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Gregorio
de Nisa (335-399) fue el escritor más
feraz y profundo de los tres padres capadocios, siendo
llamado por el Concilio I de Constantinopla como "columna de la
ortodoxia". Vida.
Gregorio se crió en el seno de una familia cristiana que emigró del
Ponto a Capadocia, de raíz paterno-martirial (Gregorio de Nisa, Vida
de Macrina, 46), y de alto linaje materno-militar (Gregorio de Nacianzo,
Epistolario, CXCVII). De
pequeño
desempeñó Gregorio la función
eclesiástica de lector, que tras sus estudios cambió por la de profesor de retórica
(Gregorio de Nacianzo, Epistolario, XI). Influido por
su hermano (Basilio de Cesarea) y su amigo (Gregorio Nacianceno), Gregorio
se retiró al monasterio de Iris (Ponto) fundado por Basilio, y allí se
dedica a las prácticas ascéticas y al estudio de la teología. Poco
después, Basilio
(obispo primado de Capadocia) le consagra obispo de Nisa (ca. 371).
Su fiel adhesión a la doctrina de San Atanasio le vale el encono de los
arrianos, los cuales le acusan de malversación de fondos (ca. 376) y
consiguen su deposición. Muerto el emperador arriano Valente (ca. 378),
Greogrio retorna a su sede, siendo
recibido triunfalmente por su pueblo, como él mismo relata (Epistolario,
VI). Desde
su sede en Nisa, Gregorio sofoca el cisma meleciano en el
Sínodo de Antioquía (ca. 379), realiza las tareas de visitador ante las
diócesis de Arabia, asiste al Concilio de Constantinopla (ca. 381) y
predica los elogios fúnebres
de la princesa Pulqueria y de la emperatriz Flacila (ca. 394). Obras. Aunque no se ha podido
determinar con exactitud la fecha de composición de cada una de ellas, es
cierto que la producción literaria de Gregorio no comienza antes del 370. Todas
sus obras, por tanto, están escritas en época de madurez. Entre
sus obras
teológicas, destacan: -su
Gran Catequesis, extenso resumen de la doctrina cristiana sobre las
bases metafísicas y reveladas, dedicado a los
maestros que "necesitan de un sistema en sus instrucciones". -sus
12 libros Contra Eunomio, escrito para reforzar la lucha de Basilio
de Cesarea contra el Apología y Apología sobre la Apología
de Eunomio. -dos
obras contra el apolinarismo: el Antirrheticos (contra el sistema de Apolinar de Laodicea)
y Sobre la Encarnación Humana de Dios, hoy perdido (para rechazar la
acusación de que los católicos creían en dos Hijos de Dios, el humano y el
divino). -su
Sobre la Trinidad, dirigido a Eustacio y en la que defiende la divinidad del Espíritu Santo,
contra los macedonianos. -su
Sobre la Trinidad, dirigido a Ablabio (en que estudia las expresiones que se deben emplear al
hablar de la Trinidad) y su Sobre la Fe, dirigido a Simplicio (en que defiende la divinidad y consustancialidad del Hijo y
del Espíritu Santo, contra los arrianos). -su
Diálogo del Alma,
réplica del Fedón y en el que pretende reflejar una conversación de Gregorio con su hermana
Macrina, a quien encuentra moribunda a la vuelta del sínodo de Antioquía. -su
Contra el Hado, en que refleja una conversación del autor con un filósofo
pagano en Constantinopla, para defender la libertad de la voluntad contra
el fatalismo astrológico. Entre
sus obras exegéticas,
destacan: -su
Sobre la Creación del Hombre, escrito a su hermano y obispo Pedro de
Sebaste, a forma de completar el Hexameron de San Basilio sobre Gn
1,21. -su
Vida de Moisés, tanto literal en su exposición de hechos y dichos
(libro I) como simbólica en su interpretación alegórica
de la ascensión mística del alma hacia Dios (libro II). -sus
homilías Sobre el Eclesiastés (que no tiene otro fin
que el de "elevar el espíritu sobre los sentidos"), sus 15 homilías Sobre
el Cantar de Cantares (en las que alaba a Orígenes, pero no
interpreta a la esposa como a la Iglesia, sino como al alma que se
une a Dios), sus 5 homilías Sobre el Padrenuestro y sus 8
homilías Sobre las Bienaventuranzas. -su
Sobre la Pitonisa, en el que da
una interpretación diversa a la de Orígenes a 1 Sm 28,12 (sobre la pitonisa de
Endor). Entre
sus obras
ascéticas, destacan: -su
Sobre la Virginidad, en la que esboza el
concepto de virginidad trascendente (de Dios), en comparación con la virginidad humana
(del consagrado). -su
Sobre la Vida Cristiana,
en la que define el quehacer cristiano como "imitación de la naturaleza divina", basándose
en la teología del hombre-imagen de Dios. -su
Sobre la Perfección, dirigido al monje Olimpio, basado enteramente en los
grandes textos cristológicos de San Pablo. -su
Sobre la Institución
Cristiana, última declaración de Gregorio sobre la
naturaleza del ascetismo. -su
Vida de Macrina, hermana de Gregorio, como joya de la
literatura hagiográfica antigua y fuente importante para la época y usos. -su
Sobre la
Corrección,
dirigido a aquellos que se encontraban molestos por las amonestaciones de su
maestro, y se habían alejado de la Iglesia por esta razón. -sus
30
cartas, que
muestran la variedad de intereses y relaciones de
Gregorio. Doctrina.
Gregorio es con mucho el
pensador más profundo y amplio de los tres grandes capadocios. Muy abierto a
las corrientes intelectuales de su tiempo y fuertemente influido por Platón, lo es asimismo por los neoplatónicos, en especial Plotino, y por
elementos estoicos. Sin embargo, a la hora de determinar los diversos factores
que influyen en su pensamiento, es necesario tener presente que mucho de lo que
es platónico y neoplatónico en Gregorio había pasado por aquellas fechas a ser
patrimonio común de la cultura. Su estilo, muy en dependencia de la retórica
griega del momento, es con frecuencia ampuloso y pesado. Su obra constituye una
considerable aportación al desarrollo de la teología y al de la doctrina
espiritual. En la interpretación de la
Sagrada Escritura, Gregorio sigue preferentemente el método
histórico-literal para las cuestiones dogmáticas, y el alegórico para las
cuestiones espirituales. Teología. Al
elaborar la teología, Gregorio hace de sus conocimientos filosóficos un generoso
uso, aunque no desconoce la debilidad de la desnuda razón humana. Considera
Gregorio
a la Sagrada Escritura como norma y medida de todos los dogmas, aprobando
solamente aquello que puede armonizar con la intención de estos escritos. Presta especial atención a la razón teológica y a la
tradición. Trinidad.
Gregorio
supera la
antinomia immanencia-trascendencia en Dios (Sobre Dios, IV, 3), no resuelta todavía
en la filosofía, recurriendo a la libertad divina. Esta omnímoda libertad, que
necesariamente debe admitirse en un Dios omniperfecto, hace posible que éste,
sumamente trascendente, se comunique a las criaturas por la creación, la
encarnación, la gracia. Gregorio jamás deja de sostener la unidad de
naturaleza en Dios y la trinidad de personas. Toma como ejemplo y guía para
explicar la unidad de la naturaleza divina la unidad de la naturaleza humana,
que es trasmitida íntegra de padres a hijos. Con respecto a la naturaleza
humana, su pensamiento gravita hacia un realismo del concepto universal,
afirmando a veces, por ejemplo, que Pedro, Bernabé y Pablo juntos deben tenerse por
un solo hombre y no por tres. Toda la distinción de las tres
divinas personas descansa únicamente sobre su procedencia. La primera persona,
el Padre, es causa (todavía no está perfeccionado el lenguaje), y el Hijo y el
Espíritu Santo causados. Afirma que el Espíritu
Santo procede del Padre a través del Hijo, y no del Padre y del Hijo. Las expresiones de que se sirve
habitualmente Gregorio son homónimas a las de Nacianceno: agennesia, gennesis,
ekporeuris. No obstante, prefiere llamar al Hijo monogenes. Diferenciándose las tres divinas
personas por sus relaciones mutuas inmanentes,
Gregorio
afirma que la actividad ad extra no puede ser más que una y común a las tres
divinas Personas. Cristología.
Para Gregorio, Cristo es una
sola persona (en prosopon) en dos naturalezas (duo fyseis). Basado en el adagio
"lo no asumido no sanado", defiende firmemente
que el Verbo asumió una naturaleza humana
completa, es decir, un cuerpo real, un alma humana real, una inteligencia (nous)
humana y una voluntad libre. Nuestra restauración no puede ser
total más que si toda nuestra naturaleza está asumida por el Salvador. Recurre
para explicar este punto a la parábola del Buen Pastor, quien toma sobre sus
hombros toda la oveja, y no sólo su piel. Así, Cristo no sólo asume el cuerpo
humano, sino también toda la naturaleza, es decir, el alma que se encuentra
contenida en el cuerpo. No llega, sin embargo, a puntualizar cuál
es el lazo íntimo que une en Cristo ambas naturalezas completas. Unas veces
parece insinuar una unión moral, y otras parece inclinarse
hacia el pensamiento monofisita al utilizar el término anácrasis, que en
lenguaje vulgar se utilizaba para expresar la mezcla de dos líquidos. Sin embargo, le vemos afirmar contra Eunomio que ambas
naturalezas completas, la divina y la humana, no deben confundirse. Admite sin
ambigüedades la "communicatio idiomatum", al afirmar que por la unión de las dos
naturalezas, los atributos propios de cada una pertenecen a las dos. Emplea cinco veces el término
theotokos al hablar de la Virgen; y rechaza el de anthropotokos, que usaban los antioquenos. La virginidad de María quebró el
poder de la muerte. Defiende la virginidad de María "in partu" (Sobre María,
II). Numerosos textos en que habla de la humanidad asumida
por Cristo son de fuerte sabor realista confundiendo la idea universal humanidad
con la concreta pluralidad de individuos que participan de esa misma naturaleza
(Catequesis, IX-XXXII), dando pie para ser interpretado a veces
como defensor de una encarnación colectiva en toda la humanidad, más que de
una encarnación individual. Sin embargo, a pesar de que no llega a distinguir
suficientemente entre el orden lógico y el ontológico, es imposible determinar
hasta qué punto llegó Gregorio a dar valor realista al concepto universal, y,
por otra parte, el pensamiento de una encarnación colectiva de Cristo es
incompatible con el resto de su cristología. Antropología. El hombre es
considerado
por Gregorio
como microcosmos que compendia el orden y la armonía existentes en
el universo. Considera como esencial el cometido del hombre, cuerpo y
alma, en el universo, en el que tiene la misión de ser punto de fusión entre
el espíritu y la materia. Al otorgar al cuerpo humano una función
específica en el universo, Gregorio
se aparta
de la doctrina origenista de la
preexistencia de las almas. El hombre supera todo lo creado en razón de haber
sido hecho a imagen de Dios. En
efecto, Gregorio expresa con la palabra
imagen todo
el cúmulo de dones con que fue dotado el hombre en su condición original,
antes del pecado de origen. No hace suya la distinción de los alejandrinos al
comentar los términos imagen y semejanza de Gn 1,26, expresando con este término,
sin distinguir, todo el orden natural y sobrenatural (Sobre el Hombre, III). Espiritualidad. En ascética, y
en abierta oposición con Basilio de Ancira, aboga firmemente por un estilo de
vida conforme a la naturaleza, sin excesos en la penitencia (Sobre la
Virginidad, XXII-XXIII). Toda la vida ascética es una participación en la muerte y
resurrección de Cristo, un vivir cada día el bautismo desvistiéndose del
hombre viejo y revistiéndose del nuevo. Si bien es verdad que
las realidades divinas son inaccesibles a la razón humana, existe
en el hombre un elemento divino que hace posible que éste pueda gozar de Dios. Dicha connaturalidad del hombre con Dios hace posible la
experiencia de la divinidad, que tiene lugar en su plenitud cuando mediante la catharsis
(lit. purificación), el hombre alcanza el estado de apatheia (lit.
impasibilidad, serenidad). La
catharsis de que habla el Niseno no es la conocida
purificación natural, sino una purificación cristiana, entroncada
inmediatamente con el contacto con Cristo en el Bautismo. La
apatheia de igual forma viene concebida en sentido cristiano al ser presentada
como reflejo de la apatheia divina, y, como ésta, definida como un pathos tan
puro que está por encima de todos los vaivenes de las pasiones: pathos
apathes (lit. pasión impasible). La unión del alma con Dios
(koinonia) se funda
en la anterior unión (anacrasis) del Verbo con la naturaleza humana. El Verbo inhabita en el alma y con
él la Trinidad entera; la experiencia mística deviene sentimiento oscuro de esta
presencia. Esto significa que el único medio de salir hacia Dios
es la fe. Gregorio
califica esta salida del alma hacia Dios con los epítetos éxtasis,
embriaguez, amor apasionado, vértigo, sueño y locura. El movimiento del alma
hacia Dios es un eterno movimiento acelerado. Escatología. Concibe erróneamente
las penas del infierno como puramente medicinales, y, por tanto, no eternas,
sino temporales. A pesar de utilizar las expresiones
"fuego inextinguible" y
hablar de la "inmortalidad del gusano", parece atribuirles sólo el
significado de largos periodos de tiempo. Toda la naturaleza y la
humanidad entera será restaurada al final de los tiempos volviendo al primitivo
estado de pureza anterior al pecado de origen. Incluso el autor del mal será
purificado. Cree
Gregorio, pues, en la
apocatástasis o restauración
universal (Meta Final, III). En este punto, su tendencia a considerar la
humanidad en forma realista da lugar al pensamiento de que el Cuerpo de Cristo,
la Iglesia, no estaría completo si uno sólo de los hombres se perdiese para
siempre. Ver
aquí, por orden alfabético, su Alma ( y
), Basilio
( ), Bautismo
( y
), Cartas
( ), Catequesis
( ), Creación
( ), Dios
( y
), Eclesiastés
( ), Espíritu Santo
( ), Eucaristía
( ), Eunomio
( ,
,
,
,
,
,
,
,
,
,
, y
), Fe ( y
), Hombre
( y
), Jesucristo
( ), Macrina
( ), Melecio
( ), Meta
Divina ( ), Moisés ( y
), Muerte de Bebés
( ), Objeciones
( ), Peregrinaciones
( ), Perfección
( ), Resurrección
( ), Trinidad ( ,
, y
), Vida Común
( ), Vida Cristiana
( ), Virginidad
( ) y Vocación
( ).
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