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 Act: 17/02/25   @escritores de iglesia      E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A 

HILARIO DE POITIERS

resumido por

ESCUELA DE JÓVENES CRISTIANOS, FILIAL DE MERCABÁ

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Hilario de Poitiers (315-368) fue el principal de los padres de la Galia, y el gran difusor de los concilios orientales en Europa (lo que le valió el título del "Atanasio de Occidente").

Vida. Hilario nació en Poitiers, en el seno de una familia pagana en la que sólo muy tardíamente él experimentó un proceso de conversión, según relata él mismo (en su De Trinitate), a través de los textos sagrados.

Tras enviudar y buscar una nueva familia a su hija, Hilario decidió recibir el sacerdocio (ca. 350), y pronto fue designado para la sede episcopal de Poitiers.

Por su resistencia a los sínodos de Arlés (ca. 353) y Milán (ca. 355), que insistían en deponer a San Atanasio, y por su oposición a Saturnino de Arlés (simpatizante del arrianismo), Hilario cayó en desgracia del emperador Constancio, y por éste fue desterrado al Oriente (ca. 356-361), la mayor parte del tiempo en Frigia y también en Constantinopla.

Durante su destierro, Hilario viajó por todo el Asia Menor, participando en el Sínodo de Seleucia (ca. 359) y conociendo de cerca el pensamiento de Orígenes.

Vuelto a su sede de Poitiers, asistió al Sínodo de París (ca. 361), se movió por toda Italia (ca. 362-364) y presidió el Sínodo de Milán (ca. 364), en el que logró derrocar al obispo arriano Auxencio de Milán.

Obras. La 1ª gran obra de Hilario fue su tratado Sobre la Trinidad (o De Trinitate), a través de 12 libros que insisten en defender la fe de Nicea y atacar a los arrianos.

En los libros I-III trata Hilario la naturaleza de Dios, la generación del Hijo y la existencia del Espíritu Santo.

En los libros IV-XII no aporta nuevos conceptos teológicos, pero sí que los va explicando, recalcando que en el AT era el Hijo el que se manifestaba a los profetas (como Palabra del Padre) y en el NT era el Hijo el que defendía su igualdad y unidad respecto al Padre.

Todo ello, adornado por una rica cristología tanto del Jesucristo hombre (que vivió y murió en Israel) como del Jesucristo Dios (que se encarnó y resucitó).

La 2ª gran obra de Hilario fue su exposición sobre los Concilios de Oriente (o De Synodis), donde recoge y comenta abundante documentación sobre los principales sínodos de aquella accidentada época.

Como obras menores, habría que señalar algunas de carácter apologético (Contra Constancio y Contra Auxencio), otras de estilo hagiográfico (Sobre Honorato) y otras de índole exegética (Sobre el Pentateuco y Sobre los Salmos), ambas bajo evidente influencia de Orígenes (cuyos principios hermenéuticos acepta, aunque bajo su característica moderación).

Doctrina. Hilario es un teólogo profundo y sistemático, que sabe hablar de las realidades divinas y humanas respetando siempre sus caracteres trascendente e inmanente.

También es un teólogo que señala la necesidad de operar racionalmente en todo lo que es objeto de estudio (para no perjudicar la dignidad de ese objeto), así como entablar una dialéctica entre lenguaje bíblico (imaginativo) y lenguaje teológico (metafísico), compaginando uno y otro (Sobre la Trinidad, I, 6).

Antropología. Como la mayoría de los padres, Hilario interpreta la naturaleza humana en términos de dualismo platónico, a través de Filón y Orígenes. Es decir, el hombre está constituido de dos naturalezas, una celeste (el alma, creada a imagen de Dios) y otra terrena (el cuerpo, formado del barro).

Teología. Para Hilario, Dios Padre es el Dios ingénito, espiritual, trascendente e incomprensible, que se da a conocer a través de su Hijo y que desea ser reconocido en compañía de su Hijo (Sobre la Trinidad, IV, 41).

Cristología. Para Hilario, Jesucristo es el Dios unigénito, o unigénito del Padre, con el cual comparte, consustancialmente, la misma gloria y la misma vida. De ahí que pueda decirse que es la "viva imagen del Padre" y la "plenísima forma de su naturaleza" (Sobre la Trinidad, XI, 5), de forma única, auténtica y perfecta.

Respecto a la humanidad y divinidad de Jesucristo, dos momentos fueron claves para su interpretación: su pasión y su resurrección.

Como hombre, la kenosis de su pasión y muerte fue la señal más clara de su corporeidad (encarnación) y vaciamiento (humano), aunque fuese de forma transitoria y "en virtud de" (del precedente Deus tantum o Dios tan sólo; y del encarnado Deus et homo, Dios y hombre) (Sobre la Trinidad, IX, VI, 38.40-41).

Como Dios, la resurrección fue el momento en que el Dios pre-existente y Dios encarnado pasó al Dios glorificado (al Deus totus, o todo él Dios) (Sobre la Trinidad, XI, 40-41.49).

En definitiva, Cristo siguió siendo Dios en la pasión, y siguió siendo hombre en la resurrección (Sobre la Trinidad, X).

Escatología. La pésima condición humana (en la tierra) llevó a Hilario a buscar en otro sitio (en el cielo) los novísimos de la felicidad. Como nexo de unión de ambos estados, la resurrección es la clave para la transformación (de los cuerpos terrestres) y conformación (de los cuerpos gloriosos). Cuando eso ocurra, el cuerpo resucitado será reformado según la intención creacional primigenia (es decir, espiritual e inmortal).

Ver aquí su Pentateuco (), Salmos (), Trinidad (, , , , , , , , , , , y ), Concilios de Oriente () y Honorato ().
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cf. FIERRO, A; "Hilario de Poitiers", en Gran Enciclopedia Rialp, ed. Rialp, Madrid 1991.

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Molina de Segura, 17 de Febrero de 2025