligió comerse las doscientas cebollas. Pero cuando llegó a la vigésimo quinta, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y el estómago le quemaba como el fuego del infierno. Como aún le faltaban 175 y se dio cuenta de que no aguantaría el castigo, pidió para recibir los veinte latigazos.

El juez aceptó. Cuando el látigo golpeó su espalda por décima vez, él imploró que parasen de castigarlo, porque no soportaba el dolor. El pedido fue obedecido, pero el ladrón tuvo que pagar las diez monedas de oro.

-Si hubieras aceptado la multa, te habrías evitado comer las cebollas y no habrías sufrido con el látigo - le dijo el juez. - Pero preferiste el camino más difícil sin entender que, cuando se hace algo mal, es mejor pagar enseguida y olvidar el asunto.

Lo que dirán de ti

Cuando era joven, Abil-Alsar escuchó una conversación de su padre con un devriche.

"Cuidado con tus obras" dijo el devriche: "Piensa en lo que las generaciones futuras dirán de ti"

"¡Y qué!" respondió el padre. "Cuando yo me muera, todo estará acabado y no me importa lo que dirán",

Abin-Alsar jamás olvidó esa conversación. Durante toda su vida se esforzó para hacer el bien, ayudar a las personas a ejecutar su trabajo con entusiasmo. Se volvió un hombre conocido por su preocupación por los demás; al morir había dejado un gran número de obras que mejoraron el nivel de vida de su ciudad.

En su tumba mandó grabar el siguiente epitafio:

"Una vida que termina con la muerte, es una vida que no valió la pena".

VI
Sobre la vida cristiana

Desde muy joven descubrí que el viajar era, para mí, la mejor manera de aprender. Continúo hasta hoy con esta alma de peregrino, y decidí relatar en esta columna algunas de las lecciones que aprendí, esperando que puedan ser útiles a otros peregrinos como yo.

Evite los museos. El consejo puede parecer absurdo, pero vamos a reflexionar un poco juntos: si usted está en una ciudad extranjera, ¿no es mucho más interesante ir en busca del presente que del pasado? Sucede que las personas se sienten obligadas a ir a museos porque aprendieron desde pequeñas que viajar es buscar ese tipo de cultura. Es claro que los museos son importantes, pero exigen tiempo y objetividad - tiene antes que saber qué desea ver allí, o va a salir con la impresión de que vió un montón de cosas fundamentales para su vida pero que no recuerda cuales son.

Frecuente los bares. Allí, al contrario de los museos, la vida de la ciudad se manifiesta. Bares no son discotecas, sino lugares adonde la gente va, toma algo, piensa en el tiempo y está siempre dispuesta para una conversación. Compre un diario y quédese contemplando el movimiento del local. Si alguien inicia un tema, por más bobo que sea, acepte la charla: no se puede juzgar la belleza de un camino mirando solamente su puerta.

Esté disponible. El mejor guía de turismo es alguien que vive en el lugar, conoce todo, está orgulloso de su ciudad, pero no trabaja en una agencia. Salga por la calle, elija a la persona con quien desea conversar y pídale informaciones (¿dónde queda tal catedral? ¿dónde está el Correo?) Si no resulta, pruebe con otra; le garantizo que al final del día habrá encontrado una excelente compañía.

Procure viajar solo, o - si está casado - con su cónyuge. Le dará más trabajo, nadie lo (o los) cuidará, pero solo de esta manera podrá realmente salir de su país. Los viajes en grupo son una manera disfrazada de estar en una tierra extranjera, pero hablando su lengua natal, obedeciendo a lo que manda el jefe del rebaño, preocupándose más con las murmuraciones del grupo que con el lugar que se está visitando.

No compare. No compare nada - ni precios, ni limpieza, ni calidad de vida, ni medios de transporte, ¡nada! Usted no está viajando para probar que vive mejor que los otros; su búsqueda, en verdad, es saber cómo los otros viven, lo que pueden enseñar, cómo se enfrentan con la realidad y con lo extraordinario de la vida.

Entienda que todo el mundo le entiende. Aunque no hable el idioma, no tenga miedo: ya estuve en muchos lugares donde no había manera de comunicarme a través de las palabras y siempre terminé encontrando apoyo, orientación, sugerencias importantes, y hasta aventuras amorosas. Algunas personas creen que, si viajan solas, saldrán a la calle y se perderán para siempre. Basta tener la tarjeta del hotel en el bolsillo y - en una situación extrema - tomar un taxi y mostrarla al chofer.

No compre mucho. Gaste su dinero en cosas que después no tendrá que cargar: buenas obras de teatro, restaurantes, paseos. Hoy en día, con el mercado global y Internet, puede tener todo sin necesidad de pagar exceso de equipaje.

No intente ver el mundo en un mes. Más vale quedarse en una ciudad cuatro o cinco días, que visitar cinco ciudades en una semana. Una ciudad es una mujer caprichosa, necesita tiempo para ser seducida y mostrarse completamente.

Un viaje es una aventura. Henry Miller decía que es mucho más importante descubrir una iglesia de la que nadie oyó hablar, que ir a Roma i sentirse obligado a visitar la Capilla Sixtina, con doscientos mil turistas gritando en sus oídos. Vaya a la Capilla Sixtina, sí, pero también déjese perder por las calles, intérnese en las callejuelas , sienta la libertad de estar buscando algo que no sabe lo que es pero que, - con toda seguridad - encontrará, y cambiará su vida.

En busca de las señales

Podemos pensar que todo lo que la vida nos ofrece mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy. Pero si ponemos atención, nos daremos cuenta de que ningún día es igual a otro.

Cada mañana nos trae una bendición escondida, una bendición que solo sirve para este día, y que no puede ser ni guardada ni desaprovechada. Si no usamos ese milagro hoy, se perderá.

Este milagro está en los detalles de lo cotidiano; es necesario vivir sabiendo que a cada instante tenemos la salida para el problema, la manera de encontrar lo que está faltando, la pista adecuada para la decisión que precisamos tomar para modificar todo nuestro futuro.

Pero ¿cómo tener el coraje para eso? A mi entender, Dios habla con nosotros a través de señales. Es un lenguaje individual, que requiere fe y disciplina para ser totalmente absorbido.

San Agustín, por ejemplo, fue convertido de esa manera. Durante años buscó en varias corrientes filosóficas una respuesta para el sentido de la vida hasta que cierta tarde, cuando se encontraba en el jardín de su casa en Milán reflexionando sobre el fracaso de su búsqueda, escuchó una voz infantil en la calle que cantaba: "¡ Ábrelo y lee! ¡ Ábrelo y lee!"

A pesar de haber sido siempre gobernado por la lógica, decidió en un impulso abrir el primer libro a su alcance. Era la Biblia, y en ella leyó un fragmento de San Pablo con las respuestas que buscaba. A partir de allí la lógica de San Agustín abrió sitio para que la fe pudiese también participar, y él se transformó en uno de los mayores teólogos de la Iglesia.

Los monjes del desierto afirmaban que es necesario dejar actuar la mano de los ángeles. Para eso, de vez en cuando hacían cosas absurdas , como hablar con las flores o reir sin razón. Los alquimistas siguen las "señales de Dios", pistas que muchas veces no tienen sentido, pero terminan llevando a algún lugar.

"El hombre moderno ha querido eliminar las inseguridades y dudas de su vida; y ha terminado por dejar a su alma muriendo de hambre; el alma se alimenta de misterios" dice el dean de la Catedral de San Francisco.

Existe un ejercicio de meditación que consiste en añadir - generalmente durante diez minutos diarios - un motivo para cada una de nuestras acciones. Un ejemplo: "yo ahora leo el diario porque quiero informarme. Yo pensé ahora en tal persona porque tal asunto que leí me llevó a esto. Yo caminé hasta la puerta porque voy a salir de casa" Y así sucesivamente.

Buda llama a esto "atención consciente". Cuando nos vemos repitiendo la más común de las rutinas, nos damos cuenta de la riqueza que ronda nuestra vida. Comprendemos cada paso, cada actitud. Descubrimos cosas importantes y también pensamientos inútiles.

Al finalizar la semana - la disciplina es siempre fundamental - estamos más conscientes de nuestras faltas y distracciones, pero también entendemos que en ciertos momentos no había ningún motivo para actuar como actuamos y seguimos nuestro impulso, nuestra intuición; es ahí que empezamos a comprender este lenguaje silencioso que Dios usa para mostrarnos el camino acertado. Lo pueden llamar intuición, señal, instinto, coincidencia, no importa el nombre. Lo que importa es que a través de la "atención consciente" nos damos cuenta de que estamos siendo guiados muchas veces hacia la decisión adecuada.

Y esto nos deja más confiantes y más fuertes.

Satanás vende objetos usados

Como necesita adaptarse a los nuevos tiempos, Satanás decidió hacer una liquidación de gran parte de su stock de tentaciones. Puso anuncios en los diarios y atendió a los clientes, en su oficina, durante todo el día.

Era un stock fantástico: piedras para que los virtuosos tropezaran, espejos que aumentaban la importancia personal, anteojos que disminuían la importancia de los demás. Colgados de la pared, algunos objetos llamaban mucho la atención: un puñal de hoja curva, para ser usado en la espalda de alguno, y grabadoras que sólo registraban chismes y mentiras.

-¡No se preocupen por el precio! -gritaba el viejo Satanás a los potenciales compradores. -¡Llévenlo hoy, paguen cuando puedan!

Uno de los visitantes notó, puestas en un costado, dos herramientas que parecían muy usadas y que casi no llamaban la atención. Sin embargo, eran carísimas. Curioso, quiso saber la razón de esa aparente discrepancia.

-Están gastadas porque son las que más uso -respondió Satanás, riendo. -Si llamaran mucho la atención, la gente sabría cómo protegerse de ellas.

"Sin embargo, ambas valen el precio que pido por ellas: una es la Duda y la otra es el Complejo de Inferioridad. Todas las otras tentaciones siempre pueden fallar, pero estas dos siempre funcionan.