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Efrén
de Nísibe (306-373) fue el más insigne de los
padres sirios, y uno de los que "más influencia ejerció incluso
entre los griegos", según San Jerónimo. El cronista Sozómeno lo
tiene por "superior a los más famosos autores griegos", los
ortodoxos lo tienen por "columna de la Iglesia" y hasta los
jacobitas lo veneran como "divino citarista". Vida.
De Efrén escribieron biografías su discípulo Simeón de Samosata,
Sozómeno, Gregorio Niseno y Metafrastes. Entre los escritores que hablaron con objetividad de
Efrén, están San Jerónimo (Varones Ilustres, CXV), Paladio (Historia Lausiaca,
XL), Teodoreto (Historia Ecclesiastica, IV, 26) y Jacobo de Sarug (Panegírico,
VI). Según
dichas fuentes, Efrén nació en Nísibe, junto a la frontera persa, de
madre cristiana y padre pagano. Con 18 años recibió el bautismo y se
ordenó diácono bajo San Jacobo de Nísibe, a quien
no acompañó al Concilio de Nicea (ca. 325) por no ser sacerdote. En el triple asedio que padeció
Nísibe por parte de los persas, Efrén dio muestras de valentía, como se trasluce en sus
Himnos Nisibenos y en los que compuso contra el emperador Juliano
(presente en la guerra). Cuando la ciudad cayó bajo el emperador
Joviniano (ca. 363), Efrén tiene que huir con muchos otros cristianos a la
cercana Edesa, en la cual se quedó a vivir en adelante y en la cual fundó la Escuela de los
Persas, llamada así por su intento de establecer puentes entre lo persa y
lo cristiano. Todos convienen en que
Efrén llevó vida de continencia y ascética, en el ejercicio de su
diaconado. Es decir, que se dedicó a alternar sus tareas diaconales con
largas temporadas de vida monacal, componiendo en dichas estancias sus
himnos litúrgicos y obras más espirituales. Discípulos suyos fueron Aba,
Zenobio, Abrahán, Maras y Simeón. Obras. Sozómeno
atribuyó a Efrén más de 3 millones de versos, y los sirios (al decir
de Focio) más de mil poemas escritos. Eso sí, Efrén escribió sólo en siríaco,
y no hay indicios de que supiera griego. Tienen
las obras de Efrén la peculiaridad de haberse
servido con frecuencia de la métrica siríaca, consistente en que se proceda por versos que tengan el
mismo número de sílabas. Probablemente, en su traducción al griego fue cuando
surgió la nueva métrica bizantina, muy semejante a la siriaca. Como dice
San Jerónimo, hasta "los griegos leían sus escritos aún sin haber
leído la Biblia" (Varones Ilustres, CXV). Según el griego Sozómeno,
dichas obras destacan "por la
elegancia y esplendor de su estilo, así como por la viveza y sabiduría de sus
dichos" (Historia Eclesiástica, III, 16). Obras
históricas. Uno de los escritos más importantes de
Efrén, y de los más bellos por su
lirismo, es su colección de Himnos Nisibenos, que consta de 77 himnos iniciados en
Nísibe
y terminados en Edesa, a forma de comentario poético sobre el devenir de su
ciudad. Hay en
ellos apuntes hagiográficos sobre los obispos de Nísibe,
preciosas consideraciones sobre antropología, e
interesantes alusiones al viaje del apóstol Tomás a la India. Obras
apologéticas.
Escribió Efrén un tratado en 4 libros en prosa Contra Hipatio, y
otro en 56 himnos Contra Domnio. En ellos, Efrén combate a los herejes
maniqueos, marcionitas, arrianos, aecianos, sabelianos y bardesanitas
(éstos últimos, muy numerosos en Edesa). Este modo de propagar la
teología por estrofas y estribillo ya había sido usado por Harmonio (hijo de
Bardesanes) y por Arrio (en su Talia), y posiblemente por eso lo
hizo así Efrén: para rebatirlos con sus propias
armas. Obras
dogmáticas. Probablemente, la obra
cumbre de Efrén son sus 87 himnos Sobre la Fe (donde se deploran las internas
disensiones de la Iglesia, y se alude a recibir los datos de la Escritura, sin
interpretarlos). A ellos habría que añadir 1 homilía Sobre el prólogo de
Juan, 1 homilía Sobre Jesucristo,
4 himnos Contra Juliano (provechosos para la historia) y 15 himnos Sobre el
Paraíso (en que se identifica el paraíso
de Adán con el escatológico). Obras exegéticas. Son notables
en Efrén sus Comentario al Génesis y Comentario al Éxodo, en
los que se atiene al sentido literal de los antioquenos. Más excelente es
su
Comentario al Diatessaron, excepcionalmente útil para la restauración del Diatessaron de
Taciano. Más breve mención merecen por su estado
fragmentario los Comentarios a Pablo y Comentario a Hechos, ambos
en versión armenia. Obras ascéticas. Probablemente los monjes
sirios reunieron en dos antologías una serie de himnos
de Efrén
de carácter
ascético, titulados Sobre la Virginidad y Sobre la Iglesia,
para su lectura espiritual.
A estos escritos hay que sumar 15 himnos Sobre Abraham Qidunaia y 24 Sobre
Julián Saba, ambos monjes, más una Carta a los Ascetas que vivían en
las colinas de Edesa. Obras litúrgicas.
Conservamos 16 himnos
de Efrén Sobre la Navidad y
Sobre
la Epifanía, que
en
su tiempo
estaban
fundidas, y en la cual se administraba el bautismo. También compuso Efrén himnos
Sobre el Ayuno (destinados a la cuaresma), Sobre la
Crucifixión (para
el tiempo de la pasión), Sobre los Ázimos y Sobre la Resurrección
(para la pascua), Sobre los Confesores y Sobre los Mártires,
así como otro para pedir agua en rogativas públicas. Doctrina.
Efrén fue un teólogo
poeta que pensaba cantando. No caben en él especulaciones sistemáticas, y no
perteneció a ninguna escuela. Fue ajeno a la cultura helénica y a las teorías de los
padres griegos. A pesar de todo, es un gran teólogo,
siempre ortodoxo y muy mariólogo, por lo que
justamente ha merecido el título de doctor marianus. Antropología.
Según Efrén, el hombre consta
de cuerpo, alma animal y espíritu. Teología. Con firmeza
defiende Efrén, frente al dualismo, la unicidad de Dios, el
cual es invisible y
omnipotente y goza
de "una misma
naturaleza y un mismo nombre,
en tres personas distintas". Éstas hay que
mantenerlas siempre en el orden bíblico, se conocen perfectamente entre sí y
son comparables por analogía al sol (Padre), a la luz (Hijo) y al calor
(Espíritu Santo). El Hijo existía
desde la eternidad, y es Hijo natural y no por sola gracia.
El Espíritu Santo no es inferior al Padre y al Hijo, sino que es igualmente
Dios
a pesar de proceder del
Padre y del
Hijo. Cristología.
Según Efrén, el Verbo
de Dios tomó
verdadera carne y alma humana, quedando en él de forma diferenciada, e
íntimamente unidas, la divinidad y humanidad. Si a veces se expresa esta unión
por las palabras mezcla y mezclar, éstas no pueden interpretarse en el sentido de una fusión de las naturalezas.
Por otra parte, Cristo nos ha salvado
a todos los hombres mediante el sacrificio de su cruz. Mariología.
Efrén dejó plasmados
casi todos los dogmas marianos, haciendo especial énfasis en la limpieza de toda mancha
(del pecado original, en su concepción) y en la virginidad (tanto previa
como posterior al parto). Es verdad que no emplea el término theotokos
(pues escribe en siríaco),
pero asegura que el hijo de María es el Unigénito del Padre. María, nueva Eva, ha colaborado en nuestra
redención. Por ella se
deshicieron las maldiciones, ya que engendró al Vivificador, y en su seno
albergó la vida que posteriormente destruyó a la muerte. No
faltan alusiones a la dignidad regia de María, hija de David y madre del Rey de
reyes. Eclesiología.
Efrén define a la Iglesia
como una, santa y perpetua, así como infalible en su magisterio. Tuvo como
cabeza a Pedro (su fundamento), aunque no menciona a la sede romana. La consagración del
orden sacerdotal, transmitida por
Cristo a los apóstoles, se mantendrá siempre en la Iglesia. Sacramentología.
Según Efrén, el bautismo es
necesario para la salvación, y por eso también Cristo
se bautizó. El bautismo quita las
manchas del pecado original (existente desde el seno materno), y su virtud proviene del Espíritu
Santo, que es quien consagra las aguas. Respecto a otros sacramentos,
Efrén habla claramente de la presencia real del cuerpo y
sangre de Cristo en la eucaristía, que al mismo tiempo es sacrificio.
Tiene además alusiones indudables a la penitencia sacramental para los pecados
posteriores al bautismo. Tampoco ignora la unción de los enfermos, y asegura que el matrimonio es
"honesto si se hace conforme a la ley, pero impuro
y deshonesto si es ilegítimo". Ascética.
Efrén hace basar
el trabajo
ascético
en un caminar hacia Dios, a través de la puesta en acción
de la fe, el amor y
la
oración. La fe es algo interno que debe
ser
exteriorizado,
el amor hace
ser agradables a Dios,
y la oración es la inmersión en el espíritu de
Cristo.
Junto a esta tríada espiritual, el ayuno
realza
al
cuerpo, purifica el alma y la
hace capaz de la contemplación. También la virginidad
forma
parte de este trabajo ascético, y
recibirá
por ello
una recompensa especial. Respecto
a la
penitencia,
ésta ayuda a preparar
el
momento de la muerte y del
juicio. Escatología.
Durante el
periodo anterior al Juicio Final, defiende Efrén que las almas de los justos moran en las
cercanías del paraíso adamítico, y que una vez establecidas en su
interior,
obtienen la intuición de Dios. Ver
aquí sus Endechas (),
Nísibe (,
,
y ),
Hipatio (,
,
,
y ),
Marción (,
y ),
Bardaisán (
y ),
Mani (),
Satanás (
y ),
Jesucristo (),
María
(),
Natividad (),
Epifanía (),
Bautismo (),
Conversión (),
Fe (),
Virginidad (),
Ascética
()
y
Mujer
Pecadora ().
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